El éxito arrollador de ChatGPT ha convertido a Microsoft en la gran protagonista del segmento de la inteligencia artificial en las últimas semanas. El lanzamiento de Bing con ChatGPT está teniendo altibajos, pero está claro que su propuesta es real y al menos está permitiendo atisbar una potencial revolución en las búsquedas. Google va con pies de plomo con Bard, y ahora sabemos que hay una importante razón adicional por la que el gigante de las búsquedas va con mucho más tiento.
ChatGPT sale carísimo. Los usuarios no nos damos cuenta, pero desarrollar una plataforma como la que han puesto en marcha OpenAI o Microsoft es muy costoso. John Hennessy, presidente de Alphabet —matriz de Google—, explicaba en Reuters que tener una conversación con un motor como ChatGPT cuesta 10 veces más que una búsqueda estándar en un buscador de internet.
Estimaciones. Estudios de Morgan Stanley citados en ese texto indican que so Google desarrollara una inteligencia artificial similar a ChatGPT y con ella se gestionaran búsquedas y se respondiera en 50 palabras, el coste para Google sería de 6.000 millones de dólares al año. SemiAnalysis, otra consultora, estimaba justo la mitad, 3.000 millones de dólares al año para esa operativa.
OpenAI ya avisó. Sam Altman, CEO de OpenAI, ya explicó que el coste aproximado de cada chat era de menos de 10 centavos. Por eso la empresa ha querido empezar a rentabilizar el servicio cuanto antes y ha lanzado por ejemplo la versión “Plus” del motor de IA conversacional. Google
Y Google también. De hecho en el (desastroso) lanzamiento de Bard Google indicó que comenzaría con una versión “ligera” del modelo que “requiere mucho menos potencia computacional, permitiéndonos escalar a más usuario y permitiendo que haya más comentarios”. El factor coste se une por lo tanto a esa amenaza de daño reputacional de la se habló antes del lanzamiento de Bard.
Microsoft se lo puede permitir. La cuota de mercado de Bing es de alrededor del 3%, lo que hace que salvo que su adopción se dispare, el coste del despliegue de Bing con ChatGPT supone un menor riesgo (y coste) económico para Microsoft. Su despliegue, de hecho, está siendo lento y gradual, lo que también podría estar motivado por ese elevado coste.
Hay que reducir costes. Hennessy explicaba que en Google están investigando formas de reducir el coste de esa operativa, algo que esperan resolver en dos años “en el peor de los casos”. Ya hicieron algo parecido con YouTube cuando entre otras cosas desarrollaron sus propios chips de transcodificación.
Cómo lo monetizamos. Y luego está el otro problema, por supuesto. El motor de búsqueda tradicional se monetiza de forma clara con los resultados promocionados y patrocinados, pero la inserción de publicidad en textos tan directos y naturales como los de las respuestas de ChatGPT o Bing es más compleja. Aquí Microsoft, Google y el resto de este segmento —con Amazon a la cabeza— debe encontrar una solución para que esa revolución de los buscadores —si es que se produce— sea rentable.
La IA generativa está en auge. Pero esta tecnología tiene grandes obstáculos. Debido a que clasifican un gran volumen de contenido existente para crear algo nuevo, requieren una potencia informática enorme, entregada a través de la nube. Y encontrar a alguien con un servicio a la altura que permita esto es muy complicado. Pero para estas empresas esa necesidad es, sin duda, un filón de oro.
Amazon quiere también, claro está, que esta alianza sirva para plantarle cara a ChatGPT, que ha supuesto un antes y un después en la visión que tiene mundo de la IA generativa. Todo esto mientras cada vez más firmas de tecnología se blindan de aliados en un mercado en auge.
Y, a medida que este sector crece, es más importante que nunca garantizar que todos los desarrolladores puedan acceder y evaluar los últimos modelos populares de IA generativa. Sin embargo, la mayoría de estos no están disponibles públicamente, lo que amplía la brecha de capacidades de aprendizaje automático entre las empresas tecnológicas más grandes y todos los demás. AWS y Hugging Face quieren contrarrestar esta tendencia y, según dicen, democratizar el aprendizaje automático.
Además, Hugging Face ha anunciado que construirá la próxima versión del modelo de lenguaje BLOOM en AWS, según explicaba Swami Sivasubramanian, vicepresidente de base de datos, análisis y aprendizaje automático en la unidad de nube de Amazon. Concretamente, la próxima generación de Bloom, un modelo de IA de código abierto que compite en tamaño y alcance con el modelo que OpenAI, respaldado por Microsoft, usó para crear ChatGPT, se ejecutará en Trainium, un chip de inteligencia artificial patentado creado por AWS.
Hay que comentar que esta asociación es parte de una tendencia creciente de acuerdos e inversiones que vinculan a los proveedores de nube más grandes con empresas que trabajan en IA generativa. El mes pasado, Microsoft Corp. llegó a un acuerdo para invertir en el fabricante de ChatGPT, OpenAI, que se dice que está valorado en 10.000 millones, y está utilizando la tecnología de la startup para la búsqueda de Bing.
A principios de mes, Google también invirtió casi 400 millones en el rival de OpenAI, Anthropic. Como podemos ver, está en juego la capacidad de vender servicios de computación en la nube para aprovechar el auge del interés en los programas generativos de IA. Y nadie quiere perderse este momentum.
La calima se va, el frío se queda. Al menos eso es lo que anuncian las previsiones de la AEMET para esta semana. En los próximos días, las temperaturas deberían bajar en nuestro país hasta alcanzar mínimas que situarán el termómetro en los diez grados bajo cero.
Unas previsiones que no sólo dejarán complicaciones en lo que a frío se refiere. Nieve y lluvia son dos de los fenómenos que también esperamos que vayan apareciendo conforme pasen las horas. Del tiempo calmado de los últimos días, no quedará nada.
Conscientes de las dificultades que la nieve o la lluvia intensa puede provocar en las carreteras, la AEMET ha recordado que tiene disponible una interesante aplicación en su página web para conocer el estado que se espera en las carreteras en las próximas horas.
Meteoruta es una interesante aplicación que puede darnos una idea bastante aproximada de lo que esperamos que ocurra en las próximas horas y, así, planificar mejor nuestro viaje.
Meteoruta es una herramienta de AEMET en la que se recogen diversos parámetros que los conductores se encontrarán en la carretera en las próximas horas.
La idea es que el conductor pueda comprobar cómo evolucionará el estado de las carreteras en las próximas horas. Con una representación gráfica que va desde un color blanco a uno más oscuro (pasando por diversos tonos rosas y morados), se muestran las principales vías españolas y su estado esperado.
Para establecer estas predicciones, se tiene en cuenta la lluvia esperada, la nieve, la temperatura y el viento. Todos ellos factores que tienen un impacto directo en la conducción. Además, se recoge todo lo que se espera que suceda en las próximas 24 horas, por lo que el mapa es interactivo y muestra cómo se espera que cambie la situación.
Predicción de la AEMET a las 10:00h para las carreteras españolas
Predicción de la AEMET a las 15:00h para las carreteras españolas
Predicción de la AEMET a las 22:00h para las carreteras españolas
Incluso, si pulsamos en un punto concreto de la carretera, se abre un desplegable en el que se especifica la cantidad de lluvia y nieve esperada, así como la velocidad del viento y una escueta proyección para las próximas 48 horas.
Estado general esperado de la carretera
Viento esperado en las próximas horas
Predicciones generales a 48 horas
En la parte izquierda, también podemos encontrarnos con un enlace directo a los avisos de la AEMET, donde también se puede encontrar la evolución de los mismos, o filtrar las variables en función del fenómeno al que queramos seguirle la pista (sólo lluvia, sólo nieve… etc).
La herramienta de Meteoruta es especialmente interesante cuando se complica la circulación por fenómenos atmosféricos y estamos pensando salir de casa o anticipando cuándo serán las mejores horas para iniciar el desplazamiento.
Pero, además, la DGT también cuenta con su propio mapa en el que recoge todas las incidencias del tráfico, como accidentes, cortes de carreteras o dónde se ha impuesto la obligación de llevar cadenas para circular sobre la nieve.
Apple lleva años tratando de desarrollar un glucómetro para el Apple Watch. Este sensor permite monitorizar los niveles de azúcar en sangre, algo crucial para las mllones de personas en el mundo que sufren de diabetes y que deben vigilar esos niveles constantemente.
Hasta ahora ese reto —cuyo nombre en clave parece ser E5— ha sido esquivo, pero según Bloomberg, la compañía con sede en Cupertino ha conseguido avances prometedores que hacen pensar que lograrán ofrecer este producto en un futuro próximo.
La diabetes afecta a más de 500 millones de personas en todo el mundo según un informe de la Federación Internacional de Diabetes (FID), y España es el segundo país europeo con mayor prevalencia de la enfermedad: afecta a un 14,8% de la población.
Los glucómetros tradicionalmente se basan en un pinchazo para monitorizar esos niveles de azúcar en sangre, pero en Apple están desarrollando la tecnología llamada fotónica del silicio y un sistema de medición llamado espectroscopía de absorción óptica. Se emite un láser con una longitud de onda específica que permite atravesar la piel y que al ser reflejados permiten analizar la concentración de glucosa.
En el proyecto trabajan cientos de ingenieros, y de hecho hay más personal en este proyecto que en l relativo al coche autónomo de Apple o a sus gafas de realidad mixta. El impacto de un avance así podría ser muy notable para Apple, que desde hace tiempo orienta su reloj inteligente al ámbito de la salud.
La tecnología desarrollada está en estos momentos en fase de prueba de concepto, y según fuentes cercanas al proyecto en Apple creen que es viable, pero debe ser reducida en tamaño para poder tener aplicación práctica.
Por lo visto una versión previa se colocaba encima de una mesa, y ahora están trabajando en un sistema que tendría el tamaño de un iPhone y se ataría al bíceps de la persona, como se ha usado tradicionalmente el móvil al correr.
Queda por ver si Apple logra desarrollar finalmente este sensor para integrarlo en su Apple Watch. La aparición de uno de estos relojes con ese sensor parece que tardará aún en llegar, a pesar de que se habló de que lo veríamos en 2022.
Los motores de inteligencia artificial generativa como Stable Diffusion llevan meses mostrando su espectacular potencial a la hora de crear imágenes alucinantes, pero hasta ahora su funcionamiento parecía requerir recursos ingentes. Qualcomm acaba de demostrar que sus chips se bastan y se sobran para ofrecer dicha opción.
De la nube al PC y al móvil. El modelo de Stable Diffusion hace uso de más de 1.000 millones de parámetros, y eso parecía obligar a que estuviese confinado en la nube o usado en PCs con potentes tarjetas gráficas capaces de manejar ese caudal de datos. Ahora Qualcomm ha logrado realizar diversas optimizaciones en ese modelo y ha mostrado que es posible usarlo en un smartphone Android.
La optimización es clave. Como explican en Qualcomm, tomaron de partida el modelo Stable Diffusion v1-5 FP32 de Hugging Face y realizaron optimizaciones mediante cuantización (para reducir el modelo), compilación y aceleración hardware. Con ello lograron que el modelo, normalmente gigantesco en requisitos de almacenamiento, pudiera ejecutarse en un móvil gobernado por un Snapdragon 8 Gen 2.
Casi como lo usaras en la nube. Todos esos procesos permiten que Stable Diffusion genere imágenes de 512 x 512 píxeles con 20 pasos de inferencia en menos de 15 segundos, lo que según Qualcomm es comparable a la latencia que plantean los servicios en la nube que ofrecen esa generación de imágenes.
Esto es, sobre todo, una demo técnica. Poder usar Stable Diffusion en el móvil es sin duda sorprendente, pero aquí Qualcomm ha querido demostrar lo que son capaces tanto sus chips —en especial con el Hexagon integrado en los SoC Snapdragon— como su plataforma de desarrollo de servicios de IA.
La era del “Edge AI”. Esto, afirman en la compañía, abre las puertas de esa nueva era de la inteligencia artificial en local, en el dispositivo, o como lo llaman los sajones, el “filo” (“Edge”). Hemos visto como empresas como Apple por ejemplo presumen de que Siri puede funcionar en local y sin conexión a la nube, y aquí Qualcomm plantea esa opción pero para propósitos más ambiciosos como el de las IA que generan imágenes.
Del móvil al coche. Y eso lleva a un futuro en el que este tipo de procesos sean factibles en otras plataformas como gafas de realidad mixta o coches conectados. “Ejecutar todo el procesamiento IA en la nube es demasiado costoso, y por eso el procesamiento eficiente de IA en local es tan importante”. De hecho, hay otra ventaja más: la privacidad. Este tipo de demos evitan tener que usar servicios en la nube y que estos recolecten más datos de nuestra actividad.
Una de las transformaciones más importantes que puede vivir el mundo del trabajo es la semana laboral de cuatro días sin reducción salarial. Así lo percibe el Foro Económico Mundial, que en su reunión celebrada el pasado mes de enero en Davos, organizó un coloquio para analizar el potencial de la semana laboral de 32 horas.
En este sentido, hay multitud de estudios que, desde hace unos años, investigan la influencia en la actividad económica de la semana con tres días libres. De hecho, recientemente se han publicado los resultados del mayor ensayo de la semana laboral de cuatro días: más de 60 empresas ubicadas en Gran Bretaña han participado.
Sus conclusiones invitan al optimismo: la jornada de 32 horas semanales es positiva para las empresas y los trabajadores. Además, una de las firmas participantes analizó el impacto medioambiental de la semana con tres días libres.
La empresa contamina menos. Tyler Garage es una consultora medioambiental ubicada en el condado de Gloucestershire (Inglaterra) que realizó un seguimiento de los efectos del ensayo organizado por 4 Day Week, en colaboración con la Universidad de Cambridge y el Boston College, mediante una aplicación electrónica. Algunos de los datos recogidos por la firma fueron un aumento del 22% de la productividad y una reducción del 21% de la distancia recorrida con el coche, según afirmó Simon Ursell, cofundador de la firma, en un artículo publicado recientemente por la BBC.
Combinación de datos positivos. Esa disminución del tiempo empleado a la semana para desplazarse al centro de trabajo contribuye a reducir la huella de carbono de la firma. Es uno de los datos que más entusiasmo ha generado en la compañía, junto con el aumento del 14% de la felicidad de los asalariados y la reducción del 28% del cansancio de los mismos.
Hay que ir menos a la oficina y se nota. En este sentido, durante los seis meses que duró el ensayo se produjo, de media, una reducción del 10% del tiempo de desplazamiento al trabajo, según datos de 4 Day Week y Future Planet citados por la BBC .
Un día libre más para cuidar al planeta. Ello parece ser una buena noticia en términos medioambientales: Juliet Schor, economista y socióloga en Boston College que ha participado en el experimento como investigadora jefe, afirmó en declaraciones recogidas por el medio británico que reducir el tiempo de trabajo semanal es clave para disminuir las emisiones de CO2.
Menos gasto energético en el fin de semana. De hecho, datos recogidos por la Administración de Información Energética de Estados Unidos muestran que las personas en Estados Unidos consume un 10% menos de combustibles fósiles durante los fines de semana que en comparación con los días de diario.
Se ahorra dinero. Por otro lado, un menor consumo de energía implica un mayor ahorro. Así lo verificó un ensayo de la semana laboral de cuatro días realizado en el verano de 2019 por Microsoft en sus oficinas ubicadas en Japón: el coste de la electricidad se redujo casi un 25%.
Hay dudas. Sin embargo, hay expertos que temen que un fin de semana más largo pueda contribuir a consumir más energía. Tal es la posición de Anupan Nanda, profesor de economía urbanística en la Universidad de Mánchester.
Confianza en la semana de cuatro días. Por su parte, Philipp Frey, investigador del Institute for Technology Assessment and Systems Analysis ubicado en Alemania, comprende las dudas, pero confía en el potencial de la semana laboral de 32 horas y recuerda un estudio de la revista Nature que señalaba que en Europa y América del Norte la huella de carbono es menor durante el fin de semana que durante los días de diario.
Reducción de la huella decarbono. De hecho, un estudio publicado por 4 Day Week y la asociación medioambiental Platform en 2021 señaló que la adopción de la semana laboral de cuatro días en Reino Unido, sin recorte salarial, reduciría la huella de carbono nacional en un 21,3%.
Actividades ecológicas y económicas. Estos datos van en la línea de lo expuesto por un estudio que señala que en Francia, gracias a la jornada semanal de 35 horas, los trabajadores emplean su tiempo libre en actividades con un impacto medioambiental bajo. Actividades cuyo coste económico no es elevado, como hacer deporte o leer un libro.
Cuando el iPhone de primera generación de 8 GB de almacenamiento salió a la venta en Estados Unidos en 2007, su precio era de 599 dólares. En la actualidad, 15 años más tarde, alguien ha pagado 63.356 dólares por uno de estos. Visto desde otro ángulo, ha desembolsado unas 106 veces el valor original del dispositivo al que se le atribuye el logro de haber revolucionado la industria de los teléfonos móviles.
Estamos frente a una de la subastas de tecnología “vintage” más destacadas de los últimos años. Y, en concreto, del primer modelo de iPhone más caro vendido hasta la fecha. En otras oportunidades, estos deseados dispositivos por parte de los coleccionistas habían alcanzado pujas cercanas a los 40.000 dólares. El teléfono sin desprecintar de Karen Green, como decimos, acaba de superar este elevado umbral.
Si tienes uno de estos sin desprecintar, tienes una fortuna
Uno de los datos más curiosos de esta subasta es que el iPhone había permanecido durante años guardado en un cajón y fuera de la atención de su dueña. Según explica LCG Auctions, Green había conseguido un trabajo en PetSmart en 2007, por lo que sus compañeros de trabajo decidieron regalarle el iPhone de primera generación que acababa de ser lanzado ese mismo verano, pero el obsequio finalmente nunca fue utilizado.
La joven era usuaria de Verizon, pero el iPhone solo funcionaba con AT&T. En lugar de cambiar inmediatamente de operador y perder su número de teléfono, decidió guardar el teléfono inteligente. Los años pasaron, nuevos modelos del teléfono de la manzana llegaron al mercado y, a medida que las características de aquel iPhone se volvían obsoletas, su precio crecía y sumaba puntos para convertirse en un objeto de colección.
El iPhone de Karen Green
Como señala Insider, Green se sorprendió al ver que un iPhone sin desprecintar se ofrecía en eBay por 10.000 dólares. “Dios mío, creo que tengo el original”, pensó en ese momento y le pidió a su hijo que buscara el teléfono y se asegurara que la caja estuviera intacta. Efectivamente, en más de 15 años el teléfono nunca había sido utilizado, por lo que pensó en vender para conseguir fondos para montar un emprendimiento.
Imagen promocional de Apple
La subasta comenzó a principios de febrero con una oferta de 2.500 dólares, aunque en ese momento se estimaba que alcanzaría un precio de unos 50.000 dólares. El interés por parte de los coleccionistas fue creciendo y el 19 de febrero se presentó una ola de ofertas. Ese día comenzó con una oferta de 24,631, pero acabó vendiéndose por 63.356,40.
Algunas preguntas quedan de momento sin responder. Por ejemplo, no sabemos quién es el nuevo dueño del preciado dispositivo y qué hará con él. ¿Acabará en un museo? ¿Decidirá abrirlo o conservarlo en su caja Si sabemos que componentes como la batería tienen a degradarse con el tiempo, por lo que desprecintarlo e intentarlo encenderlo quizá no sea la mejor idea.
A poco que uno se haya interesado alguna vez por el ciclismo habrá escuchado la expresión “ir sin cadena”. Tres palabras que expresan la facilidad con la que un ciclista está rodando, pues no parece estar pesándole el esfuerzo que tiene que hacer para mover la cadena y, por tanto, vencer su resistencia para moverse.
Schaeffler, una de las empresas especialistas en bicicletas eléctricas y componentes para las mismas, quiere borrar esta frase de nuestro imaginario colectivo con una fórmula muy sencilla: quitar a la bicicleta aquello que la convierte en bicicleta. ¡Adiós cadena!
Una bicicleta sin cadena
Desde hace tiempo, Schaeffler cuenta con un sistema denominado Schaeffler Free Drive que también llama bike-by-wire. Junto al especialista en sistemas eléctricos Heinzmann GmbH & Co. KG, han desarrollado un conjunto que carece de cadena.
¿Cómo lo hacen? En el centro de todo se encuentra un generador eléctrico que se pone en marcha cuando el ciclista pedalea. Como si fuera un híbrido en serie, se recoge la fuerza ejercida por el ciclista en el empuje y se transforma en energía eléctrica. Esta energía pasa a una pequeña batería y la almacena.
Una vez la energía ha llegado a la batería, se traslada a un pequeño motor en la rueda trasera, que vuelve a transformar la energía eléctrica en mecánica para poner en marcha a la bicicleta. Según Schaffler, la ventaja de este sistema es que “la ausencia de una conexión mecánica entre el generador y el motor significa que Free Drive puede aportar (…) una sensación de pedaleo de configuración libre, que se personaliza según los requisitos de la bicicleta y las necesidades del ciclista”.
Además, con la eliminación de la cadena, también se elimina de la ecuación el desgaste que sufre la misma y la obligación de llevar su sencillo mantenimiento para garantizar que todo funcione de manera correcta. Además, el motor es de 250W, como exige la normativa europea, pero configurarla a una mayor potencia para otros mercados no debería suponer un problema.
Antes, todo esto eran bicis
La eliminación de la cadena sólo es un clavo más en el ataúd con el que estamos enterrando a las bicicletas, pensarán los más acérrimos defensores del ciclismo más puro.
Lo cierto es que la bicicleta eléctrica ha servido para abrir la puerta de este deporte a multitud de públicos. Desde quien busca una bicicleta eléctrica como medio de transporte para moverse por una ciudad e ir a trabajar, hasta quien ha encontrado en este vehículo una nueva de hacer deporte o alargar su vida como ciclista sin necesidad de reducir el volumen de kilómetros.
No es casualidad que grandes superficies como Lidl o Decathlon hayan puesto su ojo en este medio de transporte. El sector estaba creciendo en los últimos años pero la pandemia de coronavirus ha terminado por hacer explotar las compras, creando incluso una burbuja por la escasez de componentes. Con esta fotografía, Portugal tomó la delantera.
Y en un mercado en expansión, también han proliferado las bicicletas que parecen de todo menos bicicletas. Para cumplir con el reglamento de la Unión Europea, las bicicletas eléctricas tienen que asistir al pedaleo.
Por tanto, para que una bicicleta eléctrica sea considerada como tal, no puede acelerar sin que el ciclista accione los pedales. El empuje eléctrico tiene que ser una ayuda para aliviar el empuje pero nunca puede acelerar sin que el ciclista intervenga con sus piernas. Este empuje tiene que decrecer cuando no se pedalea y, finalmente, pararse por completo.
La medida nos deja fuera algunos artefactos que han ido ganando fama en los últimos tiempos. Especialmente aquellos que han apostado por tener un acelerador propio, como sí está permitido en Estados Unidos, o los que ofrecen potencias muy superiores a los 250W máximos que se admiten en Europa.
Que llenar hoy la cesta de la compra tira más —bastante más— del bolsillo que hace un año sorprenderá a pocos. Llega con comparar un tique del súper de ayer con el que nos daban en caja hace 12, 18 o 24 meses por una compra similar para comprobar hasta qué punto nuestro dinero renta menos para surtir la nevera. El IPC que el INE se encarga de publicar de forma periódica nos permite hacernos una idea de cuánto y cómo se ha encarecido la vida, pero… ¿Se puede ir más allá? ¿Hay otras referencias que completen ese retrato, a un nivel más experiencial?
La respuesta es sí. Y su lectura resulta sorprendente.
Perdona… ¿Estamos hablando de la misma cesta de la compra Si comparas el recibo de tu carrito de la compra de 2019 con el que te da la cajera del super hoy, en ambos casos con idénticos productos, es probable que le preguntes eso: “Perdona, ¿estamos hablando de la misma compra” En Genbeta han hecho la prueba de una forma intuitiva y clara. Y el resultado es desconcertante.
Un experimento sencillo… y rotundo. El experimento ha sido bastante sencillo: rescatar una vieja compra de 2019 memorizada en la cuenta online de Día y pedir al sistema que la cargue en un carrito actual. Para garantizar que la “foto” que nos muestra la web se ajusta lo máximo posible a la realidad se descartaron todos aquellos productos que ya no se comercializan o incluso han variado. La cesta por lo tanto es idéntica en ambos casos, en 2019 y 2023. Los precios, no.
¿Cuál es la conclusión del experimento? Que una compra que en 2019 costaba 39,82 euros hoy obligaría a aflojar 57,46. El alza: del 44,3%. No es un fenómeno exclusiva de Día. La misma prueba con la cuenta de Mercadona muestra que una compra que en otoño de 2020 costaba 25,56 euros estaba a finales del año pasado en 31,84, un 24,57% más. Viene bien subrayar que en el caso de Mercadona los precios son de finales de 2022, con lo que han podido oscilar desde entonces.
Producto (DÍA)
Precio 2019 (€)
Precio actual (€)
Variación porcentual
Patata Lavada Malla 3 KG
1,99
4,22
112,06%
Zanahoria Bolsa 1 KG
0,69
0,99
43,48%
Tomate ensalada (380 KG)
0,63
1,1
74,60%
Mantequilla
2,25
3,65
62,22%
Remolacha cocida
0,79
0,99
25,32%
Espirales tricolor
0,74
1,07
44,59%
Pasta dentífrica
0,85
1,23
44,71%
Estropajo
0,99
0,92
-7,07%
Dátiles sin hueso
1,65
2,13
29,09%
Tomate triturado lata
0,43
0,81
88,37%
Copos de avena integral
0,89
1,03
15,73%
Cogollos bandeja
0,99
1,20
21,21%
Atún en aceite de girasol
5,35
7,31
36,64%
Queso fundido lonchas
1,50
1,97
31,33%
Maíz dulce pack 3
1,19
1,85
55,46%
Huevos frescos categoría A
1,29
2,17
68,22%
Yogur natural desnatado
0,73
1,29
76,71%
Menestra de verduras
1,09
1,43
31,19%
Palitos de surimi
1,85
2,05
10,81%
Harina integral
0,99
1,63
64,65%
Tortitas maíz
1,08
1,29
19,44%
Pisto con aceite de oliva
1,04
1,39
33,65%
Garbanzos cocidos
0,56
1,02
82,14%
Cereales “corn flakes”
1,15
1,60
39,13%
Leche desnatada
0,59
0,92
55,93%
Queso fresco natural
1,65
2,22
34,55%
Mozzarella rallada
1,20
1,97
64,17%
Champiñón laminado
1,25
1,34
7,20%
Pera conferencia unidad
0,37
0,43
16,22%
Banana
0,3
0,44
46,67%
Aceite de oliva virgen extra
3,75
5,8
54,67%
Total Compra
39,82
57,46
44,30%
Subidas que marean (y con razón).Más allá de los importes totales de las compras y su comparativa es ilustrativo echar un vistazo a cómo se han encarecido ciertos productos básicos. La razón: salvo la honrosa excepción del estropajo de Día, que bajó siete céntimos desde 2019 (-7,07 %), todos los productos se han encarecido. Aunque, eso sí, no en igual media. Y para muestra, un botón.
Una malla de tres kilos de patata lavada es ahora un 112,06% más cara que en 2019 y si quieres comprar una lata de tomate triturado, un yogur natural desnatado o garbanzos cocidos deberás pagar cerca de un 80% más que hace cuatro años. En el caso de las tortitas de maíz el alza es del 19,44% y en el de la menestra de verduras, de un 31,19%. Algo similar ocurre en Mercadona, donde el Macarrón Hacendado ha pasado de 0,75 euros en octubre de 2020 a los 1,3 que costaban en diciembre.
¿Cuáles son los “súpers” que más han subido? El alza de precios no es exclusiva de un par de cadenas de supermercados. Hace algo menos de un año, no mucho después del inicio de la guerra de Ucrania, conflicto con un impacto crucial en los precios, la OCU publicaba un estudio sobre la evolución de las tarifas en las grandes cadenas y su conclusión era clara: habían experimentado un alza del 9,4% a lo largo del último año, de forma especial en los tres meses previos.
La tendencia era similar en todos los casos, aunque los técnicos apreciaban encarecimientos especialmente destacados en Mercadona, con un alza del 11,9%. Junto con Eroski y Alcampo acumulaba subidas que superaban el 10%.
Producto (Mercadona)
Precio 2019 (€)
Precio actual (€)
Variación porcentual
Cerveza Clásica Steinburg
2,76
3,6
30,43%
Yogur natural Hacendado
0,74
1,05
41,89%
Mantequilla sin sal Hacendado
1,65
2,15
30,30%
Bases de pizza artesanas Hacendado
1,75
1,9
8,57%
Sal fina Hacendado
0,23
0,25
8,70%
Cebolla troceada Hacendado
0,74
1
35,14%
Maíz dulce Hacendado
0,95
1,2
26,32%
Atún claro al natural Hacendado
3,45
4,4
27,54%
Macarrón Hacendado
0,75
1,3
73,33%
Limpiador muebles jabonoso para madera Bosque Verde
1,4
1,5
7,14%
Amoniaco perfumado Bosque verde
1,49
1,6
7,38%
Lenteja pardina Hacendado
1,49
1,6
7,38%
Mini taquitos de jamón Incarlopsa
2,15
2,29
6,51%
Huevos de gallinas camperas
1,95
2,65
35,90%
Desodorante stick original Tulipán Negro
2,3
2,4
4,35%
Galletas María Hacendado
0,95
1,5
57,89%
Galletas relieve Hacendado
0,73
1,29
76,71%
Total Compra
25,56
31,84
24,57%
¿Y el INE qué dice? Que la compra se ha encarecido, si bien no con la rotundidad que muestra el experimento de Día y Mercadona. Para el INE la variación del IPC entre enero de 2019 y enero de 2023 ha sido del 14,1% y del 13,1% entre octubre de 2020 y diciembre de 2022. Si calculamos la variación entre enero de 2021 y el mes pasado el dato es del 12,4%. Los valores muestran el Índice General Nacional según el sistema IPC base 2021. En cuanto a suelos, el salario mensual bruto mediano en 2019 era de 1.684,3 euros y de 1.757,4 en 2021.
Casi 900 euros más cada año. El valor lo ha calculado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que con los datos del índice de precios en la mano se hizo una pregunta: ¿Qué suponen esas alzas con el paso el tiempo? Su respuesta es clara. “El aumento del IPC de los alimentos hasta el 15,4% interanual supone un sobrecoste anual de 860 euros en la cesta de la compra”, señalaban hace poco sus técnicos, quienes aportan alguna pincelada sobre la deriva de las tarifas: el azúcar se ha encarecido un 52,1%, la mantequilla un 38,2%, la leche entera un 33,4% y tanto el aceite de girasol como el e oliva marcan alzas de más del 30%.
Y cambios al ir a la compra. No es la única conclusión que dejan los expertos de la OCU, que hace poco lanzaban otro aviso: el alza de precios ha llevado a buena parte de los consumidores, al 90% para ser más precisos, a cambiar la forma en que encaran las compras de comida. ¿La razón? Así se lo obliga su cartera.
“Crece el número de hogares con dificultades financieras, que pasan del 23 al 35% en los últimos ocho meses […]. La creciente inflación de los alimentos, a su vez, está modificando de forma significativa los hábitos de compra de nueve de cada diez familias”, abunda la asociación. Para ser más precisos, los clientes estarían priorizando los productos en ofertas, las marcas blancas y los súper low cost e incluso, aunque en menor medida, reduciendo la ingesta de alimentos frescos.
El coche autónomo tiene algunos problemas. Y muchos de ellos están relacionados directamente con el ser humano. La cantidad de variables que un vehículo tiene que manejar es enorme y, por ello, el almacenamiento y gestión de los datos se ha presentado como uno de los problemas principales.
El problema para los coches autónomos es que en condiciones de laboratorio, el número de variables a las que se puede enfrentar es finito, pero para mejorar su rendimiento tienen que salir a la calle, con las dudas que ello puede provocar.
Tesla recopila datos para su FSD utilizando a sus propios conductores. Waymo y Cruise están funcionando en barrios acotados con vehículos autónomos pero siguen mostrando errores cuando tienen que enfrentarse a algunas situaciones inesperadas. Un niño que se cruza, un vehículo que gira donde no le corresponde, un fallo en las señales, una ambulancia que aparece a toda velocidad…
En un escenario controlado, un uso exclusivo del coche autónomo parece que puede tener muchas ventajas pero para romper el techo y ser una alternativa real a la ciudad, hay que estudiar cómo pueden convivir humanos y coches autónomos en un mismo espacio y que uno no sea un perjuicio para el otro.
¿La solución? Convertir al conductor en una máquina.
Una luz blanca para ordenarlos a todos
La solución planteada por la NC State University (Universidad Estatal de Carolina del Norte) pasa por incluir una cuarta luz en los semáforos. Al rojo, verde y ámbar se añadiría una cuarta luz para ordenar el tráfico entre vehículos autónomos y los coches conducidos por un ser humano.
En su estudio, la Universidad señala que el uso de la luz blanca es solo una idea y que, simplemente, se debe ofrecer una señalización clara que se active y desactive y que sea reconocible por el ojo humano.
La propuesta es que, cuando los coches autónomos y conectados se acerquen a una intersección y representen un número lo suficientemente representativo, la luz blanca del semáforo se enciende y anula cualquier otra. En este caso, la orden para el conductor es muy sencilla: seguir al coche que tiene delante.
Según sus cálculos, si el número de coches autónomos es, al menos, del 10%, el tráfico mejora en un 3%. Y cuando el número de coches autónomos ya alcanza el 30%, el tráfico mejora en un 10,7%. La señal blanca en los semáforos debería mejorar el flujo de vehículos que pasan por una intersección.
En el fondo, el objetivo no es que el conductor siga todos los movimientos del coche autónomo que lo precede. Simplemente, si el vehículo autónomo se detiene, el humano también lo hace. Si entra en la intersección, el coche no autónomo también lo hace, pero después toma el camino que considere oportuno.
La luz blanca es una señal para entrar o no dentro del cruce, simplemente siguiendo al vehículo que tiene ante sí, además de un aviso a los conductores humanos de que el volumen de coches autónomos es lo suficientemente notable como para que sean ellos los que tomen el control del flujo del tráfico, mejorando la fluidez de la intersección.
Tampoco es la primera vez que los semáforos son objeto de mejoras. Hace unos meses ya contamos cómo se estaba estudiando la implementación de la inteligencia artificial para mejorar el paso en las intersecciones y mejorar los tiempos de espera para los peatones y de paso de los vehículos.