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El faro más antiguo en activo está en Galicia y tiene 2.000 años. Lo más fascinante: quién lo levantó (según la leyenda)

By Adriana P

November 12, 2023

A los vecinos de A Coruña se les llama herculinos, un guiño a su historia, a las leyendas que pueblan la crónica de esta ciudad del norte peninsular y sobre todo al que probablemente es su edificio más famoso: la Torre de Hércules. Y es lógico que así sea. Los orígenes de la construcción se remontan a los siglos I o II de nuestra era, a la época de Trajano, y aunque el Imperio romano se expandió durante siglos hasta abarcar toda la costa mediterránea y buena parte de Europa en ningún punto se conserva una construcción similar a la que hoy se alza al norte de Galicia.

La razón: la Torre de Hércules es el faro romano más antiguo en activo.

No solo eso. En todo el ancho y largo mundo no hay otro faro tan antiguo y que se mantenga todavía hoy, a las puertas de 2024, en funcionamiento.

Entre historia y leyendas. Los orígenes de la Torre de Hércules se remontan a finales del siglo I y comienzos del II, a la época del emperador Trajano, cuando los romanos decidieron levantarlo en el litoral del noroeste peninsular para facilitar el tráfico marítimo y el tránsito de los barcos que se aproximasen al Golfo Ártabro. El departamento de Turismo de la Xunta señala que sus raíces históricas podrían ser incluso más profundas y antes de la torre romana podría haber otra fenicia.

El artífice de la torre fue Cayo Sevio Lupo, arquitecto de Aemium, la actual Coímbra, en Portugal. “Tras la conquista por Roma del Occidente europeo, la había coruñesa adquiere una gran importancia en las rutas marítimas romanas entre el Mediterráneo y zonas costeras noratlánticas —abunda la Xunta—. Situada en una costa peligrosa, se convirtió en una magnífica dársena para barcos que emprendían la ruta hacia Britania o venían de atravesar los peligrosos cabo Finisterre”.

Una torre digna de un semidiós. No todo son arquitectos, emperadores y cambios políticos en la historia del faro gallego. En su crónica se cuela también la mitología y leyenda, que asegura que el décimo de los doce trabajos que los dioses del Olimpo impusieron a Hércules lo trabajo a la Península Ibérica. Aquí, más concretamente en el norte, el hijo de Zeus se las tuvo que ver con el gigante Gerión.

Su batalla fue épica y estuvo tan reñida que se prolongó durante tres día, con sus noches, pero Hércules logró la victoria, cortó la cabeza del gigante y levantó la torre que podemos ver hoy en el litoral gallego. La llamó Crunia, un guiño al nombre de la primera mujer que habitó el lugar y de quien, se dice, acabó enamorado el héroe griego. Eso según la versión mítica, por supuesto.

Una torre, muchas vidas. Que sepamos que el faro se puede remontar a la época de Trajano y se mantenga en activo no significa que a lo largo de su extensa historia haya afrontado una única “vida”. Sabemos que a partir del siglo V, tras la desaparición del Imperio, la torre empezó a deteriorarse y que la llegada de suevos, vándalos, hérulos y el colapso del poder romano derivó en que dejase de servir de guía a un comercio marítimo que, por lo demás, se había visto reducido.

Para el siglo IX el faro acabó reducido a poco más que un punto de orientación y se reconvirtió en una fortaleza defensiva, un puesto de vigilancia frente al mar.

Faro, atalaya… y cantera de piedra. Su historia aún dejaría varios giros de guion: en el siglo XIII se quedó abandonada y hubo quien vio en sus muros, ya sin uso, una magnífica cantera de la que retirar piedra que luego se aprovechaba en las construcciones de A Coruña. Tan frecuente debió de ser el robo de los bloques que a mediados del siglo XVI el Ayuntamiento acabó prohibiendo que se extrajesen sus perpiaños y piedras y ordenó que se reparasen los huecos. Así, haciendo las veces de cantera y atalaya, llegó la torre al siglo XVII, cuando volvió a operar como faro.

Una torre en evolución. Si su rol ha variado con el paso de los siglos, no menos lo ha hecho su aspecto. Desde los ya lejanos años de Trajano, en el siglo II, la torre gallega ha experimentado cambios profundos. Y no pocos, precisamente. El faro que hoy se asoma a las aguas del Atlántico presenta diferencias importantes con respecto al que trazó en su día Cayo Sevio Lupo para los navíos romanos.

Con el paso de los siglos el edificio perdió su muro perimetral exterior y la rampa de acceso, se le cayeron los perpiaños del muro, sumó un anexo y un foso y afrontó importantes remodelaciones, como la realizada en 1684 por encargo del Duque de Uceda para dotarlo de una escalera interior de madera, obra que obligó a perforar las bóvedas de cañón romanas y se acompañó de un pequeño balcón de vigilancia.

Los siglos XVIII y XIX, claves. Si hubo una época crucial en la crónica de la Torre de Hércules, al menos para entender el faro que podemos ver en pie hoy en el litoral gallego, son los siglos XVIII y XIX. En 1788 arrancó una restauración bajo la batuta de Eustaquio Giannini que se extendió tanto a la parte superior como al exterior, que incorporó un envoltorio de piedra sobre los restos romanos.

La reforma finalizó en 1790, lo que no impidió que no mucho tiempo después, entre 1799 y 1806, se acometiesen nuevos trabajos para modernizar su vieja farola de carbón. La instalación acabó electrificándose ya entrado el siglo XX, en 1927.

Reconocido en España… y más allá. Su valor histórico ha hecho que la Torre de Hércules se aprecie más allá de España o Europa. En 2009 la UNESCO decidió declararla Patrimonio de la Humanidad, lo que desató la euforia en A Coruña.

El organismo internacional destaca en su web que la atalaya lleva sirviendo como faro y punto de referencia en la entrada del puerto desde finales del I y precisan que la torre se construyó sobre una roca de 57 metros de altura, sobre la que se eleva otros 55 m. De esa estructura, la mayor parte, unos 34 m, se corresponden con la mampostería romana. Los 21 restantes son fruto de la restauración .

Histórico.. y en activo. Hoy su entorno, con paseos y esculturas, se ha convertido probablemente en el mayor atractivo turístico de A Coruña. La propia Xunta se encarga de promocionarlo como el faro en activo más antiguo del mundo. En esa idea incide la página de la torre, que recalca que es una señal marítima 03530 con su propia identificación: luz blanca, alcance 23MN y periodo 20 s.

Imágenes: IES Manuel García Barros A Estrada-Pontevedra (Flickr) , y

En Xataka: Los últimos fareros que trabajan en las costas de España

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