185 minutos. Eso es lo que asegura Miguel Ángel Revilla que tardó en 1961 en viajar a Bilbao. “El primer viaje que hice en mi vida fue para ir a estudiar a Bilbao en 1961. Tardé tres horas y cinco minutos. Ahora tarda tres horas y diez”, ha asegurado el presidente de Cantabria en palabras recogidas por El Confidencial. Unas declaraciones que resumen el problema que tiene España con el tren como medio de transporte.
179 minutos. Es el menor tiempo posible en el que se puede recorrer en tren la distancia que separa Santander de Bilbao. En estos momentos, tres opciones arroja la web de Renfe si queremos realizar este trayecto. Las opciones no son muchas y sus tiempos apenas difieren: Dos horas y 59 minutos para el trayecto más “rápido”. Tres horas y cinco minutos en la opción de la tarde y tres horas y catorce minutos durante la mañana.
En algo sí se equivoca Miguel Ángel Revilla. Las tres horas para cubrir el trayecto de Santander a Bilbao no es algo que venga produciéndose desde hace 60 años. En 1953, un tren que salía de Santander a las 9:00 horas llegaba a Bilbao a las 12:01 horas, en el llamado “tren rápido”. Casi 70 años más tarde, las conexiones han mejorado en dos minutos… en el mejor de los casos.
Una chapuza. La situación del tren cántabro lleva años encima de la mesa pero ha sido ahora, en 2023, cuando el ambiente político y mediático se ha vuelto irrespirable. ¿El motivo? En su intento por modernizar la línea, Renfe adjudicó en 2020 la construcción de 31 trenes a Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles(CAF) para modernizar los trayectos en Asturias y Cantabria. Lo que nadie contemplaba es que, tres años después, CAF comprobaría que el encargo tenía un error importante de cálculo: los trenes no entran por algunos túneles de Cantabria y Asturias.
Desde entonces, la palabra “chapuza” es la que más se ha repetido. Miguel Ángel Revilla ha sido uno de los más críticos con el Gobierno y, evidentemente, con el Ministerio de Transportes Movilidad y Agenda Urbana. El Partido Popular también ha pedido “declaraciones urgentes” en el Congreso. Desde el Gobierno y el ministerio ya han anunciado “ceses inminentes en Renfe y Adif”. Y, al mismo tiempo, Vox también pide la dimisión de Miguel Ángel Revilla en Cantabria.
Tres años más. Pese a las declaraciones de unos y de otro, hay una realidad encima de la mesa: los cántabros y los asturianos tendrán que esperar tres años más para poder disfrutar de sus nuevos trenes. Hecho público el problema por parte de El diario montañés, se ha sabido que Renfe, Adif y CAF han trabajado en diferentes soluciones.
Construir un tren nuevo desde cero impide cumplir con las medidas obligadas en los túneles en cuestión. Intervenir sobre los túneles requiere un esfuerzo en tiempo y dinero superior a cualquier otra intervención. También se ha desechado la idea de hacer una excepción en las normativas de gálibo. La única solución: utilizar el “método comparativo”. Es decir, tomar las medidas de los trenes que actualmente circulan por las vías (y algunos tienen más de 40 años) y adaptar a ellos los nuevos transportes.
Como han asegurado fuentes de Renfe a La Nueva España, el problema es que a los vehículos de nueva construcción se les exige un espacio libre entre las paredes y el convoy mayores que a los trenes que actualmente circulan por las líneas. “No es que los trenes encargados no hubieran cabido en los túneles, eso es exagerar, sino que no habrían cumplido la distancia mínima exigida a la bóveda”, han explicado al diario.
A vueltas con el ancho. Los problemas en la línea de Santander-Bilbao no son, ni mucho menos, nuevos. A finales del Siglo XIX ya se produjo la primera gran discusión mediática. Por un lado, los que proponían una remodelación de la línea para adaptarla al ancho de 1,67 metros (conocido como ibérico), unir Galicia con Francia y aumentar el flujo de pasajeros y mercancías con trenes de mayor capacidad.
En el otro lado, quienes preferían mantener el “ancho métrico” alegando las dificultades orográficas de la Cornisa Cantábrica, asegurando que los nuevos trenes no conseguirían la rentabilidad. Esta fue, finalmente, la decisión definitiva que ha terminado por dejar aislada a las vías que han optado por mantener esta medida.
Este ha sido uno de los dolores de cabeza recurrentes en nuestro país. Ni el ancho métrico ni el ibérico se adaptan al utilizado como referencia en el resto de vías rápidas del mundo, conocido como ancho internacional (aunque su nombre no sea correcto). Un ancho de 1,435 metros que sí se utiliza en las infraestructuras de nueva creación.
Un servicio impropio. Más de un siglo después, la línea de Santander a Bilbao cuenta con una longitud de 118,6 kilómetros, de los que 77,9 km sin electrificar y que admite una velocidad máxima de 80 km/h que, sin embargo, apenas se alcanza en una cuarta parte del trazado. Unas vías por las que los trenes circulan, de media, a 33,5 km/h.
En 2019, los medios de comunicación se hicieron eco de un viaje que Miguel Ángel Revilla hizo a Bilbao. En aquellos días, el presidente de Cantabria ya utilizó la coletilla de su famoso trayecto sesentero para denunciar la situación. Pero el futuro parecía mucho más amable con “la licitación de un tren de 40 minutos”.
Una muestra. El problema cántabro y asturiano sólo es la punta del iceberg de un problema mayor. Desde hace décadas, el servicio ferroviario se ha ido abandonando en España. Un mapa isocrono publicado en agosto de 2022 reflejaba el problema: la comparación entre España y Alemania o Francia es dramática.
Con Europa reclamando un mejor servicio de tren, rescatando trenes nocturnos (como el que funcionará entre Barcelona y Ámsterdam) o Portugal rogando al Gobierno español que los esfuerzos no se centren en la conexión con Madrid, la España Vaciada lleva años reclamando trenes dignos en boca de extremeños, castellanos, andaluces, aragoneses y gallegos.
Mientras, en 2023, Santander y Bilbao siguen separadas por tres horas de tren. Como en 2019. Como en 1961. Como en 1953. Lo estarán, al menos, otros tres años más. Un recorrido que, en coche, se cubre en una hora.
Foto | Emilio del Prado
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La noticia “En 1961 tardé a Bilbao tres horas y cinco minutos. Ahora tarda tres y diez”: Cantabria y el drama de España con el tren fue publicada originalmente en Xataka por Alberto de la Torre .