Octubre se despide con sorpresa —y de las de calado— para los seguidores de ‘The Witcher’. El actor Henry Cavill acaba de desvelar que no seguirá encarnando a Geralt de Rivia más allá de la tercera temporada, ya rodada. El anuncio deja dos noticias valiosas: la primera, la salida de la figura más importante del plantel de la serie; la segunda, irremediablemente eclipsada por la anterior, es la confirmación tácita de que habrá una cuarta temporada.
No es la única sorpresa del fin de semana para los seguidores de ‘The Witcher’.
La revelación de Cavill ha llegado acompañada de la respuesta a la gran incógnita que abre su salida: ¿Quién tomará su relevo como protagonista de ‘The Witcher’? La respuesta la ha dado el propio Cavill. Su sustituto será Liam Hemsworth, el intérprete australiano conocido, entre otros papeles, por la saga de ‘Los Juegos del Hambre’.
“Mi viaje como Geralt de Rivia ha estado lleno de monstruos y aventuras. Por desgracia, dejaré mi medallón y espadas en la cuarta temporada. En mi lugar, el fantástico Sr. Liam Hemsworth tomará el manto del Lobo Blanco”, ha señalado el actor británico en su perfil de Instagram: “Como sucede con los más grandes personajes literarios, paso la antorcha con reverencia por el tiempo que he pasado encarnando a Geralt y con entusiasmo por ver la versión de Liam”.
“Liam, buen señor, este personaje tiene una profundidad maravillosa, disfruta buceando y viendo lo que puedes encontrar”, abunda Cavill, quien insiste en los matices y la “fascinación” que acompaña a Geralt de Rivia.
Lo que no ha aclarado Cavill es cuál es la razón que le ha llevado a dejar ‘The Witcher’, si bien el anuncio llega poco después que se haya confirmado su regreso como Superman al Universo Extendido de DC.
Fue también el propio Cavill quien colgó un vídeo en su cuenta de Instagram hace solo unos días en el que revelaba que volverá a encarnar al Hombre de Acero y muestra además, a modo de adelanto y para abrir apetito, la nueva versión del traje que lucirá Superman.
Quien también se ha pronunciado es Hemsworth, fan, asegura, de ‘The Witcher’. “Henry Cavill ha sido un Geralt increíble y me siento honrado de que me ceda las riendas y me permita coger las espadas del Lobo Blanco para el siguiente capítulo de su aventura”.
“Henry, he sido un fan tuyo durante años y me ha inspirado lo que has aportado a este querido personaje —abunda—. Puede que tenga que llenar unas botas muy grandes, peor estoy emocionado de entrar en el mundo de ‘The Witcher’”.
Estamos tan acostumbrados a ver pasar coches patrulla, oír las sirenas de vez en cuando o encontrarnos con parejas de policías circulando por las ciudades, a pie o más frecuentemente en motos y coches, que es fácil pasar por alto la pregunta. Pero… ¿Cuál es la forma más eficiente de vigilar una ciudad, la que contribuye en mayor medida a frenar la delincuencia ¿Que los agentes estén listos para responder a las llamadas al 091 con rapidez o los controles preventivos? Y si la respuesta es esta última, ¿Cuál es la mejor forma de afrontarlos, a pie o con vehículos?
En Filadelfia —en Pensilvania, Estados Unidos— se han hecho esa misma pregunta y llegado a la conclusión de que la mejor forma de reforzar la seguridad es, en parte, volver a la vieja costumbre de patrullar las ciudades a pie, igual que se hacía antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando las comisarías estaban lejos de disponer de las flotas de coches de las que disfrutan ahora.
El experimento se organizó hace ya unos cuantos años, durante el verano de 2009, pero ha contribuido a aportar un nuevo enfoque a la organización de las patrullas. Su planteamiento fue relativamente sencillo. La policía se centró en 120 “puntos calientes”, zonas críticas repartidas por la ciudad que destacaban por su elevado nivel de conflictividad, y los dividieron en dos grupos. En uno apostaron por los controles a pie; en otro, mantuvieron los servicios sin esa vigilancia.
El efecto “visión de túnel”
Los responsables del experimento sabían ya de partida que el patrullaje sin vehículos tendría algunos efectos positivos, como la mejora en la relación entre los agentes y la comunidad. Quedaba la duda de si se notaría en el balance de criminalidad y, de ser así, cuál sería ese impacto.
Los resultados —relata la organización de medios NPR— resultaron ser esclarecedores. Al comparar uno y otro grupo de calles, los agentes constataron que en los barrios vigilados a pie los delitos violentos habían descendido un 23% en comparación con las restantes calles.
Al margen de los porcentajes, aquello se tradujo en resultados con consecuencias más que palpables. “Lo que obtuvimos fue un beneficio neto al final de los tres meses: 53 personas que no habían sido asesinadas, no sufrieron disparos ni robos”, explica el profesor Jerry Ratcliffe.
“Si la policía está todo el tiempo moviéndose rápidamente debido a lo que está sucediendo en la calle, realmente se está creando una especie de policía con visión de túnel en la que el único trabajo policial es el que implica responder a una llamada telefónica. Ese es el modelo estándar que hay que abandonar”, aboga Lawrence Sherman, profesor de criminología de la Universidad de Cambridge.
Las conclusiones de Filadelfia arrojaron una nueva perspectiva a un campo que ya habían abordado antes —con resultados dispares— otros estudios, como el de controles preventivos de Kansas City en 1973 o incluso otro realizado también con patrullas a pie en Newark, New Jersey. Entonces los investigadores constataron una mejora en la relación con los ciudadanos e incluso en la propia percepción de seguridad de los residentes, pero sin un descenso de criminalidad.
Una de las peculiaridades del experimento de Filadelfia fue que adoptó una perspectiva más científica y centró parte de su estrategia en “puntos calientes”, zonas conflictivas. “Descubrimos que en el 3% de las direcciones se producía más de la mitad de los delitos”, recuerda Sherman.
El de Filadelfia no ha sido el único estudio que ha indagado en el impacto que tiene la visibilidad de la policía para reducir las tasas de criminalidad, incluida la apuesta por los controles sin vehículos. Como detalla el College of Policing de Reino Unido, un organismo dependiente del Ministerio de Interior británico, a lo largo de los últimos años se ha estudiado las mejores estrategias.
“Se ha demostrado que los controles aleatorios o reactivos, que involucran a oficiales que patrullan lugares con independencia de la tasa de delincuencia o que pasan por una zona en ruta para atender una llamada ciudadana, no tienen ningún efecto en la reducción de delincuencia”, zanja el organismo británico, citando varios estudios, y abunda: “Sin embargo, el patrullaje policial visible puede reducir el crimen, pero solo si se dirige a pequeñas ubicaciones geográficas, los puntos críticos”.
Los informes que cita apuntan un descenso del 31% en los delitos contra la propiedad en las zonas por las que se patrulló con vehículos policiales distinguibles. Los resultados son también interesantes para el control a pie. El College of Policing recuerda que un estudio de 2016 constató que el aumento de agentes circulando por las zonas críticas logró reducir la violencia, aunque, eso sí, matiza que el efecto se percibió principalmente durante los primeros 30 días de la prueba.
La pregunta del millón es: ¿Esos datos muestran un descenso de criminalidad o que esta se desplaza a otros barrios? “Es importante destacar que las revisiones sistemáticas han demostrado que el desplazamiento de la delincuencia tiende a no ocurrir con la actividad policial focalizada en lugares de alta criminalidad. Los beneficios de la reducción de delincuencia pueden incluso extenderse a zonas inmediatamente circundantes a los lugares seleccionados”, abunda.
Otro estudio realizado en EEUU y centrado en 83 puntos críticos seleccionados de forma aleatoria constató también el efecto positivo de un mayor control de los agentes a pie. Una vez se retiraron, sin embargo, se percibió que la delincuencia volvía a aumentar. Y lo hacía además antes que en puntos en los que se había optado por una estrategia distinta: la resolución de problemas.
“Esta pauta de resultados sugiere que un enfoque combinado podría ser una estrategia eficaz: utilizar la patrulla a pie específica para reducir la delincuencia inicialmente junto con la resolución de problemas para tener un impacto más duradero”, concluye el College of Policing.
Pocos sabíamos, sin embargo, que un año más tarde de aquel fatídico evento, en Brasil se estaba gestando el mayor accidente radioactivo ocurrido fuera de una instalación nuclear. Un desastre que, según el Organismo Internacional de Energía Atómica, acabó matando a cuatro personas y contaminando por radiación a más de 250.
El resplandor de la muerte
Un 13 de septiembre de 1987, Wagner Pereira y Roberto Alves, dos chatarreros de la ciudad brasileña de Goiânia, entraron en una clínica privada que había sido abandonada dos años antes en busca de elementos metálicos que pudieran llevarse para después vender. Así, cargaron su carretilla con todas las piezas que pudieron y se fueron del lugar.
Una vez en casa de Alves, los hombres continuaron con sus actividades habituales y empezaron a desarmar una máquina cuyo funcionamiento desconocían. Se trataba de una unidad de radioterapia que había sido utilizada para los tratamientos contra el cáncer y que en su interior contenía 19 gramos de cesio-137.
De acuerdo a Medical News, este tipo de máquinas funciona con fuentes altamente radiactivas, como el cesio. El dispositivo de irradiación se coloca sobre el paciente y un colimador gira para irradiar con alta precisión una parte determinada el cuerpo por un breve período de tiempo.
Entre tanto, Alves vendió las piezas que había retirado de la unidad de radioterapia a un depósito de chatarra de la ciudad. De acuerdo a la revista Ain’t No Way To Go, esa misma noche, el propietario de la chatarrería, Devair Alves Ferreira, descubrió un enigmático resplandor en su garaje. Cautivado por el fenómeno, pensó en invitar a sus amigos y familiares a contemplarlo.
Instituto Goiano de Radioterapia (IGR)
Pero la curiosidad pudo más que cualquier otra cosa. Así, Ferreira llamó a un amigo para intentar abrir una cápsula del aparato, pero solo consiguieron perforar el colimador, lo que les permitió observar dentro y extraer parte del enigmático polvo. El hermano de Devair, Ivo Ferrerira, incluso se llevó algunos fragmentos del material y los colocó en la mesa principal de su casa.
El periódico brasilseño Jornal Opção cuenta que Leide das Neves Ferreira, la hija de Ferreira, tocó el material brillante mientras comía, incluso se lo frotó en la piel para mostrárselo a su madre. Al poco tiempo, algo extraño comenzó a suceder en la comunidad. Varios vecinos enfermaron y, curiosamente, muchos de ellos fueron hospitalizados por presentar varios síntomas en común: diarrea, vómitos, fiebre alta y pérdida de cabello.
Gabriela Maria Ferreira, la esposa de Devair Alves Ferreira, fue la primera persona en advertir una relación entre las piezas que había llevado su marido a su casa y el brote que acababa de comenzar. Pensando en que la cápsula podría ser peligrosa, la guardó en una bolsa de plástico y se montó en un autobús de camino a una oficina pública de salud.
La mujer fue recibida por un médico, quien sospechó que la cápsula podía ser peligrosa y decidió mantenerla alejada de sí mismo y de los otros empleados de lugar. De esta manera, según el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil, se encargó al físico Walter Mendes Ferreira que examinara la cápsula con un contador de centelleos, tarea que terminó por desvelar la presencia de radiactividad.
Desde el momento en el que la cápsula había sido extraída de la clínica abandonada hasta el momento en el que fue descubierto el problema, habían pasado varios días. Para aquel entonces, el material radiactivo se había esparcido por muchos lugares, incluido el autobús en el que viajó Gabriela Ferreira y las oficinas de salud.
Tareas de descontaminación en Goiânia
Ante este panorama, el gobierno tomó cartas en el asunto. Transformó un estadio vacío en un hospital de campaña. Allí se examinaron más de 110.000 personas, todas las que se creían que podrían estar en riesgo por el accidente, pero se detectó radiación en poco más de 250 personas. Muchas de ellas fueron trasladadas a hospitales en São Paulo para recibir tratamiento médico.
En relación a las tareas de descontaminación, estas no fueron fáciles y requirieron de grandes esfuerzos. En primer lugar, las autoridades confiscaron, y en muchos casos destruyeron, las pertenencias de miles de personas. Se utilizaron diferentes elementos químicos y aspiradoras para limpiar las superficies contaminadas y se procedió a la demolición de ciertas viviendas.
El trágico desenlace y la búsqueda de responsables
Leide das Neves Ferreira, la pequeña de seis años, y Maria Gabriela Ferreira, la esposa de Devair Ferreira, se convirtieron en las primeras víctimas mortales del desastre de Goiânia. Ambas murieron aproximadamente un mes después de haber sido expuestas al cesio-137 por septicemia e infección generalizada, de acuerdo al periódico The New York Times.
Admilson Alves de Souza y Israel Baptista dos Santos, dos empleados de la chatarrería de Ferreira, de 18 y 22 años respectivamente, también murieron en 1985. Devair Ferreira, a pesar de haber mantenido contacto directo con la fuente radiactiva no enfermó gravemente en lo inmediato. Según declaraciones del presidente de la Asociación de Víctimas del Cesio 137, Odesson Alves Ferreira, a Terra Brasil, el hombre se sentía responsable del accidente. Por esta razón, cayó en depresión y empezó a consumir alcohol en grandes cantidades. Finalmente murió de cirrosis en 1994.
Ivo Ferreira, el padre de Leide das Neves Ferreira, también padeció problemas psicológicos. Abrumado por la tragedia, se convirtió en un fumador empedernido. Enfermó y murió de enfisema pulmonar en 2003. Odesson señala en la entrevista que, aunque muchas personas no enfermaron por radiactividad, la tragedia desencadenó un problema social que afectó psicológicamente a muchas personas.
En cuanto a la búsqueda de responsables, los médicos que habían sido dueños de la clínica abandonada y estaban encargados de operarla, así como el físico hospitalario, fueron condenados a tres años y dos meses de prisión, sin embargo, cumplieron su condena realizando servicios comunitarios. Los chatarreros, por su parte, nunca fueron acusados.
La Comisión Nacional de Energía Nuclear de Brasil, obligada por una sentencia del 8º Juzgado Federal de Goiânia, se encargó de distribuir cuantiosas indemnizaciones a las víctimas y garantizar que recibirían el tratamiento médico y psicológico tanto a ellos como sus descendientes de segunda y tercera generación. The Washington Post señala que la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) calificó al desastre como “uno de los peores incidentes radiológicos del mundo”.
Imágenes: Organismo Internacional de Energía Atómica
¿Se acuerdan de El Precio Justo? Un programa en el que los ganadores conseguían grandes premios si conseguían acercarse, pero siempre sin pasarse, lo máximo posible al precio de una suma de artículos. Algo parecido es lo que le ha pasado a Volkswagen con sus botones táctiles en el volante. Lo bueno es que han dado marcha atrás. Lo malo: no eran los peores.