El mercado del coche eléctrico se enfrenta a uno de sus mayores retos: madurar, convencer a los escépticos y convertirse en un vehículo de masas. Hasta ahora, su crecimiento ha ido a buen ritmo pero las primeras cifras demuestran que la implicación gubernamental y los salarios han sido piezas claves.
Según datos de Global Electric Vehicle Outlook 2022 de la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 2022 se vendieron 10 millones de vehículos eléctricos. En 2023 se espera que alcancen los 14 millones de unidades vendidas, lo que supondría un 35% de crecimiento.
En apenas una década, la suma de híbridos enchufables y eléctricos en nuestras carreteras ha pasado de ser una excepción a sumar más de 26 millones de vehículos en las calles. De ellos, más de 10 millones de coches eléctricos se han comprado en China. Sumando los híbridos enchufables, sólo en China hay un 60% del total de los 26 millones de automóviles antes mencionados.
Europa también ha vivido un enorme crecimiento de estos vehículos. En 2019, el 3% de los automóviles que se vendían en el continente eran híbridos enchufables o eléctricos. En 2022, la cuota de mercado de los enchufables creció hasta el 20%. Nuestro continente se ha convertido en el segundo mayor mercado del mudo (muy lejos de China) si hablamos exclusivamente de la venta de vehículos eléctricos.
Desde hace tiempo, los analistas avisan de que el crecimiento del coche eléctrico será estable año tras año. Pero no sólo eso, también que lo harán a una gran velocidad. Hace dos años, Bloomberg NEF apuntaba a que en 2030, uno de cada tres coches que se vendan serán eléctricos. En 2040, la cifra debería alcanzar el 60%.
En 2020, la propia Unión Europea hablaba en sus borradores de tener, al menos, 30 millones de vehículos enchufables en las calles del continente en 2030. En junio de este mismo año, el último borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) aseguraba que España aspira a tener en sus calles 5.450.000 vehículos eléctricos en las calles, repartidos en tres millones de coches eléctricos, 400.000 vehículos comerciales y más de dos millones de motocicletas, cuadriciclos y autobuses completamente eléctricos. Un aumento del 9% en los objetivos.
Nada claro para cumplir las expectativas
Este aumento en los objetivos españoles choca frontalmente con los resultados que España ha tenido hasta ahora. En el último Barómetro de la Electromovilidad elaborado por Anfac, relativo al primer trimestre del año, se apunta a que a finales de 2023 se esperaba tener 190.000 vehículos electrificados. En marzo de este año, la cifra era de 25.450 vehículos, apenas habíamos cumplido un 13,4% de la cifra que se espera a final de 2023.
Tampoco las últimas noticias de fabricantes que decían haberse volcado con la fabricación de automóviles eléctricos está dando muestras de que los crecimientos esperados para el vehículo eléctrico puedan sostener el ritmo que se esperaba.
Volkswagen ha tenido que reducir la producción de sus modelos completamente eléctricos por falta de demanda. Según Manfred Wulff, jefe del comité de empresa de la planta que la firma germana tiene en Emden, en palabras recogidas por Autocar, las compras de coches eléctricos están siendo un 30% inferiores a lo esperado.
Y Ford también ha corregido a la baja sus perspectivas de fabricación y ventas de coches eléctricos. En 2023 esperaban producir 600.000 vehículos completamente eléctricos pero han retrasado este hito al año que viene. En 2026 aseguraban que fabricarían dos millones de coches eléctricos. Ahora ya no ponen fecha a este.
Si echamos la vista un poco más atrás, en 2018 Renault aseguraba que aspiraba a vender en 2022 un total de medio millón de vehículos completamente eléctricos. Finalmente vendió 228.00 unidades de vehículos electrificados. Es decir, sumando eléctricos, híbridos enchufables, recargables y de hibridación ligera.
Aunque el crecimiento de los vehículos completamente eléctricos es notable (en Europa este mismo año han superado a las ventas de diésel y el Tesla Model Y ha conseguido colocarse durante más de un trimestre como el coche más vendido), es lógico que no se lleguen a las expectativas planteadas hace unos años y que el aumento sea constante pero, poco a poco, se vaya relajando.
Superar el primer escollo
En China, el coche eléctrico ha crecido tanto por una implicación del Gobierno desde hace más de un lustro. Los fabricantes europeos y estadounidenses vieron la oportunidad de fabricar en su suelo porque los costes eran muy inferiores a los de hacerlos en el suelo occidental.
Sin embargo, sus políticos obligaron a estos fabricantes a asociarse con empresas locales. Compañías que han aprendido de las europeas y estadounidenses para producir sus propios vehículos, con tecnología similar pero mucho más baratos. Y. al mismo tiempo, el control que han ejercido sobre la cadena de suministro en los últimos años ha provocado que las empresas locales puedan ofrecer precios al consumidor mucho más competitivos. Ya son el mayor exportador de coches del mundo.
Noruega es, en Europa, la meca del coche eléctrico. Sus ventas superan el 80% de la cuota del mercado. Unas cifras que se han conseguido gracias a que sus políticas estatales han favorecido la compra de vehículos completamente eléctricos a precios mucho más bajos que los de combustión.
Suecia (54%), Países Bajos (35%) o Alemania (31%), son los siguientes países donde la compra del coche eléctrico es más habitual. Todos ellos destacan por tener unos salarios muy superiores a la media española y, además, de nuevo el trabajo político se deja notar, con una infraestructura de carga que está por encima de la media Europea, según Anfac.
Ahora, algunos países, como Alemania o Noruega, están empezando a eliminar las ayudas a la compra que los Estados mantienen para fomentar la compra de este tipo de vehículos y acelerar su transición. China, que lo había planteado, ha decidido mantenerlas, con el objetivo de seguir liderando la venta de coches eléctricos.
Y terminar por romper el mercado
Conforme los coches eléctricos se vayan masificando, las ayudas se retirarán y, como es obvio, sus ventas se desacelerarán después de un último repunte.
Pero el coche eléctrico tendrá que enfrentarse al reto de convertirse en un coche de masas, volar sin subvenciones y demostrar que puede ir más allá de las compras que hayan realizado los early adopters.
En Axios apuntan que no parece sencillo que el coche eléctrico pueda romper ese techo de cristal. En mi opinión, creo que la evolución del mercado es lógica. Un early adopter se caracteriza por estar muy informado sobre una tecnología, es un entusiasta y no le importa pagar los pecados de un producto que está desarrollándose a pasos agigantados para poder experimentar su uso desde los primeros días.
En el caso del coche eléctrico, las compañías han optado por ofrecer coches eléctricos mucho más caros que los de combustión para compensar la diferencia de costes (menor producción, mayores costes fijos) y sortear las dificultades de la cadena de suministro y el alto coste de fabricación de las baterías. La compra de estos coches la ha realizado personas con un poder adquisitivo holgado.
Desde BMW nos explicaban que el comprador de un BMW IX no tenían ningún problema a la hora de viajar con su coche pues tenían estudiado que el perfil era el de una persona altamente informada y muy consciente de las limitaciones de esta nueva tecnología.
El comprador de un coche eléctrico está muy informado sobre las ventajas de la tecnología y como sacarle el mejor partido. No es el conductor medio
En el lado contrario, los compradores (particulares) de los vehículos eléctricos más baratos son personas muy informadas y que han echado muchas cuentas para comprobar que, por su forma de desplazarse en el día a día, el coche eléctrico es la mejor opción. Por ejemplo, un MG4 Electric hace del precio su principal baza para convencer a los clientes potenciales.
Pero, ¿por qué triunfa en Europa un coche eléctrico como el Tesla Model Y? Porque con los salarios españoles, estos coches quedan muy lejos de la mayoría de los potenciales compradores. Sin embargo, países como Alemania, Países Bajos o Noruega, donde los salarios son mucho más altos y, por tanto, el esfuerzo para la compra de un coche es mucho menor, teniendo en cuenta que los fabricantes ofrecen precios muy similares en sus vehículos en los mercados europeos.
Con esta base de early adopters, el coche eléctrico necesita ahora bajar de precio para ser atractivo al resto de compradores. En España, un reciente estudio de Coches.com afirmaba que el precio medio de los vehículos que se ofertan en nuestro país es de 45.000 euros. Un precio muy similar al que se venden los Tesla Model 3 y Model Y, coches que, en estos momentos, en su relación entre autonomía, software y precio no tienen rivales que les hagan sombra.
En mercados como el español, es lógico que el coche eléctrico le cueste despegar. Por economía nacional, la edad media del parque móvil español es de 13,5 años. Quien no tiene una economía lo suficientemente desahogada como para optar por un renting, espera mantener un coche durante más de una década y, delante, tiene unos vehículos eléctricos que avanzan muy rápido en su desarrollo, por lo que es lógico que el comprador menos pudiente retrase su salto.
Tampoco se ofrecen grandes garantías a quien espera gastar cerca 40.000 euros o más en un único coche para sus desplazamientos. Aunque la red de cargadores sigue aumentando, el conductor profano a la movilidad eléctrica sigue pensando que es imposible o muy complicado viajar por España. Lo cierto es que no es así pero sí conviene tener unos consejos siempre en mente para no vivir una mala experiencia.
Las noticias que se repiten sobre el número de cargadores no ayudan pero es que la propia administración tampoco ayuda. Viajar con un coche eléctrico o mantenerlo como único vehículo de la casa sigue necesitando de una implicación por parte del conductor, que tiene que pasar de rellenar el depósito en cualquiera de las gasolineras que tiene junto a la carretera a planificar sus viajes eligiendo potencias, calculando tiempos de espera y buscando en los mapas.
Desde Ford aseguran que es imprescindible bajar el precio del coche eléctrico para mantener el ritmo de crecimiento actual, incluso aceptando que tendrán que utilizar baterías menos capaces y de menor autonomía. Fabricantes como Stellantis, Toyota o Renault llevan tiempo avisando de que es necesario seguir favoreciendo la presencia de los motores de combustión, para dulcificar la transición con la venta de híbridos.
Pese a ello, el precio de los vehículos (eléctricos o no) no ha dejado de aumentar en los últimos años. Si el coche eléctrico no consigue mejorar sus prestaciones y bajar su precio, existe un riesgo real de que en Europa se viaje a dos velocidades (si no sucede ya), con países en los que seguirá aumentando la edad del parque móvil, como consecuencia de unos consumidores a los que no se ofrecen ventajas evidentes de pasarse al coche eléctrico.
Las medidas europeas para dar el salto a un mercado del automóvil completamente eléctrico pasa por permitir, casi en exclusiva, híbridos enchufables. Un tipo de tecnología que tampoco se caracteriza por ser especialmente barata y que, de hecho, está retrocediendo en los automóviles de menor tamaño.
Es muy probable que el coche eléctrico reduzca su precio y aumente sus prestaciones en los próximos años. No hay que perder de vista que es una tecnología que tiene mucho desarrollo por delante, las fuentes de litio siguen aumentando y los fabricantes han invertido una enorme cantidad de dinero en mejorar su oferta.
Costará. Quizás no se cumplan las primeras expectativas y el crecimiento en las ventas de los coches eléctricos es muy probable que sea más suave. Sin embargo, el coche eléctrico irá calando poco a poco, cuando las opciones sean más asequibles, las autonomías mayores y la red de cargadores más densa. Es cuestión de tiempo. La duda es de cuánto tiempo estamos hablando.
Fotos | Volkswagen
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La noticia Es muy probable que el crecimiento de ventas de los coches eléctricos se frene a corto plazo. Y es muy lógico fue publicada originalmente en Xataka por Alberto de la Torre .