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Apple iMac M3 (2023), análisis: mismo envoltorio para un iMac que gana potencia y le hace un guiño a los videojuegos

By Adriana P

November 19, 2023

El iMac fue el patito feo en el catálogo de ordenadores de Apple durante años. En octubre de 2015 la empresa presentaba el iMac 27″ con pantalla Retina 5K -al año siguiente llegaría el modelo de 21,5 pulgadas-, pero desde ese momento el desarrollo y evolución del Todo-en-Uno de Apple se detuvo.

El lanzamiento de los chips Apple M1 provocó que finalmente estos equipos sufrieran un importante lavado de cara con los iMac M1 (2021). Llegaba un nuevo y único tamaño de pantalla, 24 pulgadas, y un colorido diseño que convertía estos equipos en renovados compañeros de usuarios que buscaban un equipo en este formato con todas las garantías de Apple.

Sin embargo, Apple volvió a dejarlo en el olvido un año. El lanzamiento de los chips M2 debería haber supuesto una renovación interna de los iMac, pero hemos tenido que esperar al lanzamiento de los Apple M3 para ver esa renovación que ahora tenemos en estos iMac M3 (2023). Estos chips son la gran excusa y, en realidad, la única diferencia que existe con los modelos anteriores, y hemos podido pasar unos días evaluando su rendimiento para saber si se cumple la promesa de los M3. Vamos allá.

Ficha técnica del iMac M3

Un diseño que sigue asombrando por su delgadez

La renovación de los iMac de 2021 trajo muchas novedades al chasis de los equipos. Llegaban los colores -los siete que aparecían en el primer logo oficial- en tonos pastel algo diluidos, pero también un diseño marcado por una espectacular delgadez.

En esos 11,5 mm de grosor del panel es donde se encierran todos los componentes del iMac, aunque en realidad el verdadero corazón del iMac ocupa tan solo una pequeña porción de ese espacio. Mucho ha llovido desde aquellos iMac de 1998 con carcasa semitransparente, y en sucesivas iteraciones el formato de este Todo-en-Uno ha ido refinándose para llegar a esta última expresión.

El formato, eso sigue, mantiene la herencia de aquellas primeras generaciones, y en él la pantalla es absoluta protagonista. Es tras ella donde Apple ha ido integrando todos los compoentes, pero la llegada de la familia Apple Silicon permitió ahorrar más espacio que nunca gracias a la eficiencia de estos procesadores.

De hecho la placa base de los iMac se sitúa en la parte baja del equipo, en esa pronunciada barbilla que quizás choque a estas alturas. Aquí es probable que Apple haya preferido sacrificar la estética —un formato sin esa barbilla, más simétrico, sería aún más espectacular— en favor de la integridad estructural del equipo: ese elemento tiene un propósito funcional, y también uno diferencial: mantiene la herencia de los antiguos (y reconocibles) iMac.

De hecho los marcos de la pantalla, que se suman a la barbilla, permiten también a Apple evitar hacer algo que ha hecho en otros dispositivos: incluir su notch o, en los últimos tiempos, la isla dinámica. La introducción de este elemento en los MacBook Pro y MacBook Air pierde sentido funcional: no hay allí cabida para Face ID, y por tanto la decisión de incluirlo es puramente estética: uno sabe que eso es un nuevo MacBook Pro o un MacBook Air precisamente por el notch. En el iMac eso no parece necesario, quizás —precisamente— por la presencia de la barbilla.

Ese diseño está coronado por el soporte de la pantalla —que permite inclinarla, pero no ajustar la altura— y por una parte trasera en la que hay tres elementos destacados. El primero, el gran logotipo de Apple. El segundo, los cuatro puertos USB-C con interfaz Thunderbolt 4 en la parte inferior izquierda de esa trasera (que son solo dos en el modelo de partida). Y el tercero, el conector magnético para la alimentación que permite anclar el cable de alimentación.

Este último elemento es especialmente llamativo por su estupendo funcionamiento, muy al estilo del puerto MagSafe de los portátiles de Apple. El adaptador de corriente, eso sí, es de tamaño considerable, aunque es cierto que en el equipo que la compañía cedió para pruebas incluía además el puerto Gigabit Ethernet para aprovechar esa conexión que no está disponible en la trasera, una omisión en mi opinión destacable en un equipo de sobremesa.

La conexión inalámbrica cumple, desde luego, pero omitir esa capacidad vuelve a ser sin duda un sacrificio por esa delgadez y esa estética del equipo. Uno que además hace que quienes quieran esa capacidad tengan que pasar por caja, bien con algún adaptador de USB-C a Ethernet (o un dock), o bien con este adaptador de corriente que eso sí, está incluido en los iMac M3 más caros.

Es inevitable aquí hablar también de los accesorios que venían incluidos en nuestro equipo de pruebas. El teclado Magic Keyboard con sensor Touch ID —incluido aquí, pero que supone un extra en el modelo de partida, que es aún mayor si lo quieres con el teclado numérico— sigue siendo excelente en diseño y prestaciones, con un perfil bajo envidiable —si os gusta esa opción, como a mí— pero que se sigue cargando vía puerto Lightning y omitiendo el soporte de retroiluminación, algo difícilmente justificable con el precio de estos equipos.

El ratón Magic Mouse incluido se caracteriza por un diseño especialmente plano —no especialmente ergonómico en mi opinión— y con un sistema de carga absurdo: un conector Lightning —que tiene los días contados— y que está incompresiblemente en su parte inferior: usar el ratón mientras quieres cargarlo es básicamente imposible. Como explicaba nuestro compañero Miquel López en Applesfera, es normal dejar de usarlo y dar el salto a otra alternativa.

En nuestro equipo de pruebas Apple incluyó su Magic TrackPad —que puede comprarse de forma opcional por 155 euros. Esta superficie táctil funciona como uno esperaría y ciertamente es una forma agradable de interactuar con el equipo, y plantea una opción interesante al ratón.

Sea como fuere, la atención al detalle sigue siendo una de las características definitorias de este equipo. Eso se nota desde la caja que lo contiene —en sí, un pequeño ejercicio de ingeniería— hasta la factura de los cables incluidos para cargar el ratón o el del adaptador de corriente, con unos acabados excepcionales.

El imac tiene un problema en su pantalla: mucha resolución para tan poca diagonal

Apple decidió que con la renovación de estos equipos ya no tenía sentido contar con dos diagonales de 21,5 y 27 pulgadas. En lugar de eso la presentación de los nuevos iMac M1 en 2021 nos sorprendió con un formato único: una pantalla de 24 —perdón— 23,5 pulgadas con resolución 4.480 x 2.520 píxeles y una densidad de 218 píxeles por pulgada.

La calidad del panel es excepcional. Es capaz de ofrecer hasta 500 nits de brillo y cuenta con la tecnología True Tone que optimiza la temperatura de color de acuerdo a la luz ambiente. Los colores son vivos —pero no chillones— y la definición es fantástica.

El problema es precisamente el tamaño. Esas 24 pulgadas se quedan cortas para tanta resolución, y lo normal —si uno no tiene vista de halcón y puede conservarla— es hacer uso de la resolución escalada que permite ver todo —sobre todo, los textos— a un tamaño aceptable.

Aquí lo ideal sería contar con una diagonal de 27 pulgadas y, ya puestos, dar el salto a una resolución 5K. Apple no tiene intención alguna de lanzar un modelo con ese tipo de configuración, así que para tener tu “iMac 27 pulgadas” puedes comprarte un Mac mini o un Mac Studio y conectarlo a un monitor como el Studio Display que analizamos hace unos meses y que vende la propia Apple. O ya puestos, conectarlo a cualquier otro monitor.

Que el iMac renuncie a ese tamaño es extraño porque si algo ha aprendido la empresa es que a la gente le gustan las pantallas grandes —hola, iPhone 15 Pro Max—. Es evidente que eso incrementaría las dimensiones y peso del equipo, pero quizás daría la oportunidad a Apple de incluir más puertos de conexión y una configuración más “pro” para quienes siguen prefiriendo el formato Todo-en-Uno.

Esa diagonal que hace recomendable una resolución escalada hace que aparezcan los compromisos en el día a día. En mi caso lo normal es que trabaje con dos ventanas de navegador enfrentadas. En mis Mac mini M1 y en este iMac he usado Rectangle porque inexplicablemente macOS sigue sin ofrecer una forma sencilla de acoplar ventanas a bordes o esquinas de pantalla de Windows.

Y lo que ocurre es que en esta pantalla esas ventanas enfrentadas se me quedan algo estrechas: hay menos resolución en anchura que en una resolución 1440p —la que utilizo en mi día a día—, lo que hace que note una molesta limitación en espacio de trabajo en esas ventanas divididas.

De lo que no hay queja es de tres elementos integrados en esa pantalla. El primero, la webcam Facetime con calidad 1080p, que captura una imagen con muy buen detalle y color. Es de hecho mejor que muchas de las webcams “1080p” que he podido probar en los últimos años. El segundo, los micrófonos, que se comportaron también de forma sobresaliente y que probablemente sean hasta suficientes para quien quiera iniciarse en la grabación de podcasts o en retransmisiones de vídeo en directo en servicios como Twitch.

El tercer apartado a destacar es el del sonido. El sistema de seis altavoces con dos woofers con “cancelación de fuerza” —están enfrentados en diferentes direcciones para cancelar las vibraciones de los bajos— sigue ofreciendo una calidad de sonido más que decente, y aunque sigo prefiriendo usar altavoces externos dedicados a esta tarea, el soporte de Dolby Atmos Spatial Audio es una garantía de que es posible disfrutar de todo tipo de contenidos audiovisuales y música con una gran calidad.

La toma de auriculares de 3,5 mm en el lateral izquierdo es un elemento bienvenido que además soporta auriculares de alta impedancia. El sonido sale por una rejilla en el borde inferior de la pantalla, y desde ahí se refleja en la superficie de la mesa en la que apoyamos el iMac.

Rendimiento: el M3 va sobrado

La verdadera (y única) novedad de los nuevos iMac es la integración de los chips Apple M3, que han dado un importante salto en términos de fabricación y han adoptado la fotolitografía de 3 nanómetros de TSMC.

Eso ha permitido ganar enteros en eficiencia y desde luego en rendimiento, pero la gran beneficiada no es la CPU, sino la GPU integrada, que como apuntaban en Apple ahora es capaz de convertirse, sobre todo en los M3 Pro y los M3 Max, en una decente competidora de tarjetas gráficas dedicadas como las de AMD y NVIDIA en PCs basados en Windows.

En nuestras pruebas con el iMac M3 la experiencia ha sido fluida en todo momento, y en los benchmarks utilizados se puede ver cómo estos procesadores permiten mejorar de forma sensible las cifras que se lograban con sus antecesores de 2021.

En las pruebas con Geekbench 6 se muestra cómo por ejemplo el rendimiento respecto a los M1 es notablemente superior tanto en el rendimiento de un único núcleo como en el del modo multinúcleo. La ganancia respecto a los M2 es mucho más modesta.

En el caso de las pruebas con Cinebench R23 la mejor en cuanto a rendimiento de la CPU en mononúleo y multinúcleo también es (lógicamente) mucho más sensible cuando comparamos este equipo con su predecesor, que contaba con los chips M1.

El comportamiento de la unidad SSD de los iMac M3 es sobresaliente, pero curiosamente aquí el rendimiento es inferior al de los Mac mini M2 que analizamos hace unos meses. Las cosas en este ámbito no han cambiado mucho desde que aparecieran los primeros equipos con los chips M1. Nuestro equipo venía configurado con 1 TB de SSD, pero el modelo de partida cuenta con solo 256 GB y ampliar esa cantidad es muy, muy caro.

También quisimos analizar el rendimiento de esa GPU, que en este modelo cuenta con 10 núcleos (ocho para el modelo de partida) y que ciertamente gana enteros con respecto a los chips M1 y M2. En la prueba de 3DMark Wild Life Extreme se puede comprobar como la ganancia respecto a los M1 es de nuevo notable, pero mucho menos apreciable respecto a los M2.

Aquí obviamente es donde las variantes más ambiciosas de estos chips (M3 Pro, M3 Max y los hipotéticos M3 Ultra) dan el do de pecho y su comportamiento se equipara el de gráficas gaming convencionales.

En macOS Sonoma existe de hecho el llamado “modo Juego” que prioriza automáticamente la experiencia a CPU y GPU cuando se ejecutan videojuegos, algo que aunque no convierte a este ordenador en el más adecuado para jugar, hace un guiño a estos escenarios que poco a poco parece que van cobrando cierto protagonismo en estos equipos.

Las pruebas demuestran que estos chips son desde luego más potentes que sus predecesores, y aquí la pregunta clave es si esa mejora compensa para quienes por ejemplo quieren dar el salto desde los anteriores iMac M1. El salto es desde luego decente, y como demuestran las pruebas, esa mayor potencia permite ganar algo esencial: tiempo. Muchas tareas se realizarán en menos tiempo, y eso siempre es interesante.

En el día a día durante nuestro periodo de pruebas no he notado nada especialmente distinto con este equipo respecto al Mac mini M1 que utilizo a diario, salvo quizás algo más de alegría al lanzar las aplicaciones. Quienes califican a este equipo como un modelo “para navegar y para tareas ofimáticas” se quedan cortos: yo hago bastante más en el M1 —como editar vídeos 4K en DaVinci Recode sin problemas—, y el M3 podrá hacer todo eso mejor. No es un equipo básico en absoluto aunque su configuración de partida así lo plantee, y estos chips llevan años demostrando que son tan capaces como PCs con hojas de especificaciones más llamativas.

De hecho, todos esos segundos ganados mientras usamos el equipo se irán acumulando con el M3, y aunque la percepción inmediata no es tan clara, es evidente que a es posible ahorrar tiempo a lo largo del tiempo: es algo que ocurre en mayor o menor medida con cada nueva iteración de un producto, y que esa mejora nos compense o no es ya cuestión de cada uno.

iMac M3 (2023), la opinión y nota de Xataka

La buena noticia que Apple sigue prestando atención al iMac. La mala es que este equipo es una iteración muy poco ambiciosa que se centra únicamente en reemplazar el SoC. Todo lo demás se mantiene igual, y también lo hacen unas estrategias de precios con muchas decisiones discutibles para nosotros, los usuarios.

La primera de ellas, la que afecta al modelo de partida. En 2023 que un equipo de más de 1.600 euros —1.619, para ser exactos— llegue con 8 GB de memoria y 256 GB de capacidad es difícilmente defendible. Es cierto que la calidad de fabricación es sobresaliente y que el equipo, incluso con esa configuración, puede hacer más de lo que hace un PC basado en Windows con esas especificaciones.

Y sin embargo, sería muy difícil recomendar este equipo con configuración básica a nadie que lo quisiera utilizar a largo plazo. Apple lleva años capando las opciones de actualización en sus equipos, y el iMac es la prueba fehaciente de ello: si te compras la versión con 8 GB de memoria unificada y 256 GB de capacidad de disco, eso es lo que tendrás para siempre. Luego podrás, eso sí, conectar unidades externas de disco.

Ampliar esa memoria es caro, pero lo que realmente castigan son las ampliaciones de SSD, porque son especialmente caras: una unidad de 2 TB en formato M.2 cuesta a día de hoy unos 100 euros y podemos instalarla en cualquier PC de sobremesa. Dar ese salto desde el iMac que lo permite cuesta 920 euros, nueve veces más.

Es precisamente lo que ocurre con este equipo, que con la configuración elegida por Apple (accesorios incluidos) nos costaría 2.930 euros, una cifra muy elevada para esa configuración. Si el dinero no es problema está claro que estamos ante un equipo con un diseño atractivo y que funcionalmente no tiene problemas, pero por ese mismo dinero creemos que hay opciones —incluso de la misma Apple— mucho más acertadas.

Hay además otro factor que juega en su contra: los iMac M1 (2021) ya eran máquinas con este mismo enfoque, y la actualización a esta versión no parece especialmente interesante. Los nuevos iMac M3 (2023) son sin duda un paso adecuado para quienes busquen lo último y mejor, pero creemos que hay mejores alternativas en este segmento.

El dispositivo ha sido cedido para la prueba por parte de Apple . Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas .

– La noticia Apple iMac M3 (2023), análisis: mismo envoltorio para un iMac que gana potencia y le hace un guiño a los videojuegos fue publicada originalmente en Xataka por Javier Pastor .