Los precios del cacao han crecido un 75% este año y han llegado a un máximo que no se veía en los últimos 45 años. Hay muchos motivos, claro. La enfermedad de la vaina negra, la desaparición de los granjeros independientes ante la presión de la minería ilegal, el encarecimiento de los fertilizantes y los pesticidas… pero, sobre todo, el clima.
Llevamos meses hablando de El Niño y no deja de ser curioso que la primera pieza que cae sea el chocolate. Pero quizás lo más importante es precisamente eso, que es la primera.
El eslabón más débil. El Niño es una cosa seria. Catastrófica, en muchas partes del mundo (como la costa pacífica sudamericana). Solo en Ecuador, por poner un ejemplo, se calculan unos daños directos de 3.649 millones de euros y alrededor de 35.000 damnificados. Perú, Colombia, Chile y, en general, todos los países ribereños del Pacífico van a atravesar un año muy duro y extremo.
El resto del mundo también va a notar un El Niño que tiene muchas probabilidades de convertirse en “históricamente fuerte”, pero (si hablamos de daños a la economía mundial) el eslabón más débil está clarísimo: el canal de Panamá.
Un tromboembolismo comercial… Por el canal de Panamá pasan, cada día, entre 36 y 38 buques cargados de contenedores, gas licuado y materiales varios. Pasaban, mejor dicho. Impulsado por El Niño, Panamá atraviesa la peor sequía en 80 años y eso va a hacer que, en el mejor de los casos, se pierdan entre 4 y 8 buques al día. Hablamos de pérdidas de más de 200 millones para el canal, pero el daño sobre un comercio internacional que no despega desde la pandemia es mucho mayor.
Y es que, por el canal, pasa alrededor del 6% del comercio mundial. Aún teniendo en cuenta que el “efecto calentador” de el Niño hará que las necesidad es gas se contengan en todo el mundo, si la estación seca se alarga mucho más en Panamá el tapón puede acabar generando un problema logístico considerable (tensionando el resto de rutas comerciales) y machacando la economía de una de las zonas más vulnerables a los efectos de El Niño.
…en un mundo que se prepara para lo peor. Y es que, como nos enseñó El Niño del 97-98, los efectos de este fenómeno van mucho más allá de los destrozos de las costas occidentales de Sudamérica. En el año que duró el El Niño del 97 murieron “el 16% de los sistemas de arrecifes del mundo”, se produjo “un brote sin precedentes de la fiebre del Valle del Rift“, hubo importantes inundaciones en Kenia, Somalia o California y, por el otro lado, Indonesia registró una de las peores sequías conocidas.
Los problemas comerciales solo son la gota que podría colmar el vaso: sobre todo, porque limitarían la capacidad del mundo para hacer frente a todo esto.
Creemos que podemos hacerlo mejor, pero no estamos preparados. Según la mejor estimación disponible, la que publicó un equipo de investigación del Dartmouth College en ‘Science’, los efectos financieros se notaron durante más de media década tras el Niño de 1982-1983. Fueron unos 4,1 billones de dólares. El Niño de 1997-1998, por su lado, produjo un daño al crecimiento económico mundial de alrededor de 5,7 billones de dólares.
Hablamos de un 3% del PIB estadounidense entre 1988 y 2003, pero en otros muchos países superó el 10%. No obstante, en las últimas décadas hemos aprendido a gestionar mejor este tipo de fenómenos meteorológicos extremos. La esperanza es que este El Niño sea menos intenso y que seamos capaces de capearlo de forma más efectiva. Pero lo cierto es que no estmaos preparados del todo.
Hace ya un año Bill Mcguire defendía en Wired que no estamos preparados y no le faltaba razón: llevamos encadenadas muchas crisis; es decir, no nos pilla en el mejor momento. El mundo se ha puesto a ello. Veremos si conseguimos que sus habiante sufran lo menos posible.
Imagen | Embajada de EEUU en Panamá
– La noticia El Niño iba a tener esta vez consecuencias mundiales. Y el primero en sufrirlo está siendo el Canal de Panamá fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .