Aunque hay voces discordantes, como la del matemático israelí Gil Kalai, buena parte de la comunidad científica confía en que los ordenadores cuánticos llegarán. Para Ignacio Cirac, el físico español que elaboró los fundamentos de la computación cuántica junto al físico austríaco Peter Zoller, las máquinas que tienen actualmente IBM, Google o Honeywell son prototipos. Los ordenadores cuánticos plenamente funcionales tendrán la capacidad de enmendar sus propios errores, y estas máquinas todavía no están disponibles.
Gil Kalai, que da clase en la prestigiosa Universidad Yale (Estados Unidos), defiende que el incremento del número de estados de los sistemas cuánticos y de su complejidad provocará que acaben comportándose como los ordenadores clásicos, por lo que la superioridad de los primeros acabará evaporándose. Afortunadamente cada vez tenemos más razones de peso para contemplar el futuro de estas máquinas con optimismo. Y las tenemos porque el desarrollo de esta tecnología está siendo respaldado sin excepción por todas las grandes potencias.
EEUU, China, Europa, Japón, Canadá, Corea del Sur o Rusia no pueden permitirse quedarse descolgadas en este ámbito. Y si nos ceñimos al sector privado el pronóstico también es muy positivo. Las compañías que he mencionado en el primer párrafo de este artículo son solo algunas de las grandes corporaciones que están invirtiendo muchos recursos en los ordenadores cuánticos. Además también hay una infinidad de empresas más pequeñas, como D-Wave, IonQ, Quantum Computing Inc, Atom Computing o Quantinuum, que también están haciendo aportaciones muy relevantes al desarrollo de las tecnologías cuánticas.
Es probable que los ordenadores cuánticos sean diferentes a los prototipos actuales
Durante los últimos cuatro años hemos sido testigos de avances colosales en el ámbito de las tecnologías cuánticas. La llegada de la supremacía cuántica ha sido el hito que ha hecho más ruido, pero también se han producido otros avances muy importantes. Algunos ya han marcado un punto de inflexión, mientras que otros tienen potencialmente la capacidad de abrir a los investigadores caminos inéditos. La caza de nuevos materiales con propiedades cuánticas es una de las áreas más prometedoras, aunque otras innovaciones se atreven a disputarle su relevancia.
Los cúdits son unidades de información computacional multidimensional que podemos utilizar como alternativa a los cúbits, que operan en dos niveles o dimensiones
Uno de los espacios de trabajo más atrayentes son los cúdits. A grandes rasgos son unidades de información computacional multidimensional que podemos utilizar como alternativa a los cúbits, que operan en dos niveles o dimensiones. Parece algo muy complicado, y sí, lo es, pero si tenéis curiosidad y queréis conocerlos mejor podéis echar un vistazo al artículo en el que explicamos con cierto detalle en qué consisten y por qué son importantes.
No obstante, con toda probabilidad el área de investigación en la que más esfuerzo están volcando las empresas y las instituciones que trabajan con ordenadores cuánticos es el desarrollo de cúbits de más calidad capaces de facilitar la llegada de la tan ansiada corrección de errores.
Las dos tecnologías más desarrolladas actualmente son los cúbits superconductores y las trampas de iones. Los primeros tienen a su favor su escalabilidad y cuentan con el respaldo de IBM, Google o Intel. IonQ o Honeywell, sin embargo, prefieren los iones atrapados por su mayor robustez. Sin embargo, y aquí llega un giro inesperado de los acontecimientos, cabe la posibilidad de que los ordenadores cuánticos del futuro, los que contarán con un sistema de corrección de errores robusto que los hará plenamente funcionales, no utilicen ninguna de estas tecnologías.
Los iones implantados en macromoléculas, los átomos neutros y los átomos de rubidio son alternativas a los cúbits más respaldados
Y es que hay varias líneas de investigación extraordinariamente prometedoras que proponen emplear otros tipos de cúbits en la siguiente generación de máquinas cuánticas. Hasta ahora los iones implantados en macromoléculas y los átomos neutros parecían las alternativas más sólidas a los cúbits superconductores y las trampas de iones, pero les ha salido un competidor: los átomos de rubidio atrapados con un láser.
Un equipo de investigación de Harvard está detrás de esta innovación, y propone, a grandes rasgos, que cada átomo de rubidio actúe como un cúbit. Sobre el papel esta tecnología es más robusta que las demás, permite implementar un control más eficiente de los cúbits y tiene la capacidad de reconfigurar de forma dinámica la distribución de los átomos. Suena bien. Realmente bien. Le seguiremos la pista y si finalmente se consolida como una alternativa a las tecnologías de cúbits más avanzadas preparemos otro artículo para contaros con detalle cómo funciona.
Imagen de portada: Honeywell
Más información: Nature
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La noticia Es mucho más difícil imaginar un futuro inminente sin ordenadores cuánticos que uno con ellos fue publicada originalmente en Xataka por Juan Carlos López .