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July 10, 2023

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Adriana P

El “Matter de las lavadoras” ya está aquí: un estándar común para ahorrar energía y automatizar los electrodomésticos

El

Es muy útil controlar desde el móvil lo que tenemos en casa, pero es un fastidio tener que cambiar de aplicación porque tengamos productos de distintos fabricantes. En el caso de los altavoces y las bombillas inteligentes está solucionado desde la llegada de Matter, un estándar unificado que permite gestionar todos esos dispositivos independientemente de la marca. Sin embargo, hay muchos productos como las lavadoras, las neveras o el horno donde cada marca tiene su propia manera de hacerlos funcionar.

Afortunadamente ya tenemos una solución. Justo este 2023 se ha presentado la primera especificación y aunque todavía no hay suficientes modelos compatibles,  de cara a los próximos años los electrodomésticos inteligentes de las distintas marcas serán interoperables entre sí.

Qué es la Home Connectivity Alliance

Creada en 2021, la Home Connectivity Alliance (HCA) es la réplica de la Connectivity Standards Alliance (CSA). Estamos ante una alianza de las grandes marcas de electrodomésticos para crear un estándar común, de la misma manera que la CSA ha acabado imponiendo Matter.

De alguna manera podemos describir el estándar que prepara la Home Connectivity Alliance como el “Matter de las lavadoras” o el “Matter de los electrodomésticos”. Mientras que el original permite sincronizar por ejemplo los altavoces de Google con las bombillas de Philips, este nuevo estándar permitirá, por ejemplo, sincronizar las neveras de Samsung con el horno de Haier, pudiendo llegar a controlar uno u otro desde la aplicación de la competencia.

A principios de 2023, durante el CES de Las Vegas, se presentó la primera especificación HCA 1.0, en relación a las funcionalidades de eficiencia energética. Es solo el primer paso de lo que la industria de electrodomésticos tiene pensado ofrecer durante los próximos años. 

Porque si algo tienen los estándar es que suelen ser aceptados por los principales fabricantes. Y en la HCA tienen presencia los más grandes. Encontraremos desde fabricantes de sistemas HVAC (en inglés, calefacción, ventilación y aire acondicionado), fabricantes de electrodomésticos y de televisores. Tres sectores que se beneficiarán del estándar de la HCA. 

Quién forma parte

Actualmente hay 15 marcas que forman la Home Connectivity Alliance: AEG, American Standard, Arcelik, Beko, Electrolux, Frigidaire, GE Appliances, Grundig, Haier, Leader, LG, Resideo, Samsung, Trane y Vestel. 

Marcas tecnológicas como Samsung, Haier o LG están tanto en esta HCA como en la alianza detrás de Matter. Pero mientras en la alianza original tenemos también a Google, Amazon, Apple, Signify o Somfy, aquí tienen presencia marcas tradicionales del mundo de los electrodomésticos como Beko, Electrolux o AEG

Únicamente se echa en falta la presencia de marcas como BSH Appliances (Bosch, Siemens, Balay) o Whirlpool. En el caso de los primeros, es debido a que pretenden impulsar su propio estándar Home Connect, aunque el apoyo recibido es casi nulo más allá de las marcas del propio grupo. 

Hca Marcas

Entre los objetivos de esta organización está el eliminar los ecosistemas cerrados, permitiendo que las marcas hagan sus electrodomésticos interoperables entre sí.

La idea de HCA es trabajar conjuntamente con Matter. No se considera un rival, sino un complemento destinado a productos del hogar distintos. Mientras Matter está dedicado a la conectividad, los altavoces, bombillas y demás dispositivos inteligentes con luz, imagen y sonido; este estándar de la HCA (que de momento no tiene un nombre más específico) está enfocado a electrodomésticos, principalmente en materia de poder programarlos y sincronizar funciones energéticas, pero en el futuro también podrían llegar a intercambiar informaciones como programas de lavado, detección de alimentos o control de temperatura.

Son funciones que de momento no están incluidas en la primera especificación, pero que teniendo en cuenta lo que ya ofrecen las distintas compañías por separado, no sería de extrañar que se incorpore en el plan previsto.

Más facilidades para el usuario

Lg Thinq

Según describen desde la alianza, el objetivo principal es conseguir que “cualquier aplicación, funcione para cualquier dispositivo”. Inicialmente se “enfocarán en el 25% de las funciones que utiliza el 80% de la gente”, según Yoon Ho Chou, presidente de la HCA.

Este es un ejemplo oficial de lo que pretende conseguir la HCA: “Pongamos un consumidor que compra una lavadora y una secadora conectada de la marca A y recibe funciones como notificaciones que alertan cuando finaliza el ciclo de lavado o secado. Desafortunadamente, estas notificaciones solo se pueden habilitar a través de la plataforma de la Marca A. La interoperabilidad permite a los consumidores comprar una lavadora de la marca A y una secadora de la marca B (o viceversa) y seguir recibiendo la conveniente notificación de finalización del ciclo de lavado o secado, ya sea de la plataforma de la marca A o de la plataforma de la marca B”. Si nos fijamos en marcas, significa que los electrodomésticos de Samsung y LG funcionarán tanto desde SmartThings como LG ThinQ.

Este nuevo estándar justo acaba de llegar pero anticipa un hogar conectado mucho más cómodo para los usuarios. Un hogar donde si tenemos la nevera, el horno, la lavadora y el lavavajillas de la misma marca podremos tener muchísimas funciones sincronizadas, pero que si se da el caso de que uno de los productos es de otra marca, al menos también podremos acceder a las funciones principales desde cualquier aplicación. 

En Xataka | Matter ya es oficial: así es el nuevo estándar que permitirá interconectar los dispositivos de todas las grandes marcas


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Adriana P

El ingreso de Suecia a la OTAN está “al alcance de la mano”: así son sus envidiables submarinos de clase Gotland

El ingreso de Suecia a la OTAN está “al alcance de la mano”: así son sus envidiables submarinos de clase Gotland

La expansión de la OTAN hacia el flanco norte lleva un año estancada, aunque todo parece indicar que ahora sí se encuentra en la recta final. El propio secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, afirmó el jueves en una reunión en Bruselas con representantes de alto nivel de Turquía, Finlandia y Suecia que la adhesión de este último al bloque está “al alcance de la mano”.

El objetivo inicial era celebrar la bienvenida de Suecia en la cumbre anual de países aliados de esta semana, pero el desenlace esperado se ha dilatado debido a una serie de objeciones realizadas por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan. Recordemos que las adhesiones a la OTAN deben ser aprobadas unanimidad, es decir, por los 31 miembros, escenario ideal que hasta ahora no se ha producido.

Suecia, el miembro potencial de la OTAN que destaca por sus avanzados submarinos

Durante los próximos días asistiremos a dos importantes eventos que podrían despejar el camino de Suecia. El lunes, el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, mantendrá un encuentro cara a cara con el presidente turco. Y el martes dará inicio la esperada reunión anual de la Alianza. Si los esfuerzos dan resultado positivo, Estocolmo podrá aportar uno de sus activos estratégicos estrella a la Alianza Atlántica.

Se trata de los HMS Gotland, HMS Halland y HMS Uppland, tres submarinos de clase Gotland que destacan por sus características avanzadas. Si bien carecen de propulsión nuclear, equipan un novedoso sistema que les permite permanecer sumergidos una generosa cantidad de tiempo. Además, poseen una variada cantidad de armamento para defensa y ataque de submarinos y otros barcos.

El submarino insignia de la clase, el HMS Gotland, fue construido en el astillero sueco Kockums (desde 2014 propiedad de la empresa de defensa Saab) y botado el 2 de febrero de 1995. Los diseñadores tomaron como punto de partida la venerable y ya desaparecida clase de submarinos Västergötland e impulsaron muchas mejoras entre ellas, como decimos, un destacado sistema de propulsión.

Submarino Sueco De Clase Gotland 2

Sala de control de un submarino Gotland

Una de las desventajas de los submarinos diésel-eléctricos frente a los nucleares es que deben salir a superficie con mayor frecuencia. Esto se debe a que sus generadores de combustión necesitan una fuente de oxígeno periódica para hacer su trabajo. Uno de los secretos de los Gotland es que incorporan un moderno sistema conocido como propulsión independiente del aire (AIP, por sus siglas en inglés).

Tal y como explica la marina sueca, sus modernos navíos utilizan oxígeno líquido para la combustión, lo que hace que no tengan que salir a la superficie para estar en contacto con el oxígeno. Este sistema de propulsión, conocido como Stirling por el ingeniero escocés se sentó sus principios en el siglo XVIII, también es mucho más silencioso que los sistemas de propulsión submarina tradicional.

Submarino Sueco De Clase Gotland 3

Submarino clase Gotland

Entre sus otras características, los Gotland están equipados con sonares circulares e hidrófonos. Estos últimos son transductores electroacústicos que convierten las vibraciones sonoras, presentes en forma de presión dentro de agua, en energía eléctrica. En otras palabras, una especie de “micrófonos”, pero diseñados para oír lo que ocurre en las profundidades del mar.

Submarino Sueco De Clase Gotland En Estados Unidos San Diego

El HMS Gotland en San Diego, California

Si hablamos del armamento nos encontramos con cuatro tubos lanzatorpedos de 53 cm y dos tubos lanzatorpedos de 40 cm. En total puede llevar una docena de proyectiles pesados y seis convencionales. Esto brinda la posibilidad de realizar ataques de diversa naturaleza. Por ejemplo, contra barcos de superficie como así también contra otros submarinos.

La organización FTH señala que todos sus submarinos de clase Gotland recibieron una serie de mejoras en su “actualización de media vida”. Entre ellas destacaba un nuevo sistema de control y mejoras de las capacidades operativas generales. Las tareas fueron realizadas en el astillero de Karlskrona.

Las cualidades de los Gotland llamaron la atención de Estados Unidos, por lo que mediados de la década de 2000 se llegó a un acuerdo para realizar ejercicios conjuntos frente a las cosas de California. Así, el HMS Gotland permaneció durante dos años en territorio estadounidense. Sus pares, destacan orgullosos en la marina sueca, “tuvieron dificultades para localizar el submarino” en los ejercicios.

Imágenes: Fuerzas Armadas de Suecia

En Xataka: Siempre hemos tenido barcos petroleros y metaneros. Ahora tenemos a X: transporta literalmente electricidad


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Adriana P

Seguimos encontrando nuevas y fascinantes especies de animales. La pregunta es cuántos nos quedan por descubrir

Seguimos encontrando nuevas y fascinantes especies de animales. La pregunta es cuántos nos quedan por descubrir

A lo largo de los últimos 10 años, exploradores del Schmidt Ocean Institute han observado distintos puntos del lecho oceánico en los que cientos de pulpos protegen sus huevos. Uno de los detalles más llamativos es que podemos estar ante una nueva especie de pulpo, lo que no deja de ser llamativo puesto que normalmente no somos conscientes del la gran cantidad de especies que se descubren cada año.

Según detallaron ya en un artículo publicado hace unos años, los pulpos que habían sido observados en las inmediaciones de fuentes hidrotermales situadas en el Océano Pacífico frente a las costas de Costa Rica, pertenecerían al género Muusoctopus, un tipo de pulpos descrito tan solo en 2004 que engloba a algo más de una veintena de especies conodidas.

Sin embargo es mucho lo que aún no sabemos de nuestro entorno y son muchísimas las especies de animales que aún tenemos por descubrir, a las que hay que sumar otros organismos como plantas, bacterias, u hongos.

Seguimos haciéndolo pese a que existe una cantidad finita de organismos y por tanto de especies en nuestro planeta; y llevamos ya siglos analizando y catalogando estas en base a criterios científicos. Quizá nunca lleguemos a conocerlas todas, al fin y al cabo, pese a su naturaleza finita, las especies aparecen y desaparecen sin parar. En estos tiempos, es más lo segundo que lo primero, eso sí.

Existe por esto cierta presión en la comunidad científica por descubrir, catalogar y estudiar especies. Un estudio en 2011 estimó que el número de especies eukariotas (organismos cuyas células contienen un núcleo definido y que abarca no sólo el reino animal sino también plantas, hongos y otras especies) aún por descubrir rondaba los 8,7 millones.

Esto implica que más del 80% de las especies eukariotas del mundo no estarían aún descubiertas o catalogadas. De entre las especies por encontrar 7,7 millones pertenecerían al reino animal, casi 300.000 al de las plantas y más de 600.000 al de los hongos, siendo el resto protozoos y cromistas. De estos organismos, 2,21 millones serían especies marinas.

Miles cada año

¿Y cómo vamos en esta cruzada por explorar? Mal, según los cálculos de los expertos. Cada año el ser humano descubre unas 18.000 especies, lo que implicaría que necesitaríamos más de 480 años para descubrir las restantes si mantuviéramos un ritmo uniforme de descubrimiento.

El problema es que, según los mismos expertos, el 75% de los 8,7 millones de especies por descubrir podrían acabar extinguidas en menos de 100 años. Estamos perdiendo esta lucha contra el reloj para entender mejor nuestro entorno: se estima que necesitaríamos multiplicar por 10 nuestro esfuerzo en descubrir nuevas especies si queremos lograr llegar a conocer una amplia mayoría de estas especies aún por etiquetar.

Por si esto fuera poco, cabe recordar que existen numerosas especies a las que catalogamos y luego no volvemos a ver. Especies quizá extintas de las que no tenemos suficientes datos como para certificar su desaparición. En ocasiones “vuelven a la vida”, y en ocasiones pasamos a asumir que desaparecieron realmente. Existen unas 2.100 especies en este limbo ecológico.

¿Y para qué tanto esfuerzo? Más allá de saciar la curiosidad, descubrir nuevas especies puede resultar de gran utilidad para las personas. Descubrir nuevas especies puede facilitarnos hallar compuestos potencialmente beneficiosos para el ser humano. Fármacos tan populares como el ácido acetilsalicílico y la penicilina son sintetizados de forma natural por seres vivos y fueron descubiertos gracias a ello.

La información genética de nuevas especies también está adquiriendo valor para los expertos en biotecnologías. Esta información puede también ayudarnos a sintetizar moléculas a las que luego dar aplicaciones en el campo de la farmacología u otro distinto.

En general, entender la genética de lo que nos rodea también puede ayudarnos a resolver cuestiones más filosóficas sobre el lugar del ser humano en el mundo. Estas ya son preguntas de gran calado que seguramente nunca logremos contestar del todo. Entretanto podemos deleitarnos con algunas de las especies nuevas que vamos descubriendo. Ya sean pulpos, orangutanes, o incluso uno de nuestros animales favoritos: tardígrados.

En Xataka | Los pulpos no son extraterrestres, y los científicos han tenido que salir a explicar por qué

Imagen | Schmidt Ocean Institute


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Adriana P

Qué tendrá Singapur para que casi todas las principales tecnológicas del mundo hayan abierto sus oficinas allí

Qué tendrá Singapur para que casi todas las principales tecnológicas del mundo hayan abierto sus oficinas allí

Singapur tiene poco más de 700 kilómetros cuadrados. El país entero, una ciudad-estado, es más pequeño que la ciudad de Madrid, pero además de casi duplicar su renta per cápita, también casi duplica su población. Y sobre todo, se ha erigido en la meca de las grandes tecnológicas: ya en 2018, 80 de las 100 principales del mundo habían abierto sus oficinas allí. La lista actualizada va más allá.

Apple, Amazon, Alphabet, Microsoft o Meta tienen allí sus oficinas centrales para la región de Asia y el Pacífico. Entre todas suman multitud de iniciativas en Singapur, como Google for Startups, Microsoft Innovation Centre, Facebook Developer Circle Program…

SAP, Adobe, IBM, Tencent, Coinbase, PayPal, GitLab u Oracle también han hecho lo propio. Incluso TikTok o empresas más recientes, como Shein. Dyson trasladó allí su sede central desde Reino Unido y Razer mantiene allí su sede junto a la de San Diego.

¿Qué ha hecho Singapur para lograr este hito? Hay varios factores.

Un PIB per cápita disparado, una estabilidad sin parangón

En primer lugar, su ubicación resulta estratégica. Geográficamente se encuentra justo entre Asia y Oceanía, sobre el archipiélago indonesio. Tiene buena conexión marítima y aérea que le sirve como enganche entre Oriente y Occidente.

Su puerto comercial es el segundo más activo a nivel mundial, solo por detrás del de Shangai; y su aeropuerto lleva más de diez años siendo nombrado el mejor del mundo.

Por otro lado, es un lugar neutral. Su miedo a perder oportunidades que le permitan seguir creciendo le ha hecho tener buenas relaciones con prácticamente cualquier país, incluyendo dualidades como China y Estados Unidos, cuya reciente tensión creciente empezó a dividir al país en dos bandos que de momento siguen conviviendo en armonía.

Singapur es parte de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) junto a Tailandia, Indonesia, Malasia y Filipinas. Esta vinculación tiene como uno de sus principios fundamentales la no interferencia en asuntos internos de otros países.

Su política exterior se basa en promocionar sus intereses nacionales, la seguridad y la estabilidad. Esto le ha permitido mantener buenas relaciones con China, con quien mantiene una fuerte relación cultural y comercial; con Japón, con quien ha trabajado conjuntamente en infraestucturas, educación o economía; y con Estados Unidos, quien ve en este país un socio importante para la economía y la seguridad.

De hecho, Singapur acoge una base naval estadounidense y ambos países tienen un acuerdo de libre comercio, al igual que lo tiene con la Unión Europea. Esta buena relación Singapur-Estados Unidos sirve como un equilibrio de fuerzas en Asia, para que la influencia de China no sea tan fuerte.

No es habitual que una nación tenga buenas relaciones con estos tres países a la vez. El logro de esta estabilidad ha sido uno de los pilares de una prosperidad económica que ha servido de reclamo para muchas empresas, también para las tecnológicas.

Una estabilidad que también se logró a nivel de legislación laboral y políticas que entregaron fondos a los sectores más grandes del país, como la electrónica, la banca o la construcción naval en sus primeras décadas de vida —Singapur solo tiene 58 años desde que se constituyó como país independiente—.

Aquello fue durante los años de gobierno de Lee Kuan Yew, quien impulsó al país mediante una industrialización basada en las exportaciones, el desarrollo de infraestructuras como el mencionado puerto comercial o una fuerte inversión en educación y capacitación laboral. Y eso que venían de una independencia que les debilitó económicamente, fruto de la retirada de las bases británicas.

Tras esos años de transición y consolidación, llegaron fuertes apoyos para el sector tecnológico, tanto por los incentivos para atraer y retener a estas empresas, incluyendo fiscales; como algo más indirecto, pero capital: una mano de obra cualificada, especialmente en perfiles técnicos, fruto de esos esfuerzos en educación.

Hoy en día, Singapur es el principal centro de innovación tecnológica a nivel mundial, solo por detrás de San Francisco; según KPMG. Superando a Londres, Tel Aviv, Tokio, Nueva York y Shangai.

Todo esto explica el descomunal crecimiento económico de Singapur, que en definitiva ha sido el gran atractivo para todas estas grandes tecnológicas.En 1990, España tenía un PIB per cápita superior al de Singapur. Tres décadas después, no le llega ni a la mitad: 30.000 dólares frente a 72.000 dólares. El PIB per cápita de Singapur es superior incluso al de Estados Unidos.

Y así llegamos a los años veinte de este siglo, con una perspectiva que le convertirá en el sueño del capitalismo. Según el banco HCSB Holding, el 13% de su población, casi uno de cada seis habitantes, será millonaria en 2030, superando así a Australia, Hong Kong o Taiwan.

Y todo con una atmósfera de higiene y seguridad que le da un orden público sin comparación con ningún otro país, donde incluso el tabaco tiene fuertes restricciones, muchas más que las que puede tener en un país como España, que ha avanzado mucho en ese sentido durante las últimas dos décadas. Ante todo, un país cívico y ordenado.

Imagen destacada | Xataka.

En Xataka | La lista de los hombres más ricos del mundo está sufriendo grandes cambios. Hay un culpable: la IA.


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Las amas de casa de los 60 pasaban menos tiempo con sus hijos que hoy. Aunque ahora trabajen más

Las amas de casa de los 60 pasaban menos tiempo con sus hijos que hoy. Aunque ahora trabajen más

En el último siglo, el rol de la mujer, de la estructura familiar y del matrimonio han cambiado enormemente en la mayoría de países del mundo. Lo que ha propiciado a su vez un cambio drástico de hábitos, como un aumento de la crianza monoparental o del grueso de mujeres que se incorporan al mercado laboral, lejos de casa. Este cambio de rumbo podría originar (y lo ha hecho) afirmaciones sobre que los niños se sientan más solos porque los padres ya no pasan tiempo con ellos.

Pero la realidad es otra completamente distinta: en la mayoría de países las madres pasan hoy más tiempo con sus hijos que en los años 60.

El estudio. Durante los últimos 50 años, las mujeres se han incorporado a la fuerza laboral en grandes cantidades. Sin embargo, y contra todo pronóstico, estas madres trabajadoras pasan tanto tiempo con sus hijos como lo hacían las de hace 40 años, y en muchos casos incluso más. Un estudio de la Universidad de Maryland concluyó que si bien el tiempo que dedican a las tareas del hogar ha disminuido, el tiempo destinado al cuidado infantil creció: de 10,6 horas en 1965 a 12,9 horas a la semana.

Evolución del tiempo de los padres invertido en sus hijos por día.

Evolución del tiempo de los padres invertido en sus hijos por día.

La tendencia. Como podemos ver en el gráfico anterior diseñado por Our World in Data con datos que provienen de otra investigación de 2016 realizada por las sociólogas Giulia Dotti Sani y Judith Treas, ha habido un claro aumento en la cantidad de tiempo que los padres y madres pasan con sus hijos en las últimas décadas. Una tendencia que se mantiene en casi todos los países con dos excepciones: Francia, donde el tiempo ha disminuido (desde un nivel muy alto) y Eslovenia, donde se ha mantenido constante entre los padres sin educación universitaria.

También se aprecian dos patrones claros: en todos los países las madres dedican más tiempo a las actividades de cuidado infantil que los padres Y los padres con más nivel educativo pasan más tiempo con sus hijos.

¿Por qué? Lo más razonable hubiera sido que la inversión de los padres en la crianza de los hijos hubiera disminuido ya que la cantidad de ellos que se quedan en casa también ha bajado. Pero el error es precisamente equiparar el “tiempo que pasan en casa” con el “tiempo de cuidado a los niños”. Con el tiempo, el rol de las madres ha cambiado mucho. Las familias se rigen por otras rutinas y una distribución de tareas dentro del hogar diferente a la que existía hace años, con el fin de poder pasar más tiempo con sus hijos. De hecho, el tiempo dedicado a cocinar y limpiar se ha reducido en un 40% en las últimas cuatro décadas.

“Las madres en el pasado pueden haber estado en el hogar, pero no estaban necesariamente centradas en los niños. Hoy, particularmente para los padres que trabajan, las tareas del hogar se salta y se centran más en los niños”, explicaba la socióloga Suzanne Bianchi de la Universidad de Maryland.

¿Cómo lo consiguen? Los investigadores sugieren que muchos padres, en particular las madres casadas, tratan de incluir a sus hijos en sus propias actividades de ocio y tiempo libre. Es decir, hacen malabarismos para encontrar una conciliación adecuada. Además, las madres del pasado dejaban más libertad a sus hijos para que corrieran y jugaran solos, pero hoy en día están mucho más integradas en la vida de sus hijos.

Otros factores que influyen, según los autores, son: retrasar tener hijos, cuando tienen más flexibilidad y control sobre sus responsabilidades laborales; las familias de hoy son más pequeñas y ricas que en 1965, por lo que se puede invertir más tiempo en cada niño; y, debido al aumento del crimen, abuso infantil y los secuestros, los padres vigilan ahora más de cerca a sus hijos.

“Hiperpaternidad”. Y no es algo que sólo pase con las madres. Para los padres casados, el tiempo dedicado al cuidado infantil también se duplicó de 2,6 horas a 6,5 ​​horas semanales. Los expertos incluso hablan de una “hiperpaternidad” generacional en la que todos los progenitores quieren hacer todo por sus familia y sus hijos. Y donde conseguir ser el mejor padre del mundo se ha convertido en una prioridad.

Aunque las mujeres todavía hacen el doble de tareas en la casa, los padres casi han triplicado las horas que dedican a los niños. Básicamente, responde al hecho de que sus esposas están más empleadas que antes. Algo totalmente positivo de cara a una sociedad más equitativa entre ambos géneros.

Imagen: Pexels (Helena Lopes)

Gráfico: Our World in Data

En Xataka | En España, las amas de casa tienen derecho a una ayuda de 480€ al mes. Bastante menos que en Europa


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Las luces LED prometen mejorar la eficiencia energética de las ciudades. En el camino estamos afrontando otros costes

Las luces LED prometen mejorar la eficiencia energética de las ciudades. En el camino estamos afrontando otros costes

Su implantación no avanza por igual en todas las ciudades, pero a lo largo de los últimos años las luces LED han ido ganando un peso cada vez mayor en las farolas que iluminan calles, avenidas y plazas. En España. Y en otros países. Buen ejemplo lo deja Vigo, ciudad empeñada desde hace años en batir récords con un despliegue desenfrenado de LED en sus adornos de Navidad: hace poco su alcalde presumía de que el 30% de su alumbrado público funciona ya con diodos emisores de luz. La tecnología permite ahorrar en kilovatios y factura energética, pero… ¿Son todo ventajas? Desde hace años hay expertos que avisan de sus otros “costes”.

Una de las claves está en acertar con la estrategia.

Una revolución llamada LED. Llega un simple vistazo a los anuncios de mejora de los sistemas urbanos del alumbrado público para comprobarlo: las ciudades están apostando por la tecnología LED. En 2019 Valencia avanzó que la implantaría en 11.400 luminarias, en 2019 Barcelona hablaba de la renovación de 7.300 farolas en menos de 24 meses y hace un año Madrid planteaba la instalación de 4.200 nuevas luces de tecnología… —¡Exacto!— LED. Son solo ejemplos de una tendencia que abarca otras muchas urbes, como Málaga, que aspira a despedirse de 2023 con las luces LED extendidas al 60% de sus 67.000 farolas.

¿Y por qué esa apuesta Por una cuestión de ahorro energético. Así lo planteaba hace ya una década Nueva York, cuando se marcó el ambicioso reto de renovar las bombillas de 250.000 farolas antes de 2018. En otras ciudades ya han echado cuentas: Valladolid calcula que ahorra dos millones de euros al año, Onda habla de de 26.000 y Paterna de 247.000 euros. La clave: su brillo, vida útil, coste de mantenimiento y eficiencia energética. El Departamento de Energía de EEUU espera que en 2035 la mayoría de las instalaciones de iluminación usen LED, lo que se traduciría en un ahorro de más de 569 TWh anuales, equivalente a la producción anual de alrededor de un centenar de plantas de 1000 MW.

El año pasado investigadores de las universidades de Exeter y la Complutense animaban a examinar las mejoras que habitualmente suele a asociarse al LED, como una mayor eficiencia energética y la reducción de costes y emisiones de CO2, con un enfoque crítico: “Suele depender bastante del contexto”. En su impacto real influyen fatores como qué tipo de tecnología sustituyen, si ha cambiado el número de luminarias, la intensidad de la luz, los cambios en las emisiones durante la vida útil de las lámparas, la fuente de la electricidad y la demanda. La transición de las luces de vapor de sodio a la nueva tecnología LED también se ha aprovechado en ocasiones para mejorar las propias infraestructuras, su posición y gestión.

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Comparación de imágenes, en parejas, tomadas desde la ISS. La imagen moderna muestra la diferente implementación de LED en diferentes ciudades europeas.

¿Es todo “oro” en la luz LED? No. Hay estudios que advierten de que tiene también su ‘cara B’. En 2021 científico de la Universidad de Exeter publicaron un estudio en el que alertaban precisamente del “impacto oculto” de la la transición a la tecnología LED. “Contrariamente a la creencia popular, la instalación de farolas LED de ‘blanco amplio’, aunque potencialmente proporciona un ahorro de energía, ha aumentado la contaminación lumínica y también los impactos en organismos como las polillas”, señalaba Alejandro Sánchez de Miguel, del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad en el Campus Penryn de Exeter, en Cornualles.

Los cálculos del estudio muestran que en cuestión de 25 años la contaminación lumínica global había aumentado al menos un 49%. El porcentaje solo incluye la luz visible a través de satélites, por lo que los científicos estiman que el incremento real podría ser considerablemente mayor y llegar en ciertas regiones al 400%.

¿A qué se debe esa diferencia Los expertos de Exeter destacaban que los sensores satelitales permanecen “ciegos” a la luz azul de los dispositivos LED, por lo que subestiman el nivel de emisiones. “Al corregir esto los autores dicen que el aumento real en la potencia emitida por la iluminación exterior y, por lo tanto, de la contaminación lumínica, puede llegar al 270%”, precisa el centro británico. Su análisis está en sintonía con el de Ruskin Hartley, de la Asociación Internacional del Cielo Oscuro, quien advierte que la transición a la iluminación de estado sólido “ha ido acompañada de un rápido aumento de la contaminación lumínica”.

¿Y qué supone esa tendencia Hace unos meses otro estudio, publicado esta vez por investigadores de Exeter y de la Universidad Complutense, permitía ir un algo más allá. Con las imágenes tomadas desde la Estación Internacional (ISS) y el satélite estadounidense Suomi NPP pudieron cartografiar cómo había variado la composición espectral de la iluminación de Europa de 212 a 2013 y 2014 a 2020.

“Estas imágenes muestran un cambio espectral generalizado a nivel regional, desde el asociado principalmente a la iluminación de sodio de alta presión hasta el asociado a diodos emisiones de luz (LED) blanca amplia y con mayores emisiones azules, tendencia que aumenta ampliamente el riesgo de efectos nocivos para los ecosistemas”, explica la Universidad Complutense, que señala que una mayor luz azul puede implicar “un impacto en la salud” al empeorar la calidad del sueño.

¿Hay más datos? En 2021 The Guardian se hacía eco de un estudio que deslizaba también el impacto de las luces LED. Más concretamente en la población de orugas de la polilla. Los científicos observaron caminos rurales de Inglaterra sin iluminación y luego otros alumbrados con luces de sodio y LED. En los primeros detectaron un 41% menos de insectos; en los segundos, con LED, el descenso era del 52%. Una de las claves: las luces LED blancas producen más luz azul.

En 2022 Anna Palomar, de ISGlobal, señalaba a SMC España que un factor sincronizador clave en el reloj circadiano humano es la luz que recibimos a través de la retina. “La azul, aquella con un espectro de 380 a 450 nm, es la más efectiva a la hora de sincronizar o alterar este sistema”, subrayaba la experta, y advertía: “El cambio sistemático hacia un alumbrado público compuesto principalmente por LED ha sido impulsado en muchas ciudades europeas para reducir el impacto medioambiental. Sin embargo, poco se sabe sobre el cambio de color de la luz de este nuevo alumbrado público y su impacto en la salud humana y la planetaria”.

¿Debemos renunciar entonces al LED? La pregunta se responde con un comentario a The Guardian de Dougles Boyes, del Centro de Ecología e Hidrología de Reino Unido y uno de los investigadores que estudió el impacto de la tecnología en la naturaleza: “Los LED son los malos de nuestra historia, por así decirlo, pero también tienen el potencial de ser mucho mejores que la iluminación de sodio”. Al fin y al cabo son regulables, pueden combinarse con sensores e incluso incorporar filtros pensados para la luz azul. Eso sin contar con su eficiencia energética.

Ashley Pipkin, del Servicio de Parques Nacionales, comentaba hace poco a The Washington Post que la contaminación lumínica “puede mejorar con LED”, pero advertía: “Debe prestarse mucha atención al diseño”.  Las soluciones pueden pasar por cuidar y meditar la ubicación de la luz, su orientación o incluso el tipo de brillo, si bien la propia Pipkin admite que al menos en la actualidad “la industria no suele ofrecer suficientes opciones con lúmenes más bajos”. Tampoco todas las luces de tecnología LED son iguales y presentan diferencias en la temperatura de color.

Imágenes: Bryce Frimming (Unsplash) y A. Sánchez de Miguel et. al./NASA/ESA

En Xataka: Estamos un paso más cerca de iluminar calles con luciérnagas: las ciudades ya prueban la bioluminiscencia


La noticia Las luces LED prometen mejorar la eficiencia energética de las ciudades. En el camino estamos afrontando otros costes fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .

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Nueva Zelanda estuvo décadas dejando comida y ropa en islas remotas y deshabitadas. Tenía un buen motivo

Nueva Zelanda estuvo décadas dejando comida y ropa en islas remotas y deshabitadas. Tenía un buen motivo

Las cosas no les iban bien a los tripulantes del Grafton. La pequeña goleta había partido el 12 de noviembre de 1863 del puerto de Sídney con el propósito de buscar estaño y cazar leones marinos en Campbell, una remota isla del Pacífico, pero casi un mes y medio después y pese a todo su empeño el balance era más que pobre.

Ni habían encontrado trazas del metal. Ni su caza podía considerarse gran cosa, con apenas unos cuantos ejemplares capturados cuando a finales de diciembre la tripulación al fin se dio por vencida y decidió regresar a Sídney. El problema es que el viaje de vuelta les salió peor que la expedición: una noche de temporal el Grafton acabó varado en una playa de las islas Auckland, un archipiélago subantártico.

La media decena de marineros, a las órdenes del capitán Thomas Musgrave, lograron salvar la mayor parte de su cargamento y, con la esperanza de que antes o después alguien acudiría en su ayuda, se consagraron a lo único que podían hacer: esperar. Esperar y sobrevivir, claro. Con las velas de su defenestrada embarcación se construyeron tiendas que más tarde —y cuando comprendieron que el rescate iría para largo— dieron paso a una pequeña choza fabricada con la madera que lograron recuperar del Grafton. Incluso le pusieron nombre: Epigwaitt.

“Vendavales, granizo, nieve y lluvia”

Clipperroute

Durante casi 20 meses Musgrave y su puñado de hombres se las apañaron de forma más que razonable para adaptarse a las condiciones de la isla subantártica. Incluso se enseñaron idiomas entre sí —en el barco viajaban un cocinero portugués y un marinero noruego—, elaboraron jabón y montaron su propia fragua, lo que les permitió trabajar el metal. Para mediados de 1865 la tripulación tenía claro sin embargo que no valía la pena esperar de brazos cruzados. No habría rescate.

Si querían abandonar la isla debían hacerlo por sus propios medios, así que construyeron un bote y el 19 de julio del 65 tres de los cinco náufragos se lanzaron al mar con el propósito de llegar a Stewart. Les llevó varios jornadas, pero lograron alcanzar Port Adventure, donde movilizaron una expedición que poco después rescataba a los dos compañeros que se habían quedado en las Auckland.

La del Grafton es una de las muchas historias de tripulaciones perdidas en la región —solo unos meses después, de hecho, naufragaba en el extremo norte de las Auckland el Invercauld, del que solo quedaron tres supervivientes—, pero alcanzó tal fama que sirvió para que las autoridades se sensibilizaran con los riesgos que corrían los barcos que navegaban por las aguas subantárticas de  la región.

Razones había para hacerlo: en el siglo XIX los buques que navegaban entre Australia y Nueva Zelanda e Inglaterra pasaban por el Antártico, descendiendo a menudo hasta los “Rugientes Cuarentas”, una zona de fuertes vientos situada entre las altitudes 40 y 50ºS. Las rachas les ayudaban en la singladura, pero suponían también un peligro, sobre todo para el tipo de navío que solían cubrir el itinerario, clippers, veleros mercantes estrechos y pequeños. Si a la ecuación se añaden además errores en los mapas y las cartas, los peligros estaban asegurados.

Las aguas eran duras. Sus archipiélagos, también. Los marineros que lograban sobrevivir a los naufragios acaban a menudo en islas inhóspitas, desahitadas y en las que —como se lamentaba Musgrave— debían soportar “vendavales incesantes, granizo, nieve y lluvia”. Ese fue el duro panorama que se encontraron en 1866 los contados supervivientes del barco General Grant, que tras naufragar en las Islas Auckland tuvieron que aguantar durante 18 meses hasta que llegó su rescate.

Las cifras de la tragedia son rotundas. En el buque viajaban 83 personas. Lo contaron solo 10, los que lograron sobrevivieron al Pacífico y a la isla.

Conscientes del problema y ante la enorme popularidad que alcanzaron casos como el del Grafton, Invercauld o más tarde el General Grant, en Nueva Zelanda decidieron tomar medidas. No podían controlar los “Rugientes Cuarenta” ni las agrestes condiciones de islas como Auckland, pero sí aumentar las posibilidades de supervivencia de los náufragos. ¿Cómo? Primero, yendo a su rescate. En 1865 los gobiernos de Victoria, Nueva Gales del Sur y Queensland lanzaron una expedición del HMCS Victoria con el propósito de buscar posibles víctimas de naufragios.

Y pensando en aquellos marineros que pudieran verse en un brete similar en el futuro se ideó un programa de almacenamiento de provisiones para náufragos que duraría más de medio siglo, hasta bien entrado el XX. La idea era muy sencilla: que los navegantes que se encontraran en una situación similar a la de Musgrave y sus hombres no tuvieran que partir de cero en unas islas inhóspitas y hostiles. Con ese propósito liberaron ovejas, cabras y vacas, animales domésticos que llegado el caso pudieran cazarse, y levantaron toda una red de depósitos con provisiones.

“Los mares violentos, el agua extremadamente fría y las costas rocosas eran traicioneras, lo que hacía que la tasa de supervivencia de los naufragios fuera muy baja. Una vez en tierra, los supervivientes enfrentaban un terreno extremadamente accidentado, un clima muy frío, húmedo y ventoso, y aislamiento. En un principio, el Gobierno respondió con alijos de suministros y liberando animales domésticos. Más tarde, los barcos de vapor del Gobierno, GSS Stella e Hinemoa, se usaron para instalar una red de depósitos de náufragos en las islas subantárticas, junto con postes y cobertizos para botes”, explican las autoridades.

La medida se estrenó hacia 1868 con un depósito de madera en Enderby, en el extremo noreste de la isla de Aucklan, y acabó extendiéndose más tarde a Bounty, Campbell y Antípodas. En su interior los náufragos podrían encontrar conservas, galletas, mantas, sedales y anzuelos, agujas e hilo, un botiquín, cerillas, útiles de cocina e incluso ropa, como chaquetas, pantalones, calcetines y camisas con una marca distintiva. Para facilitar que, llegado el caso, un náufrago podría encontrar los refugios sin problema incluso se repartieron señales por las islas.

Y como mal apaño tiene crear una red de emergencia sin mantenimiento, las autoridades se encargaron de garantizar que permanecían en buenas condiciones. Cada seis meses entre 1877 y 1927 vapores como el NZGSS Hinemoa se dedicaron a recorrer la red de refugios en busca de posibles supervivientes, reponer los víveres de los depósitos y mantener las bases en las mejores condiciones posibles.

Fue la tripulación del vapor Hinemo la que levantó en 1886 el refugio de las Antípodas, un amplio depósito de 4,4×2,85 m construido con madera de kauri. Su objetivo: prestar ayuda a aquellos marineros que se veían obligados a navegar por las traicioneras aguas australes, entre fuertes vientos, con una visibilidad pobre y cartas náuticas francamente mejorables.  La base de las Antípodas se aprovisionó hasta finales de la década de 1920, cuando los cambios en las rutas y la mejora de la tecnología, que facilitaba las comunicaciones por radio, llevaron a las autoridades a plantearse nuevas formas de prestar ayuda a los buques.

La gran pregunta llegados a este punto es… ¿Sirvieron los depósitos?

Sí. Buen ejemplo lo deja la tripulación del Derry Castle, un velero con casco de hierro que naufragó en marzo de 1887 en la Isla de Enderby. El siniestro fue tan trágico que solo ocho de sus 23 tripulantes llegaron a tierra, donde se encontraron con que el depósito de víveres había sido saqueado. Los marineros lograron sin embargo fabricarse un bote con el que alcanzaron la cercana Erebus Cove. Allí localizaron otro refugio que les ayudó a sobrevivir hasta su rescate.

Imágenes: Wikipedia 1 y 2

En Xataka: La historia del buque nazi Wilhelm Gustloff, protagonista de la mayor tragedia náutica: más de 9.000 muertos


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Technology
Adriana P

“Creamos electricidad de la nada”: la nueva fuente de energía renovable fruto del azar y que se basa en aire húmedo

No solo a golpe de ingenio avanza la ciencia. En ocasiones lo hace por puros ramalazos de suerte. Le ocurrió hace algún tiempo al profesor Jun Yao, de la Universidad de Massachusetts (UMass) Amherst, mientras trabajaba en un sensor para la humedad del aire. El proyecto no tenía mayor intríngulis. Sus conclusiones sí. Cosas del azar, ya se sabe. Mientras trabajaba en el dispositivo un estudiante se olvidó de enchufarlo, pero para asombro de Yao y sus colegas aquel conjunto de tubos microscópicos y nanocables siguió generando una débil señal eléctrica.

Desde entonces han continuado indagando.

Y con resultados prometedores.

¿Generar electricidad de “la nada”? La expresión es de la UMAss, que a comienzos de 2020 sacaba pecho así de lo que habían logrado sus investigadores: desarrollar un dispositivo que básicamente usa una proteína natural para generar electricidad a partir de “la nada”, una fórmula efectista que en realidad se refiere a algo mucho más convencional pero igual de sorprendente: la humedad del aire.

Su trabajo lo publicaron en ‘Nature’, donde el ingeniero Jun Yao y el microbiólogo Derek Lovley explicaban cómo habían elaborado un dispositivo con nanocables de proteína cultivados a partir de la bacteria Geobacter sulfurreducens. El nombre de su aportación: Air-gen. Al conectar electrodos con los finísimos conductos, de unos micrones de espesor, se genera una corriente eléctrica a partir de la humedad.

¿Una nueva fuente? “Estamos literalmente creando electricidad de la nada”, celebraba Yao. La tecnología no era contaminante y ofrecía una solución renovable y low cost capaz de generar energía incluso en interiores y zonas particularmente secas, como el desierto del Sahara. Ya entonces su objetivo pasaba por ir más allá y trasladar su invento a una escala comercial, desarrollando dispositivos capaces de alimentar pequeños aparatos electrónicos, como relojes inteligentes, sensores diseñados para monitorizar la salud de sus usuarios o incluso smartphones.

¿Y qué novedad hay ahora El equipo de UMass no se conformó con el hallazgo divulgado en 2020 y ha seguido trabajando, lo que les ha permitido publicar un artículo en ‘Advanced Materials’. Y si sus conclusiones de hace tres años eran prometedoras, estas no lo son menos. Su estudio ha demostrado que casi cualquier material puede convertirse en un dispositivo capaz de captar electricidad a partir de la humedad. Para lograrlo han pasado de los nanocables a perforaciones diminutas. La clave está en que incorpore nanoporos con un diámetro inferior a 100 nanómetros, menos de la milésima parte de un cabello humano.

“De lo que nos dimos cuenta tras hacer el descubrimiento del Geobacter es de que la capacidad de generar electricidad a partir del aire, lo que llamamos ‘efecto Air-gen’, resulta ser genérica: literalmente, cualquier tipo de material puede cosechar electricidad del aire, siempre que tenga una propiedad determinada”, explica Yao, quien celebra que, aunque “simple”, su idea “abre todo tipo de posibilidades”.

Pero… ¿Cómo funciona “El aire contiene una enorme cantidad de electricidad”, recuerda el profesor de Ingeniería Eléctrica e Informática de la UMass antes de tirar de símiles para explicar su propuesta: “Piensa en una nube, que no es más que una masa de gotas de agua. Cada una de esas gotas contiene una carga y, cuando las condiciones son las adecuadas, la nube puede producir un rayo, pero no sabemos cómo capturar la electricidad de un rayo de manera fiable. Lo que hicimos fue crear una nube a pequeña escala construida por humanos que produce electricidad de manera predecible y continua para que podamos cosecharla”.

El núcleo de esa “nube” se basa en el trabajado desarrollado por Lovley y Yao cuando apuntaron las posibilidades de un material elaborado con nanocables de proteína cultivados con Geobacter sulfurreducens. Si utilizan nanoporos de 100 nm es porque ese es el “camino libre medio” de las moléculas de agua, el recorrido que cubre una molécula antes de cochar con otra similar. Lo que plantean es usar una capa llena de nanoporos que permitan pasar las moléculas de agua de la parte superior a la inferior. Dado que la primera capa recibiría el “bombardeo” de más moléculas portadoras de carga, se crea un desequilibrio, como en una nube.

¿Qué posibilidades ofrece? En 2020 los investigadores ya apuntaban las posibilidades del Air-gen, tanto en el terreno de las renovables como en el del diseño de ciertos dispositivos médicos. Su enfoque tres años después sigue siendo igual de ambicioso: “La humedad del aire es una gran reserva de energía sostenible que, a diferencia de la solar o eólica, está disponible de forma continua”, recoge el ensayo de ‘Advanced Materials’. Su propuesta para la captación de energía a partir de la humedad puede aplicarse además, reivindican, a una “amplia gama” de materiales siempre que presenten nanoporos que permitan el pase de agua.

“Abrimos una amplia puerta para obtener electricidad limpia a partir del aire”, celebra Xiaomeng Liu, uno de los autores del artículo. Desde la UMass destacan además que la humedad está siempre presente, lo que permitiría obtener energía 24 horas al día los siete días de la semana y solucionar uno de los hándicaps de renovables como la eólica o solar: las intermitencias, que derivan en desajustes entre cuándo los sistemas generan energía y cuando realmente se demanda.

¿Son los únicos en trabajar en esa línea No. La higroelectricidad, electricidad de la humedad, ha atraído a otros investigadores, que también han avanzado en el camino. Hace no mucho os hablábamos de hecho de Catcher, un proyecto respaldado por la Unión Europea y que aspira a transformar humedad de la atmósfera en electricidad. En la iniciativa están embarcados Svitlana Lyubckyk y sus hijos, impulsares de CascataChuva. “Desarrollamos una solución tecnológica revolucionaria para producir electricidad mediante la conversión directa de la energía de absorción de la humedad, elaborando un dispositivo de ‘humedad atmosférica en electricidad’ altamente innovador”, detallan en su web.

Imagen de portada: Veronica Alvarado (Unsplash)

En Xataka: Los aerogeneradores están a un paso de otra revolución: producir electricidad incluso cuando no hay viento


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