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Así es jugar con un monitor ultrawide curvo de 57 pulgadas: probamos el bestial Samsung Odyssey Neo G9

By Adriana P

October 06, 2023

Os voy a contar una anécdota. Hace un año, más o menos, quise renovar mi monitor. Siempre me han gustado los ultrawide (al final me lo hacen todo más fácil a la hora de trabajar) y estuve barajando opciones. Al final, por una cuestión de relación calidad/precio, acabé comprando un Huawei MateView GT, aunque mi objeto de deseo era el Samsung Odyssey G9.

Ese monstruo de 49 pulgadas tenía mi nombre, pero se escapaba de mis posibilidades de entonces. Y ahora, un año y algo después, aquí estamos, escribiendo este mismo texto no desde el modelo de 49 pulgadas, sino de su hermano mayor, el recién lanzado Samsung Odyssey Neo G9.

El de 57 pulgadas.

Y esta ha sido mi experiencia tras probarlo.

Ficha técnica del Samsung Odysseo Neo G9 57″

Un monitor no apto para todos los escritorios al que es fácil acostumbrarse

Cuando mi compañero Javier Pastor publicó el análisis del Oddysey G9 escribió una cosa que me llamó la atención: “Sacarlo de la caja ya impone [y sus dimensiones] hacen que dé respeto montarlo y dejarlo preparado”. Ahora puedo decir que no exageraba. El monitor con la peana pesa unos 19 kilos y mide 1,3 metros de ancho. Moverlo y dejarlo montado por uno mismo es una tarea hercúlea que, de hecho, he tenido que hacer por fases por un sencillo motivo: mi despacho está en la segunda planta y la caja no cabía por las escaleras. Tuve que sacarlo todo abajo, subir cada uno de los componentes y montarlo arriba.

El montaje, eso sí, es bastante sencillo: una peana y cuatro tornillos, no tiene mucha historia. La cosa es que este monitor es tan enorme en todos los sentidos que da respeto manipularlo. Lo estaréis viendo en las fotos y ya os digo yo que no le hacen justicia en ninguno de los sentidos. Es mucho más grande de lo que parece, tanto que mi escritorio, hecho a medida para ser grande, se me queda pequeño. Estamos hablando de un escritorio de 1,70 por 70 centímetros, que no es poca cosa.

Mi intención no es ponerme demasiado técnico en este análisis, sino llevarlo a algo más experiencial, pero creo que conviene destacar que esta peana nos da algo de margen de maniobra con los ya clásicos ±15º de giro, 120 milímetros de ajuste de altura (y creedme que no vienen mal) y la inclinación de -3º>10º. También, si lo deseamos, podemos montarlo en la pared gracias al soporte VESA 100×100, algo que recomiendo encarecidamente y que yo, en otro contexto, habría hecho sin lugar a dudas.

¿Por qué? Porque las patas de la peana se extienden hasta más de la mitad de la mesa. Eso hace que, si tienes poco espacio, sea complicado manejarte por tu escritorio y yo, de hecho, he tenido algún que otro problema de espacio con mi ratón, que suele chocar contra la pata derecha al hacer movimientos rápidos. Por no hablar de que nos podemos olvidar de tener la torre sobre la mesa. Yo he tenido que bajarla al suelo durante el tiempo que he estado probando el monitor (algo de que lo me arrepentiré cuando me toque limpiarle el polvo).

Sin embargo, hay un problema y bendito problema: te acostumbras muy rápido este monitor. Te acostumbras demasiado rápido a tenerlo encima de la mesa y a usarlo. Es grande, enorme, como tener dos pantallas de 32 pulgadas una al lado de la otra, pero la calidad del panel, su tamaño y su curvatura hacen que dé gusto usarlo. Tiene sus cosas, evidentemente, pero ahora hablaremos de ello.

Por lo demás, el monitor apuesta por un diseño futurista que seguramente divida a los usuarios. Sin embargo, es un monitor, así que la parte trasera la vamos a ver más bien poco. Tampoco vamos a ver demasiado el LED circular que hay a sus espaldas, que solo apreciaremos a oscuras y si decidimos tenerlo encendido, algo que no es obligatorio.

En definitiva, a lo que quiero llegar es a que es un monitor grande y, tras haberlo probado, yo no me arriesgaría a comprarlo sin haberlo visto antes en persona y llevando bien apuntadas sus medidas y las medidas del escritorio en el que lo vamos a apoyar. Apunte: olvídese este párrafo si nuestra intención es colgarlo en la pared.

Y este panel, ay, este panel…

Vamos al meollo del asunto: la pantalla. Lo primero que nos va a llamar la atención es su curvatura 1000R, y aquí si tenemos que ponernos algo más técnicos. La mayoría de monitores curvos que encontraremos en el mercado tienen una curvatura 1800R-1500R, pero Samsung ha apostado por 1000R como en anteriores generaciones.

Estos números nos dan una idea del radio de la circunferencia que dibujarían los monitores de expandirse hasta cerrarse. Un monitor 1500R hace un círculo con un radio de 1,5 metros, uno 1800R hace uno de 1,8 metros y efectivamente, un monitor con curvatura 1000R define un círculo de un metro de radio. Cuanto mayor sea el radio, más plana será la curvatura.

Ahí entra en juego nuestro campo de visión. La curvatura 1000R es la que mejor se ajusta a nuestro campo de visión y nos permite tener una mejor visión periférica. Es más natural, siempre y cuando estemos al menos un metro de distancia del monitor (¿recordáis lo de la mesa grande?). Gracias a esta curvatura, tendremos todos los puntos de la pantalla a la misma distancia de nuestros ojos, ya estemos mirando al centro o a los lados.

La cosa es que es un monitor grande, enorme, así que yo, al menos, si me he sentido obligado a mover la cabeza para poder ver toda la pantalla. En otros monitores de este tipo más pequeños puedes hacerlo con solo mover los ojos, pero aquí es imposible. Es, más o menos, como ver un partido de tenis, sobre todo si estás usando varias ventanas a la vez y moviendo datos de una a otra.

Luego, en lo que concierne al panel, tenemos una pantalla Quantum Matrix que, dicho de otra manera, es un panel VA Mini LED con 2.392 zonas de atenuación. Aquí te explicamos la importancia de las zonas de atenuación. Tiene un tamaño de 57 pulgadas en formato 32:9 con, ojo, 7.680 x 2.160 píxeles de resolución, 240 Hz de tasa de refresco, un milisegundo de tiempo de respuesta GtG, 2.500:1 de relación de contraste y un brillo normal de 420 nits. Todo ello acompañado de especificaciones como HDR10+ y VESA DisplayHDR 1000.

El ángulo de visión, 178º, es espectacular, aunque lo cierto es que las letras, sobre todo las letras, tienden a difuminarse un pelín si las ponemos en los extremos. Los negros, más de lo mismo. Tienen una profundidad buenísima y he decir que jugar en este monitor es una experiencia espectacular, aunque al alcance de pocas personas. Y lo digo en el sentido más literal porque para sacarle todo el jugo a este monitor también necesitamos un equipo a la altura.

El monitor tiene varios puertos HDMI 2.1 y DisplayPort 2.1, que son los que nos permiten exprimir al máximo los 240 Hz. Por un lado, hay que tener un equipo potente para ejecutar un juego en máxima calidad, en máxima resolución, a 240 Hz, aunque DLSS puede ayudar (y de hecho, lo hace) a que esta tarea esté más cerca. El problema es que no todas las gráficas tienen DisplayPort 2.1 o HDMI 2.1. De hecho, salvo que tengas una RTX de la serie 30 o 40 o unas Radeon RX de la serie 6000, nada de HDMI 2.1. Y DisplayPort 2.1 solo lo tienen las RX 7900 XT y XTX, ni siquiera las RTX 4090.

Yo tengo una RTX 4070 y es la que he usado para este análisis conectando el PC al monitor mediante DisplayPort 1.4, de forma que la máxima tasa de refresco a la que he podido acceder es a 120 Hz. En ese sentido, destacar que el monitor es compatible con AMD FreeSync Premium Pro, pero no con G-Sync. En cualquier caso, no creo que sean muchos los usuarios que tengan la capacidad de mover un juego a 240 Hz en esta resolución de forma nativa y, de hacerlo, será un juego más liviano, pero no un triple A. Personalmente, veo este monitor más como una apuesta de futuro que como algo que podamos exprimir al máximo actualmente.

He jugado, por ejemplo, a ‘Battlefield 2042’ (que es mi placer culpable) y mi PC lo ha movido en resolución nativa con DLSS en “rendimiento ultra” a unos 60-70 FPS en calidad prácticamente alta, aunque con 12 milisegundos de latencia de renderizado debido, precisamente, al tamaño del fotograma a renderizar. No es una cifra mala ni mucho menos, pero no es lo que podría esperar un jugador de shooters. Y yo tengo una RTX 4070, pero no es lo común. De hecho, la mayoría de personas tienen una RTX 3060, seguida de una GTX 1650, según la encuesta de hardware de Steam. Mucha suerte usando esas GPUs con este monitor.

Jugar en un equipo más actualizado es una delicia, pero también algo complejo. Cierto es que, por norma general, todo sucede en la zona central de la pantalla, pero algunas veces, para mirar por ejemplo el minimapa o consultar el avance de la partida, me he visto obligado a tener que girar la cabeza y eso, en sesiones largas, puede llegar a cansar un poco. En juegos de un jugador, véase ‘Control’ o ‘Cyberpunk 2077’, la cosa es algo distinta ya que no tienes que estar mirando todos los rincones todo el rato. Y bueno, si hablamos de juegos de coches, simuladores de vuelo y ese tipo de experiencias, ojo, porque es espectacular.

Insisto. El espacio que tengo es el que es y reitero lo mismo: escritorio grande o nanai. No obstante, la calidad de imagen, unido a la inmersión que ofrece este monitor, es algo que hay que probar por uno mismo. Es de esas pantallas que da gusto seguir mirando y mirando, incluso cuando reproducimos contenido en HDR, donde cumple sobradamente con todas las expectativas.

Otra opción interesante per se, pero a la que yo no le he encontrado demasiada utilidad en el día a día, es el Dual UHD. En pocas palabras, podemos conectar dos fuentes, como una consola o un Chromecast y el PC a la vez, y dividir la pantalla en dos pantallas de 32 pulgadas con resolución 4K. Bien tenerlo, sobre todo si pensemos en usar el monitor con un ordenador profesional y otro personal a la vez, pero realmente me parece de esas cosas que son más bien anecdóticas. No obstante, he de decir que puede tener su punto para conectar la consola y el PC y jugar con tu pareja online sin tener que estar en habitaciones diferentes. En ese sentido, el monitor tiene Auto KVM para que, con un mismo set de periféricos, puedas controlar varios dispositivos a la vez.

En conclusión: un monitor que no es para todo el mundo

Al Samsung Odyssey Neo G9 le pasa lo que a muchos dispositivos de alta gama con precios muy altos: no está hecho para todo el mundo. Podrías comprarte el mejor altavoz del mundo, pero de nada te servirá si escuchas música de Spotify. Pues con este monitor, exactamente lo mismo. Si te sobra el dinero y quieres tener lo mejor de lo mejor, adelante, es un monitor que seguramente te enamore a primera vista, pero hemos de hacerlo siendo conscientes de lo que estamos comprando.

Yo, como jugador que me considero, he tenido una experiencia sobresaliente con este monitor, sobresaliente en todos los apartados, pero tengo la suerte de tener un escritorio grande y un equipo capaz de desenvolverse con relativa soltura con él. No es el caso de todo el mundo, y este monitor requiere de un equipo a la altura que le permita brillar.

En cualquier caso, puedo decir sin miedo a equivocarme que es de los mejores monitores que he probado y que, con total seguridad, tiene todas las papeletas para convertirse en el objeto de deseo de no pocos usuarios. La calidad del panel, la tasa de refresco, las opciones de conectividad (aunque otro puerto DisplayPort le habría venido al pelo) y su enormísimo tamaño y resolución hacen del Samsung Odysseo Neo G9 un duro rival a batir en la gama de monitores más premium. Por 2.499 euros, que es su precio, no se puede esperar menos.

Imágenes | Xataka

Este monitor ha sido cedido para este análisis por Samsung. Puedes consultar nuestra política de relaciones con las empresas .

– La noticia Así es jugar con un monitor ultrawide curvo de 57 pulgadas: probamos el bestial Samsung Odyssey Neo G9 fue publicada originalmente en Xataka por Jose García .