Está sucediendo en otros sectores, como en la reventa de películas en VHS o de cintas de casete de música y vinilos, así como como en la industria del juguete (con figuras de Masters del Universo subastándose por cifras desorbitadas) o las míticas cartas y tazos coleccionables de Pokémon.
Sin embargo, el desconocimiento es muy amplio en este campo. Y existe una tendencia creciente a creer que uno puede hacerse rico por tener en el baúl de los recuerdos varias películas analógicas de Disney o cuatro casetes de Alan Parsons. Si acudimos a Google, leer artículos como este, este o este con titulares del tipo “estos son los artículos con los que puedes ganar hasta 4.000 euros” es una constante. Otros como este va más allá y rezan lo siguiente: “Si tienes estas cintas de casete en casa podrías ganar hasta 63.000 euros”.
Sin embargo, la realidad difiere bastante de lo que se cuenta. Veamos por qué y de dónde vienen la mayoría de confusiones.
En Magnet hemos hablado en detalle sobre este fenómeno y de cómo el boca a boca lo empeora todo (y lo aleja aún más de la realidad). Sobre todo, cuando la evidencia nos ha enseñado que el precio de un anuncio en una plataforma de segunda mano no es precio real de venta. Y que en sitios de coleccionismo es muy habitual inflar el precio, pero vender muchísimo por debajo de lo pedido. ¿Valen dinero los casetes de música Sí, probablemente más de lo que pagaron tus padres entonces, pero ni mucho menos vas a hacerte rico con ellos.
Las cintas de casete en concreto representan una época de la música y despierta mucha nostalgia. Se vieron por primera vez en Europa gracias a la distribución de Philips en 1962 bajo el nombre Compact Cassette, pero fueron mayormente utilizadas algo más tarde por nuestros padres y abuelos entre 1970 y 1990 y se caracterizaban por tener Cara A y Cara B. Con la llegada del CD, se vieron abocadas a su desaparición. Más tarde llegaría la música digital y las plataformas como Spotify y todo aquello quedaría enterrado para siempre. O mejor, en algunas cajas del desván a las que acudir en momentos como este.
Tal y como se comenta en el artículo anteriormente mencionado, los casetes del álbum Grimes, de Geidi Primes, “tienen un precio de venta” de unos 63.235,4€, según la web especializada Discogs. Con el Just Push Play, de Aerosmith, “puedes ganar 45.409€”. Mientras, si tienes el Demo 1994, de Mörk Gryning, puede conseguir unos 25.000€. Y el top lo cierra The World Tomorrow Programme: Preparing Christ’s Way / Book Of Revelation, de Herbert W. Armstrong, que cuesta 17.062,52€. Pero hay más. El artículo menciona que Xero, de Xero, vale 4.102,4€ y que 24 Hours, de Throbbing Gristle, asciende a 2.005,6€.
Sin embargo, si acudimos a la página web de Discogs, veremos que esas cifras no son lo que valen los discos, sino las cantidades más altas a la que están intentando vender la gente que tienen en posesión estos álbumes. Es decir, que alguien haya puesto anuncios por ese precio no quiere decir que alguien se los vaya a comprar por las cantidades mencionadas. Además, tal y como podemos apreciar en estas capturas de pantalla, los precios más bajos a los que se han vendido algunas de estas unidades son extremadamente bajos.
En el caso de Grimes, fue de 54,59 €. En el caso de Demo 1994 fue de 10€. Y para Just Push Playno hay un precio más bajo porque ni siquiera se ha vendido alguna vez. Lo que quiere decir que la gente no está comprando estos discos y mucho menos a esos precios tan desorbitados. Yo podría poner un disco de Oasis a dos millones de euros y alguien podría decir que los discos de Oasis se están vendiendo por dos millones…
Lo mismo sucede con los VHS de Disney
Es un fenómeno también visto en el mundillo del coleccionismo cinéfilo y en la venta de VHS antiguos, especialmente de Disney. Tal y como comentamos en este artículo hace un año, basta con echar un vistazo por plataformas de reventa de segunda mano para encontrar películas como El rey león a precios que se sitúan entre los 500 y los 60.000 euros. Lo mismo sucede con Blancanieves o Pinocho. Aquello corrió como la pólvora en diversos medios que en sus artículos pedían a los lectores que abrieran los baúles de la infancia y trataran de vender esas joyas clásicas.
Ahora bien, estos precios elevados no se corresponden con una demanda real. Los trabajadores de tiendas de segunda mano dejan claro que las cintas en VHS no se venden especialmente bien y que incluso las venden por un euro. Esto se debe, en parte, a que hay mucha oferta. Recordemos que se vendieron millones de copias de cada una de las cintas mencionadas en España. Cada niño del primer mundo tenía en su casa mínimo tres películas Disney. Las hay a patadas.
El resultado es que vendedores de ebay, que no entienden que las subastas de artículos por cantidades millonarias suelen tratarse de copias únicas o ediciones limitadas (como la serie Black Diamond comercializada entre 1988 y 1993), han empezado a pedir barbaridades por sus clásicos y hemos llegado a donde estamos ahora: a un crisol de productos y anuncios sobrevalorados que probablemente no vean salida nunca.
Es uno de los juegos más esperados del año, y no hay demasiadas dudas de por qué: la fabulosa aventura que supuso ‘The Legend of Zelda: Breath of the Wild’ se va al fin a ver prolongada en un juego que mantiene su propuesta estética y la inmensa mayoría de sus virtudes: un Hyrule gigantesco para explorar, una verticalidad inédita en la serie y, en general, una libertad de movimientos y estrategias posibles nunca vista hasta el momento en la franquicia.
Precisamente quizás por eso desde su anuncio y desde que se vieron las primeras imágenes, el juego ha sido acusado de cierta vocación continuista, de ser una secuela en toda regla que estará lejos de plantear la revolución de la primera entrega. Pero podemos dejar los temores a un lado: hemos viajado hasta Frankfurt para probar ‘The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom‘, y estamos ante una propuesta de Nintendo para Switch que finalmente se sitúa bastante lejos de una segunda parte acomodaticia, sin más.
La prueba es que la sesión de juego de aproximadamente hora y media de la que disfrutamos, acompañados en todo momento por un empleado de Nintendo que se aseguraba de que no nos perdiéramos en el inmenso marasmo de posibilidades ante nosotros (y de avisarnos de qué cosas que veíamos no podríamos contar en este artículo), estuvo centrada en las nuevas habilidades de Link. Nada de exploración, (casi) nada de combate, solo asomarnos al juguete infinito que pone Nintendo a nuestra disposición.
Lo que pudimos ver en esta preview fueron las habilidades de Link, al menos unas cuantas de ellas. Básicamente, son un set de herramientas para manejar elementos del escenario y hacer construcciones con ellos. De este modo, podemos levantar objetos en el suelo, moverlos y rotarlos con total libertad (con una habilidad llamada Ultramano), pegarlos a otros objetos o fundirlos con ellos. Las aplicaciones prácticas ya se han visto en algunos trailers, pero podríamos reducirlas a tres grandes grupos: construir vehículos, mejorar nuestro inventario y solucionar puzles.
La primera capacidad, de construir vehículos, nos permite, por ejemplo, unir troncos (que, como en ‘Breath of the Wild’, podemos obtener de objetos tirados por el escenario, pero también talar un árbol para conseguirlos), ponerles un motor y encasquetar una especie de volante al artefacto para controlarlos. Lo mismo con unas enormes alas planeadoras que nos brindarán una alternativa más estable y manejable que el planeador al que estamos acostumbrados.
Sortear lagos o abismos es ahora más fácil, e imaginamos que hay otra posibilidad: atravesar largos espacios de terreno con vehículos motorizados, ya que hemos visto ruedas también. En este y en el resto de los objetos que construyamos las físicas son adecuadamente realistas / lógicas, lo que permite afinar la construcción más incluso de lo esperable. Un ejemplo sencillo: en un vehículo a propulsión los motores tendrán que estar equilibrados para que las plataformas donde se sujeta Link no se descompensen.
La segunda posibilidad que nos ofrecen estas nuevas habilidades es la de mejorar nuestro inventario. Prácticamente cualquier objeto que encontremos puede unirse a nuestras armas o escudos, creando nuevas armas: aquí la experimentación estará a la orden del día, porque… ¿qué se puede obtener de sumar una seta y una espada Pues quizás nada, pero quizás la espada expulse así un polvo que sirve como bomba de humo.
La utilidad es obvia si sumamos a nuestro escudo inmensos tablones de madera, varas para extender su alcance, o si nos encontramos en nuestro camino bolas de pinchos o lanzallamas que adherir a un simple palo que hasta entonces era un arma ridícula. Demonios, hasta se puede unir un escudo a una vagoneta para incrementar su resistencia. La inmediatez de todo ello es absoluta, y el juego, con sus controles y la efectiva forma que tiene de permitirnos hacer y deshacer a nuestro antojo, favorece la experimentación.
Finalmente, Link tiene la posibilidad de usar sus habilidades para solucionar puzles, muchos de ellos obviamente basados en físicas. Tuvimos ocasión de resolver un par: en uno de ellos rotábamos una forma frente a nosotros que hacía a su vez moverse a una enorme plataforma suspendida en el aire. La habilidad de agarrar y los controles de movimiento de los objetos nos permitieron solucionarlo.
En otro enigma, algo más complejo, entraban en juego una serie de piscinas llenas de agua y puertas que había que conseguir que permanecieran abiertas. Aquí entraba en juego la habilidad de hacer retroceder en el tiempo a objetos concretos a nuestro alrededor, que permitía manipular estas compuertas para que obedecieran nuestros deseos. Esa misma habilidad se reveló especialmente útil en combate, cuando hicimos retroceder un peligroso proyectil dirigido a nosotros y volverlo contra nuestros enemigos.
Lo mejor de todo: como en ‘Breath of the Wild’, cada jugador encontrará su forma de jugar. El puzle de las piscinas se podía resolver manipulando el tiempo, pero también usando unos troncos para sujetar las compuertas (nada fácil, había que hacer miniconstrucciones con los troncos para que fueran lo suficientemente grandes). El espíritu ‘Zelda’ en ese sentido no se pierde: nadie está obligado a hacer nada, aunque obviamente hay formas más sofisticadas que otras de solucionar los problemas.
Porque este nuevo sistema llevará implícitos sus propios desafíos: por ejemplo, los motores, los cohetes o los lanzallamas no funcionan eternamente. No todo puede adherirse a todo (aunque sí algunos objetos a personajes secundarios, lo que nos permitió solucionar una misión secundaria de transporte de un personaje de la forma más bruta y directa posible), pero la prueba y el error van a ser habituales con un juego que también tiene pensada esta actitud, y por ejemplo es muy sencillo deshacer acciones que no nos lleven a ninguna parte.
Según nos comentaron en Nintendo, estas posibilidades que se abren con las nuevas habilidades de Link son solo eso, posibilidades. En el juego se puede avanzar recurriendo a una gestión clásica de inventario y exploración (aunque la habilidad de Infiltración, que permite acceder de inmediato al nivel superior del piso en el que estemos no molestará a nadie), usando las habilidades solo para solventar sencillos puzles y usando elementos de escenario que harán que nadie se atasque.
Pero es obvio por qué Nintendo nos ha enseñado exclusivamente estas habilidades en esta preview: ahora ‘Tears of the Kingdom’ es un juego distinto a ‘Breath of the Wild’. Sin duda coincidente en muchos aspectos esenciales vinculados a la exploración y en el combate, pero con una profundidad distinta, más juguetona. Una forma excepcional de ampliar lo que ya era un vastísimo terreno de juego.
‘Black Mirror’ no llegó a morir de agotamiento, pero casi. Netflix compró los derechos de la serie que sorprendió a propios y extraños tras su emisión en BBC y Charlie Brooker, su creador, pareció perder instantáneamente parte de la lucidez que la había caracterizado en su etapa británica. Las temporadas de Netflix, más lujosas y con más estrellas, habían perdido algo de la capacidad de sorprender de sus estremecedores inicios. Aunque a todos nos gustó aquel disparate ochobitero e interactivo que fue ‘Bandersnatch‘
Brooker parece estar al tanto del aire de decepción que rodea a la serie y ha asegurado para Tudum que “‘Black Mirror’ debe contar con historias totalmente distintas entre sí, y seguir sorprendiendo a la gente (y a mí mismo) o, de lo contrario, ¿qué sentido tiene? Debería ser una serie difícil de definir y capaz de reinventarse a sí misma. (…) El tono de las historias seguirá siendo ‘Black Mirror’ de cabo a rabo, pero con algunos altibajos y más variedad que nunca”. Y la describe como la temporada más “impredecible, inclasificable e inesperada” hasta ahora.
Para ello, Brooker tiene a su disposición a un plantel de estrellas más abundante que nunca. Entre muchos otros, destacan Aaron Paul, Josh Hartnett, Kate Mara, Michael Cera, Rory Culkin, o Salma Hayek. El creador de la serie también afirma que habrá nombres propios importantes en el apartado creativo, aunque de momento no ha especificado ninguno, como tampoco se ha especificado la fecha concreta de junio en la que regresa esta sexta temporada.
De momento el teaser es prometedor y promete más variedad de escenarios que en anteriores ocasiones: esa tecnofobia que en los últimos tiempos de la serie llegó a hacerse tan cargante parece haberse difuminado en favor de unos escenarios más variados que nunca, y que como siempre coquetean con la ciencia ficción (de aires curiosamente retro esta vez), el terror y el impacto puro y duro. De momento, se ha ganado nuestra atención. Otra vez.
WhatsApp, esa aplicación… Tengo una relación amor-odio con WhatsApp. Por un lado, me resulta imprescindible en mi día a día, ya que es la app que uso para hablar con mis amigos y familiares, compartir fotos y hacer alguna que otra videollamada puntual. Por otro lado, siento que me atosiga. Siento que es una aplicación que aspira a convertirse en todo y que, al final, se ha llenado de cosas que, sencillamente, dificultan la experiencia.
Y es que rara es la semana que no se publica una novedad que se está probando en la beta y que, a la larga, llega a la versión estable. Raro es el mes que WhatsApp no recibe alguna novedad. Es decir, que una aplicación cuyo fin último es habilitar la comunicación rápida entre personas se ha acabado haciendo cada vez más compleja.
De mensajes a las Comunidades y los Estados
Seguramente pocos sepan que WhatsApp se ideó como una app para publicar actualizaciones en la app de Contactos del móvil. El típico “estoy en una llamada” o “en el trabajo”. Poco después, en junio de 2009, con el lanzamiento de las notificaciones push en iOS (WhatsApp se creó porque Jan Koum, uno de sus fundadores, se compró un iPhone), y tras darse cuenta de que los usuarios usaban la app para enviar notificaciones simples a sus contactos, la app acabó virando a un sistema de mensajería.
Esto hizo que las descargas de la app se disparasen y que se pudiese obtener financiación para lanzar la app en otros sistemas operativos, como Symbian, Android, Windows Phone o BlackBerry. Para 2011, WhatsApp ya era una de las 20 apps más populares en la App Store estadounidense. Para diciembre de 2013, ya sumaba 400 millones de usuarios. Era una app de mensajería simple, sencilla y eso hizo que se hiciera popular. La gente trae a más gente y el resto, como suele decirse, es historia. Hoy WhatsApp es la app más usada para comunicarse, con permiso de ciertas apps locales de ciertos países, como WeChat en China.
El caso es que, desde la adquisición por parte de Facebook, ahora Meta, WhatsApp ha ido virando a una plataforma más social. Llegaron las llamadas de voz, las videollamadas, la capacidad de compartir archivos, las plataformas webs, pero también los Estados (siguiendo la estela del éxito de las historias de Instagram y el formato Snapchat), los macrogrupos, la versión para empresas (que es como WhatsApp monetiza), las videollamadas grupales y las Comunidades (los grupos de grupos).
Lo que antes era una aplicación sencilla para enviar mensajes y comunicarse, hoy ha cambiado a una aplicación social en la que podemos enviar mensajes, sí, pero también subir fotos efímeras de nuestras vacaciones, estar en una comunidad de nuestro bloque de vecinos con diferentes grupos temáticos, participar en grupos grandes, encargar una empanada a la tienda del barrio y, en algunos países, hasta enviar dinero.
Poco a poco, WhatsApp se ha ido haciendo más y más completa y compleja, ambas. Es cierto que ha habido novedades bien recibidas, como las encuestas (bendito el momento) o la posibilidad de tener la misma cuenta de WhatsApp en varios móviles (anunciada hace apenas unos días), pero también hay cosas que, si bien pueden enriquecer la experiencia de algunos usuarios, suponen también un exceso de complicación para otros tantos. Y no hay elección.
Digamos que solo quieres usar WhatsApp para enviar mensajes y fotos a tus amigos. Pues también tendrás que ver un puntito azul porque hay un estado nuevo de alguien que tienes guardado en la agenda y con el que llevas años sin hablar. También, haciendo scroll en tus chats, verás un halo azul alrededor de la foto de perfil porque ese contacto ha subido un Estado. Y no olvides revisar el grupo “Gente que juega al pádel” de la Comunidad “Urbanización X”, la cual tiene otros cinco grupos.
¿Y se usa Es algo que WhatsApp sabe mejor que nadie, pero yo, a título personal, no conozco a absolutamente nadie que use las comunidades. De la misma forma, tengo 851 contactos en la agenda y solo ocho personas que han publicado Estados en las últimas 24 horas. Tampoco he encontrado ocasión de usar los chats que desaparecen, ni participar en un grupo con 500 personas, ni hacer videollamada con 32 personas ni enviar archivos de 2 GB. ¿Por qué? Porque ya existen otras alternativas para eso.
Si quiero participar en comunidades temáticas, pocas opciones mejores que Discord. Si quiero compartir una foto con mis amigos, tengo Instagram (sobre el papel, la realidad es que no la uso). No hace falta que una aplicación lo tenga todo, porque al final la app se hace innecesariamente compleja, y si no que se lo digan a Facebook, la ya mencionada Instagram o Twitter (que ahora mismo es un poco caótica). Algunas veces lo simple, siendo simple, es lo mejor.
Los fabricantes occidentales siguen dando muestras de agotamiento en las ventas mundiales de automóviles. El último nos llega desde China, el que se está convirtiendo en el mercado más importante del sector. La explosión de las marcas chinas, su tecnología y el coche eléctrico ha provocado que las marcas tradicionales estén pasando por un momento muy complicado.
Los primeros síntomas de agotamiento han llegado con la enorme caída de precios de los nuevos vehículos. China se ha convertido en un campo de batalla para comprobar quién puede ofrecer los mejores descuentos. Tanto que se pone en duda la viabilidad de algunas compañías que pierden miles de dólares por cada coche vendido.
En este contexto, BYD se ha convertido en la firma más vendida de China durante el primer trimestre, según datos de Bloomberg. Por el camino ha destronado a Volkswagen como el fabricante que más coches vende en el país asiático. Una noticia que no es anecdótica, pues los germanos mantenían un liderazgo ininterrumpido durante los últimos 15 años.
BYD ya es la marca más vendida en China
Según los datos del medio económico, BYD ha conseguido una cuota de mercado del 10,4%, mientras que Volkswagen se ha quedado en un 10,1%, su cifra más baja desde el final del tercer trimestre de 2021 y muy lejana a sus máximos, del 16,6% en 2014.
En los últimos dos años, BYD ha protagonizado la otra cara de la moneda. Al final del primer trimestre de 2021, su cuota de mercado era del 2%. Hoy ya es la marca más vendida de lo que llevamos de año. Un hito que la marca esperaba conseguir a finales de 2023, cuando aspiran a haber vendido, al menos, tres millones de vehículos. Analistas de Bloomberg sitúan las previsiones en unos 3,7 millones de coches BYD matriculados antes de que termine el año.
Detrás de todo, una vez más, está el coche eléctrico y su tecnología. BYD sólo vende vehículos de nueva energía, que en China engloban a los vehículos eléctricos e híbridos enchufables. En 2021, se pusieron en el mercado más de 3,5 millones de vehículos de este en el país asiático. Una suma casi superior a la de las ventas de 2018, 2019 y 2020 juntas. En 2022, se alcanzaron los 6,5 millones de vehículos de nueva energía vendidos.
La fotografía que rescata Bloomberg no puede ejemplificar mejor lo que ha sucedido. En un mercado donde los clientes se están volcando con los eléctricos e híbridos enchufables, Volkswagen vendió unos 25.000 vehículos de este tipo en el primer trimestre de 2023. Apoyaron las ventas unos 403.000 coches de gasolina. En el mismo periodo, BYD vendió un total de 441.000 coches. De ellos, solo 126 vehículos fueron de gasolina. Sí, el 0,028% de las ventas.
El problema no es solo para Volkswagen. Históricamente, Toyota y Honda se repartían la segunda plaza como fabricantes que más coches vendían en China. Con un giro a las tecnologías eléctricas, ambos fabricantes estaban experimentando un crecimiento desde 2018. Sin embargo, desde el verano del año pasado, la caída es constante.
Son evidencias de los esfuerzos que le está costando a los fabricantes tradicionales amoldarse a las nuevas exigencias del mercado. Volkswagen quita hierro al asunto asegurando que no buscan competir en volumen en China, una estrategia que también fue anunciada por Tesla o Mercedes. Todos ellos, sin embargo, han entrado al juego de los grandes descuentos.
Mucha tecnología a bajo precio
Lo que también confirma el ascenso de BYD es que el público chino espera acceder a vehículos eléctricos o híbridos enchufables, muy tecnológicos y a un precio mucho más asequible que el de las firmas europeas, japonesas o estadounidenses.
Para ofrecerse como la mejor opción, BYD ha inundado el mercado de opciones en muy poco tiempo. Sólo en el Salón del Automóvil de Shanghái, la firma apoyada por Warren Buffet y que empieza a sopesar un futuro sin él, presentó siete novedades. Coches de todo tipo, desde el baratísimo BYD Seagull, que ha contado las reservas por millares en las primeras 24 horas, al enorme y avanzadísimo Yangwang U8.
El control que la compañía tiene en buena parte de las fases de la producción del coche eléctrico le permite una agilidad y unos bajos costes que consiguen despegarse de sus rivales. Las baterías, los semiconductores, las bombas de calor, el software… todo se idea, desarrolla y produce bajo la misma marca.
Con el objetivo de mantener su presencia y posición en el mercado, Toyota ya colabora con BYD para lanzar nuevos coches eléctricos en el mercado chino. De hecho, sus últimos modelos son coches que se aprovechan de las baterías de la firma china o de su software. No es casual la disposición de las pantallas en su interior, por ejemplo.
Lejos quedaron los tiempos en los que Estados Unidos y Rusia (anteriormente la Unión Soviética) eran los únicos líderes del sector espacial. En la actualidad, son cada vez más los países que destinan recursos a sobrepasar los límites de nuestro planeta y, como posiblemente te imaginas, a mostrar músculo frente a sus rivales. China es uno de los ejemplos más destacados de este escenario.
El gigante asiático llegó tarde a la fiesta de la conquista del cosmos. Lanzó su primer satélite, el Hong 1, 13 años después del Sputnik y consiguió enviar un taikonauta al espacio con su propio cohete en 2003, 42 años después del histórico vuelo del cosmonauta soviético Yuri Gagarin. Estos retrasos en el calendario, sin embargo, no le han impedido soñar en grande y obtener logros extraordinarios.
China, a la Luna y más allá
En 2019, China se convirtió en el primer país en posarse con una sonda no tripulada en la cara oculta de la Luna y en 2021 repitió la hazaña, pero millones de kilómetros dentro del espacio profundo, en Marte, lo que le permitió fotografiar de cerca el planeta rojo. Y claro, no debemos olvidar que el país ha logrado construir su propia estación espacial, un proyecto que ya consta de tres módulos.
Ahora bien, no es ningún secreto que ha resurgido el interés por volver a la Luna e incluso visitar Marte. La piedra angular de estos ambiciosos objetivos, al menos para la NASA y sus socios internacionales es el Starship. Se pretende que el sistema de lanzamiento de SpaceX, el más poderoso jamás creado, ayude a colonizar nuestro satélite y sirva como sistema de transporte en futuros vuelos interplanetarios.
China, que tras sus últimos logros ha ingresado en el podio de las potencias espaciales, está desarrollando un equivalente al Starship. Estamos hablando del Long March 9, un sistema de lanzamiento reutilizable de tres etapas capaz de transportar 160 toneladas en carga útil hasta la órbita terrestre baja (frente a los 150 del sistema Starship ) y hasta 53 toneladas a la Luna.
El Long March 9, como su nombre lo indica, es una evolución del Long March 5, un vehículo de lanzamiento más pequeño que conocemos bien por sus reingresos sin control a través de la atmósfera terrestre. En cuanto a sus dimensiones, nos encontramos con que tendrá una altura de 114 metros y un diámetro de 10,6 metros (el Starship tiene 120 metros de altura y un diámetro de 9 meteros).
A nivel de propulsión, se prevé que este sistema de lanzamiento chino se mueva con 30 motores en su primera etapa, cuatro motores en su segunda etapa y un motor en su tercera y última etapa. Podemos mencionar que el Starship tiene una configuración de 33 motores en la etapa principal. Las comparaciones en este punto, sin embargo, pueden ser en vano si no las enfrentamos a los valores de empuje reales de empuje de cada alternativa.
Cabe señalar que muchos detalles del Long March 9 todavía no han sido dados a conocer. De hecho, el proyecto ha sufrido una gran cantidad de cambios importantes de diseño y configuración desde sus inicios en 2016. La Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China asegura que los motores de tras tres etapas están casi terminados. La carcasa, el carenado y los anillos intermedios ya se han construido.
Tanque principal del Long Marg 9
Anillo intermedio del Long Marg 9
Por su parte, el Instituto de Propulsión Aeroespacial de Pekín ha anunciado que también está listo el tanque de combustible principal del cohete. En un comunicado, uno de los líderes de diseño del vehículo de lanzamiento, Hu Zhenggen, ha dicho que se necesitaron más de seis años para completar la construcción del tanque, una tarea que involucró desafíos de diseño, materiales, desarrollo y finalmente pruebas.
En relación al diseño exterior, hemos visto recientemente una maqueta que ha sido exhibida en el Zhuhai China Air Show (imagen vertical de la parte central del artículo). El proyecto parece avanzar a paso firme, aunque todavía tiene un largo camino que recorrer. De acuerdo al cronograma del proyecto, el primer vuelo del Long March 9, una prueba similar a la que hizo SpaceX la semana pasada con su Starship, debería tener lugar entre 2030 y 2033.
Los modelos avisaban del calor y están cumpliendo. Ayer, 25 de abril, cayeron 18 récords de temperaturas máximas mensuales. Es decir, que en el primer día del episodio cálido ya se habían pulverizado los récords de abril en cinco comunidades. Y lo peor aún no ha empezado.
¿Cuándo llega lo peor? Lo peor se espera para el jueves 27 de abril cuando las temperaturas volverán a subir en casi todo el país y se alcanzarán los 37ºC en Córdoba (tres más que el récord previo). En gran parte del interior sur peninsular (y también en la Meseta Norte y en el valle del Ebro) se podrán llegar con facilidad a los 30 grados.
Las altas temperaturas seguirán el viernes, aunque en menos zonas del país. El noroeste empezará a ‘refrescarse’ y desde Extremadura al Cantábrico podremos notar cómo las temperaturas se contienen. Quien no se escapará será el valle del Guadalquivir que volverá a estar a 37 grados.
Rápido, intenso y devastador. A partir del sábado, la cosa irá de bajada y el alivio térmico seguirá avanzando hacia el este de la Península. Eso significa que las temperaturas aún serán altas en el Mediterráneo y, de hecho, la ciudad de Murcia podría alcanzar los 37ºC. El domingo, si todo va según lo previsto, las máximas no subirán más de los 25 grados y será momento de hacer recuento y ver qué efectos ha causado la pseudo-“ola de calor” en el campo.
¿Por qué está pasando esto? Las altas temperaturas de esta semana tienen una explicación muy sencilla: la entrada de una masa de aire muy muy cálida. “Podría ser la masa de aire más cálida situada sobre España para estas fechas en, al menos, los últimos 43 años”, explicaba Rubén Campo, el portavoz de AEMET.
Pero no solo eso: porque la masa se está encontrando con las condiciones meteorológicas perfectas para que se caliente aún más. Es decir, con el llamado “horno ibérico”: cielos despejados, ausencia de viento y una alta incidencia de la luz solar. Es una tormenta perfecta, pero de calor.
¿Y las lluvias? Durante el puente de mayo está previsto que caigan algunas lluvias en la mitad norte del país. Sobre todo, en la Cordillera Cantábrica. Pero nada demasiado llamativo y eso, de nuevo, es un problema. Porque, recordemos que, según la AEMET, necesitamos un mes de mayo extremadamente lluvioso para salir de la “sequía meteorológica“.
No es que lo esperáramos, es cierto. Según el ECMWF, el trimestre mayo-junio-julio no solo será más cálido de lo normal, sino que no se espera que sea demasiado lluvioso. Y eso, teniendo en cuenta que acabamos de dilapidar el colchón de reservas hídricas que teníamos frente a 2022, solo puede significar cortes de agua generalizados.
Y sin margen de maniobra. El ejemplo del aceite de oliva es iluminador. Cosecha tras cosecha, campaña tras campaña, el remanente del año anterior sirve para evitar las fluctuaciones del mercado. Este año, tras dos campañas malas y con la flor del olivo quemándose en vivo y en directo, todo parece apuntar una escala de precios nunca vistos.
Esto se está replicando en todos los cultivos: desde los cereales (que en muchos sitios se dan por perdidos) hasta los árboles frutales (donde la prioridad ya no es la cosecha, sino impedir que el árbol se seque).
El pasado 7 de febrero, Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, afirmó que la proposición de ley denominada RESTRICT Act, la cual proporcionaría a la administración Biden la facultad de prohibir TikTok a nivel nacional, aumentaría la capacidad gubernamental para “prevenir que ciertos gobiernos utilicen los servicios tecnológicos operativos en EEUU de una forma que pueda amenazar los datos sensibles de los estadounidenses y nuestra seguridad nacional”.
Inquietud a ambos lados del Pacífico. De esta forma, Estados Unidos evidencia su preocupación en materia de seguridad en un contexto de guerra comercial y carrera tecnológica con China, país donde se encuentra precisamente la sede de ByteDance, matriz de TikTok. Paralelamente, en Pekín también existen inquietudes similares. Tanto es así que el gobierno de Xi Jinping tiene planeado endurecer la ley de contraespionaje.
Reforma de la ley de contraespionaje. Según informó Nikkei Asia esta semana, el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional ha comenzado a examinar los cambios en la ley de contraespionaje establecida en 2014, modificaciones que podrían estar listas para el miércoles de esta semana. Estas alteraciones restringirán el intercambio de información vinculada con la seguridad nacional, ampliando el concepto de espionaje.
Conceptos difusos. Hasta ahora, la ley estaba limitada a los secretos de estado, sin embargo, la reforma ampliará su alcance, sancionando la transmisión de “todos los documentos, datos, materiales o asuntos relacionados con la seguridad e intereses nacionales”, según la publicación japonesa. No obstante, el texto aclara que no existen detalles sobre lo que constituye la seguridad e intereses nacionales, lo cual ha generado inquietud entre algunas empresas extranjeras.
Trabajador arrestado. Las firmas temen que se puedan repetir con más asiduidad episodios como el arresto de un trabajador japonés de la empresa farmacéutica nipona Astellas Pharma a finales del pasado mes de marzo. Cuestionada por este asunto, la portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning, afirmó en rueda de prensa que el profesional era sospechoso de violar tanto la ley criminal nacional como la ley de contraespionaje china.
Malas relaciones con Japón. Además, añadió que en los últimos años se habían producido casos similares entre ciudadanos japoneses, sugiriendo a Japón “hacer más para pedirles a sus ciudadanos que no se involucren en este tipo de actividades”. Ello revela el empeoramiento de las relaciones entre los países asiáticos, así como la preocupación china de posibles filtraciones de información vinculadas a ámbitos como la investigación, la ciencia o la tecnología a países extranjeros.
Detención del periodista Dong Yuyu. En este contexto se enmarca el arresto en febrero del periodista Dong Yuyu, quien trabajó para The New York Times y mantenía reuniones habituales con periodistas y diplomáticos extranjeros, sospechoso por violar la ley de contraespionaje. Las autoridades chinas creen que Yuyu ha colaborado con Japón o Estados Unidos, según señaló la familia del periodista a The New York Times.
IA y semiconductores bajo vigilancia. Por otro lado, Nikkei Asia afirmó que los cambios en la ley de contraespionaje proporcionarán a las autoridades chinas mayor capacidad para vigilar a compañías del sector de la inteligencia artificial o especializadas en la fabricación de semiconductores. Asimismo, esta reforma reforzaría la ciberseguridad, según informó recientemente South China Morning Post.
Las compañías de EEUU no se libran. Aquí es preciso señalar que China ya practica de forma exhaustiva el control cibernético sobre firmas de los sectores tecnológicos. Prueba de ello es la investigación iniciada el pasado mes de marzo por el regulador del ciberespacio chino sobre los productos vendidos en Estados Unidos por Micron Technology, empresa estadounidense especializada en la fabricación de semiconductores.
Inquietud norteamericana. Paralelamente, estas pesquisas han generado una gran preocupación entre las compañías estadounidenses establecidas en China, tal y como afirmó recientemente Lester Ross, miembro de la Cámara de Comercio de EEUU en China (‘AmCham China’ en sus siglas en inglés).
La tecnología como campo de batalla. Esta decisión de China de modificar su ley contraespionaje constituye un capítulo más en lo que Yan Xuetong, decano de Relaciones Internacionales en la Universidad Tsinghua, denominó en conversaciones con La Vanguardia como “posguerra fría”, marcada por la rivalidad entre Estados Unidos y China. Una rivalidad que no es ideológica, sino tecnológica.
En Lugo hay un hipermercado de 4.000 metros cuadrados que se vende por la escandalosa cifra de 5,2 millones de euros. Es el local comercial a la venta más caro de España. Aunque la cifra no es representativa del mercado inmobiliario de este tipo de establecimientos, determinado principalmente por la ubicación, nos da una idea de lo inmensamente caros que son estos locales y su mantenimiento. Pero, sobre todo, del increíble poder que tienen las cadenas de supermercados para hacerse con superficies tan grandes.
Mercadona era una de ellas. En las últimas dos décadas, se expandió por el territorio nacional abriendo la ingente cantidad de 80 hipermercados sólo en los 2000. Y en 2016, ya contaba con un total de 1.600 establecimientos y 16 bloques logísticos. Sin embargo, ahora ha dicho basta.
Limitar las aperturas. La empresa valenciana de Juan Roig, que tiene exactamente 1.637 locales en España, está deteniendo la adquisición de nuevos activos inmobiliarios (tanto de locales como de terrenos). En cifras, y según el Registro Mercantil, Mercadona tenía planes de compra de este tipo de activos por un valor total de 76 millones de euros, casi un 40% menos que un año antes. Eso significa que ya encadena tres años de caída, siendo la cifra más baja desde el año 2000.
El tamaño ideal. Es algo deliberado. De hecho, el mismo Juan Roig afirmaba en marzo que el tamaño que la empresa busca se sitúa en el umbral de entre 1.600 y 1.700. Y ya han llegado. “No pasaremos de 1.700 tiendas en España. Ya estamos cerca del tope. Hay competidores que quieren abrir, otros que se están centrando en tiendas pequeñas, otros en grandes… Nosotros queremos llegar a ese objetivo de 1.700”, señaló.
¿Por qué? Principalmente porque la empresa ya ha tocado techo. Y básicamente ya no necesita más establecimientos para cumplir sus objetivos anuales, prefiriendo dedicar sus recursos a otras cosas, como mejorar los locales que ya tiene. Tal y como se comenta en este artículo de Cinco Días, la cartera inmobiliaria del grupo ya es enorme. A cierre de 2022, tenía un valor de 4.450 millones de euros en terrenos y construcciones.
Tanto, que Mercadona lleva unos años intentando deshacerse de parte de su inversión: en 2020 vendió 27 de sus establecimientos al fondo LCN Capital Partners por 180 millones de euros para después alquilarlos bajo la fórmula sale & leaseback. En ese momento la empresa dijo que estaba “cambiando ladrillos por euros a causa del importante número de inmuebles en propiedad” de los que disponía. En 2021 hizo lo mismo con el fondo israelí MDSR, al que vendió 27 locales por 100 millones para seguir operándolos por alquiler.
Cambio de estrategia. Sus planes han cambiado y la empresa prefiere alquilar que comprar directamente. De hecho, ya tiene opciones de arrendamiento por 70 millones, la mayor cantidad desde que en 2003 y un 18% más que el año pasado. Por otro lado, los planes de expansión de Mercadona están enfocados en sacar más rendimiento a sus establecimientos, por eso lo que están haciendo es vender los locales más antiguos y en zonas que han perdido población y actividad, y abrir unos pocos nuevos en grandes ciudades como Madrid, donde hay más demanda.
Expansión a Portugal. Y no sólo eso, entre la estrategia de la cadena también se encuentra duplicar la inversión en Portugal hasta los 280 millones de euros en 2023 para construir el futuro Bloque Logístico de Almeirim y a la apertura de diez nuevas tiendas, la primera de ellas en mayo. En concreto, las localidades elegidas serán Marco de Canaveses, Braga, Lousada, Gondomar, Seixal (Corroios), Sintra (Mercês y Massamá), Torres Vedras, Vila Franca de Xira (Alverca) y Figueira da Foz. Por lo tanto, la empresa cerrará el año con 49 supermercados en el país vecino.
Invertir en mantener lo que tiene. Como decíamos antes, los planes han pasado en centrarse en renovar sus activos inmobiliarios, mejorando su tecnología y reformando sus infraestructuras, a la vez que trata de hacerlas más eficientes. Tal y como explicamos en este artículo hace unos meses, Mercadona va a invertir 21 millones de euros en instalar puntos de recarga de coches eléctricos en los aparcamientos de sus tiendas, siendo ya uno de los principales impulsores privados dentro del mapa de la infraestructura de recarga en España.
Ser la mejor cámara del año. Este y no otro es el principal objetivo del Xiaomi 13 Ultra. Tras un Xiaomi 13 Pro que llegaba de la mano de Leica, pero con una cámara que no logró colarse en nuestro top 3, el reto es volver a exprimir el hardware y el software para refinar los resultados. El Xiaomi 13 Ultra es la máxima representación de lo que debe ser un gama alta: componentes de primera línea, un diseño que rezuma grandeza y una combinación de cámaras que no puede pintar mejor.
Tras nuestras primeras impresiones, ya tenemos nuestro análisis en profundidad de este Xiaomi 13 Ultra. Si es o no la mejor cámara del año es algo a lo que responderemos a lo largo de este análisis. Lo que sí te podemos adelantar es que es, con diferencia, el mejor móvil que jamás ha fabricado Xiaomi.
Wow. Es lo primero que pensé cuando saqué el Xiaomi 13 Ultra de su caja. El Xiaomi 13 Pro, pese a tener un acabado cerámico, no me terminaba de convencer. Se sentía premium, pero tosco, además de ser bastante sucio en su parte trasera. El Xiaomi 13 Ultra está acabado en aluminio y cuero sintético, haciéndose bastante complicado transmitir las sensaciones que produce en mano.
Es, bajo mi punto de vista, el mejor acabado en cuero sintético que he probado. Tiene la curiosa peculiaridad de que su parte trasera no es completamente plana: el módulo es tan alto que el propio cuero tiene un pequeño escalón progresivo para acompañarlo. Este atentado contra la simetría es, curiosamente, más que bien recibido. Al estar en la parte superior del cuerpo, este escalón no se siente al tacto. Lo único que sentimos es el frescor del aluminio y el buen agarre de este cuero, que ni se ensucia ni atrae demasiado el polvo.
Cuenta con un módulo de cámaras sencillamente descomunal. Es el precio por montar un sensor de una pulgada junto a otros tres de un tamaño nada desdeñable. La única razón para usar funda (la cual se incluye en la caja, en plástico rugoso y de excelente calidad), es proteger este gigantesco anillo de cámaras, recubierto por una fina capa de pintura dorada que le da un toque bastante premium cuando lo vemos en persona.
El teléfono es bastante grueso y pesado, aunque los bordes planos hacen que sostenerlo en mano sea bastante agradable. No recuerdo, al menos en teléfonos de este tamaño, haber usado una pieza que se sienta tan premium y bien rematada. Hay móviles con cuero sintético, pero ninguno como este. Si le damos la vuelta al teléfono, encontramos la principal pega.
Por delante, el Xiaomi 13 Ultra es uno más en el club del bisel inferior de tamaño nada desdeñable y el agujero frontal. He de decir que, a la hora de usarlo, el bisel inferior no se nota tanto como pudiera parecer en las imágenes. El aprovechamiento frontal, según GSMArena, es del 89.5%, misma cifra que en un S23 Ultra de Samsung. No obstante, teniendo en cuenta que es el serie 13 más caro, se hubiera agradecido un trabajo adicional con este apartado.
La botonera está bien rematada, acabada en aluminio y con los dos botones en una posición casi perfecta. En definitiva, uno de los mejores acabados que hemos visto nunca en un teléfono Android, y la prueba de que todavía había margen para crear un dispositivo todavía más premium que el Xiaomi 13 Pro.
Pantalla: la trampa del brillo típico y el brillo pico
Los fabricantes Android están jugando de forma cuestionable a la hora de vendernos el brillo máximo de sus teléfonos. La característica estrella de este Xiaomi 13 Ultra es su pico de brillo de 2.600 nits. OPPO hizo lo propio con su Find X6 Pro, afirmando que brillaba hasta los 2.500 nits. Esta cifra les permite situarse, sobre el papel y de cara al marketing, por encima de los 2.000 nits que tan solo Apple había alcanzado. Es una verdad a medias.
Los 2.600 nits se restringen a pequeñas zonas blancas de la pantalla en contenidos HDR. El pico real de todo el panel es de 1.300 nits
El pico real de brillo de este teléfono es de 1.300 nits (HBM, High Brightness Mode), quedando los 2.600 nits reservados para pequeñas zonas blancas de la pantalla reproduciendo contenidos HDR. Esto hace que el iPhone 14 Pro siga siendo el único teléfono del mercado con 2.000 nits en modo HBM. No obstante, forzando desde los ajustes que el teléfono brille un poco más al sol, el panel es más que digno bajo fuerte incidencia de luz solar (si no activamos este modo de brillo extra, al panel le falta chicha al sol).
Tanto es así, que hemos usado nuestro luxómetro para medir los resultados en una app cotidiana, como Telegram. El Xiaomi 13 Ultra ha brillado menos (casi la mitad de luxes) que un Samsung Galaxy S23 Ultra y un iPhone 14 Plus (este último con 800 nits “tan solo” de brillo pico). La prueba de que una cosa son los nits que nos prometan, y otros los nits reales a los que llega la totalidad del panel.
Hablamos de 6,73 pulgadas, con tecnología AMOLED y resolución Quad HD+. Es un panel LTPO de tercera generación, con refresco adaptativo de 1 a 120 Hz. La pantalla que se espera de un gama alta, con las correspondientes curvas de las que Xiaomi dota a su gama alta. Esta batalla está perdida: las curvas son molestas, generan problemas con toques fantasma de vez en cuando y no tienen utilidad funcional. Seguiré soñando con un Xiaomi de la gama más alta con pantalla plana, como en el Xiaomi 13.
Un punto habitual en gama alta es que el teléfono viene configurado en Full HD+. Tras probar las nuevas hornadas de paneles AMOLED, podemos asegurarte que no hay un impacto significativo en autonomía, por lo que recomendamos configurar el panel en su máxima resolución y disfrutar de una tecnología por la que, a fin de cuentas, estamos pagando.
A nivel de calidad, no tengo nada que achacarle. La interpretación de color es más que correcta, los ángulos de visión (salvando la sombra que generan las curvas) son prácticamente perfectos sin el menor azuleo y tenemos varias opciones para cambiar su esquema de color.
Respecto a las configuraciones, Xiaomi ofrece bastantes posibilidades:
El apartado auditivo de este teléfono nos recuerda al que vimos en el Xiaomi 13 Pro. A nivel de volumen máximo no tenemos queja alguna: es uno de los móviles con más contundencia en lo sonoro. No obstante, a nivel de calidad final y ecualización queda lejos de ser perfecto. Notamos cierta distorsión en los rangos más altos de volumen y los medios y agudos enmascaran unos graves que no se llegan a apreciar.
Vienen potenciados por Dolby Atmos, amén del ecualizador nativo de MIUI con distintos perfiles (rock, jazz, pop, etc.). También destacable el subapartado de la respuesta háptica. Podemos ajustar al gusto la intensidad con la que vibrará el teléfono al interactuar con él, un punto muy a favor de MIUI en este aspecto.
Rendimiento: lo mejor de Qualcomm muy bien domado
Estamos más que satisfechos con el rendimiento de este Xiaomi 13 Ultra. La configuración es prácticamente idéntica a la de su hermano menor, el Pro. Hablamos del Qualcomm Snapdragon 8 Gen 2, acompañado en este caso de 16 GB de RAM LPDDR5 y 512 GB UFS 4.0 de memoria interna (hay versiones por debajo de la misma). El móvil, tal y como se espera de tamaña configuración, vuela en todos los sentidos.
Como aclaramos en el Xiaomi 13 Pro, destacar que este teléfono tiene sensor de proximidad físico.Xiaomi está renunciando al problemático sensor de sus generaciones anteriores, por lo que este hándicap que tenían los Xiaomi en lo largo y ancho de sus gamas está desapareciendo.
Xiaomi 13 Ultra
Honor magic5 pro
ONEPLUS 11
IPHONE 14 PRO
SAMSUNG GALAXY S23+
PROCESADOR
Snapdragon 8 Gen 2
Snapdragon 8 Gen 2
Snapdragon 8 Gen 2
Apple A16 Bionic
Snapdragon 8 Gen 2 (for Galaxy)
RAM
16 GB
12 GB
16 GB
6 GB
8 GB
GEEKBENCH 5/6 (SINGLE/MULTI)
1.982 / 5.492 (6)
1.914 / 5.049 (6)
1.176 / 4.960 (5)
2.508 / 6.306 (6)
2.019 / 5.308 (6)
3D MARK Wild Life Unlimited
13.978
13.741
14.018
12.344
14.250
3D MARK Wild Life Stress Unlimited
13.926 / 12.788
13.765 / 9.226
14.250 / 11.186
12.344 / 7.931
14.018 / 13.968
PCMARK WORK
15.048
14.897
11.406
–
15.823
Los test sintéticos nos muestran un teléfono con mucho músculo, a la altura de los mejores. En el test de CPU se ha comportado muy bien, cayendo tan solo en un 14% pero manteniendo un ritmo algo por encima del que vimos en el Xiaomi 13 Pro. Lo mismo ha sucedido en 3Dmark y su test de GPU de 20 minutos. Ha logrado un 90% de estabilidad en lugar del 99% que vimos en el Pro pero, a cambio, la puntuación es mayor.
Del rendimiento nos quedamos con que estamos ante uno de los teléfonos que mejor se mueve del mercado. La versión con 16 GB es todo un salvavidas de cara a futuro, siendo uno de los pocos teléfonos que permiten una configuración de este tipo.
Respecto al ejercicio de disipación térmica, la cámara de vapor cumple de forma sobrada su función. Incluso estos días calurosos y tras intensivas jornadas de uso, no hemos logrado disparar la CPU más allá de los 43 grados.
Biometría
A nivel biométrico podríamos copiar y pegar lo que experimentamos con el Xiaomi 13 Pro. Hablamos de un teléfono que combina reconocimiento facial 2D y lector de huellas bajo la pantalla. Ambos funcionan de forma bastante rápida, con la principal pega de que el reconocimiento facial 2D no es demasiado seguro.
MIUI 14, el gran reto de este teléfono
Al haber viajado hasta China para probar este teléfono, la ROM que hemos usado no es la global, sino la asiática. Es llamativo que, pese a ser una ROM china, tras llegar a España hemos podido instalar todas las aplicaciones de Google. Primero instalando Play Store desde la propia tienda de Xiaomi, y después gestionando todo desde la tienda de Google.
Más allá de estar en inglés y venir hasta arriba de servicios chinos, MIUI sigue siendo MIUI, y eso no es una buena noticia. Pese a que Xiaomi tiene un brutal recorrido en Europa, su ROM sigue pensada principalmente para el mercado asiático. MIUI 14, casi indistinguible respecto a MIUI 13, sigue siendo un sistema alejado de las líneas Material You de Google.
La ROM china suele ser la más optimizada. En este caso no hemos tenido bugs de ningún tipo
A nivel de rendimiento y bugs no hemos sufrido apenas nada en esta semana de uso. El teléfono se comporta bien, no ha habido cierres ni lag, así como tampoco comportamientos extraños. Si no nos choca la interfaz y comportamiento de la ROM, no tendremos menor problema al usarla, aunque desde aquí seguiremos pidiendo un sistema más limpio y más cercano a las propuestas de Google.
En el lado positivo, destacar que MIUI viene repleta de aplicaciones propias, un motor de temas, una genial galería que permite eliminar personas y editar fotografías a un nivel bastante alto, así como un rico mundo de subajustes para personalizar el teléfono a nuestro gusto.
El soporte será clave en este teléfono, que llega con Android 13 y el parche de seguridad de marzo. Para su gama alta, Xiaomi promete tres años de actualizaciones (este teléfono debería llegar a Android 16) y un año adicional de parches de seguridad. El principal punto es que las actualizaciones de Xiaomi suelen estar bastante enmascaradas con MIUI, y es frecuente que no se implementen muchas de las funciones clave que propone Google.
Autonomía: un salto atrás, un salto adelante
Respecto a la autonomía, hemos notado un pequeño salto adelante respecto al Xiaomi 13 Pro. En primer lugar, tenemos una batería de 5.000mAh frente a los 4.820mAh de su hermano menor. No solo afecta la mayor capacidad de batería, sino el contar con un panel LTPO de tercera generación más eficiente. Hemos notado un consumo más comedido en consumo multimedia, lo que permite que el teléfono no se drene en uso básico.
Hemos medido un consumo algo más alto a la hora de jugar. Por ejemplo, 20 minutos de ‘PUBG: New State’, devoran cerca de un 10% (con los gráficos al máximo, claro está). La autonomía sigue sin ser de las mejores en la gama alta, pero en este caso llegamos al día de uso más holgados.
Mi uso de pantalla es ligero, por lo que me he movido por debajo de las 3h diarias con más de un 50% restante. En uso intenso, sobrepasamos las 6 en un día
En el ciclo más exigente, logré unas seis horas de pantalla en un día y medio. En mi uso habitual, hablamos de entre 2:30 y 3 horas de pantalla con algo más de un 50% de batería restante, tras jugar, usar la cámara y aplicaciones de consumo multimedia como YouTube. He configurado el teléfono en Quad HD+ y he dejado la tasa de refresco en 120 Hz.
La carga rápida, curiosamente, es de 90W. Servidor no tiene menor problema con esta cifra, que permite cargar el dispositivo al completo en unos 40 minutos y llegar al 50% desde el 0% en unos 15. El asunto aquí es el Xiaomi 13 Pro, más económico, cuenta con 120W. La carga rápida inalámbrica es de 50W y contamos también con carga inalámbrica reversible.
Esto no es un teléfono. Esto es una cámara
Que no te engañen los números: esta cámara no tiene nada que ver con lo que vimos en el Xiaomi 13 Pro. Empecemos destripando sus sensores:
Sensor principal: 50.3 MP, f/1.9 o f/4.0 (apertura variable), 23mm, 1 pulgada, OIS. Sony IMX 989.
Sensor ultra gran angular: 50 MP, f/1.8, 12mm, ultra gran angular sin OIS, 1/2.51″.
Sensor ToF 3D.
Cuatro cámaras, una de una pulgada y otras tres IMX 858 de Sony, no tan grandes, pero capaces. El sensor principal es el mismo del Xiaomi 13 Pro, pero los otros tres sensores cambian. También cuenta con una lente mejor y, lo más importante, los algoritmos de procesado cambian casi al completo. Esto es lo más importante en la fotografía computacional.
Antes de hablar de la aplicación de cámara y los resultados de este teléfono, tenemos que hablar de una pieza que lo convierte en una propuesta aún más interesante. Xiaomi ha ideado una funda a la que se le puede acoplar un grip. Y es de lo mejor que he probado nunca.
El accesorio que me enamoró
Este teléfono está más enfocado a acercarse a una cámara profesional que cualquier otro que haya ahora mismo en el mercado, así que empezaremos hablando del accesorio que nos permite “convertirlo” en una cámara digital. Se trata de dos elementos: una funda y una agarradera que se acoplan perfectamente. Algunos, en las primeras impresiones, teníais la duda de si la agarradera afectaba a la pantalla: la respuesta es que ni lo más mínimo.
El accesorio es sencillamente brutal, y cambia por completo la experiencia a la hora de disparar. El obturador es de calidad, la ruleta nos permite cambiar entre las distintas longitudes del zoom y… qué rayos, hace que la experiencia tomando fotos sea mucho más divertida. A esta funda más agarradera se le suman un adaptador para filtros de 67mm, así como una pequeña tapa. La tapa me parece clave para proteger la lente de suciedad. Absolutamente todo bien con el accesorio. Queda por conocer su precio en España, eso sí. Rondará los 100/150 euros.
Aplicación de cámara
He podido probar la versión china del Xiaomi 13 Pro, por lo que la aplicación de cámara tiene una interfaz algo distinta. No hay integración con Google Lens y algunos menús están distribuidos de forma distinta respecto a la ROM europea. No obstante, hay algunos puntos a destacar.
El primero me ha sorprendido, para bien y para mal. Por fin, podemos disparar en RAW a 50 megapíxeles. ¿Por qué es tan importante esto? Porque contando con un sensor de una pulgada es de capital relevancia poder aprovechar el hardware al completo, y eso solo se logra con el RAW. En el Xiaomi 13 Pro, con el mismo procesador y el mismo sensor, Xiaomi capaba el RAW a 12.6 megapíxeles, algo sencillamente incomprensible. Son muchos los fabricantes Android que hacen esto, a excepción de Samsung y su brutal RAW de 200 megapíxeles, por lo que agradezco enormemente que Xiaomi permita sacar el máximo partido al sensor.
Velocidad de disparo y RAW en 50 megapíxeles. No le pedía mucho más a la app de cámara de un Xiaomi
El otro punto es que la velocidad de obturación es mucho mejor en este Xiaomi 13 Ultra. De hecho, es de los pocos que está a la altura del iPhone 14 Pro (al menos de día, de noche es otro cantar). Estos dos puntos son clave para aquellos que priman la fotografía frente a cualquier otra capacidad del teléfono. Seguimos echando en falta, eso sí, procesado del HDR en tiempo real como hacen Google y Apple. De momento, es una batalla perdida.
Más allá de estos dos puntos, la app de cámara es bastante completa, y cuenta con la peculiaridad de poder desactivar la marca de agua de Leica una vez estamos en la galería, con la foto ya hecha. En algunas de las fotografías verás esta marca de agua, ya que nos ayuda bastante a comprender cómo ha disparado el teléfono (ISO, velocidad de obturación, sensor, etc.). Al igual que en el Xiaomi 13 Pro, tenemos dos modos de disparo: Leica Authentic y Leica Vibrant. Sus nombres no les hacen justicia. El modo Vibrant es el más fiel a la realidad, quedando el Authentic reservado para algunos disparos en los que buscamos algo más de dramatismo.
Fotografía con el sensor principal
Han sido necesarias unas cuantas horas comparando con los mejores pero, venga, lo diré: esta es la mejor cámara que he probado en modo automático. Al menos, bajo mi perspectiva de lo que debe ser la fotografía móvil. Comentaré primero alguna debilidad del modo automático con la cámara principal, ya que todo lo demás es bueno.
La primera es que la IA sobresatura algunas fotografías, sobre todo aquellas en las que detecta comida. No depende del perfil Vibrant o Authentic, simplemente, interpreta así el color. No obstante, no es un ejercicio de sobresaturación molesto. Se respeta la tonalidad de color, pero con ese toque adicional de saturación.
La segunda pega es que, en algunas ocasiones, el punto de exposición y HDR no es perfecto. Comparando con rivales directos, a veces, tenemos exposiciones ligeramente elevadas. No obstante, no es algo demasiado problemático: no es un teléfono que queme el cielo de forma habitual. Salvando esto, hablemos de lo bueno, porque esta es la cámara que llevaba esperando desde hace dos años.
Xiaomi hizo algo muy curioso en la presentación de este teléfono: criticó el sharpening del iPhone 14 Pro. El sharpening es el ejercicio por parte de los fabricantes mediante el cual se fuerza de forma artificial el detalle. No es una mala práctica per se, pero en los últimos años se está abusando de ella hasta el punto de perder toda naturalidad en las fotografías. No es un asunto del 14 Pro, absolutamente todos sus rivales en la gama alta lo hacen, incluido el Xiaomi 13 Pro.
El nivel de detalle fino es enfermizo. Los bordes de las letras no pueden estar mejor definidos
Espectacular. No tengo otra forma para definir el detalle fino del Xiaomi 13 Ultra. Los algoritmos de procesado hacen lo que deben: dejan la nitidez a manos del gigantesco sensor de una pulgada y, aunque el procesado no es impecable, las texturas y bordes no vienen definidos por el software, sino por el músculo del sensor.
Es difícil transmitir la importancia de este giro en el procesado de Xiaomi sin comparar de tú a tú con el resto de rivales, pero puedo garantizar que esta cámara es un soplo de aire fresco en una gama premium repleta de fotografías ultraprocesadas. El OIS permite disparar en obturaciones lentas (como la 1/58s de este ejemplo), sin trepidaciones y con un ISO de tan solo 100 en interiores. Disparar en ISO bajo incluso en condiciones de luz no del todo favorables evita que el teléfono tienda a lavar la imagen por querer reducir ruido (a menor ISO, menor ruido).
La naturalidad del 2x es brutal.
Disparar en 1x (ampliado a 2x), en media luminosidad, tiene ventajas a la hora de que el teléfono entienda cómo exponer.
Contar con tamaño sensor y 50 megapíxeles permite disparar en 2x sin pérdida de calidad. Xiaomi no explicó si realiza un recorte de los 50 megapíxeles o si aplica simplemente dos aumentos digitales a una fotografía ya hecha. Bajo nuestras pruebas, parece hacer lo primero (obtener el archivo RAW a 50 megapíxeles y sacar el recorte del 2x a JPEG desde ahí), la solución más óptima. De hecho, en modo de 50 megapíxeles no podemos disparar en 2x, lo cual descarta directamente una ampliación digital.
Sí que hemos notado que, en ocasiones, le cuesta algo captar el punto de enfoque (el ejemplo que hemos puesto más arriba no está 100% enfocado y, aún así, es bestial en detalle). Esto previsiblemente se solucionará fácilmente por software (de hecho, estos días hemos recibido una actualización que prometía optimizar las fotografías aún más).
F/1.9 vs F/4.0
Por último en lo respectivo a luz diurna y media luz, comentar la opción de apertura variable. Esta nos permite jugar entre f/1.9 y f/4.0. La primera está pensada para disparos en los que queremos cierta presencia de bokeh y la máxima luminosidad. La segunda, para escenas en las que queremos más parte de la escena bajo foco. Siendo honesto, he dejado la cámara configurada en f/1.9 (podemos dejarla en automático o en f/4.0), ha sido una función a la que en el día a día no he logrado sacar partido.
Llevábamos tiempo sin ver esta cantidad de detalle en fotografía nocturna.
Al caer la noche, el nivel se mantiene. De nuevo, wow. Al igual que con la cámara comportándose de día, no tengo demasiadas dudas en que esta será la mejor (o si no, una de las tres mejores) cámaras en el apartado nocturno. A nivel de detalle fino (podéis verlo en las pequeñas letras y tipografías de la máquina blanca que aparece en la foto), llevaba tiempo sin ver algo así.
Relevante destacar, asimismo, el buen control de las altas luces. Es una escena en la que hay que controlar cielo, los neones que recubren los tejados, elementos inferiores iluminados de forma artificial… Todo queda bien controlado, con un balance de blancos neutro y todo en su sitio.
De nuevo, apreciamos ese ejercicio de ligera sobresaturación (ese rojo no era tan rojo), un pecado que perdonamos observando los resultados. Viendo los metadatos de la fotografía observamos que, en este caso, se dispara en un ISO muy alto (2000) y, aún así, no hay rastro de lavado. Xiaomi, esta cámara es sencillamente ejemplar.
Ultra gran angular y teleobjetivos
Al Xiaomi 13 Pro le bastaba con un teleobjetivo de 75mm. Al Ultra, no. Este teléfono cuenta con un segundo teleobjetivo de 120mm, cinco aumentos ópticos a los que se le puede sacar mucho partido. A tal punto llegan, que más del 90% de las fotografías que he tomado con este teléfono han sido o bien con los teleobjetivos o con el 2x anteriormente descrito.
No tengo claro que sea el rey aquí, ya que los teleobjetivos 3x y 10x del Samsung Galaxy S23 Ultra tenían mucho que decir. Salvando esa comparativa que quedo con ganas de hacer, la versatilidad de contar con cuatro sensores es fantástica. Hay consistencia entre sensores, y la única pega que tengo es la misma del 2x: en objetos cercanos le cuesta bastante enfocar.
El ultra gran angular es el patito feo de entre todas las cámaras con las que cuenta este teléfono. No me ha gustado cómo resuelve las esquinas, que quedan faltas de nitidez, algo difusas. Es un flagship es de obligatoria presencia, pero pasarás más tiempo jugando con los teleobjetivos que utilizando este sensor.
RAW y 50 MP: no paran de llegar las buenas noticias
El detalle a 50 MP. No necesita muchas explicaciones.
El modo de 50 MP es una vuelta de tuerca a un detalle fino que ya era alto. De nuevo, encuentro esa naturalidad que llevo pidiéndole a Xiaomi desde que encontrase su punto álgido en el Mi 11 Ultra, encadenando posteriormente generaciones que volvieron a caer en el procesado artificial. He de decir que, tan alto es el nivel de detalle en modo auto de 12 MP, que los 50 MP no se me antojan tan atractivos para el día a día. No obstante, es la muestra del músculo de este sensor.
Xiaomi no solo ha logrado un RAW de 50 megapíxeles, sino que tiene un modo Ultra RAW que saca su máximo potencial
Sobre el RAW, ahora sí podemos disparar en 50 megapíxeles. Los archivos que encontrarás al disparar en este modo son sencillamente brutales a nivel de detalle. Además, Xiaomi ha logrado algo que nos ha sorprendido: un modo de RAW procesado que realmente vale la pena. Me explico.
Los mayores exponentes en RAW actualmente son Samsung y Apple (si me apuras, el RAW de Google no está nada mal). Samsung tiene Expert RAW y el modo de RAW “bruto” (cuando disparamos en modo Pro en RAW, sin procesado de ningún tipo). Expert RAW procesa la imagen para tener algo más de rango dinámico. Algo similar pasa con el ProRAW de Apple: es un RAW procesado con apilamiento de imágenes, para obtener mayor rango dinámico.
Expert RAw vs RAW
Xiaomi ha logrado una solución intermedia: un Ultra RAW con mayor calidad pero la misma naturalidad que el RAW, con menos ruido y que mantiene la nitidez de un RAW “bruto”. Con el ejemplo que vamos a darte lo entenderás aún mejor.
Nada como un interior poco iluminado pero con cierta carga de altas luces para probar un archivo RAW. ¿Qué pasa si ampliamos la imagen?
Ultra RAW vs RAW. Se aprecia menor ruido sin pérdida de nitidez.
Ultra RAW ofrece un archivo más rico, sin mucho más margen de cara a editar y sin incrustación de perfil para Adobe Lightroom (el rango dinámico parece la principal limitación del RAW en este teléfono), y sin rastro del sobreprocesado que tienen algunos de sus rivales. He querido comparar también, junto a mi compañero Antonio Sabán, cómo se comporta el modo automático de 12 megapíxeles frente a un archivo RAW relevado en 12 megapíxeles.
Recorte de la fotografía anterior. RAW exportado como JPEG 12 vs 12 MP auto
Pues, sí. Sí había algo de sharpening en el modo auto. También es curioso cómo el algoritmo parece forzar la nitidez por distintas partes de la imagen, acabando con el propio bokeh de la misma. La naturalidad del RAW saca a relucir que aún seguimos lejos de un JPEG perfecto, notándose el procesado que lleva encima este último archivo. No obstante, como hemos visto a lo largo de la review, tenemos un modo automático brillante. Si queremos ese plus, siempre podemos recurrir a los 50 megapíxeles en JPEG o RAW.
Modo retrato
Vamos a encadenar los tres puntos débiles de esta cámara: ultra gran angular, retrato y… spoiler, el selfie. El modo retrato no nos ha gustado demasiado. El bokeh es demasiado artificial, y todo ese mimo que se ha puesto en lograr que el detalle de las fotografías sea lo más natural posible, se diluye al activar este modo.
Al contar con distintos teleobjetivos, tenemos múltiples distancias focales para disparar los retratos, pero ninguna de ellas nos ha convencido. Podemos regular la cantidad de desenfoque tanto antes como después de hacer la fotografía, pero el problema aquí no es tanto la cantidad del mismo sino su calidad.
Selfie
El selfie desentona por completo con lo que hemos visto en el resto del dispositivo. Ya te he adelantado que el Xiaomi 13 Ultra tiene, al menos hablando de sensor principal y modo automático, una de las mejores cámaras del momento. Con la misma seguridad puedo contaros que el selfie es de los más justos que he visto. Falta detalle, control de la exposición, naturalidad en el color.
Vídeo
Cuando llegamos al vídeo en la gama alta Android, suelen llegar las decepciones. No es el caso de este Xiaomi 13 Ultra, que ha sorprendido de forma notable. Incluso en el peor escenario: grabando en 4K con el teleobjetivo 5x en interiores, lo ha hecho de forma notable. El principal pero que le podemos poner es que el control de altas luces no es perfecto, sobreexponiendo un poco en algunos casos.
Recorte de imagen en el 8K.
Pese a esto, uno de los vídeos más nítidos que hemos probado en la gama alta. Tenemos posibilidad de grabar hasta en 8K a 24 FPS. La nitidez en este modo de grabación es impresionante, aunque tanto el peso como los 24 FPS son una importante barrera a la hora de grabar en esta resolución. La cámara selfie solo graba en 1080 30 FPS, de nuevo, un punto de difícil explicación.
Xiaomi 13 Ultra, la opinión de Xataka
El Xiaomi 13 Ultra aún no se ha puesto a la venta a España, pero lo hará. El Xiaomi 13 Pro tiene un precio de 1.399 euros, por lo que será sencillo que este modelo rompa la barrera de los 1.500 euros. La fotografía es su principal argumento, y es que aún compartiendo sensor principal con el 13 Pro, los resultados son notablemente mejores. Para servidor, esta es la mejor cámara en disparo automático, aunque una cámara no es solo eso: es también retrato, selfie, gran angular, zoom y demás puntos en los que no está claro que sea el número uno.
A nivel de equilibrio general, poco se le puede achacar a este teléfono. Cumple punto por punto y es la prueba de que Xiaomi puede competir de tú a tú con los mejores. Salvando que MIUI 14 no es nuestra ROM de preferencia, el teléfono tiene sólidos argumentos para justificar su ticket final (vistos los desbocados precios de la gama alta premium actual).
El Xiaomi 13 Ultra pone sobre la mesa la problemática que llevamos criticando desde hace un par de años: el sharpening se nos está yendo de las manos
El punto más importante en opinión de servidor: la filosofía de este teléfono. Xiaomi ha puesto sobre la mesa una problemática que llevamos criticando desde hace generaciones: la fotografía móvil es cada vez menos natural. El sharpening excesivo está normalizado, y Xiaomi ahora quiere dar pasos atrás para volver a esa naturalidad que llevábamos sin ver desde el Mi 11 Ultra.
9,2
Diseño 9,75
Pantalla 9,5
Rendimiento 9,75
Cámara 9,75
Software 8
Autonomía 8,25
A favor
La cámara es la gran esperanza de la fotografía computacional. Hay una vida sin sharpening.
El diseño es superlativo.
A nivel de rendimiento no hay queja alguna.
En contra
MIUI 14 es el mayor lastre de este dispositivo.
El selfie a 1080p y el modo retrato.
Si el Xiaomi 13 Pro cuesta 1.399 euros, este no será para nada económico.