Hace algo más de un mes tomé la decisión más o menos inamovible de mudarme de Twitter (o X, pero seguiremos llamando Twitter al invento para escarnio de Elon Musk) a Bluesky. Lo habría hecho aún antes encaminándome a Mastodon, pero necesitaba algo mucho más sencillo que aquella teórica alternativa, y todo el lío de instancias y servidores de la red social que parecía que sucedería a Twitter era demasiado para mí.
Finalmente, me fui a Bluesky porque cumplía mi única necesidad: ser tan sencillo de manejar como Twitter. Y pese a sus limitaciones, que son considerables, conseguí una invitación y me adentré en una nueva red social, sin demasiadas expectativas. Una vez dentro, tuve que superar un par de inconvenientes que, por decirlo de algún modo, estropeaban mi experiencia de uso.
Las costumbres arraigadas al usar una red social son como virus: una vez circulan por nuestro organismo es sumamente complicado dejarlos atrás. Por ejemplo, tuve más de un desencuentro con mis propias manías cuando me di cuenta de que en BlueSky no existían listas -esto es, si no se sabe programar-. Es decir, no podía configurarme distintos timelines al gusto, algo muy útil cuando hay cuentas de las que no nos queremos perder ninguna actualización o cuando trabajamos con la red social y queremos tener una TL que consultar por gusto (o vicio) y, a la vez, otra u otras más vinculadas al trabajo.
Pero como de todos modos, Twitter lleva meses reduciendo de forma muy agresiva sus características, hasta el punto de que resulta difícil llevar al día cuáles son las características exactas que ofrece el servicio. Yo al menos, no lo sé, y mucho menos desde que Tweetdeck dejó de tener app gratuita y que, de nuevo, para mí era esencial a la hora de manejar la catarata de información que me llovía en la red social (de desinformación de un tiempo a esta parte, aunque esa es otra cuestión).
Sangría de usuarios
La última cifra que se tiene del número de usuarios de BlueSky es de más de 1,5 millones (de hecho, el experto en métricas de la red social ⱮӠէą, ya lo cifra en 1.855.390 registrados), una cantidad que crece constantemente (sobre todo cada vez que Elon Musk anuncia nuevos cambios en Twitter, especialmente si se refieren a cuotas o pérdida de características que antes tenían los usuarios de forma gratuita). Twitter hace tiempo que dejó de dar cifras, pero debe de ser una cantidad algo menor que los cien millones de usuarios que tenía hace tiempo.
Todos los datos que llegan de Twitter son de pérdidas, como la caída del 50% de ingresos generales de los que hablaba Elon Musk a finales del año pasado y 90% de caída de los ingresos por publicidad que calculaba Bloomberg. Otra reducción significativa es la de plantilla: a principios de este año Musk despidió al 50% de la plantilla.
Todo eso tiene que repercutir en algún lado, y principalmente es en BlueSky y Mastodon, ya que el impacto del Threads de Meta se ha disipado por completo tras la explosión de los primeros días, como era de prever. En el caso de BlueSky, está viviendo un crecimiento progresivo indiscutible, con un crecimiento de unos 15.000 usuarios diarios, lo que actualmente equivale a algo menos de un 1% de los totales.
Las cifras, no obstante, están lejos de alcanzar a las de Twitter: por ejemplo esa cifra de usuarios totales repercute en la de usuarios de cada una de las cuentas. Las cinco cuentas más seguidas en BlueSky son la propia oficial de Bluesky (más de 319.000 seguidores), el difusor de memes wint (más de 151.000), el escritor Neil Gaiman (casi 136.000), The Washington Post (más de 121.000) y The New York Times (más de 109.000). Por comparar, la propia cuenta corporativa de X tiene más de 67 millones de seguidores.
O incluso yo mismo, sin ir más lejos. 10.079 seguidores en Twitter, 438 en BlueSky. Y no es una cantidad absolutamente despreciable: la mayoría de los usuarios estamos en eso, unos pocos de cientos. Pero después de rozar los diez mil en Twitter (de nuevo, estoy lejos de ser un influencer, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de mis posts son microvídeos de kung fu y cartelería de películas de terror, pero es más que el usuario medio), el puñado de seguidores en BlueSky saben a migajas.
Y eso es lo primero a lo que hay que habituarse en esta nueva red social. Las cifras son mucho más bajas, y eso supone un mal trago a poco que alguien esté acostumbrado a tener cierto numero de interacciones con sus tuits: decenas de “me gusta” y retuits se ven reducidas en ocasiones a minúsculas rebabas de atención. Y sin embargo, hay algo en lo que BlueSky aventaja a Twitter, y ese algo es en la calidad de las interacciones.
Al no haber algoritmos que condicionen lo que uno ve en su TL, éste se nutre siempre de los usuarios que cada cual ha elegido. Y al no haber llegado todavía la andanada de trolls y barruntadores de falsas noticias que plagan Twitter, las interacciones son medianamente limpias y bienintencionadas. Incluso de una refrescante ingenuidad. Y las que no lo son se pueden esquivar con sencillos bloqueos, algo que en Twitter cada vez es más complicado, donde un bloqueo no garantiza el silencio de un usuario indeseable ya que Twitter está diseñada para propagar el acoso y la toxicidad.
Por eso, aunque un usuario que llegue de tener una mínima repercusión en Twitter se enfrente en BlueSky a un jarro de agua fría en forma de un descenso de las cifras de seguidores absolutamente vertiginoso, recibe a cambio una recompensa mucho más interesante que un frío número. Interacciones de calidad y un ambiente mucho más acogedor y constructivo. Que al ego le sientan, también y a la larga, estupendamente.
Si hay un adjetivo que le siente bien al siluro (Silurus glanis) es el de enorme. Como pez es enorme, descomunal, tan grande que no es extraño encontrarse con pescadores que presumen de capturas de más de 2,3 metros que rondan o incluso sobrepasan los 100 kg. Como problema también se las trae. Al fin y al cabo figura en el catálogo de especies exóticas invasoras por el daño que causa a otras criaturas y hábitats autóctonos. También como negocio es enorme: cada año los pescadores acuden a las zonas de captura atraídos por la perspectiva de sacar con sus cañas uno de estos gigantescos peces, lo que genera un negocio millonario.
En el Ebro conocen bien esas tres facetas del siluro: la del gran pez, el voraz invasor y el lucrativo negocio, rasgos que no siempre casan bien entre sí.
Los millones del siluro. El gigantesco tamaño que alcanzan los siluros no solo los convierte en un depredador temible para otros peces, anfibios, aves acuáticas o roedores que pueden acabar entre sus fauces. Su “talla XXL” hace de ellos además un trofeo muy apreciado por los pescadores, Y, en consecuencia, una jugosa fuente de ingresos para las poblaciones próximas a los pantanos en los que residen. Lo reconocía en 2019 la presidente de la Asociación Deportiva de Pesca de Caspe, Luisa Searra, que incluso compartía algunos datos con La Sexta.
Según los datos que desgranó Serra para Equipo de Investigación, que incluso viajó al Pantano de Mequinenza, en Aragón, para abordar el tema, solo en 2018 se desplazaron a la zona cerca de 100.000 personas atraídas por la pesca del siluro. El dato impresiona, pero no tanto como el cálculo de su repercusión económica. Serra hablaba de que la caza del monstruoso pez generaba “de forma indirecta” unos beneficios más que notables: alrededor de “nueve millones de euros”.
No digas pesca deportiva, di economía. No es el único dato que ayuda a hacerse una idea de lo que supone la pesca deportiva para algunas poblaciones ribereñas del Ebro. En 2017 algunos alcaldes de villas situadas aguas abajo de Zaragoza reconocían su preocupación por el Plan General de Pesca que establecía la obligación de matar los ejemplares pescados de especies invasoras para, de esa forma, controlar su población y preservar el ecosistema autóctono. En la lista se encontraba el siluro o la carpa común, dos de los trofeos más buscados por los pescadores que solo quieren tomarse un par de selfies con sus presas.
“Lo que les gusta es capturar un buen ejemplar, hacerse una foto para que se vea su proeza, ponerle mercromina y soltarlo”, explicaba Jesús Senante, alcalde de Caspe a El Periódico de Aragón, diario que precisaba que la pesca deportiva genera, solo en la villa, un negocio de seis millones de euros. Hasta el tramo inferior del Ebro en Aragón se desplazan de hecho aficionados a la pesca de Centroeuropa, lo que ha motivado a su vez la aparición de campings, tiendas, restaurantes, hoteles, alojamientos rurales… todo con la pesca deportiva como eje.
Las finanzas locales. “El turismo de la pesca supone un tercio de nuestra economía”, incidía Senante. No es el único que mostraba su preocupación. Magda Godia, regidora de Mequinenza, abogaba también en declaraciones a El Periódico por revisar el catálogo de especies exóticas para reducir el impacto del plan. “Tiene que predominar el sentido común y para ello la normativa debe incluir criterios socioeconómicos junto a los puramente medioambientales”, insistía.
Solo en 2015, explicaba, se habían expedido cerca de 20.000 tiques para pescadores interesados de desplegar sus cañas y anzuelos en los embalses del Ebro, ya sea en el mar de Aragón o la prensa de Ribarroja. En 2016 había incluso quien se preguntaba abiertamente sobre la posibilidad de considerar al siluro una especie local. El “folleto informativo de pesca” de 2023 de Aragón detalla los lugares de la cuenca del Ebro en los que se permite la pesca de especies exóticas invasoras “en régimen de captura y suelta voluntaria” e incluye al siluro, la carpa o el alburno.
En el foco de la pesca ilegal. La pesca de siluro y carpa en aguas del Ebro incluso ha captado el interés de pescadores ilegales. Hace cuatro años la Guardia Civil anunció la detención e investigación de 23 personas que, supuestamente, se dedicaban a capturar ejemplares para enviarlos luego a Rumanía. La operación se saldó con la intervención de 8,8 toneladas de pescado no apto para el consumo, que se evisceraba y almacenaba en naves sin control sanitario. Poco después la policía incautaba otras cuatro toneladas de siluros y carpas en el mismo río, capturas que seguían los mismos métodos y tenían el mismo destino.
Un negocio (y problema) creados. Se considere un motor socioeconómico o un desafío medioambiental, en torno al siluro hay dos datos que sí están claros. El primero es que está incluido en el catálogo de especies exóticas invasoras, en el que se precisa que se introdujo de forma voluntaria precisamente por su atractivo para la pesca deportiva; el segundo, es que tiene un impacto notable y bien estudiado en los ecosistemas del Ebro o Guadalquivir. La propia Universidad de Córdoba (UCO) ha advertido que “amenaza los hábitats naturales y economía local”.
El último matiz es importante y muestra que estas especies invasoras, por más apreciadas que resulten en la pesca deportiva, también dejan un saldo negativo que trasciende su huella medioambiental y afecta de lleno a la economía. “Amenaza la biodiversidad del Parque Nacional de Doñana, muy importante biológicamente además de una zona de importancia económica por la pesca del cangrejo rojo y albures”, recuerda el coordinador del estudio de la UCO a El Día de Córdoba.
“Oportunista, voraz y agresivo”. Así define el catálogo de especies exóticas invasoras al siluro, una criatura, recuerda, que se alimenta de otros peces, pero que también incluye en su dieta anfibios, cangrejos, roedores o aves acuáticas y “altera de forma importante la estructura trófica de los ecosistemas acuáticos”.
En sintonía con la advertencia de los expertos de la UCO, la ficha subraya además el “impacto negativo sobre los recursos pesqueros nativos” de unos animales que superan los dos metros de longitud y los 100 kilos de peso, se encuentran en los ríos Danubio y Volga y llegaron hace décadas a puntos como el embalse de Mequinenza, por el atractivo que tenían para los pescadores.
Hace unos años Ryo Yoshida decidió meter en un saco algunos de los campos en los que, considera él, destaca su país, Japón. La mezcla que le salió es algo ecléctica y combina los juegos, la robótica, la animación y los automóviles, un batiburrillo a priori difícil de conjugar en un proyecto empresarial, pero que a él le ha llevado a dar forma a una creación fascinante: Tsubame Archax, un peculiar robot diseñado para el mercado de ultralujo. ¿Cómo es? Pues probablemente lo más parecido que haya a este lado de las pantallas de los personajes de ‘Transformers‘, la mítica serie de ciencia ficción ‘Gundam‘ o los exoesqueletos mecánicos AMP de Avatar.
Ahora ya está a la venta. E incluso ha protagonizado una puesta de largo en el espectacular salón Japan Mobility Show, que se celebró hace unos días.
De la ciencia ficción a la realidad. Ese es el propósito que se ha marcado la compañía Tsubame Industry, con sede en Nishikasai, Japón, y capitaneada por Yoshida. Su objetivo es ni más ni menos que “llevar el mundo de la ‘ciencia ficción’ a la ‘realidad científica'” de una forma ambiciosa: creando “robots manejables” y que se puedan pilotar, no muy distintos a los que pueden verse en algunas grandes superproducciones de Hollywood. Y Archax, el proyecto que han presentado durante el Japan Mobility Show muestra que no andan desencaminados.
“La razón inicial para crearlo fue que quería hacer un vehículo nuevo”, comentaba hace poco Yoshida durante una entrevista con Reuters: “Además, Japón es muy fuerte en las industrias de la animación, los juegos y la robótica, así como ellos automoción, así que pensé que sería general si pudiera crear un producto que comprimiera todos estos elementos en uno que dijera: ‘Esto es Japón'”.
No digas Gundam, di Archax. Las comparaciones entre ciencia ficción y realidad suelen ser arriesgadas, pero al ver el diseño lanzado por Tsubame es difícil no recordar los humanoides mecánicos de sagas como Gundam, las usadas por los villanos de Avatar o sobre todo Transformer. Al igual que la ficción de Optimus Prime, Archax es un enorme dispositivo capaz de operar en “modo vehículo” o “modo robot”, situación esta última en la que es capaz de mover los brazos.
Su ficha técnica es cuanto menos sorprendente: pesa 3,5 toneladas, mide 3,1 metros de ancho y al “erguirse”, un proceso que le lleva 15 segundos, alcanza una altura de 4,5 m. El exterior está fabricado con FRP (fibra plástica reforzada), su color puede variar y para desplazarse usa neumáticos industriales similares a los que se montan en las carretilla elevadoras e impulsados por motores eléctricos.
Manejándolo como un juguete. Dependiendo de si Archax está en un modo u otro y la posición de sus diferentes articulaciones, la longitud varía de 4,4 a 5,9 m. Como se puede ver en los vídeos e imágenes distribuidos por la compañía nipona, el piloto puede acomodarse en una cabina cerrada desde la que puede observar el exterior con ayuda de 26 cámaras de gran angular. The Verge precisa que para controlarlo se usa un par de joysticks, un panel táctil, pedales y botones. El dispositivo, por supuesto, también puede dirigirse de manera remota.
Como Optimus Prime, pero no Optimus Prime. Así es. El robot es fascinante, pero sus habilidades difícilmente abrirá bocas de asombro entre los seguidores de ‘Transformers’. Para empezar, Archax no es precisamente rápido: la velocidad máxima que alcanza cuando opera en modo vehículo es de 10 km/h y para pasar de un modo a otro necesita una transición de 15 segundos. En cuanto a qué puede hacer con sus brazos y manos articulados más allá de saludar al público, como mostró en la feria nipona, The verge señala que es capaz de levantar unos 20 kilos, lejos también de la fuerza de los AMP de avatar o Megatron.
Pensado para el lujo. Llegados a este punto la gran pregunta es… ¿Para qué semejante derrocho de esfuerzo? ¿Cuál es el propósito de Archax? ¿Qué planes comerciales tienen sus creadores? La compañía explica que aspira a “crear un mercado completamente nuevo” para los robots manejables y que tiene la vista puesta en un mercado muy concreto… y jugoso: el del ultralujo, el mismo al que apuntan los fabricantes de superdeportivos, jets privados o mega yates.
“Se espera que los principales clientes sean personas adineradas”, abundan. Y es lógico que así sea: cada robot Tsubame Archax cuesta tres millones de dólares. La compañía empezó a aceptar pedidos hace unos meses, en septiembre, con un lote inicial muy limitado, de solo cinco unidades, trabaja por encargo y advierte que los clientes quizás deban esperar por sus pedidos alrededor de un año y medio.
…Con la vista puesta en el espacio. La compañía japonesa mira más allá sin embargo y espera que en el futuro su tecnología sirve para algo más que hacer las delicias de los magnates aficionados a la ciencia ficción. En concreto, se centra en las posibles aplicaciones que tendría en los desastres, la posibilidad de explorar nuevas opciones de ocio con robots o incluso en la industria espacial.
“En la Tierra hay muchas máquinas especializadas para trabajos. En una base lunar no podemos tener tantas máquinas. Tal vez se use una máquina similar a la humana en tal situación”, señala Akinori Ishii, directivo de Tsubame.
Tener como predecesor un televisor tan bien afinado como el BRAVIA XR OLED A95K que lanzó Sony el año pasado es un arma de doble filo. Por un lado el punto de partida sobre el que se sostiene el nuevo A95L como heredero del modelo de 2022 es muy confortable si nos ceñimos tanto a su calidad de imagen como a la de sonido. El A95K era muy bueno, y, a priori, su sucesor no debería arruinar sus virtudes.
De hecho, y llega la otra cara de la moneda, el A95L tiene que ser mejor que su predecesor. Tiene que aportar valor frente al modelo con panel QD-OLED del año pasado. Y no va a tenerlo fácil. Nada fácil. El A95K es por el momento el único televisor al que hemos valorado con un 10 en el apartado de calidad de imagen global. Y lo hicimos porque para nosotros el año pasado ninguno de sus rivales estuvo a su altura.
Fue, y seguimos pensándolo, el televisor con mejor calidad de imagen de 2022. La referencia con la que debíamos comparar cualquier otro televisor prémium. Ahí va un espóiler: hemos podido evaluar cara a cara el A95K y el A95L, por lo que en este análisis averiguaremos si este último ha conseguido superar al televisor estrella de Sony del año pasado.
Sony BRAVIA XR OLED A95L: especificaciones técnicas
sony XR-65A95L
características
panel
QD-OLED (Quantum Dot OLED) 4K UHD de 65 pulgadas, 10 bits, 120 Hz y 16:9
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Su diseño y su acabado nos parecen impecables, pero tiene un talón de Aquiles
Este es uno de los televisores con panel orgánico más robustos y mejor acabados que he analizado hasta ahora. Basta sacarlo de su caja para percibir que no transmite la fragilidad que rezuman otros televisores OLED, lo que permite manipularlo con más comodidad y sin miedo a dañar la matriz.
Esta mayor robustez, eso sí, es consecuencia del considerable grosor del recinto, por lo que no es tan estilizado como algunas de las propuestas prémium con las que va a competir. En cualquier caso, a mí me parece razonable aceptar este sacrificio si al hacerlo el televisor incrementa su rigidez y resistencia.
Este televisor incorpora un panel QD-OLED de segunda generación capaz de entregar picos de brillo de 2.000 nits
Antes de seguir adelante merece la pena que prestemos atención a algo importante: el panel QD-OLED que incorpora este televisor es de segunda generación, por lo que no es idéntico al del modelo A95K del año pasado. Esta matriz ha sido fabricada por Samsung y es capaz de entregar picos de brillo de hasta 2.000 nits frente a los 1.500 nits máximos de los paneles QD-OLED de primera generación.
Además, según Samsung sus últimas matrices orgánicas entregan este nivel de brillo sin degradar el color, tienen una vida útil más larga que los paneles QD-OLED de 2022 y minimizan la probabilidad de que se produzca retención de imágenes estáticas. De hecho, este fabricante nos promete que las matrices QD-OLED de segunda generación son el doble de fiables que las del año pasado. En lo que se refiere a su resiliencia a los quemados y su vida útil aún no hemos podido llegar a una conclusión definitiva, pero, como veremos más adelante, su capacidad de entrega de brillo es sobresaliente.
En la siguiente fotografía de detalle podemos ver que los marcos de este televisor son finos, aunque no tanto como los de algunos de sus rivales (especialmente los modelos prémium de Samsung y LG). Si tuviese que apostar defendería que los ingenieros de Sony prefieren aceptar algunos sacrificios estéticos si al hacerlo consiguen incrementar la robustez del televisor. A mí, honestamente, me parece la estrategia adecuada, aunque entiendo perfectamente que para algunos usuarios la estética es esencial y tiene la capacidad de decantar su elección.
Llegamos a la que en mi opinión es una de las características controvertidas de este televisor. En la siguiente fotografía de detalle podemos ver uno de los dos pies laterales que se responsabilizan de garantizar la estabilidad del panel. Instalarlos es pan comido y están impecablemente mecanizados, así que hasta aquí no tengo nada que objetar. Por otro lado, podemos instalarlos en dos posiciones diferentes para elevar el panel o dejarlo casi pegado a la superficie sobre la que lo hemos colocado (así fue como los instalamos durante nuestras pruebas).
Solo el modelo de 77 pulgadas contempla la instalación de los pies en una posición central
Sin embargo, las versiones de 55 y 65 pulgadas de este televisor nos obligan a instalar los pies pegados a los extremos del panel. Solo el modelo de 77 pulgadas contempla la instalación de los pies en una posición central que permite colocarlo sobre una mesa o un mueble menos ancho que el propio dispositivo. En algunos escenarios de uso esta limitación puede representar un problema.
De hecho, el modelo de 65 pulgadas que hemos analizado es más ancho que la mesa que utilizamos habitualmente para nuestras pruebas, por lo que nos vimos obligados a colocar encima de la superficie de la mesa un tablero ligerísimamente más ancho que el televisor. Podéis verlo en las fotografías que ilustran este análisis. Con toda probabilidad los ingenieros de Sony han tomado esta decisión para garantizar la estabilidad estructural del panel, pero esta limitación puede provocar que algunos usuarios se vean obligados a descartar el A95L.
Por detrás este televisor es casi completamente diáfano. El policarbonato utilizado por Sony para revestir la parte posterior de la matriz orgánica es rígido y de buena calidad, así que no le pongo ninguna pega. Un apunte interesante: en la parte superior central del televisor podemos ver el conector propietario al que podemos conectar la cámara web que esta marca japonesa nos entrega junto al A95L. En la siguiente sección del análisis indagaremos un poco más en ella.
Google TV es una apuesta ganadora
El procesador que se responsabiliza de lidiar con el sistema operativo de Google en este televisor no es el mismo chip de MediaTek incorporado en el A95K del año pasado. En el nuevo A95L Sony apuesta por el SoC Pentonic 1000 de esta compañía taiwanesa, lo que, entre otras ventajas, le permitirá en el futuro procesar juegos con Dolby Vision. Esta prestación desafortunadamente aún no está disponible, por lo que llegará a través de una actualización del firmware.
La faena, y es una lástima, es que este chip mantiene la implementación de únicamente dos entradas HDMI 2.1 que tanto hemos criticado en Xataka en el SoC MediaTek MT5895, que es el que utilizan muchos televisores de años anteriores, como, por ejemplo, el A95K. Eso sí, el procesador Pentonic 1000 mueve Google TV con mucha fluidez y consigue iniciar y cerrar las aplicaciones con una latencia perfectamente asumible. La experiencia que nos ofrece esta plataforma en este televisor es muy disfrutable, por lo que la apuesta de Sony por el sistema operativo de Google me parece acertada.
El A95K del año pasado salió de la fábrica impecablemente calibrado, y este A95L está incluso mejor afinado. He tenido la oportunidad de comparar frente a frente su calibración en los modos más relevantes para cine con la calibración de referencia del monitor profesional TRIMASTER HX 4K BVM-HX310 de la propia Sony, que es uno de los dispositivos de masterización más utilizados por los cineastas durante la postproducción de las películas.
Las imágenes que nos entrega el A95L se aproximan mucho a las del monitor profesional TRIMASTER HX 4K BVM-HX310
Y, sorprendentemente, las imágenes que nos entrega el A95L cuando lo sacamos de la caja se aproximan mucho a las que restituye este monitor profesional. Quien aun así decida sacar el máximo partido a su panel idealmente tendrá que calibrarlo empleando una sonda y herramientas de ajuste profesional, como el software de Calman. No obstante, en mi opinión este televisor nos permite prescindir de la calibración meticulosa que sin embargo otros televisores prémium sí nos exigen.
En la siguiente fotografía podemos ver qué aspecto tienen los dos mandos a distancia que nos entrega Sony junto a este televisor. El de la izquierda tiene una distribución de los botones tradicional, pero el de la derecha es más estilizado e incorpora un sensor de movimiento que activa la retroiluminación de las teclas cuando lo agarramos. El acabado de este último mando a distancia está un poco más cuidado que el del otro, y, además, incorpora seis botones de acceso directo a Netflix, Disney+, Prime Video, Bravia Core, YouTube y Crunchyroll.
En la siguiente fotografía de detalle podemos ver la cámara que nos entrega Sony junto a este televisor. Este accesorio se llama Bravia Cam, recoge imágenes 1080p y nos propone controlar el televisor mediante gestos e intervenir en videollamadas usando Google Duo. También puede asistir al proceso de calibración del panel, y, acertadamente, incorpora una tapa física que nos permite evitar en cualquier momento que continúe recogiendo imágenes. Es la misma cámara CMU-BC1M que incluyó Sony el año pasado en su anterior televisor insignia. Punto para esta marca.
La calidad de imagen global de este televisor es extraordinaria
Los subpíxeles RGB del panel QD-OLED de segunda generación de este televisor son rectangulares
La siguiente fotografía del panel la tomé utilizando mi microscopio digital, y en ella podemos ver con claridad la distribución en rombo de los subpíxeles RGB de la matriz orgánica. Este patrón es muy diferente al que emplean los paneles W-OLED que produce LG, y en el que hemos indagado en infinidad de ocasiones en otros análisis, como, por ejemplo, el del modelo OLED C3 de LG.
Un detalle muy interesante que he observado en esta matriz es que la geometría de los subpíxeles es ligeramente diferente a la de los que fotografié el año pasado en el A95K. Los subpíxeles del panel QD-OLED de primera generación de este último televisor son cuadrados, y, como podemos ver, los de la matriz orgánica de segunda generación del A95L son rectangulares. Es posible que en cierta medida la mayor capacidad de entrega de brillo del nuevo televisor insignia de Sony esté vinculada a esta peculiaridad.
Uno de los beneficios derivados de la ausencia en los paneles QD-OLED del subpíxel blanco en el que se apoyan las matrices OLED de LG consiste en que los nanocristales logran reproducir los colores primarios con una mayor pureza. Además, según Samsung la luminancia vinculada a los colores primarios RGB en las matrices QD-OLED de segunda generación es un 130% superior a la de los anteriores paneles.
Este televisor se ve claramente beneficiado por estas mejoras, y en la práctica lo que más me ha sorprendido es la credibilidad con la que reproduce el color y la profundidad de las imágenes siempre y cuando, eso sí, la señal que le entregamos tenga buena calidad.
No cabe duda de que el panel es un componente fundamental en un televisor debido a que condiciona profundamente su calidad de imagen, pero es importante que no menospreciemos la relevancia que tiene el procesado de la imagen. Y en este terreno objetivamente los ingenieros de Sony han hecho un trabajo extraordinario con este televisor. Su capacidad de recuperación de detalle tanto en las regiones en sombra como en altas luces es sobresaliente. El A95K del año pasado era muy bueno en esta área, y este A95L es aún mejor.
No he podido medir con precisión la capacidad máxima de entrega de brillo de este televisor, pero apostaría sin dudarlo que roza los 2.000 nits en una ventana que ocupa el 10% de la superficie del panel, que es lo que nos promete Samsung. Os aseguro que no he echado de menos en absoluto una mayor capacidad de entrega de luz.
Cuando recibe una señal Dolby Vision de calidad procedente de un servicio de streaming, o, mejor aún, de un disco Blu-ray 4K, este televisor se luce. Eso sí, Sony sigue sin implementar la compatibilidad con los contenidos HDR10+, y es una pena. Este televisor tan ambicioso debería ofrecernos a los usuarios una compatibilidad total con los contenidos de alto rango dinámico.
Los paneles QD-OLED de primera generación tienen un brillo residual de solo 158 nits, y estoy convencido de que la matriz de segunda generación de este televisor también se mueve en esta órbita. Esto le permite entregarnos unos negros extraordinariamente profundos y sin apenas contaminación lumínica.
Además, como cabe esperar, este A95L es esencialmente inmune al blooming(es ese defecto que se manifiesta bajo la forma de unos halos que rodean las zonas más iluminadas de cada fotograma), por lo que su rendimiento en aquellos fotogramas que contienen puntos luminosos sobre un fondo oscuro es espectacular.
En la siguiente fotografía podemos ver que la uniformidad con la que entrega la luz el panel QD-OLED de segunda generación es absoluta. De hecho, en esta instantánea parece que está ligerísimamente más iluminada la región central de la matriz, pero no es así. Este efecto ha sido introducido por el trabajo conjunto de la óptica y el sensor de la cámara de fotos con la que hemos tomado esta fotografía, pero en vivo la uniformidad de esta matriz orgánica es total.
La peculiar y muy bien resuelta fotografía de ‘El hombre del norte’ favorece la aparición del ruido de alta frecuencia siempre y cuando el procesado de la imagen no esté a la altura. Pero el de este televisor lo está. De hecho, en mi opinión tiene el procesado mejor afinado que he visto en acción hasta ahora. El ruido de alta frecuencia brilla por su ausencia, y, además, la nitidez con la que recrea los sujetos en primer plano y la precisión con la que los separa del fondo dan a las imágenes una tridimensionalidad impactante.
‘Tenet’ es una opción muy interesante cuando se trata de poner a prueba la capacidad de reproducción del color de cualquier televisor de última generación, y también para evaluar la forma en que resuelve el movimiento. De nuevo este dispositivo ha superado ambos tests con sobresaliente.
La saturación de los colores es impecable por su verosimilitud (su enfrentamiento con el monitor profesional TRIMASTER HX 4K BVM-HX310 del que os he hablado unos párrafos más arriba lo avala), y el movimiento está tan bien resuelto como suele estarlo en los televisores de Sony desde hace años. No tengo nada que objetar en este terreno.
Otra buena noticia: la cobertura antirreflejos que Sony ha puesto a punto para este televisor es fabulosa. Diría incluso que es la misma del A95K del año pasado. En la sección central de la imagen podemos ver un diminuto punto blanco provocado por el reflejo intencionado sobre el panel del flash de mi smartphone. En todos los televisores que he analizado hasta ahora este reflejo provoca un destello de cierta intensidad, pero en este modelo es casi inapreciable.
Durante mis pruebas el consumo de este televisor fluctuó de una manera constante. Es algo habitual en los dispositivos que incorporan un panel orgánico debido a que sus necesidades energéticas varían dependiendo de la proporción de subpíxeles que permanecen apagados en un instante determinado. En cualquier caso, los picos de consumo más altos que he medido se mueven en la órbita de los 335 vatios (la matriz de la unidad que hemos probado tiene 65 pulgadas).
Es una gran opción para jugar, aunque no la mejor del mercado
Para evaluar el rendimiento de este televisor con videojuegos recurrí a nuestra apreciada e imprescindible en estos análisis Xbox Series X y a varios títulos que son muy sensibles a la latencia, como ‘Mortal Kombat X’, ‘Forza Horizon 4’, ‘Gears 5’ y ‘Ori and the Will of the Wisps’. Esta máquina de Microsoft es objetivamente junto al PC la mejor opción para exprimir a fondo las prestaciones con juegos de cualquier televisor de última hornada.
Este es el mejor televisor para juegos que tiene Sony en catálogo. De eso no cabe duda. Y lo es no solo por su calidad de imagen; también lo es por sus prestaciones específicas para este escenario de uso. Confío en que esta marca publique pronto la actualización del firmware que habilitará su compatibilidad con Dolby Vision para juegos. Eso sí, echo de menos, como he mencionado unas líneas más arriba, que todas las entradas HDMI implementen la norma 2.1 porque algunos entusiastas de los juegos tenemos más de dos dispositivos que utilizan esta especificación.
El tiempo de respuesta de los paneles orgánicos es inferior a 1 ms, por lo que son esencialmente inmunes al desenfoque de movimiento (motion blur). Si nos ceñimos a este parámetro se miden de tú a tú con los mejores monitores para juegos, y este televisor no es una excepción. Por otro lado, su latencia de entrada a todas las resoluciones oscila entre 17 y 19 ms a 60 Hz, y se reduce a unos 9 ms a 120 Hz. Estas cifras son muy buenas, aunque no de infarto.
Por último, echo de menos en este televisor, al igual que en el A95K del año pasado, la compatibilidad con las tecnologías de refresco adaptativo G-SYNC de NVIDIA y FreeSync Premium de AMD. En este ámbito los modelos prémium de LG y Samsung marcan la pauta.
Sony ha conseguido hacer magia con el sonido de este televisor
Es injusto defender que todos los televisores modernos suenan mal. El estilizado recinto de los dispositivos LCD y OLED actuales impone unas restricciones físicas que es difícil solventar, pero este televisor demuestra que es posible resolver este desafío. Su sonido es fantástico. Y lo es por varias razones. Una de las más evidentes es que es capaz de entregarnos un nivel de presión sonora muy elevado sin permitir que la distorsión se desmande.
Este televisor reproduce las voces con mucho detalle y consigue separarlas nítidamente del sonido de ambiente y los efectos
Además, su extremo grave es inusualmente contundente en un televisor; tiene una dinámica muy respetable, y, lo que para mí es lo más importante, reproduce las voces con mucho detalle y consigue separarlas nítidamente del sonido de ambiente y los efectos. Estoy seguro de que Sony ha utilizado algoritmos de inteligencia artificial para obtener este resultado, pero en realidad no importa a qué estrategia ha recurrido; lo que importa es que suena de maravilla. Sigo prefiriendo un equipo de sonido multicanal dedicado, pero os aseguro que este televisor no requiere necesariamente que nos gastemos más dinero en una barra de sonido.
Sony BRAVIA XR OLED A95L: la opinión y nota de Xataka
El año que viene los ingenieros de Sony lo van a tener aún más difícil. Y es que a pesar de lo alto que colocó el listón el año pasado el modelo A95K, el nuevo A95L lo ha superado. Es necesario hilar fino para percibir las diferencias entre uno y otro, pero al enfrentarlos cara a cara en el escenario de pruebas idóneo (con la misma señal de entrada y empleando el mismo modo de imagen) el televisor de este año demuestra su superioridad. No es abrumadoramente mejor que su predecesor, pero está mejor afinado. Y es lo que cuenta.
El televisor insignia de Sony de 2022 es buenísimo, y este A95L, su sucesor, es aún mejor
Más allá de su enfrentamiento con el modelo insignia de Sony de 2022, este A95L se desmarca de los demás televisores que hemos analizado este año por su excepcional calidad de imagen global, su impecable calibración de fábrica, su notable capacidad de entrega de brillo, y también por la credibilidad con la que reproduce el color. Además, como hemos visto, tiene un sonido fabuloso. Y, de propina, la cámara está incluida en el paquete, por lo que no es necesario que nos gastemos más dinero para hacernos con ella (este no es precisamente un televisor de precio asequible).
No obstante, no es perfecto. Y lo curioso es que las pegas que me veo obligado a ponerle son las mismas que me han dejado un sabor de boca agridulce al analizar los televisores de Sony de años anteriores. Ahí van: no procesa contenidos HDR10+ y solo dos de las cuatro entradas HDMI implementan la norma 2.1. Es una lástima. De no haber tenido estas carencias rozaría la perfección. También me habría gustado que los pies pudiesen colocarse más juntos para que su instalación fuese menos restrictiva. Aun así, estas carencias no pueden empañar el gran trabajo que ha hecho Sony con este A95L. El A95M el año que viene no lo va a tener difícil. Lo va a tener dificilísimo.
9,6
Diseño 9,5
Calidad de imagen 10
Sonido 9,5
Interfaz y software 9,25
A favor
Su calidad de imagen global es de matrícula de honor
Sale impecablemente calibrado de la fábrica
Su capacidad de entrega de brillo es perceptiblemente mayor que la del modelo del año pasado
Resuelve el color y el detalle de forma irreprochable
La cámara está incluida en el paquete sin necesidad de pagar un sobreprecio
Su sonido es fabuloso
En contra
No procesa contenidos HDR10+
Solo las entradas HDMI 3 y 4 implementan la norma 2.1 completa
Las versiones de 55 y 65 pulgadas nos obligan a instalar los pies pegados a los extremos del televisor
Sony BRAVIA XR-65A95L, QD-OLED, 4K HDR, Google TV, Bravia Core, óptimo para PlayStation5 y marco de aluminio
Las estafas telefónicas cada vez son más complejas. Aunque las llamadas de SPAM han sido prohibidas, todavía debemos estar alerta ante distintos fraudes. A los ya conocidos de la llamada perdida o el timo de la doble llamada, ahora la Policía alerta de una nueva estafa telefónica cuyo objetivo es tan sencillo como intentar que contestemos una palabra aparentemente inofensiva.
Os explicamos cómo funciona el fraude del sí y qué consejos dan las autoridades tanto para evitar caer en él como qué hacer si ya hemos sido víctimas.
En qué consiste el fraude del sí
Nuestra respuesta al contestar una llamada puede “salirnos cara”, asegura la Policía Nacional en un mensaje de advertencia en redes sociales. Esta estafa consiste sencillamente en obtener una respuesta de “sí”. Los estafadores “realizan preguntas para que respondas con un sí y graban tu voz para utilizarla posteriormente para dar de alta un servicio”, explican.
No se trata de un fraude con una compleja técnica informática detrás. Más bien es un fraude de ingeniería social, donde los estafadores intentan engañarnos mediante la palabra.
Los delincuentes se hacen pasar por todo tipo de entidades con la intención de ganarse nuestra confianza y que digamos “sí” en algún momento de la conversación. Sea una entidad bancaria, un servicio de atención al cliente o cualquier tipo de llamada comercial.
Desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) explican un caso real de una estafa del sí. Una mujer de mediana edad llamó detallando que había recibido una extraña llamada.
Según indica, había contestado la llamada diciendo “sí” y “acto seguido, sin haber mantenido ninguna conversación con nadie, empezó a escuchar una locución dándole la enhorabuena por haber activado el servicio de Amazon Premium por un importe de 200 euros mensuales. A continuación, y sin poder hacer nada, la llamada se había cortado”.
Para sorpresa de la persona afectada, durante la llamada no había dado ningún tipo de dato personal. Ni nombre, ni dato personal ni dato bancario. Y aún así se quedó preocupada y decidió contactar con el INCIBE.
Esto no significa que esa suscripción se haya activado realmente. Se trata de una primera fase de la estafa. Los ciberdelincuentes utilizan esa llamada para infundir miedo y para, en una segunda fase, volver a contactar a la víctima para ahora sí solicitar datos personales y bancarios con la excusa de anular esa supuesta suscripción.
Actualmente hay bancos como el BBVA que permiten firmar operaciones con la voz. “El usuario sólo necesitará dar la orden con su voz para realizar una transacción, lo que simplificará sus pagos al no tener que recordar contraseñas ni introducir sus datos para pedidos ‘online’”, explican desde el banco.
Sin embargo, desde INCIBE apuntan que la respuesta del sí es más bien un intento de engañar al usuario para una posterior llamada y no tanto un intento directo de utilizar ese sí grabado como activación de un servicio de pago.
Qué hacer ante este tipo de estafa
En caso de recibir una llamada sospechosa, la recomendación directa del INCIBE y la Policía es no seguir con la conversación y colgar cuanto antes. Una vez colgado, es recomendable hacer un seguimiento de nuestras cuentas y pagos durante las posteriores semanas para vigilar si hay cualquier tipo de actividad inusual.
Durante la llamada, es muy importante no dar ningún tipo de dato personal. Ni nuestro número ni la ciudad en la que vivimos, así como tampoco ningún tipo de dato bancario. Cualquier detalle sobre nosotros puede servir a los ciberdelincuentes para hacerse un mejor perfil de a quién están intentando estafar y afinar su fraude.
No hay que devolver la llamada y si sospechamos que nos hemos dado de alta en algún servicio, como Amazon, es recomendable ir directamente a este servicio y comprobar que no se ha activado nada.
Finalmente las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado recomiendan guardar cualquier prueba de la estafa, como el número de teléfono o algún mensaje recibido, ya que estos son de utilidad a la hora de poner una denuncia si finalmente hemos sido afectados.
Los monstruos son criaturas imaginarias que por su aspecto o por su carácter infunden miedo en las personas. Pero hubo un tiempo en el que el mundo y el ser humano estaban a medio explorar, tiempos en que los monstruos no eran lo que son hoy en día. Tiempos en los que animales exóticos podían ser vistos como tales, pero también las personas.
La ciencia, el método científico, no surgió de un día para otro. Su origen está en las primeras etapas de la “edad moderna”, al menos en Europa. Además de inventos como el telescopio y el microscopio que permitían a los “filósofos naturales” observar mejor su entorno, inventos como la imprenta también fueron instrumentales para esta revolución.
Y es que para comprender el mundo que nos rodea es importante observarlo, describirlo, y a veces catalogarlo. Si no hubiera sido por este proceso probablemente no contaríamos con aportaciones como las de Darwin, que vio en sus viajes las pruebas de la evolución adaptativa.
Pero también es clave para la ciencia comunicar, transferir conocimiento para que otros puedan contrastar los resultados. Es así que la paja puede separarse del grano, y los monstruos pueden separarse de las criaturas.
Es en este contexto de cambio donde nació el naturalista italiano Ulisse Aldrovandi (1522-1605), y es este el contexto en el que publicó (de manera póstuma) su obra más “monstruosa”: Monstrorum historia o, más concretamente “Monstrorum historia, cum paralipomenis historiae omnium animalium”.
Este “protocientífico” contó con una vida curiosa. Nacido en Bolonia, con apenas 27 años fue acusado de herejía para ser después absuelto del cargo. Tras este evento comenzó a trabajar en la Universidad de Bolonia y llegó a convertirse en un protegido del papa Gregorio XIII (el papa al que debemos el calendario gregoriano).
En las páginas de este libro podemos encotrar imágenes y descripciones detalladas de criaturas mitológicas y críptidos como sirenas, cabras con rostros humanos, harpías, sátiros, dragones y otros monstruos. Hoy en día sabemos que estos seres pertenecen al reino de la imaginación y de la literatura, pero en este tratado comparten páginas con casos reales.
Sátiro, tal y como figura en las páginas del Monstrorum Historia. Ulisse Aldrovandi.
Monstruos marinos, tal y como figuran en las páginas del Monstrorum Historia. Ulisse Aldrovandi.
Página del Monstrorum Historia en la que se puede observar una serpiente bicéfala. Ulisse Aldrovandi.
Por ejemplo, podemos encontrar varios ejemplos de bicefalia. La bicefalia es un fenómeno más común en unos animales que en otros. Aldrovandi menta en sus páginas a la serpiente bicéfala. Las serpientes están precisamente entre los animales donde más casos de bicefalia se han documentado a lo largo de la historia.
En las páginas del libro la medicina contemporánea ha encontrado casos que podrían corresponder a afecciones como la neurofibromatosis. La neurofibromatosis hace referencia en realidad a tres dolencias, cuya vinculación es la producción de tumores generalmente benignos en distintas zonas del cuerpo.
Páginas 16 y 17 del Monstrorum historia, donde Aldrovandi representa a la familia del español Pedro González y su familia. Ulisse Aldrovandi.
Una de las copias que perviven de la edición original de este libro se encuentra en el Centro de Documentación de Canarias y América (CEDOCAM). La vinculación entre el archipiélago y el libro también viene por otro “estudio de caso”: el de Don Pedro González y sus hijos.
González padecía lo que hoy denominamos síndrome de Ambras o hypertrichosis universalis congénita. Esta dolencia genera una producción anómala de pelo, que causaba que el rostro de estas personas quedara cubierto por una capa de vello.
Monstrorum historia fue editado de manera póstuma en el año 1642 por Bartolomé Ambrosini, discípulo de Aldrovandi y su sucesor como director del Jardín Botánico de la Universidad de Bolonia. Este libro es tan solo uno de los volúmenes de una obra mucho mayor una enciclopedia (o quizá de nuevo deberíamos utilizar el prefijo “proto”) de 13 volúmenes en el que Aldrovandi y sus discípulos pretendían compilar el saber humano.
La Real Academia de la Lengua, en su Diccionario de la lengua española (DLE) recoge una segunda acepción de la palabra “monstruo” muy similar a la que utilizábamos como punto de partida. Sin embargo la primera acepción del término, “Ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie,” podría ser ajustarse al tratado de Aldrovandi tanto como la otra.
El evento pre-Halloween de Apple que desveló sus nuevos ordenadores con chips de la familia M3, a saber dos MacBook Pro y un iMac, dejó varias sorpresas agradables y otras no tanto. Entre las primeras, un cambio de esquema de los MacBook Pro que mata al modelo de 13″ y a la Touch Bar, y que introduce una versión algo inferior y más barata del modelo de 14″. Entre las segundas, unas ampliaciones a precios de escándalo.
Y también entre las segundas, aunque no es culpa de Apple sino del excesivo caso que muchos hacemos a filtraciones sin fundamento, la ausencia de un supuesto estudio de desarrollo de videojuegos japonés que explicara el extraño horario escogido para el evento, durante la vigilia europea.
Algo que va más allá: la ausencia de tintineo de campanas alguno para la industria del videojuego respecto al Mac. Hubiese sido un buen momento.
Ahora bien, si uno echa la vista atrás, es difícil no preguntarse qué impide a Apple lanzar su propia consola portátil. Repasemos algunos de los ingredientes necesarios o convenientes para esta ecuación:
Chips propios de alto rendimiento
Memoria unificada
Plataforma de software sobre la que construir una versión para consolas (como hizo con el primer iPhone a partir de Mac OS X, o con tvOS a partir de iOS)
Control logístico y de cadena de proveedores
API de gráficos 3D
Y sobre todo…
Un fracaso reciente con el Apple TV de 2015, que quería convertirse en una consola familiar al estilo de la Wii pero se lo impidieron decisiones de producto, como la obligatoriedad de hacer los juegos compatibles con el Siri Remote
Un hambre voraz por seguir diversificando sus ingresos, tanto para que su hardware no dependa tanto del iPhone como de hacer crecer su división Servicios
Sobre este último punto, una consola portátil encaja perfectamente en la búsqueda de los triángulos perfectos de Apple: hardware + software + servicios. No es algo que nos inventemos nosotros. Tim Cook lo dijo durante una entrevista con Kara Swisher, periodista de The New York Times, en 2021.
Nos encanta integrar hardware, software y servicios, y encontrar sus puntos de intersección porque creemos que ahí es donde ocurre la magia. Y eso es lo que nos encanta. Y nos encanta poseer la tecnología primaria que lo rodea.
Hay varias categorías de producto que encajan en ese triángulo que describe Cook y que Apple todavía no tiene, como nuevos productos orientados al hogar inteligente, o el recurrente coche, pero una consola portátil suena bastante más provechosa que lo primero y bastante más viable que lo segundo.
De las cinco consolas más vendidas de la historia, tres son portátiles. Las tres de Nintendo, claro. Si ampliamos el ranking, seis de las quince.
Como un fenómeno más similar al que sería una consola portátil de Apple, aunque salvando todas las distancias del mundo en cuanto a marketing y varios aspectos más, está la Steam Deck, cuyas ventas no son públicas pero se estiman en unos cuatro millones de unidades. No está mal para tratarse de una primera versión. La Wii U en mucho más tiempo y siendo de Nintendo solo llegó a trece millones.
Apple también tiene Arcade, que en los cuatro años que lleva en marcha no está siendo quizás lo que esperábamos, ni en relevancia ni en calidad de su catálogo, pero bien podría desdoblar su oferta con una propuesta de mayor enjundia para una consola, no para un móvil.
Eso nos lleva al siguiente punto: los iPhone Pro ya podrán ejecutar juegos AAA (no versiones, sino ports), pero tener que andar con adaptadores o mandos independientes, y a ver cómo sujetamos el teléfono, no termina de entroncar en una experiencia Apple.
Una consola portátil sería una oportunidad perfecta para conseguir:
Un nuevo dispositivo físico que vender
Una nueva plataforma de software que comisionar
Una nueva suscripción mensual que ofrecer
No es tan habitual que Apple lance nuevas familias de dispositivos.
2000
2001
iPod
2002
2003
2004
2005
2006
Apple TV
2007
iPhone
2008
2009
2010
iPad
2011
2012
2013
2014
Apple Watch
2015
2016
AirPods
2017
HomePod
2018
2019
2020
2021
2022
2023
Vision Pro
El tiempo dirá si en algún momento de los años veinte vemos cómo Apple se anima a dar un salto que le pondría a competir contra la industria del videojuego, pero los ingredientes, al menos los más complicados, los tiene. El 15 Pro le ha supuesto entablar relaciones con desarrolladores de videojuegos AAA como nunca antes.
Es inevitable. Cada vez que hablamos de “megaestructuras” nos fijamos en la altura o longitud, cómo de altas o cómo de largas son las edificaciones. Ocurre por ejemplo con el Burj Khalifa, el rascacielos de Emiratos Árabes que se ha coronado como la construcción más alta del mundo gracias a sus 828 metros, o con Jeddah, la torre aún en obras de Arabia Saudí que aspira a hacerse con ese mismo récord al superar los mil metros de altura. En otros casos, como The Line, una megalópolis de 170 km de largo, es precisamente eso, la extensión, lo que genera asombro.
Habría sin embargo otra dimensión, igual de impresionante pero en la que solemos fijamos mucho menos: la profundidad, los cimientos.
Un Guinness para Malasia. Si es en la cimentación en lo que nos fijamos, el récord mundial no hay que buscarlo en Arabia Saudí, Emiratos Árabes o EEUU. No. Su ganador está en el Sudeste Asiático. Al menos si nos fiamos del Guinness World Records, que reconoce como los cimientos de edificio más profundos del mundo aquellos que se hienden bajo las Torres Petronas, en Kuala Lumpur, la capital de Malasia. Sus estructuras alcanzan una marca récord de 120 m.
El Guinness no es el único que reconoce a las Petronas el mérito de ser las edificaciones con la cimentación más rotunda. Las torres malasias encabezan también el ranking elaborado por Capital Piling, una firma británica especializada precisamente en pilotes y cimentaciones. Según sus cálculos, al menos en 2022 las Petronas seguían presumiendo de los anclajes más profundos del mundo.
Objetivo: adaptarse al terreno. Si los cimientos de las Torres Petronas son como son, con una profundidad récord, no es por un capricho de sus arquitectos o la búsqueda deliberada de una plusmarca internacional. La clave, recuerda Capital Piling, está en el terreno que rodea la estructura, “muy inestable”. De ahí que sus responsables apostaran por una cimentación de pilotes de hormigón, estructuras diseñadas para repartir la carga. Structures Insider insiste en el tipo de suelo de la zona, propenso a expandirse con la humedad y contraerse cuando está seco.
“El edificio se asienta sobre una densa formación limosa que se superpone a una piedra caliza meteorizada y muy descompuesta. Cada torre se asienta sobre una balsa que corona 104 pilotes de barretina, de 30 a 108 m de profundidad —señala Durham Geo Slope Indicator, firma de instrumental y equipamiento geotécnico—. Las balsas tienen un grosor de 4,5 m y se fundieron en una sola colada para cada torre. Los diseñadores exigieron que las balsas estuvieran instrumentadas para medir la carga soportada por los pilotes y la transmitida al suelo por la balsa”.
Un año de trabajo. Lograr un récord arquitectónico no resulta sencillo. Ni siquiera, como ocurre con las Petronas, cuando está condenado a permanecer oculto, bajo el suelo. La web Petronas Twin Towers detalla cómo los trabajos de cimentación recayeron en la compañía Bachy Soletanche, que le dedicó alrededor de 12 meses a la tarea, y confirma que los cimientos alcanzan los 120 metros.
“Los rascacielos necesitan cimientos sólidos y profundos que penetren en el subsuelo. Dada la tremenda altura de las torres, las Petronas cuentan con una cimentación sólida de 120 m bajo sus densas zapatas de hormigón”, comenta. Y como una imagen muestra más que mil palabras, incluyen un esquema bastante simple pero también clarificador sobre cómo es exactamente la base.
Gráfico que muestra la cimentación de las torres Petronas.
Una mole bien anclada. Los cimientos de las Petronas impresionan, pero no más que las propias torres que sustentan, dos rascacielos que ostentaron durante unos años, entre 1998 y 2004, el título oficial de edificios más altos del mundo.
Cada una de las dos torres gemelas mide 452 metros de altura y se reparte a lo largo de 88 pisos, a los que se añaden cinco niveles subterráneos para servicios mecánicos y estacionamiento. Se calcula que cada torre pesa aproximadamente 300.000 toneladas, lo que —precisan sus responsables— equivale a más de 42.800 elefantes adultos. Darles forma requirió seis años y 1.600 millones de dólares.
Más alto, que no más profundo. Las Petronas tal vez ya no sean los mayores rascacielos del globo, pero eso no significa que las torres que las superan en altura cuenten con pilares más profundos. Capital Piling señala que, pese a que roza los 830 m de altura, el Burj Khalifa de Dubái tiene una base bastante menos honda: suma 192 pilotes de hormigón perforados hasta una profundidad de 49,9 m.
Lo mismo ocurre con la torre Tapiei 101, situada en Taiwán, que se eleva hasta pasar los 508 m y se apoya en 380 pilotes de hormigón con un diámetro de 1,5 m que se hincan hasta 79,8 m de profundidad. Tampoco parece que la torre Jeddah vaya a barrer el récord malayo. Según los datos facilitados por sus promotores en 2014, cuando culminó la cimentación, el proyecto incorpora 270 pilotes de entre 1,5 y 1,8 m de diámetro que alcanzaron los 105 m bajo el nivel del terreno.
El rey de los edificios. El título que Guinness reconoce a las Petronas es el de los “cimientos más profundos para un edificio”. Y esa última coletilla, la que alude a las edificaciones, no es casual. Los rascacielos de Kuala Lumpur destacan entre los grandes bloques de viviendas y oficinas del planeta, pero si abrimos el abanico hasta abarcar otras obras de ingeniería, la lucha está mucho más reñida.
En junio de 2022 Bangladesh inauguró de forma oficial el puente del río Padma, un viaducto de 6,51 km que costó 3.600 millones de dólares y se creó para recortar la distancia entre la capital, Daca, y el puerto de Mongla. La estructura quizás no destaque por su longitud, pero sí lo hace por su cimentación: sus pilotes de acero se clavan a una profundidad de 122 m en el lecho del río, lo que llevó a que en su día se hablase de un “récord mundial” entre las estructuras de su tipo.
Nada nuevo bajo el sol. Quizás al oír hablar de pelotazos urbanísticos el subconsciente nos lleve a pensar en la burbuja del ladrillo, la Costa del Sol y aquellos constructores hechos a sí mismo que acababan coleccionando dígitos en cuentas de países exóticos, pero si queremos conocer al auténtico maestro patrio del pelotazo hace falta remontarse bastante más atrás, al XVII, cuando en España tejía y destejía a su gusto el mayor genio en lo que a especulación se refiere: Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja, akael duque de Lerma.
Y es así porque el aristócrata no se conformaba con levantar adosados, enormes rascacielos o urbanizaciones a pie de playa. No. Él apuntaba más alto, a mover capitales de reino a gusto… a gusto y conveniencia, entiéndase.
La capital del reino, a Valladolid. Tal era la influencia que Francisco de Sandoval y Rojas, más conocido como el duque de Lerma, ejercía sobre Felipe III que a comienzos del siglo XVII lo convenció para algo que hoy suena asombroso, aunque tiene en realidad cierta trasfondo histórico: mover la capital del reino.
Y no, no hablamos de un cambio de palacio, o un simple traslado de barrio. El noble se las apañó para convencer al monarca de que lo mejor era replantearse la iniciativa que había tenido su padre Felipe II en 1561 y llevarse la capital fuera de Madrid. ¿A dónde? Pues a otra ciudad situada a más de 150 kilómetros en línea recta: Valladolid. Allí se fue la corte para establecerse en enero de 1601. Y de allí volvió a marcharse para regresar a Madrid pasados cinco años, en 1606.
No importa el dónde, sino el cuánto. Que la corte real se desplazase a Valladolid y no a otra ciudad, como Toledo o, pongamos, Albacete, Cáceres o Vigo, no fue una causalidad. Hoy se asume que en esa decisión pesó, y mucho, en duque de Lerma, quien tenía a su vez razones de peso para fijar allí la capital del reino. Solo que en su caso, ese peso se medía en ducados contantes y sonantes.
Antes de la mudanza, el aristócrata se dedicó a adquirir importantes propiedades en la ciudad del Pisuerga que, claro está, se revalorizaron en el momento en que Felipe III fijó allí su real residencia con todas las implicaciones que ello tenía.
Compra bien, vende mejor. Eso fue en líneas generales a lo que se dedicó Francisco Sandoval y Rojas: mostró buen ojo a la hora de hacerse con terrenos y propiedades en Valladolid y mejor tino todavía cuando le tocó vendérselos a los cortesanos y la Corona. Si el duque de Lerma se las apañó para lograr tal operación fue gracias a la enorme influencia que ejercía sobre Felipe III, un monarca 25 años más joven que él y que era conocido por su afición a la caza o el teatro.
Cuestión de poder… y persuasión. Su condición de valido le daba un poder considerable; su habilidad se encargaba del resto. Una de las tretas que usó para animar al rey al traslado a Valladolid fue tentarlo con su Palacio Real, antigua residencia de Francisco de los Cobos que se había encargado de remodelar.
“En 1600 se firmó la venta del Palacio por parte del marqués de Camarasa, nieto de Francisco de los Cobos, al duque de Lerma. Este a su vez lo enajenó en 1601 a favor de Felipe III, una vez que el monarca hubiera decidido el establecimiento de la Corte en Valladolid”, recoge la descripción que dedica el Ministerio de Defensa al palacio. Allí, en sus aposentos, nació en 1605 Felipe IV, lo que no impidió que tras el regreso de la corte a Madrid el edificio empezase a languidecer.
Parte del retrato ecuestre del duque de Lerma pintado por Rubens.
Dos buenos negocios, mejor que uno. Algo similar debió de pensar el aristócrata, que —a la luz de sus siguientes movimientos— llegó a una conclusión inapelable: si el traslado de Madrid a Valladolid le había granjeado tan pingües beneficios, por qué no repetir la operación pero a la inversa. Dicho y hecho.
El cambio de la corte real había hecho subir los precios de Valladolid pero pinchado los de Madrid, así que el bueno del duque se dedicó comprar propiedades allí. Y al cabo de unos años, persuadió de nuevo a Felipe III para que regresase a la ciudad que Felipe II había escogido para establecer la capital varias décadas atrás.
Lo que dicen las cifras. Se manejan algunas cifras que dan una idea de lo rentable que resultó aquel negocio. Madrid Villa y Corte recuerda que el traslado de la Corte implicaba mucho más que mover a la familia real: arrastraba a nobles, miembros de consejos y juntas, servicio, guardia… un despliegue de gente próxima a la Casa Real. Se habla de entre 10.000 y 15.000 personas que, obvia decirlo, necesitaban un techo bajo el que cobijarse. A ser posible a la altura de su alcurnia.
El Mundo precisa que algunas fuentes calculan que el valido se hizo con propiedades por valor de 80.000 maravedíes y obtuvo unos 55 millones de plusvalías. “Compró las casas del inmenso espacio que va desde la actual plaza de Neptuno hacia casi Atocha”, recoge Alfredo Alvar Ezquerra en el libro ‘El duque de Lerma. Corrupción y desmoralización en la España del siglo XVII’.
No solo eso. Para recuperar su capitalidad, Madrid llegó a poner sobre la mesa una donación de 250.000 ducados, toda una fortuna que acabó en buena medida en los bolsillos del avispado duque: se dice que logró hacerse con cerca de un tercio.
Retrato de Felipe III.
De intrigas, influencias y ganancias. Los movimientos del duque fueron tan jugosos que todavía hoy, siglos después, se le presenta a menudo como “el rey de la especulación inmobiliaria”, artífice del “primer pelotazo inmobiliario” de España o incluso un “corrupto sin límite”. Sus motivaciones reales podían ser sin embargo algo más complejas e ir más allá de la simple búsqueda de beneficios gracias a la información privilegiada que manejaba sobre los planes de la Corte.
Una de las teorías que circula es que con el traslado a Valladolid el noble quería alejar al rey de influencias que no coincidían con sus intereses, como su abuela, María de Austria y Portugal, quien falleció en 1603, entremedias del experimento pucelano. No faltaba tampoco un argumentario oficial: con la mudanza se buscaba en teoría un destino más salubre para la corte e impulsar el norte de Castilla.
Una historia rica en matices. Incluso hay quien aboga por tomar cierta perspectiva histórica. “Hay que verlo con los ojos de la época”, explicaba en 2018 a elDiario.es Claudio García, de la Oficina de Turismo de Lerma. “Es verdad que se aprovechó de su posición, pero no es un político actual. No representa al pueblo, sino a su casa nobiliaria”, abunda otro de los técnicos de turismo.
Se adopte o no ese enfoque, lo cierto es que la historia de Francisco de Sandoval y Rojas es apasionante, como demuestra que unos años después acabó solicitando de Roma el capelo cardenalicio. La razón, como se decía con sorna en la época, era que “para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado”.
El sector de la construcción no solo sueña con nuevosmateriales. Si hay una ambición equiparable a la búsqueda de recursos cada vez más duraderos, fuertes y sostenibles, que nos permitan atajar las emisiones contaminantes del hormigón, es la de lograr edificios eficientes. Ese es el objetivo de la austriaca Wienerberger, que se ha propuesto conseguirlo de una forma peculiar: “reinventando” el ladrillo.
Repensando los ladrillos. Suena ambicioso, pero eso es lo que se ha propuesto la firma austriaca Wienerberg con ISObric, un ladrillo de 20 cm fabricado con lana de roca hidrófoba y un material tan antiguo como la terracota. “Se presenta como una auténtica revolución en la construcción de muros estructurales”, sostiene.
En su ficha técnica precisa que hay dos modelos, ambos de 20 cm de ancho y 29,9 de alto y con una longitud de entre 45 y 50: uno tiene las celdas interiores rellenas de lana de roca aislante y otro incluye un pequeño orificio interior de 150 mm.
Los materiales, fundamentales. La clave de los ladrillos, lanzados bajo la marca Porotherm, son los materiales con los que se fabrican: arcilla terracota y un aislamiento de lana de roca con la que se rellenan las celdas interiores de cada una de las piezas. La compañía ha decidido apostar por el primero por sus “cualidades de inercia térmica”, lo que, asegura, permite a los bloques absorber las oscilaciones de temperatura en el exterior. La segunda, la lana de roca, mejora el aislamiento.
Objetivo: una mayor eficiencia. Al menos de momento, de ISObric solo manejamos la hoja técnica, las infografías y los vídeos publicados por la propia compañía, pero sus promesas son desde luego interesantes. Sus creadores hablan de una “resistencia térmica óptima” (R=2,00 m².K/W) y destacan su aguante a la humedad y el fuego, pero también otras ventajas relevantes, como que el ladrillo pesa menos de 18,5 kilos y se ha diseñado específicamente para reducir el impacto final del carbono y que también resulte más manejable en las obras.
Su diseño y el hecho de que no incluya compuestos orgánicos volátiles lleva a Wienerberg a sostener que mejora la calidad del aire en los interiores y evita el moho. “Gracias a las propiedades hidrofóbicas de la lana mineral, la pared queda totalmente protegida de la humedad. La migración del vapor de agua está regulada por la capilaridad de la lana de roca y porosidad de la terracota”, subraya.
Aislamiento y espacio. Dos de las grandes cualidades en las que inciden sus creadores. “Gracias a su resistencia térmica, ISObric proporciona del 30 a 45% del aislamiento del muro, garantizando un rendimiento térmico duradero sin riesgo de asentamiento —afirma la compañía austriaca—. Esto permite reducir el grosor del revestimiento interior hasta 6 cm en comparación con la mampostería ordinaria, liberando espacio habitable extra”. El revestimiento garantiza además la ausencia de “flujos de aire parásitos” entre el exterior e interior de la vivienda.
Otra de las fortalezas de las que presume la compañía es su “mayor resistencia mecánica”, creando muros internos y externos que se superponen y distribuyen las cargas por todo el muro. De esa forma —señala Wienerberger— se pueden levantar edificios de varias plantas con bloques que ofrecen un uso mínimo de cien años.
Objetivo ambicioso, no único. El objetivo que se ha marcado ISObric es ambicioso, pero no es ni mucho menos el primero. La propia Wienerberger ha creado un sistema de muros de bloques que lleva la marca Porotherm y se basa en el empleo de arcilla. Los austriacos no son los únicos que han trabajado para dar con nuevas formas de mejorar la eficiencia, la sostenibilidad o el aislamiento en las construcciones. Hay quien propone el uso de hormigón libre de cemento, echar mano de ladrillos-grapa, bloques de plástico reciclado o usar nuevas pinturas.