Este verano vimos dos importantes actualizaciones en el coche eléctrico. Nada más echar a rodar septiembre, Tesla anunciaba el Model 3 Highland, después de muchos rumores. El vehículo modernizaba ligeramente su línea, eliminaba algunos de los pocos botones que quedaban en su interior y, sobre todo, aumentaba su autonomía.
Apenas unos días más tarde publicamos nuestra prueba del Polestar 2. Entonces la berlina eléctrica estaba a punto de recibir un interesante cambio, con aumentos considerables de potencia y, ligeramente, de autonomía. Esto último llegaba gracias a un acumulador de energía de mayor capacidad y una gestión más inteligente de sus motores.
Hace poco acudimos a la toma de contacto del Peugeot E-2008, cuyo cambio más interesante era un aumento considerable de la potencia gracias a un motor diseñado por la propia Stellantis pero cuyo consumo era inferior al de la opción menos potente, cuyo propulsor se fabrica fuera de sus instalaciones.
Todas ellas son actualizaciones que adelantan hacia dónde se está moviendo el mercado: la “movilización” del coche. Actualizaciones que con pocos detalles mejoran el producto final y que plantea un futuro incierto para el consumidor.
El “mismo coche” 15
Cada año, con cada actualización del iPhone o de cualquier otro teléfono de gama alta, las redes sociales se llenan del meme en el que se habla de “el mismo móvil” 14, 15 o el que toque en ese momento. La idea es hacer referencia a que la compañía está ofreciendo el mismo producto que el año anterior con unas mejoras que apenas afectan en el día a día y que no valen lo que se tiene que pagar por ellas.
Eso, siempre y cuando el nuevo producto suba de precio. Si lo mantiene, la sensación que se le puede quedar al comprador del año anterior es que adquirió un teléfono móvil peor del que se venderá a partir de ahora por el mismo dinero. Y algo similar le podía haber sucedido a un comprador del Tesla Model 3.
Porque, de la noche a la mañana, la compañía de Elon Musk anunció que vendería la renovación del Tesla Model 3, con un sensible aumento en la autonomía, por el mismo dinero. Es una situación nueva para el mercado del automóvil, donde las renovaciones a mitad de vida comercial del producto suelen poner al día la estética del automóvil y, de existir cambios mecánicos (que suelen ser muy menores), suelen pagarse más caros.
El cambio de paradigma con el vehículo eléctrico es que, para las compañías, es relativamente sencillo actualizar un coche ofreciendo un aumento de autonomía y potencia sobre la misma base que tenían hasta ahora. La evolución en el desarrollo de las baterías permite que la densidad energética de las mismas aumente y el desarrollo de los motores eléctricos repercute en propulsores más eficientes, con mayores potencias que no tienen por qué afectar al consumo.
La industria habla con claridad de ir “reacondicionando” vehículos para maximizar los beneficios por vehículo puesto en la calle
Algunas marcas, de hecho, están avisando de que sus planes giran en este sentido. En la presentación del Mobilize Limo, Renault confirmó que trabajan pensando en un futuro donde el vehículo en propiedad retroceda y aumenten las fórmulas de alquiler como el renting o las suscripciones. Esto permite a la compañía francesa tener siempre el control sobre el vehículo y, una vez de vuelto, actualizarlo con mejores prestaciones y autonomías para volver a ponerlo en el mercado.
“Imagine que ya no hay coches de segunda mano”, decía Matthias Hossann, director de diseño de Peugeot, a principios de este mismo año durante el Peugeot E-Lion Day. Entonces se habló de dos tramos de suscripción en el acceso a sus nuevos vehículos. Una fórmula que también ha estado explorando Nissan o Toyota, cuyos Ariya y bZ4X sólo se vendían mediante renting. Sony y Honda ya avanzaron una fórmula similar para el Afeela.
La nueva fotografía de la industria, donde el coche eléctrico está permitiendo construir vehículos sobre plataformas más escalables que nunca y donde el software permitirá jugar con las prestaciones de los propulsores, nos lleva a pensar en que lo vivido con los Tesla Model 3, Polestar 2 y Peugeot E-2008 se repetirá más a menudo.
Como decíamos, esto puede provocar cierto rechazo al cliente del mercado del automóvil, que hasta ahora compraba un coche con la certeza de que, durante unos años, tendría lo último en mecánica del modelo adquirido. Mejorar aspectos tan sensibles como la autonomía y potencia de un automóvil sin apenas esfuerzo y ofreciendo el vehículo por el mismo precio puede no sentar bien a los últimos compradores de ese mismo modelo.
Pero, también existe una lectura positiva. Es probable que los fabricantes busquen hacer negocio con las baterías y los motores. Stellantis, por ejemplo, permite sustituir los sistemas eléctricos de sus furgonetas para actualizarlas como vehículos de hidrógeno. Más allá de las ventajas para el cliente, la marca está investigando los daños sobre las baterías, puede entender qué las ha degradado y tratar de repararlas para ponerlas de nuevo en el mercado.
Hace tiempo, Renault y Toyota anunciaron que pondrían en marcha plantas para actualizar vehículos. Es decir, coger un automóvil y ponerlo al día para poder venderlo “como nuevo”. Quién sabe si esto mismo no podrá hacerlo el propio cliente acudiendo a un concesionario oficial o con certificación para manejar baterías.
Para quienes busquen alargar al máximo la vida de sus vehículos, es interesante que se abra la posibilidad de poder actualizar la batería del automóvil pasados unos años y recibir un acumulador de energía con mayor capacidad en el mismo espacio, con una química mejorada que haya aumentado la densidad de la batería.
Hasta ahora, los cambios de batería son muy caros pero para un conductor que quiera mantener su coche y “actualizarlo” con una mayor autonomía, puede ser una opción interesante pues, bien cuidado, se encontraría con un coche casi como nuevo por un precio muy inferior al que se están vendiendo los automóviles en estos momentos.
En Xataka nos hemos puesto en contacto con diversos fabricantes para que nos ofrecieran una estimación de cuánto costará un cambio de batería en los próximos años. Sin embargo, hemos recibido negativas a dar este tipo de información de todas ellas. Las marcas se acogen a la idea de que la producción de baterías tiene que aumentar sensiblemente, lo que debería reducir los costes de fabricación, aumentar la oferta y reducir el precio final para el cliente. Pese a ello, ninguna da una cifra más o menos concreta.
Lo que sí sabemos es que los vehículos ya se actualizan por sí solos sin necesidad de llevarlos al concesionario. Actualizaciones que, incluso, pueden tener consecuencias en la autonomía final del vehículo, algo de lo que habríamos dudado años atrás y que se asemeja mucho a lo que sucede con nuestros teléfonos móviles. El mercado camina a que los fabricantes puedan sacar más partido a sus hardware con menor esfuerzo y coste. La duda es cómo asimilará el cliente este cambio en el mercado.
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La noticia El coche se parece cada vez más a un teléfono móvil: cómo el mercado está cambiando hacia las actualizaciones constantes fue publicada originalmente en Xataka por Alberto de la Torre .