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July 3, 2023

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El límite de dinero en efectivo con el que puedes viajar si no quieres que te multen: esto advierte Hacienda

El límite de dinero en efectivo con el que puedes viajar si no quieres que te multen: esto advierte Hacienda

A unos días de comenzar julio, nos adentramos en el periodo vacacional, una época donde los viajes al extranjero movilizan curiosamente a un grueso de la sociedad a hacer lo que más odia: llevar dinero efectivo encima. Acobardados por pagar unas comisiones bancarias de infarto o tener que arriesgarse a perderse en ciudad ajena buscando cajeros automáticos, cientos de turistas españoles optan por llevar un buen fajo de billetes en la maleta y solventar cualquier contratiempo.

¿El problema Que viajar con más dinero efectivo del permitido es ilegal. Y por tanto puedes ser multado por ello.

¿Qué cantidad es la permitida La Agencia Tributaria señala que se puede viajar con dinero en efectivo, pero si esa cantidad supera los 10.000 euros se debe notificar con una declaración previa. También sucede en España: si los viajes se producen dentro de nuestras fronteras el límite se sitúa en los 100.000 euros. No obstante, las autoridades también pueden actuar e intervenir importes inferiores a 10.000 euros cuando “existan indicios de una vinculación a actividades delictivas”, recoge la institución en su web.

Lo establece el artículo 5 de la Ley 19/1993, que regula las medidas de prevención del blanqueo de capitales. Tal y como explica Hacienda, se trata de una medida para evitar el fraude fiscal y vigilar todas las operaciones de entrada y salida de dinero en el país.

¿De cuánto es la multa Las personas que viajen con dinero en efectivo por encima de las cantidades mencionadas y no lo hayan declarado ante los Servicios de Aduanas o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado podrán enfrentarse a multas que van desde los 600 euros hasta los 5.000 euros (o el 50% del valor del dinero que se intentaba transportar). Además, las autoridades tienen el poder de intervenir la totalidad de ese efectivo, dejando al usuario sólo con el mínimo necesario para la supervivencia.

¿Qué hacer en estos casos? Para no correr el riesgo, los ciudadanos deben declarar y legalizar estos movimientos. ¿Cómo? A través de un formulario S-1 en el que hay que cumplimentar los datos personales de la persona que lleva el dinero y los del propietario de ese dinero, además de dar información sobre la procedencia del mismo: de dónde sale y a dónde va. También se debe rellenar un formulario online que se presentará en la aduana o en la autoridad competente a la entrada y salida de cada país.

También afecta a los pagos. No sólo se trata de transportar dinero, también de usarlo. El Gobierno sacó adelante en 2021 la ley de lucha contra el fraude. Y una de sus medidas principales fue la reducción de los pagos en efectivo en operaciones en las que estuviesen implicados profesionales. Tal y como se recoge en el artículo 18 de la ley, se redujo de 2.500 a 1.000 euros el límite de pago en efectivo para las operaciones en que alguna de las partes que intervengan lo haga “en calidad de empresario o profesional”. En el caso de particulares con domicilio fiscal fuera de España, esa limitación es de 10.000 euros.

Y hay que aclarar que ese límite no se aplica a los pagos realizados en entidades de crédito ni a las operaciones de cambio de moneda en efectivo realizadas por los establecimientos autorizados para el cambio de divisas.

Mecanismo contra el blanqueo. Incumplir estos límites también supone “una infracción administrativa grave” que conlleva sanciones. Concretamente, el artículo 7 de la Ley 7/2012, establece que la base de la sanción “será la cuantía pagada en efectivo en las operaciones de importe igual o superior” y que “la sanción será del 25% de esa cantidad pagada”, lo que equivale a entre 250 y 2.500 euros de multa.

Tal y como argumenta el Gobierno, el uso de efectivo para transacciones tan grandes “es un mecanismo de sobra conocido para el blanqueo de capitales y para evitar la correcta tributación de las rentas obtenidas en la imposición directa y del IVA devengado en la indirecta”.

Imagen: Pexels

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Adriana P

“Ya que no podía vengar a mi patria, me burlé de sus usurpadores”: el soldado que fingió ser Borbón en el ejército napoleónico

Ni por su valentía, ni por su pericia en el manejo de la espada, ni por su fina inteligencia como estratega. Si el sargento Francisco Mayoral merece ocupar un lugar destacado en las crónicas militares de la convulsa España del siglo XIX es por una habilidad bien distinta: su delirante capacidad para meter goles.

Golazos. Gloriosos tantos de vaselina en la portería del enemigo que lo han catapultado a lo más alto de la tradición picaresca patria. Y para muestra, un somero pero clarificador resumen de lo que logró en la década de 1810: abandonó Salamanca como un prisionero de las tropas de Napoleón, un donnadie del ejército español, derrotado, cansado y humillado, y una vez en Francia disfrutó de lujos y atenciones dignas de la realeza. Y no, no hablamos en sentido figurado.

Al sargento Mayoral la fama le llegó con la derrota.

En julio de 1810 se convirtió en uno de los cientos de prisioneros enviados a Francia por las tropas napoleónicas tras el cruento sitio de Ciudad Rodrigo. Poco sabemos de su historia hasta esa fecha. Se cree que nació en Ávila en 1781, que su familia se mudó poco después a Salamanca y que él se casó hacia 1800 y tuvo un retoño siete años más tarde. Lo que sí sabemos es que era sargento primero y que acabó entre los numerosos reclusos que —tras el sitio de Ciudad Rodrigo— tuvieron que trasladarse a Francia por orden del mariscal Michel Ney.

De teniente a cardenal

Second Siege Of Ciudad Rodrigo

La perspectiva de un largo cautiverio a merced de los soldados de Napoleón debió de resultarle durísima. Lo suficiente como para que el sargento pusiera en marcha su fino ingenio y se diera cuenta de una circunstancia de la que podía sacar cierto provecho: los franceses parecían tratar mejor a los clérigos, así que… ¿Por qué no echarle un poco de morro y hacerse pasar por uno de ellos? Dicho y hecho. De sargento, Francisco Mayoral pasó a fraile. O lo simuló, al menos.

No fue lo único de lo que se dio cuenta. El sargento primero no tardó en comprender que cuanto más alto era el rango del clérigo en la jerarquía eclesiástica de mayores beneficios parecía disfrutar, así que —debió de pensar por segunda vez el abulense— ¿por qué conformarse con hacerse pasar por un simple fraile? ¿Y si ya puestos a colársela a las tropas francesas lo hacía a lo grande? ¿Y si se presentaba como uno de los más altos mandatarios de la Iglesia

Con poco que perder y mucho, muchísimo, que ganar, Mayoral fue inflando su embuste hasta presentarse ni más ni menos que como el mismísimo cardenal Luis de Borbón, hijo del infante Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio y nieto del rey Felipe V. Quizás lo más sorprendente no sea que el sargento tuviese el cuajo de intentar la treta, sino que le funcionase y pudiese mantener semejante farsa durante varios años, disfrutando por supuesto de todas sus jugosas prebendas.

Difícil valorar si Mayoral era bueno, mediocre o malo como sargento. Lo que está claro es que tenía madera si no de religioso sí al menos de actor. Haciéndose pasar por el Cardenal Borbón se codeó con importantes dignatarios, ofició misas, casó a soldados de alto rango, bendijo, impartió comuniones e incluso tuteó a la realeza.

“Consiguió engañar a unos cuantos con su audaz desfachatez y enamorar a alguna que otra dama francesa”, recordaba hace años Durán López, especialista en ese período histórico y quien ha investigado al personaje. Luis María de Borbón era al fin y al cabo un miembro destacado de la familia real española, arzobispo de Toledo y Sevilla, y estaba emparentado con la emperatriz de Francia.

“Se vio empujado a caminar por la insegura cuerda floja de una farsa imposible de sostener, pero también de refrenar”, señala López. No hay cuerda sin embargo que dure mil años. Tampoco farsa. A Mayoral acabaron desenmascarándolo en 1814, probablemente para sonrojo de más de un dignatario y soldado galo. No le quedó más remedio que abandonar el lujo palaciego del que había disfrutado hasta entonces para enfrentarse a la justicia. La de este mundo. Y la divina.

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Retrato de Luis María de Borbón realizado por Goya

En 1815 las autoridades con jurisdicción militar lo acusaron de impostor y la Inquisición de blasfemo por haber suplantado a nada menos que un cardenal e impartido sacramentos. El Santo Oficio llegó a encarcelarlo, juzgarlo y condenarlo en 1818 a cuatro años de destierro en Ceuta, si bien hay quien sostiene que poco después pudo beneficiarse del Trienio Liberal, que se extendió hasta 1823.

Qué le pasó y cómo acabaron sus días, si falleció en Ceuta, logró regresar a Salamanca o se quedó en el camino, es un misterio. López explica que pasó sus últimos días arrastrándose enfermo por hospitales y cárceles y acabó falleciendo “con su identidad perdida entre las brumas de su curiosa leyenda”. En la página web Salamanca Napoleónica apuntan que en los libros de difuntos de Salamanca figura una anotación de enero de 1822 que reseña el entierro de un tal Francisco, natural del mismo obispado y del que no constan muchos más datos.

El auténtico Luis María de Borbón vivió hasta marzo de 1823.

La historia del sargento Mayoral es tan fascinante, tan rematadamente surrealista, que durante mucho tiempo se creyó que era uno de tantos relatos ficticios sobre “falsos clérigos”. Hoy sus hazañas se miran con otros ojos. Él mismo habría escrito sobre sus peripecias, un manuscrito fechado en 1816 y que se habría publicado en el siglo XIX bajo el título “Historia verdadera del sargento Francisco Mayoral” En 2009 Ediciones Espuela de Plata lo recuperó para que su biografía no se perdiera e incluyó un estudio preliminar a cargo de Durán López.

El experto reivindica que el relato es “un suceso verídico ocurrido a un soldado español de carne y hueso, que luchó contra los franceses y que tuvo la desventura de caer prisionero”. Y para confirmarlo remite a la obra ‘Los españoles en Francia 1808-1814. La deportación bajo el Primer Imperio’, escrita por Jean-René Aymes, quien habría comprobado en los archivos galos la veracidad de la peculiar historia del sargento salmantino.  La propia Eglésia Arxidiocesana de Barcelona relata en su web oficial la historia del falso cardenal y cómo fue juzgado por la Inquisición de la Ciudad Condal precisamente por haber suplantado a un religioso.

Hoy la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico (BVPB) nos permite consultar online y sin coste un ejemplar escaneado de la ‘Historia verdadera del Sargento Francisco Mayoral’, escrita supuestamente por él mismo, publicada por Espasa-Calpe y en la que el autor se jacta de sus peripecias. Al fin y al cabo quizás él sacase tajada de su embuste, pero también le sirvió para vengarse a su manera de las tropas galas. Con su engaño puso en evidencia a Francia.

“Nadie me quitará el haber salido de la miseria y pasándolo mejor que el mismo Rey Fernando, haberme burlado de una nación que ha causado la desgracia de mi patria”, recoge el peculiar relato de Mayoral: “Ya que no podía vengar con las armas a mi patria, me complací al hacer burla de los usurpadores”.

Un gol en toda regla y que ha perdurado en el tiempo.

Imágenes: Wikipedia 1 y 2

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En busca del lenguaje más antiguo del mundo (que se use actualmente): del lituano al euskera, pasando por el ge’ez y el hebreo clásico

En busca del lenguaje más antiguo del mundo (que se use actualmente): del lituano al euskera, pasando por el ge'ez y el hebreo clásico

Hace apenas unos días, un grupo de investigadores de la Universidad de Tel-Aviv presentaba una ‘inteligencia artificial’ capaz de traducir textos acadios escritos en cuneiforme hace unos 5.000 años de antigüedad. Y lo hace rápidamente, directo al inglés y con una precisión sorprendente. 

Se han traducido cartas administrativas, informes astrológicos, textos eruditos, sacerdotales o literarios… una enorme cantidad de material que va a ampliar (y mucho) nuestra comprensión del que, sin lugar a dudas, es “uno de los lenguajes más antiguos que conocemos”.

Porque las palabras, como dice el refrán, se las lleva el viento, pero las tablillas de arcilla usadas por los escribas acadios llevan cinco milenios al pie del cañón. Y, precisamente eso, es lo que me ha llevado a preguntarme… ¿cuál es el lenguaje hablado hoy en día más antiguo que existe? 

No sabía en el jaleo que me metía. Porque la verdad es que el concepto en sí mismo es (tremendamente) bastante discutible. A diferencia de la escritura, que necesitó de entornos sociales con cierto desarrollo para desarrollarse (y que por eso, dentro de las limitaciones arqueológicas básica, podemos datar con bastante exactitud), el origen de los lenguajes ‘hablados’ fue un proceso progresivo y generalizado que nos acompaña, seguramente, desde antes de definirnos como especie. 

Además, si lo pensamos un momento, no consta que existiera un momento en que la humanidad se quedó callada. Desde que empezamos a hablar, hemos seguido hablando. Los idiomas han ido cambiando, mutando, evolucionando y eso, queramos que no, eso tiene consecuencias claras: no podemos decir, a ciencia cierta, que un idioma es anterior a otro.

¿Entonces qué hacemos? ¿Cierro este artículo y me voy a otra cosa Es una posibilidad, claro. No obstante, ya que estamos aquí, podemos intentar encontrar alguna solución. Podríamos buscar, por ejemplo, el idioma que menos ha cambiado. Eso es polémico, claro.

Hace unas semanas, el New York Times publicaba un reportaje precioso sobre un dialecto perdido en el corazón de Nuevo México que no es sino castellano del siglo de oro que ha permanecido aislado durante 400 años. Usan palabras como ‘ratón volador’ para ‘murciélago’ o ‘gallina de la sierra’ para ‘pavo’. 

Es más, frases como dirían “No sé dónde está la casa” se diría “No jé donde está la caja”. ¿Podríamos decir que ese dialecto es más antiguo que los de otras zonas del español en el mundo?

 

Cambios, cambios y más cambios. Demos un paso más allá porque, “el idioma que menos ha cambiado” nos obliga a pensar en qué consideraríamos un cambio significativo. Los neomexicanos cambian nuestra ‘s’ por una ‘j’… ¿Cómo de importante es ese cambio en el conjunto de la lengua Es más… ¿Sigue siendo la misma lengua

Tenderíamos a decir que sí, claro. Sobre todo porque hay cambios muchísimo más radicales que no se consideran “una rotura” en el continuo dialectal. Entre 1200 y 1600, el inglés sufrió lo que se conoce como “el gran desplazamiento vocálico“: las vocales cambiaron de forma radical… ¿Diríamos que lo de antes no era inglés? Los expertos hablan de inglés antiguo, inglés medio e inglés moderno; pero la verdad es que difícilmente se podrían entender un londinense actual con uno del siglo XI.

Pero ¿Podríamos nosotros (sin desplazamiento vocálico por el medio) charlar con el Cid sin mayor problema Y si es que sí, ¿hasta qué momento podríamos ir retrocediendo para dejar de entender una mísera palabra de lo que dice nuestro interlocutor?

El caso lituano. Hablando de cambios, me parece relevante sacar a la palestra al que, junto con el letón, es el único idioma báltico que se conserva hablado  en la actualidad. Sobre todo porque, tradicionalmente, muchos estudiosos lo han considerado el gran idioma conservador del indoeuropeo (de los que se siguen hablando hoy). 

Y es que a pesar de haberse desarrollado como un lenguaje autónomo partiendo del protoindoeuropeo común (la misma rama de la que nacen el griego, el español o el urdu), se trata de la lengua que más se parece fonética y gramaticalmente al ‘original’. Es un argumento persuasivo, la verdad. Pero, en último término, sería como decir que el ‘rumano’ es más conservador porque mantiene las declinaciones latinas que el resto de romances hemos perdido. Sugestivo, pero debatible.

Los idiomas rituales… “Vale”, me diréis, “es difícil hablar de antigüedad en idiomas vivos, pero, Javi, no todos los idiomas están ‘vivos’ en sentido estricto”. Tendréis en mente, seguramente, los idiomas rituales: el latín católico, el hebreo  y el árabe clásico, el ge’ez entre los cristianos etíopes, el sánscrito védico o pali theravada. Es decir, tendréis en mente lenguas que se mantienen vivas ‘litúrgicamente’ (y poco más). 

En ese caso, podemos decir que son, si no lenguajes más antiguos, versiones más antiguas de idiomas concretos. Eso se ve con especial claridad si comparamos el hebreo litúrgico y el hebreo moderno: dos sistemas comunicativos radicalmente distintos, pese a venir de la misma estirpe. El problema aquí es que, en realidad, estamos dando por buenas tradiciones que, en el fondo, están en constante cambio. 

Basta con ver las diferencias que existen entre el latín eclesiástico y el clásico, para ver que por muy celosas que sean las tradiciones, nada garantiza que realmente esos idiomas se hayan quedado encapsulados en el tiempo.

Bonus track: el vasco. La soledad del vasco es algo que siempre ha resonado en nuestra mente otorgándole una antigüedad a menudo insondable. Y hay que reconocer que si los expertos que tradujeron la mano de Irulegi llevan razón y alguien escribió en el 80 antes de Cristo ‘sorioneku‘ en la plancha, la capacidad del vasco para mantener fórmulas durante miles de años es sorprendente.

No obstante, hasta los expertos más entusiasmados hablan de ‘vascónico’; porque “llamar ‘euskera’ a una inscripción de hace 2000 años sería como llamar italiano a los textos de la ciudad de Pompeya”. Es decir, que incluso en lenguas tan bien conservadas como el vasco, los cambios son tan sustanciales que (en último término) dejan claro que hablar de unas lenguas más antiguas que otras es más difícil de lo que parece.

En Xataka | Hay 7000 idiomas distintos en el mundo y en todos (los que hemos estudiado) se habla a 39 bits por segundo

Imagen | Mark Rasmuson


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China ya tiene la mayor turbina marina del mundo: palas de 123 metros y 16MW para coronarse como rey del “offshore”

China ya tiene la mayor turbina marina del mundo: palas de 123 metros y 16MW para coronarse como rey del

La eólica marina suma un titán en la costa china. Uno de récord, dotado de una potencia sorprendente que le permitirá abastecer de energía a decenas de miles de familias cada año y con unas medidas que superan a muchas torres residenciales. El operador China Three Gorges Corporation acaba de anunciar la instalación de una gigantesca turbina de 16 megavatios (MW) dotada de palas de 123 metros de longitud y una altura de buje de 152 m. Todo un gigante que, reivindican tanto los medios chinos como la propia CTG, se ha convertido en el mayor del mundo.

Impresionan sus medidas.

E impresiona su instalación.

¿Qué ha pasado? Que China Three Gorges Corporation (CTG) acaba de marcarse un tanto importante en el ruedo de la eólica offshore: hace unos días completaba el izado e instalación de una gigantesca turbina de 16 megavatios, “el mayor aerogenerador del mundo en términos de capacidad instalada”, presume la propia operadora. Ahora deberá activarla, paso que espera dar “pronto”. La gesta se ha logrado en la costa del condado de Pingtan, en la provincia de Fujian.

¿Cómo es la turbina Gigantesca. Y en el adjetivo no hay exageración alguna. Más allá de su enorme potencia, de 16 MW, el aerogenerador tiene unas medidas que superan a muchos bloques residenciales. Su buje, la pieza central que sirve de unión entre las palas y el eje, se alza a 152 metros de altura y su diámetro de rotor alcanza los 252 metros. Cada una de sus palas mide 123 m de largo, lo que les permite barrer un área de aproximadamente 50.000 metros cuadrados.

Y como los datos siempre se entienden mejor con comparativas, CTG aporta unas cuantas: el espacio que abarca equivale a siete campos de fútbol estándar y su eje se sitúa a la altura de un edificio de 52 plantas. Global Times precisa que el peso combinado de la sala de máquinas y el generador ronda las 385 toneladas.

¿Y qué potencia ofrece? El periódico va más allá y aporta algunas pinceladas extra que ayudan a entender mejor la enorme capacidad del aerogenerador. Según los datos que maneja, en condiciones de trabajo convencionales cada revolución de la turbina puede generar alrededor de 34 kilovatios-hora (kWh) de electricidad, lo que le permite generar un volumen de energía que podría cubrir las necesidades de electricidad de 36.000 familias al año. Otra forma de plantearlo: con esa capacidad China podrá ahorrarse 22.000 toneladas de carbón y 54.000 toneladas de CO2.

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¿Dónde está instalada En el parque offshore 400MW Zhangpu Liuao, localizado en Pingtan, en la provincia de Fujian, en la costa sureste de China continental. La enorme turbina de 16 MW quizás sea su “plato fuerte”, pero lo cierto es que la instalación tiene al menos otro Goliat de la eólica marina: un aerogenerador de 13 MW que se instaló también hace solo unos días.

Los datos aportados por la propia CTG el 26 de junio, cuando confirmó su instalación, da también una idea aproximada de sus dimensiones: su diámetro de rotor es de 130 m, lo que permite a la turbina abarcar un enorme área de barrido de 35.000 metros cuadrados. “Se espera que esta turbina produzca 50 millones de kWh de energía limpia anuales, cubriendo la demanda de más de 25.000 familias al año y reduciendo el consumo de carbón estándar en 15.000 toneladas y las emisiones de CO2 en 38.000 toneladas”, precisaba la operadora china.

¿Por qué es importante? Más allá de su interés técnico, su impulso a la eólica offshore y su capacidad para reducir las emisiones de CO2, las turbinas de 13 y 16 MW permiten a China sacar pecho en un campo en el que ha sabido posicionarse con fuerza: el de las energías renovables, tanto en fotovoltaica como en eólica. De la noticia se han hecho eco agencias y medios relevantes del país, como Xinhua, People´s Daily o Global Times, que incide en que detrás tiene principalmente a dos compañías nacionales: CTG y Goldwind. En mente CTG Fujian ya tendría instalar otras turbinas similares en Zhangpu, a lo largo de la costa de Fujian.

El récord podría no durarle mucho. A comienzos de 2023 otro fabricante destacado del país, CSS Haizhuang, subsidiaria de China State Shipbuilding Corporation, presentó el cubo de rotor y la góndola de lo que se plantea como un gigantesco prototipo de turbina para offshore de 18 MW. El tamaño de sus palas SuperBlade+ alcanzará los 128 metros, una marca que le permitiría barrer 53.000 m2, más que la de las nuevas turbinas que acaba de instalar CTG en Pingtan. Su capacidad será de 44,8 kilovatios-hora por revolución, con lo que sus responsables calculan que podría cubrir el consumo anual de alrededor de 40.000 hogares.

Imágenes: CTG (Twitter)

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La semana de cuatro días aún no ha llegado, pero el trabajo híbrido ya ha cambiado algo: viernes sin oficina

La semana de cuatro días aún no ha llegado, pero el trabajo híbrido ya ha cambiado algo: viernes sin oficina

El teletrabajo llegó para cambiarlo todo y, pese a que es un modelo en patente declive, su impronta se mantiene y ha evolucionado hacia un modelo de trabajo híbrido en el que los empleados pueden trabajar unos determinados días desde casa. Eso ha hecho que los días más cercanos al fin de semana sean los elegidos para no ir a la oficina y alargar un poco más la sensación de estar ya de fin de semana.

Sin asignación concreta. Las empresas no están siguiendo una pauta común a la hora de establecer el número de días de trabajo híbrido entre sus empleados e incluso la forma en la que deben consumirse esos días ya que algunas empresas están permitiendo agruparlos antes o después de las vacaciones de verano.

La tendencia más habitual entre las grandes empresas está siendo optar por tres o cuatro días de presencialidad en la oficina y uno o dos de trabajo en remoto, pero sin indicar específicamente qué días de la semana deben hacerse una o otra modalidad. Eso deja flexibilidad total al empleado para decidir cuando quedarse en casa…y ya ha decidido.

El tráfico no miente. El tráfico de las ciudades es un excelente medidor de la actividad empresarial. Sobre todo, cuando se concentra en los grandes centros financieros de las grandes ciudades, donde conviven las sedes de las grandes empresas y se aprecian de forma más gráfica el flujo de personas.

Una investigación de Financial Times basada en datos de la entidad Transport for London revela que los lunes y viernes, el volumen de desplazamientos hacia estos centros financieros se situaban en el 50% de los niveles prepandémicos, mientras que el resto de la semana se situaba en torno al 70%.

Estos datos tienen una doble lectura. La primera lectura que puede darse a ese descenso generalizado del 70% es el impacto que el teletrabajo todavía tiene en la jornada laboral, con un 30% de descenso en los desplazamientos a la oficina en un día laborable cualquiera. Pese a las reticencias de algunas empresas, el teletrabajo sigue siendo una herramienta muy efectiva para retener talento, sobre todo en el entorno tecnológico.

La segunda lectura es la predilección de los empleados por quedarse en casa los lunes y los viernes. En realidad, esto no es ninguna novedad ya que, incluso antes de la pandemia, muchas empresas ofrecíanjornadas reducidas los viernes. Sobre todo, en zonas con climas cálidos como en España. Un estudio realizado en diez ciudades de Estados Unidos por el proveedor de sistemas de acceso Kastle revelaque los americanos también son proclives a no ir a la oficina los viernes con una asistencia media de solo el 33%.

Oficinas con problemas del espacio. Antes del teletrabajo y su evolución en trabajo híbrido, las empresas tenían menos problemas a la hora de calcular su inversión en oficinas. Tienes 100 empleados, buscas una oficina para 100 empleados. Es sencillo.

Con la llegada del trabajo híbrido los cálculos se complican por que la empresa tiene un número X de empleados, pero la flexibilidad les permite elegir libremente el día que van a la oficina, por lo que no hay un porcentaje de ocupación fija y el espacio de las oficinas debe adaptarse para ser económicamente sostenible que unos días esté al 33% de su capacidad porque la mayoría de empleados están trabajando en remoto, y otros días esté cercano al 100%.

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Imagen | Pexels (Fatih Turan)


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Las ventanillas de los aviones tienen un misterioso y pequeño agujero en la parte inferior. Hay un buen motivo

Las ventanillas de los aviones tienen un misterioso y pequeño agujero en la parte inferior. Hay un buen motivo

Es un diminuto agujero en la ventanilla del avión. Un orificio que en comparación con las bonitas vistas del cielo suele pasar desapercibido, pero que si nos fijamos se aprecia perfectamente. Tras muchas horas de vuelo, uno puede preguntarse para qué sirve y por qué es necesario. Aquí os lo explicamos.

Este agujero situado en la parte inferior de cada ventana, cuyo tamaño no pasa de unos milímetros, juega un papel fundamental en evitar problemas con la presión del avión. Los aviones habitualmente vuelan a unos 10.000 metros de altura o más y en ese nivel la presión atmosférica es aproximadamente un tercio de la normal.


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