Pedro Sánchez y Yolanda Díaz han firmado un acuerdo para establecer la jornada laboral de 37,5 horas semanales, en lugar de las 40 horas que marca la normativa actual.
El acuerdo. En el marco de la negociación entre PSOE y Sumar de cara a formar un nuevo gobierno de coalición, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz han alcanzado un acuerdo programático en el que, según un comunicado oficial publicado por El Independiente, ambos partidos se comprometen a “desarrollar políticas basadas en la justicia social y climática, y ampliando derechos, conquistas feministas y libertades”.
Uno de los puntos clave de este acuerdo es el avance en materia de flexibilización de la jornada y su reducción inmediata a 37,5 horas semanales en 2024 y a 35 horas al final de la próxima legislatura sin reducción salarial.
Reducción de jornada con condiciones. El acuerdo alcanzado cuenta con el beneplácito de la actual ministra de Economía en funciones Nadia Calviño, pero esta ha puesto como condición que la medida se someta a la aprobación de los agentes sociales.
Los sindicatos se han mostrado partidarios de la reducción de la jornada laboral, pero la patronal se ha mostrado contraria a una reducción de jornada manteniendo el mismo salario, por lo que sería necesaria una negociación más intensa hasta alcanzar la aprobación definitiva.
Una jornada laboral que ya se aplica y que prometían en sus programas electorales. El acuerdo alcanzado por los actuales socios de gobierno no supone una gran sorpresa en términos de propuestas ya que ambas formaciones llevaban la propuesta de una reducción y flexibilización de la jornada laboral en sus programas electorales. En el caso del PSOE, la propuesta era menos ambiciosa que la de Sumar, que ponían encima de la mesa la jornada de 32 horas semanales en forma de semana laboral de 4 días.
De hecho, el nuevo acuerdo marca una línea continuista con respecto a las decisiones tomadas en la pasada legislatura. La jornada laboral de 37,5 horas ya es una realidad para todo el cuerpo de funcionarios del Estado, así como para más de 1 millón de empleados del sector privado en España, que no verán cambios en su jornada si finalmente el acuerdo llega a materializarse como ley.
Una jornada más realista. La productividad es una de las grandes asignaturas pendientes de España. Tal y como apuntan desde el Banco de España, parte de esta baja productividad se debe a la naturaleza de una composición sectorial volcada en los sectores de servicios y hostelería. Además, contar con un tejido empresarial formado mayoritariamente por pymes no incentiva a la inversión en I+D, que en España se situaba un 0,8% por debajo de la media europea. Eso hace que la productividad en España entre 2014 y 2022 haya tenido un incremento del 0,3%, muy por debajo del 0,9% que ha registrado como media del conjunto de la UE.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), aunque esté vigente la semana laboral de 40, la realidad es muy distinta y durante el segundo trimestre de 2023 el número de horas efectivas en las que realmente se produce, ha sido de 33 horas a la semana. Por lo tanto, la reducción a una jornada semanal de 37,5 horas vendría a reflejar un valor más cercano a la realidad.
España en la media europea. España no ha sido especialmente innovadora en la imposición de una jornada laboral por debajo de las 40 horas semanales. La última reforma de la jornada laboral se acometió en 1983 bajo el mandato de Felipe González para reducirla de 43 a 40 horas.
En Europa la mayoría de los países han fijado una jornada laboral de 40 horas, pero dejan en manos de los convenios colectivos la opción de rebajar esa jornada, algo que sucede en la mayoría de los casos en un rango de entre las 39,4 horas de Portugal, pasando por las 38 horas de Alemania e Italia, hasta las 37,1 horas de Suecia o las 37,5 horas de Noruega. En 1998 Francia rebajó su jornada laboral a 35 horas, siendo la más baja de la zona euro. En contrapartida, Suiza se desmarca con una jornada laboral de 42 horas.
Reducción de jornada no implica semana laboral de 4 días. Desde Sumar apuntan hacia un objetivo de semana laboral de 32 horas, cuyo modelo más popular está siendo la semana laboral de 4 días. Justo hace unos días se conocían los resultados de la prueba piloto de semana laboral de 4 días que se llevó a cabo en Valencia y los resultados, en términos estrictamente laborales, fueron prometedores.
El número de países que cambian sus relojes de hora dos veces al año para adoptar el horario de verano es cada vez menor. El año pasado por ejemplo, Jordania y México (la mayor parte del país al menos) decidieron dejar atrás esta práctica. Y sin embargo hay países que también recuperan este uso. El último en hacerlo, Egipto.
Vuelta al cambio. Este otoño Egipto finalizará su primer año con horario de invierno desde 2014. El gobierno del país norteaficano decidió en marzo de este año recuperar el cambio de hora tras un parón de ocho años.
No es la primera vez que Egipto cambia su postura con respecto al horario de verano en lo que va de siglo XXI. El cambio de hora se eliminó en este país en 2011, para después ser readoptado por un año, en 2014 y ser descartado de nuevo al año siguiente.
Tanto en 2014 como en 2023 el motivo esgrimido para el cambio de hora fue el ahorro energético. Según explicaba la agencia Reuters citando a fuentes del Gobierno egipcio, la “racionalización en el uso de energía” sería lo que buscan las autoridades egipcias recuperando (otra vez) esta práctica.
Crisis y energía. Egipto es uno de los principales productores de gas de África, por lo que podría sorprender que la crisis energética global haya tenido especial repercusión a orillas del Nilo. La clave por tanto podría estar, como señala el medio emiratí The National News en las exportaciones hacia Europa.
Unos meses antes de anunciar el retorno al cambio de hora, las autoridades egipcias anunciaban su intención de aumentar las exportaciones de gas. Según explicaba entonces Al Jazeera, el objetivo era lograr aumentar en 450 millones de dólares al mes el flujo de divisa extranjera hacia el país africano.
Este gas a exportar no procedería de un aumento en la producción sino reduciendo en un 15% el consumo doméstico de esta fuente de energía. Egipto ha sido uno de los agentes clave pra la Unión Europea en esta crisis energética.
Cambios y cambios. Egipto está lejos de ser el único país que ha cambiado de idea con respecto a esto del horario de verano en los últimos años. Es más habitual últimamente ver a países abandonar el cambio, como recientemente Jordania, que decidió quedarse permanentemente en su horario de verano; o México, que abandonó el cambio de hora salvo en algunos municipios fronterizos con Estados Unidos.
Por otra parte, entre los últimos países que decidieron reincorporar el cambio de hora se encuentran antiguos miembros de la Unión soviética como los países bálticos (2002-03) o Ucrania (2014), que con el cambio de hora se han “homogeneizado” al estándar de la UE. Haití fue hasta este año el último país en recuperar el cambio horario. Lo hizo en 2017.
¿Y España Este fin de semana los relojes cambiarán en España y el resto de la Unión Europea. Abandonaremos en horario de verano para recuperar el estándar invernal. El debate sobre el abandono del cambio de hora parece enterrado por ahora en nuestro entorno.
Habrá que esperar un tiempo antes de que volvamos a la discusión sobre si conviene abandonar el cambio de hora y a una quizá más importante y divisoria, la de la hora con la que deberíamos quedarnos de forma fija.
Bill Gates es una de las figuras más determinantes en la evolución de la tecnología de los últimos 40 años. Fundar una de las empresas más innovadoras de su época solo se consigue a base de mucho trabajo. Sin embargo, el propio Bill Gates ha afirmado que puede ser un poco perezoso en ocasiones.
Uno de sus recientes pasatiempos relacionados con la concienciación sobre esas inversiones con conciencia social ha sido crear el podcast Unconfuse Me en el que charla con personalidades relacionadas con el ámbito científico, docente o empresarial. En una de sus últimas charlas con San Khan (fundador de Khan Academy) el magnate confesó que en su etapa escolar era bastante perezoso.
Con un cociente intelectual (CI) de 160, Bill Gates siempre ha tenido facilidad para las matemáticas. Sin embargo, el propio millonario confesaba que intentaba hacer lo menos posible en clase.
En octavo curso, su profesor le recriminó su actitud: “¿Cómo puedes ser tan perezoso? Podrías ser muy bueno en esto” le dijo el profesor. “Pero no estamos haciendo nada interesante. Tenía la idea de que cuanto menos esfuerzo pones, más genial eres”. Bill Gates afirma que, ese maestro fue crucial en su vida ya que gracias a él cambió su actitud frente al aprendizaje ya que el profesor le proporciona libros y recursos que incentivaban su interés para seguir avanzando y conseguir un objetivo.
Pon un perezoso a resolver un problema
Bill Gates llevó hasta el extremo su actitud frente al esfuerzo en los primeros años de Microsoft, cuando era capaz de recordar las matriculas de los coches que estaban aparcados frente a las oficinas de Microsoft y relacionarlos con sus empleados para saber, de un vistazo por la ventana, qué empleados seguían en la oficina y quienes se habían ido ya a casa.
En un escenario tan competitivo como es el de la innovación tecnológica, resulta sorprendente encontrarse con una frase que se le atribuye a Bill Gates: “Siempre elegiré a una persona perezosa para hacer un trabajo difícil porque una persona perezosa encontrará una manera fácil de hacerlo”. No obstante, en ella podemos ver representado al Bill Gates perezoso y desmotivado en sus años de escuela.
En realidad, no es que a Bill Gates le entusiasme estar rodeado por perezosos, sino que el sentido de su afirmación se alinea en lo que aprendió de su profesor de octavo curso: lo importante es tener un objetivo claro. Si tu objetivo es no trabajar en exceso, entonces encontrarás la forma de hacer el trabajo de la forma más sencilla posible.
Samsung ha celebrado estos días su Memory Tech Day, un evento centrado específicamente en el segmento de los chips de memoria. Es allí donde ha presentado varias novedades en este terreno, y aunque el protagonista claro son las memorias HBM3E (Shinebolt), también ha habido ocasión de adelantar detalles sobre las inminentes memorias GDDR7.
Shinebolt. Ese es el nombre en clave de la nueva evolución de la tecnología HBM (High Bandwidth Memory), que desde que se lanzó ofrecía prestaciones fantásticas para las tarjetas gráficas por su gran ancho de banda pero que tenía un problema: era más cara que las tradicionales memorias GDDR. Su evolución aún así ha sido notable, y ahora esas prestaciones compensan a una industria muy particular: la de la inteligencia artificial, que es una voraz consumidora del ancho de banda.
Quién usa esta memoria. El pasado mes de agosto nos enteramos de que NVIDIA había presentado sus nuevos superchips para IA, los GH200. Estos complejísimos componentes incluyen una potente CPU y GPU, pero la novedad estaba en que además integraban memoria HBM3E, siendo el primer fabricante del mundo que hacía uso de este tipo de chips de memorias.
Y por qué. La clave está no tanto en la capacidad de estos chips —que también, porque el máximo sube de 24 GB (HBM3) a 36 GB (HBM3E)— sino en su mayor ancho de banda: en HBM3 (Icebolt) el ancho de banda máximo por pin es de 6,4 Gb/s, pero en HBM3e (Shinebolt) se llega a unos teóricos 9,8 Gb/s, un 50%. Es algo excepcional que permite mover hasta 1.225 TB/s frente a los 819,2 GB/s de su predecesora, y que es mucho más también que los 256 GB/s de la memoria HBM2 original.
Eficiencia similar. Aunque en Samsung presumen de que Shinebolt será un 10% más eficiente que Icebolt —consume un 10% menos de energía por cada bit transferido—, el problema está en que esas memorias funcionan un 25% más rápido, lo que acaba erradicando esa ventaja en eficiencia. Así pues, aunque es de facto más eficiente, al funcionar “acelerada” de forma nativa acaba consumiendo básicamente lo mismo (o incluso más) que su predecesora.
Grandes noticias para la IA. Estas memorias no están dirigidas al mercado del usuario final y a las tarjetas gráficas que usamos para jugar, sino que se trata de una opción más ambiciosa y cara dirigida, como decíamos, al ámbito de la inteligencia artificial. En este segmento tanto en ancho de banda como la capacidad de los chips de memoria son factores que limitan el desarrollo de esta disciplina, y estas mejoras son una gran noticia para quienes trabajan en el desarrollo por ejemplo de grandes modelos de lenguaje.
GDDR7 a la vista. Además de la memoria HBM3E —que ya está en producción y llegará al mercado en 2024— Samsung dio más datos sobre GDDR7, la nueva generación de memoria gráfica. Entre las novedades destacadas está el uso de codificación PAM3 —lo que permitirá enviar más información por ciclo— en módulos de 16 Gbits que podrán ofrecer un ancho de banda un 33% superior al que ofrecían los chips GDDR6. No solo eso: estos chips serán también un 20% más eficientes que sus antecesores. Estamos pues ante los próximos protagonistas en nuestras gráficas gaming, pero también acabarán usándose en soluciones IA e incluso en el campo de la automoción.
El futuro en 10 nm. Aunque es normal hablar ya de procesadores de 5 nm —y pronto veremos los de 3 nm—, los chips de memoria van un pasito por detrás en cuanto a procesos fotolitográficos. Hasta ahora la protagonista era la fotolitografía de 14 nm y 12 nm, pero Samsung ya trabaja en su próxima generación (11 nm) e incluso la futura tecnología de 10 nm que según el fabricante permitirá crear módulos de 100 Gbits cuando en la actualidad lo habitual es contar con módulos de 16 Gbits. Más capacidad y más eficiencia que demuestran que el futuro de este tipo de componentes parece garantizado.
Los Xiaomi 14 y Xiaomi 14 Proverán la luz esta misma semana. La compañía ha hecho oficial la fecha de presentación para sus nuevos móviles de gama alta, los cuales supondrán un antes y un después a nivel de software. Serán los primeros en llegar con HyperOS, la nueva ROM de Xiaomi que llega como remplazo de MIUI.
La fecha escogida por el gigante chino es este próximo 26 de octubre, el próximo jueves. Será el día en el que conoceremos tanto a estos dos nuevos teléfonos como todas y cada una de las novedades y dispositivos compatibles con HyperOS. La hora de la presentación son las 19:00h en Pekín, las 13:00h en horario central europeo (CEST).
De los Xiaomi 14 ya creemos tener algunos datos bastante prometedores en base a la información filtrada. Serán los primeros dispositivos en estrenar el Qualcomm Snapdragon 8 Gen 3 un procesador que, según las primeras informaciones, estaría incluso por encima en rendimiento respecto al Apple A17 Pro de los iPhone 15 Pro. Vendrían acompañados de pantalla similares a las del año pasado, siendo también más que probable que repitan colaboración con Leica para sus cámaras.
La gran duda que asalta este año tiene que ver con el precio. El curso pasado, el Xiaomi 13 partía de casi 1.000 euros, mientras que el Xiaomi 14 Pro se iba hasta los casi 1.400 euros. Posteriormente se lanzaba un modelo Ultra notablemente mejor en cámara que el Xiaomi 13 Pro, pero por tan solo 100 euros más.
La presentación china probablemente nos de, por el momento, precios en su país natal. No obstante, ambos dispositivos son los flagship insignia de la compañía y tendrán presencia en Europa. Quedamos con bastantes ganas de conocerlos (y probarlos a fondo) cuando esto suceda.
Tener dinero en efectivo a mano cada vez está más complicado. Según datos del Banco de España de mediados de 2023, en nuestro país quedan 45.174 cajeros. Es casi un 3% menos que el año anterior y el mínimo histórico. Progresivamente, los cajeros automáticos han ido desapareciendo de España y cada vez hay menos puntos ofrecidos por los bancos para sacar dinero. Afortunadamente, siempre hay alternativas.
Correos al rescate. La empresa pública postal cada vez ofrece más servicios. Uno de los últimos en llegar es Correos Cash, que además de enviar y recibir dinero, también permite extraer efectivo como si fuera un cajero.
La idea es sencilla. Vas a una de las 2.396 oficinas de Correos, solicitas el dinero a través de la app del banco, el banco te responde con un localizador y con esa información y el DNI es posible sacar dinero. El importe máximo es de 2.499 euros y el mínimo es de 0,01 euros. Claro está, el banco debe aceptar este servicio.
El BBVA ya ofrece esta opción. Este mes de octubre, el BBVA ha anunciado una alianza con Correos para ofrecer la posibilidad de retirar dinero a través de estas oficinas. El usuario deberá meterse en la aplicación móvil y generar un código QR que servirá en cualquier oficina de Correos.
Los ocho millones de clientes que dispone el BBVA en España podrán empezar a retirar efectivo en las casi 2.400 oficinas de Correos.
Siete bancos compatibles. Correos ya ha conseguido que siete bancos funcionen con su servicio Correos Cash.Además del BBVA, también permiten retirar dinero en las oficinas de Correos bancos como el Santander, Evo Banco, Triodos Bank, Ibercaja, Banco Mediolanum y Bancofar.
Es una solución pensada para el mundo rural. Poder sacar dinero desde oficinas de Correos es una medida pensada para impulsar la actividad en las zonas rurales. Muchos bancos están cerrando cajeros automáticos en esas zonas porque no les sale rentable económicamente mantener una oficina, pero con Correos cambia el debate.
Carteros con efectivo. La alianza del BBVA con Correos va más allá de sacar dinero en las oficinas. Se ha anunciado que durante los próximos meses se llevará a cabo un programa donde el BBVA pondrá a disposición de sus clientes los más de 24.000 carteros de España, incluyendo 6.000 enfocados al mundo rural.
El objetivo es que las personas que necesiten acceder al efectivo puedan hacerlo de forma sencilla. Todavía no se ha descrito cómo funcionará este nuevo servicio, pero además de ir a una oficina de Correos, podrían ser los propios carteros quienes nos envíen el efectivo a casa.
El primer teléfono Android con siete años de actualizaciones. Si alguien tenía este poder en su mano, era Google. El Pixel 8 Pro es una de las grandes apuestas para la gama alta de 2023 y un firme candidato para lista de los mejores móviles del momento. Ha perdido el atractivo de estar por debajo de los 1.000 euros (pasa de los 899 euros del Pixel 7 Pro a 1.099), por lo que se hace más necesario que nunca encontrarnos ante un Pixel más ambicioso a nivel de hardware.
Mucha inteligencia artificial, nuevo procesador, cámaras mejoradas… El cóctel que compone este Pixel 8 Pro tiene buen aspecto. Tras probarlo a fondo durante algo más de una semana tengo bastante claro si merece o no la pena.
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Diseño: el Pixel sigue siendo muy Pixel
Google tiene claro que sus móviles tienen que tener un diseño diferencial, con todos los pros y contras que esto conlleva. El módulo de cámaras lleva siendo protagonista desde los Pixel 6 y en esta octava generación mantiene las líneas vistas el año pasado. El “visor” sigue captando todas las miradas, una enorme franja metálica en la que ya no hay tanta separación entre lentes.
El Google Pixel 8 Pro es notablemente más cómodo que la versión anterior. El acabado del cristal trasero y la ausencia de curvas ayudan en ergonomía
Empezando por lo positivo, comentar que estamos ante un teléfono bastante cómodo. Los bordes más redondeados hacen que resulte muy agradable en mano y, al no contar con pantalla curva, los dedos tan solo rozan marco, no pantalla. El tratamiento mate del cristal trasero es sobresaliente, siendo uno de los móviles que menos huellas captan de todos los que he podido probar.
Los 213 gramos de peso, lejos de ser una cifra récord, hacen que este teléfono no sea del todo pesado pese a ser un gigante de 6,7 pulgadas. En resumidas cuentas, es un móvil mucho más cómodo que el Google Pixel 7 Pro.
En el lado no tan positivo, este año el Pixel es uno de los gama alta que menos premium se sienten en mano. La elección de materiales es correcta: cristal y aluminio. Pese a ello la sensación con el teléfono no es excelsa. En todo momento tenemos la sensación de estar ante un teléfono de nivel, pero la competencia empieza a distanciarse en acabados. Este aluminio se ensucia bastante y hay ese intangible que solo se puede apreciar cuando lo tenemos en mano. Cuando sobrepasamos los 1.000 euros algunos teléfonos empiezan a sentirse como piezas de joyería. El Pixel no es uno de ellos.
Si le damos la vuelta estamos ante un frontal con unos marcos bien aprovechados aunque, al contrario de la creencia popular, no son simétricos. El bisel inferior es ligeramente más alto respecto a los laterales, una pequeña barbilla. Es una nimiedad habitual en la gama alta Android, aunque sigue llamando la atención la dificultad que tienen la mayoría de fabricantes para crear frontales completamente simétricos.
En resumen, la construcción es buena, pero no excelente. La posición de la botonera es más que correcta (está ubicada bastante baja para ser un teléfono de 6,7 pulgadas), es un teléfono agradable a la vista y tiene mucha personalidad. La principal pega este año es esa falta de aura premium que, en opinión de servidor, debería caracterizar a un teléfono que quiere competir con lo mejor del mercado.
Pantalla: llega la fiesta de los nits
Durante 2023 me he cansado de ver a fabricantes prometer picos de más de 2.000 nits. Picos que jamás se alcanzaban en uso real y que tan solo podían aparecer en pequeños puntos blancos del panel en reproducción de contenidos HDR. En este Pixel, se da lo que se promete.
El panel del Pixel 8 Pro, en modo automático y a pleno sol, es uno de los más brillantes en la gama alta Android. Es una auténtica delicia estar en una situación en la que buena parte de sus rivales desfallecen, con sol incidiendo directamente en la pantalla, y notar como el panel dispara los nits. Eso sí, tengo que dar un tirón de orejas con el brillo automático. Por más que Google prometa que es adaptativo, tras dos semanas utilizando el dispositivo se ha adaptado poco a mi uso.
El panel queda la mayor parte del día con un brillo inferior al que yo le ajusto (fuerzo brillo al máximo y a los pocos segundos baja). Esto es algo que solo sucede en interiores, ya que a pleno sol dispara su pico de nits. Es algo que se puede solucionar por software, así que guardo la esperanza de que se corrija.
Me ha gustado especialmente la transparencia que tiene Google a la hora de explicar cómo mide el brillo. Las cifras son claras: hasta 1.600 nits HDR) y 2.400 nits como pico máximo de brillo.
Muchos fabricantes juegan con las cifras de nits, dando a entender que el panel completo brilla a determinada cifra. Google es transparente con sus números
El brillo en HDR se mide con una proporción de píxeles encendidos del 100 %. Esto se traduce en que los 1.600 nits son medibles en cualquier punto del panel, toda la pantalla brilla a este nivel. Respecto al brillo máximo, es medido con una proporción de píxeles encendidos del 5%.
Esta es la letra pequeña que Google detalla y la mayoría de fabricantes no: los 2.400 nits solo son reales en un pequeño grupo de píxeles (5%), no en todo el panel. Es por esto que teléfonos con 2.000 nits, como el iPhone 15 Pro, pueden brillar más en uso real que un panel de 2.400 nits. Todo depende de la proporción de píxeles del panel que brillen a ese nivel.
Pese a que los 2.400 nits solo son medibles en pequeñas zonas del panel, puedo asegurar que esta es la mejor pantalla que he probado en un Android a nivel de brillo máximo. Es sencillamente salvaje y no hay marcha atrás una vez pruebas un panel así: casi todos los demás pasan a un segundo plano.
Aunque me encanta Android Stock, echo en falta algo más de personalización con la pantalla.
Este panel de 6,7 pulgadas, OLED con tasa de refresco adaptativa y casi 500ppi, tiene una calibración muy correcta de fábrica. Bajo mi gusto personal, es un panel un poco frío, por lo que este balance de blancos puede fatigar la vista si lo usamos durante bastante tiempo. Echo bastante en falta alguna opción al estilo True Tone, algo que llevamos viendo en gama alta Android desde hace años. Esta tendencia al frío hace que los blancos no sean del todo puros, y que azuleen algo más de lo que me gustaría. No es nada dramático, pero los años y la vista empiezan a agradecer tonos cálidos.
Sí que podemos configurar un modo de luz nocturna que aplica una suerte de filtro cálido al panel, algo adecuado y que podemos programar o bien de forma personalizada o bien del anochecer al amanecer.
Más allá de este punto menor del balance de blancos, me ha encantado la pantalla del Google Pixel 8 Pro. Una buena densidad de píxeles, un brillo máximo sobresaliente y… plana. Más allá de gustos, las curvas no aportan nada positivo desde una visión objetiva. Es una tendencia que inició Samsung para diferenciar los terminales premium del resto y que el propio gigante está revirtiendo poco a poco.
Sonido: uno de los mejores del mercado
El sonido es otro de los apartados donde el Pixel 8 Pro sorprende. La ecualización tiende más a realzar los tonos medios, faltándole un poco de graves para mi gusto. No obstante, a nivel de volumen máximo y calidad final estamos ante uno de los teléfonos Android con mejor sonido. El altavoz es doble: frontal e inferior para sonido estéreo.
Google añade su pizca de software para mejorar la experiencia. Seguimos teniendo sonido adaptable (evalúa la calidad acústica del entorno con el micrófono para ecualizar en base a ello), cuenta con sonido espacial, el sonido de fondo en llamadas se mitiga mediante IA, etc. Si tenemos auriculares compatibles, también será posible disfrutar de audio espacial con este teléfono.
Rendimiento: la falta de potencia empieza a pasar factura
Hablar de los Google Pixel desde hace unos años es hablar de los chips propios, los Google Tensor. Esta generación llega el Tensor G3, fabricado bajo el nodo de 4nm de Samsung y que, tal y como nos temíamos, está notablemente por debajo de las propuestas de TSMC. Ya te adelanto que el rendimiento es el punto que más va a penalizar en este Pixel. Si quieres que tu teléfono rompa la barrera de los 1.000 euros, debe rendir como un gama alta a todas luces.
Tampoco es un teléfono que sobresalga en la tecnología empleada para la memoria interna, UFS 3.1. La práctica totalidad de gama alta en Android trabaja ya bajo el estándar UFS 4.0. El salto en tiempos de apertura, transferencia de archivos y demás es notable respecto a las memorias que usa este Pixel. Ahorrar en aspectos clave como la memoria es una decisión algo controvertida.
Google Pixel 8 pro
IPHONE 15 PRO MAX
Xiaomi 13 Ultra
ONEPLUS 11
SAMSUNG GALAXY S23+
PROCESADOR
Google Tensor G3
Apple A17 Pro
Snapdragon 8 Gen 2
Snapdragon 8 Gen 2
Snapdragon 8 Gen 2 (for Galaxy)
RAM
12 GB
8 GB
16 GB
16 GB
8 GB
GEEKBENCH 5/6 (SINGLE/MULTI)
1.754 / 4060 (6)
2.637 / 7.103 (6)
1.982 / 5.492 (6)
1.176 / 4.960 (5)
2.019 / 5.308 (6)
3D MARK Wild Life Unlimited
8.843
13.667
13.978
14.018
14.250
3D MARK Wild Life Stress Unlimited
8.432 / 6.111
15.375 / 9.170
13.926 / 12.788
14.250 / 11.186
14.018 / 13.968
PCMARK WORK
10.145
–
15.048
11.406
15.823
Empezamos con los benchmarks. Como siempre indico, estos no son una traducción directa del rendimiento real que tendrá el teléfono. No obstante, sobre todo en gama alta, son un claro indicativo del potencial del procesador y cómo se comporta en ciertos escenarios.
Tanto en CPU como en GPU la caída es bastante acusada. En 3Dmark los resultados están por debajo de procesadores del año pasado.
Arrancando por el test de estrés de CPU, se observa una notable caída a los pocos minutos de test. Esto se traduce en que el teléfono no es capaz de mantener su pico de rendimiento durante mucho tiempo. Esto es algo relativamente normal cuando dicho pico es muy alto (aunque procesadores como el Snapdragon 8 Gen 2 han demostrado que se puede tener potencia de sobra sin throttling). Lo alarmante es que haya caída en el rendimiento cuando el pico máximo es bajo.
La primera generación siempre viene con margen de mejora. En la segunda no se corrigió demasiado. Tener tres años de Tensor tan por detrás en potencia penaliza bastante
Es algo que se aprecia aún mejor en el test de estrés de la GPU de 3Dmark. La puntuación en el mejor loop ha sido de 8.874. Es menos de los que he llegado a ver en algunos teléfonos con el Qualcomm Snapdragon 8 Gen 1. ¿Es potencia suficiente para el día a día Sí. ¿Son los resultados esperados en un gama alta de 2023? No.
En una traducción al uso real, esta falta de músculo se nota. En el modo de 40 FPS de ‘PUBG Mobile’, he visto caídas hasta los 28 FPS (modo HDR con FPS en Ultra). En juegos como ‘Genshin Impact’, a duras penas supera los 40 FPS en modo de 60 FPS.
Sí, en uso cotidiano con redes sociales, navegación y demás el móvil funciona fluido y de forma eléctrica (aunque está lejos de ser de los más fluidos y rápidos). Pero a un gama alta de más de 1.000 euros no puede faltarle tanto músculo cuando le exigimos lo que se espera de un móvil del más alto nivel.
Biometría
Este Google Pixel 8 Pro vuelve a apostar por el lector de huellas y el reconocimiento facial. He notado cierta mejora respecto al lector del año pasado. Este no es el más rápido del momento, pero funciona de forma más que correcta y la tasa de error ha sido mínima.
Google asegura haber mejorado también la capa de seguridad de su sistema de reconocimiento facial. Este sigue estando basado en una imagen 2D tomada con la cámara delantera, por lo que está lejos de propuestas como las de Apple o Huawei, que añaden sensores ToF a la ecuación. Pese a ello, el funcionamiento es correcto y funciona como un perfecto complemento al lector de huellas.
Software: la razón de ser en un Pixel
El software es la principal razón de ser en un Pixel. Es un móvil orientado a aquellos que no priman las especificaciones tanto como la experiencia de usuario. El primer punto fuerte este año llega con las actualizaciones: el Google Pixel 8 Pro se actualizará durante siete años a nivel de sistema operativo. Tengo serias reservas sobre cómo se moverá el sistema con un procesador con estos problemas de eficiencia, pero no puedo más que aplaudir la decisión de Google.
Respecto a la interfaz, sigue siendo sencillamente exquisita, la máxima representación de cómo debería lucir Android en cualquier teléfono. Las animaciones, cómo se adaptan los menús y ajustes al fondo de pantalla gracias a Material You, las sugerencias del sistema para sacarle partido al teléfono, etc. Todo está mimado y cuidado al máximo nivel.
Este año hay algunas pinceladas extra, algunas potenciadas por IA. Por ejemplo, tenemos un editor de fondos de pantalla generados por inteligencia artificial. Son algo limitados, ya que no podemos dar instrucciones 100% personalizadas. Podremos hacer sustituciones de ciertas palabras para crear estos fondos. Tras darle las intrucciones predefinidas, tardará algo menos de diez segundos en crear el fondo de pantalla.
Otra gran novedad de este año es el termómetro. Siendo claro y directo, ha sido bastante decepcionante. Empezando por la interfaz, es todo lo contrario a la filosofía de Google. Es simple y llanamente un botón gigante de “toca para medir”. Además, no está pensado para medir temperatura en personas (algo que tendría especial sentido para darle utilidad en salud), sino para medir la temperatura de la superficie de los objetos.
Más allá del problema en interfaz y limitaciones en uso, las mediciones no son correctas ni precisas. Comparando con un termómetro láser las diferencias llegan a ser de hasta 2 grados, siendo lo más frustrante que cada vez que repites la medición con el sensor del Pixel da un resultado distinto en cada lectura.
Por lo demás, el Google Pixel sigue siendo el Android más inteligente. Mejora las llamadas por IA, la app de grabadora es capaz de transcribir y etiquetar texto, el reconocimiento de canciones en modo Always On Display es automático… En todo momento se siente que el sistema te acompaña para serte útil. Este punto es clave: el Pixel se adapta a ti, no eres tú el que tiene que adaptarse a la interfaz.
Autonomía: una de las asignaturas pendientes
La batería en este Google Pixel 8 Pro ha crecido hasta los 5.050mAh, un pequeño salto respecto a los 5.000mAh del modelo anterior. La carga rápida se acelera hasta los 45W, aunque sigue siendo un móvil que demora bastante en cargar: algo más de 1,10h.
En lo que respecta a cifras de autonomía… dependen. Bajo redes WiFi y con uso intensivo volvemos a alcanzar cifras que rondan las 6/7 horas de pantalla en los escenarios más optimistas. El problema es que el brillo adicional del panel y la falta de eficiencia del procesador hacen que cuando salimos a la calle, los resultados caen bastante.
El Google Pixel 8 Pro puede aguantar el día de uso sin mucho drama. Pero si la mayor parte del ciclo es bajo redes 5G no lo pasa demasiado bien
Mi último ciclo fue de 3.36h de pantalla con un 29% de batería restante (hubiese llegado a rozar las 5 horas de pantalla) en uso 100% 5G. Es una cifra que nos permite llegar al día dejando el móvil seco. Teniendo en cuenta que la batería es algo más grande y que el procesador debería ser más eficiente (no lo es), quedo algo frío con las cifras.
Como último apunte, destacar que las cifras de horas de pantalla están algo ocultas. Si te diriges al apartado de batería verás “tiempo de pantalla desde la última carga completa”. Este dato no es del todo real. El dato certero es el que se obtiene pulsando en el subapartado de “ver por sistemas”, donde el teléfono marcará el proceso “pantalla”. Destaco este dato técnico ya que puede haber diferencias de hasta una hora entre el tiempo de pantalla real en ese ciclo.
Cámara: tan mágica como imperfecta
Hubo un tiempo en el que los Google Pixel eran sencillamente imbatibles en cámara. Nadie tenía su HDR, su modo retrato, ni se acercaba a ese look Pixel que tan bien funcionaba hace unos años, cuando pocos fabricantes ofrecían resultados realistas.
Google siempre apostó por el software en lugar de por la fuerza bruta (tamaño de sensor) aunque inevitablemente ha tenido que ir dando pequeños saltos en este último aspecto para ser competitivo. Mejorar el hardware pero no corregir algunos de los errores de procesado que se llevan arrastrando desde hace años se traduce en una conclusión clara: los Google Pixel ya no compiten por la corona fotográfica, se conforman con pugnar por el podio.
Pero empecemos por el hardware, porque hay bastantes cambios. El sensor principal de 50 megapíxeles es el Samsung ISOCELL GNV, una pequeña revisión del anterior GN1 que montaba el Pixel 7 Pro. La apertura de la lente también ha mejorado, contando ahora con f/1.7.
Las otras dos lentes son, también renovados con sensores de 48 megapíxeles, ultra gran angular y teleobjetivo de cinco aumentos. Esta configuración es la “Pro”, y abre las puertas por primera vez a controles manuales en la cámara de un Google Pixel.
Cámara teleobjetivo: 48 MP, f/2.8, 113mm (teleobjetivo), tamaño de sensor 1/2.55″, zoom óptico de cinco aumentos (5x).
Cámara ultra gran angular: 48 MP, f/2.0, 126˚ (ultra gran angular).
La app de cámara es más completa que nunca, aunque ya no es tan intuitiva como antes.
Abrir la interfaz de cámara del Pixel 8 Pro es acceder a todo un listado de pequeños cambios y mejoras. Los modos siguen en la parte inferior y la integración con Google Lens es automática. Desde el propio menú de ajustes de cámara hay novedades, como la de poder guardar las imágenes en formato Display P3 en lugar de sRGB (por si queremos trabajar con este formato).
Volviendo a la interfaz principal, cada modo tiene sus propios ajustes. El principal problema que he encontrado es que, como apreciarás en la imagen de arriba, hay dos botones de ajustes. En fotografía principal, el botón derecho sirve para acceder a ciertas configuraciones manuales (que no al modo Pro) como el brillo, sombras o balance de blancos.
El botón contrario nos deja acceder a los ajustes de fotografía, divididos en General y Pro. Este modo Pro, integrado por primera vez en un Google Pixel, nos permite disparar en 50 megapíxeles y escoger el formato RAW. Se podría haber integrado todo en un solo botón, y los avisos del modo Pro son demasiado pequeños. Si por ejemplo hemos seleccionado 50 MP, tendremos un pequeño indicador en la esquina superior izquierda. Lo mismo sucede con el RAW.
Google, los indicadores del modo Pro un poquito más grandes, gracias.
Esto se acaba traduciendo en que, sin darme cuenta, me he dejado el modo RAW encendido más de una vez (es imposible saber si lo tienes activo o no hasta que vuelves a modo foto, ajustes, modo Pro, RAW…). En un móvil con 128 GB de memoria base es una pequeña faena.
Las nuevas funciones de software
Antes de hablar de los resultados fotográficos, es necesario explicar con detalle las nuevas funciones de cámara que llegan con este Pixel a manos de la IA. La app de galería sigue siendo la de siempre: Google Fotos. Desde 2021 no hay almacenamiento gratuito. En un móvil que nos obliga a tener las fotos en la nube para sacarle el máximo partido y cuya galería predeterminada es, queramos o no, Google Fotos, es bastante problemático tener que pasar por caja.
Una de las funciones estrella en el Pixel 8 Pro es la de “mejor versión”. Esta característica analiza las ráfagas de fotos que hayamos hecho para combinar sus datos mediante IA. ¿El objetivo? Cambiar nuestra cara de la foto a editar por alguna de la ráfaga en la que salgamos bien. Para que esta función se pueda utilizar, es necesario que la fotografía tenga copia de seguridad y esté en el servidor de Google.
La función es curiosa y está pensada para fotos de grupo en las que solemos hacer unas cuantas fotos, aunque funciona perfectamente cuando la realizamos con una sola persona. No obstante, con este último fin no tiene demasiado sentido emplear esta función.
Al igual que en los iPhone, Google no hace solo una fotografía cuando disparamos a personas: hace un pequeño vídeo para obtener mayor información. Si hemos salido mal, la propia IA nos recomendará buscar un mejor frame de ese vídeo para convertirlo en la nueva fotografía.
La otra gran novedad es el editor mágico, función también reservada a las fotografías que estén subidas a Google Fotos. Aquí mis sensaciones son bastante encontradas. El potencial del editor es brutal, podemos hacer prácticamente de todo.
Si no te gusta el cielo de una foto, lo puedes cambiar. Si no te gusta cómo luce el agua de un río, mar, etc., lo puedes sustituir. Si quieres que el tono de la foto sea el de la hora dorada, la puedes forzar. Es posible también cambiar el tamaño de cualquier elemento de la foto, hacerlo desaparecer (esto último funciona de forma brillante).
El principal asunto es que todas estas modificaciones de IA funcionan ahora al estilo Mindjourney: modificamos lo que queremos y Google Fotos nos da cuatro resultados para escoger el que queramos. Todo esto se procesa en la nube y lleva su tiempo. El editor tarda unos cinco o seis segundos solo en abrirse, la función “mejor versión” un poco más, hasta 10 segundos, así como aquellas de sustitución de elementos.
10 segundos no son demasiados teniendo en cuenta la cantidad de datos que está procesando y modificando en la nube, pero es un peaje que no todos los usuarios estarán dispuestos a pagar.
Fotografía con la cámara principal
La cámara del Google Pixel sigue siendo la cámara del Pixel. Para lo bueno y para lo malo.
Las manchas de procesado siguen presentes… años después.
Estoy algo decepcionado con la cámara principal del Google Pixel 8 Pro. Pero no te asustes, si estás pensando en este teléfono puedes quedarte tranquilo: las imágenes son correctas en detalle, equilibradas en HDR y con ese look que tanto convencerá a sus adalides. Pero hace ya un par de generaciones que los Pixel no son imbatibles, y las razones son bastante fáciles de detectar.
A plena luz de día (con luz algo dura, eso sí), se nota el exceso de procesado en toda la fotografía.
La primera es la falta de naturalidad que tienen algunas fotografías. Esto no es tan fácil de apreciar si no comparamos con otros teléfonos, pero se hace bastante evidente incluso en escenas con buena luminosidad. A pesar de tener un sensor musculoso, el Pixel quiere brillar a base de sobreprocesar las imágenes, y esto le acaba pasando factura.
Cuando la luz no es perfecta, el HDR queda bien dominado, pero el procesado de piel y demás elementos es muy mejorable.
Abusar del procesado y forzar el contraste era una táctica lícita y sólida hace unos años, cuando los sensores no tenían demasiado músculo. Procesar del mismo modo que hace tres o cuatro años con sensores mucho más grandes no es la mejor idea.
No es necesario disparar en macro para obtener nitidez en disparos cercanos.
El patrón de reducción de ruido no es uniforme (hay zonas con sucias que otras). Este año es algo más agresivo.
Bordes muy forzados, contraste excesivo, y los clásicos “manchurrones” que achacaba a los pequeños sensores de los Pixel (algo que ya ha cambiado, por lo que es 100% achacable al procesado), son errores que en un móvil de este calibre no deberían estar presentes.
Reitero, aunque parezca contradictorio: la cámara es buena, muy buena. Pero en la gama alta premium saco la lupa al detalle y esta es una cámara por detrás en naturalidad respecto a lo que he llegado a ver en algunos rivales.
Zoom y ultra gran angular
El x5 es correcto en nitidez, pero el look “tan Pixel” satura un poco en una lente orientada a la fotografía más purista.
El x5 repite en el Google Pixel 8 Pro, aunque no es un 120mm como algunos de sus rivales. Es una lente que se disfruta, aunque la falta de naturalidad en el procesado hace que no tengamos ese look que, en lo personal, me gustaría ver en una lente tan orientada a puristas.
Del ultra gran angular me ha gustado bastante el trabajo. Es uno de los teléfonos que mejor corrige la distorsión. Tanto, que algunas fotografías ni siquiera parecen estar tomadas con gran angular y ese efecto “ojo de pez” en esquinas que tan molesto se hace en ocasiones.
Modo retrato
Retrato 1.5x | Retrato 2x. La primera fotografía está bastante oscura, en la segunda hay manchas y artefactos de HDR en el pelo, no es luz residual.
El modo retrato es uno de esos puntos en los que se nota especialmente que Google no está dando saltos relevantes en cámara. Sigue siendo bueno con objetos, pero es curioso cómo le cuesta brillar con personas. El mapa de profundidad que genera no es capaz de segmentar del todo bien a los sujetos, dejando bastantes bordes sin recortar correctamente.
No termino de entender tampoco por qué estamos obligados a disparar a una distancia mínima de 1,5x, siendo imposible disparar retrato 1x sin ningún tipo de recorte en el sensor. Tampoco hay retrato en 5x, por lo que el teleobjetivo queda relegado
Tampoco es del todo correcto el procesado que realiza. En este ejemplo de contraluz no demasiado agresivo, puedes apreciar perfectamente el abuso de procesado en la piel, falta de detalle y bastante sucia. El resto de elementos de la fotografía tampoco están demasiado bien perfilados.
Fotografía nocturna
Llegamos a la noche, otro de los territorios en los que el Google Pixel se encontraba especialmente cómodo. Los resultados me han parecido bastante correctos, con un trabajo excelente a la hora de controlar las altas luces. Algo que no me ha convencido es que es demasiado agresivo a la hora de hacer que los tonos cálidos tiendan al neutro. En algunas fotografías esta corrección es coherente, para acabar con el (habitualmente) horrible tono amarillento de las farolas.
En otras, acabar por completo con la calidez de la fotografía se traduce en resultados alejados de lo que queríamos obtener. La reducción de ruido es algo más agresiva que la vista el año pasado, haciendo que algunas zonas de la imagen tengan un poco de efecto acuarela.
La toma general tiene un buen look. Si ampliamos le podemos sacar costuras al procesado.
Selfie
El selfie luce balanceado (muy buen HDR) y con ese look Pixel.
Pero si ampliamos la falta de detalle es más acusada de lo esperado.
El selfie, con enfoque automático, es capaz de ofrecer muy buenos resultados cuando las condiciones de luz son suficientemente buenas. Si la luz escasea (no hace falta que sea de noche), volvemos a toparnos con la amalgama de procesado que acaba con todo detalle.
Vídeo
Los pequeños peros que le hemos ido viendo a la cámara durante el análisis fotográfico también se traducen en pequeñas pegas en el apartado de vídeo. Desde la generación 6, Google empezó a tomarse más en serio este histórico punto débil, mejorando de forma notable respecto a modelos anteriores. No obstante, el 4K 60 FPS del Pixel 8 Pro está lejos de los mejores exponentes.
Importantes manchas incluso grabando en 4K 60 FPS.
Es especialmente curioso cómo siguen apareciendo las manchas que se acusaban en fotografía, fruto del exceso de procesado que también se realiza en vídeo. Google necesita reajustar la carga de procesado tanto en fotografía como en vídeo. Tiene el músculo y la capacidad de obtener resultados más naturales, pero sigue apostando por técnicas de hace bastantes años atrás.
Google Pixel 8 Pro, la opinión de Xataka
Subir el precio 200 euros respecto al modelo anterior son palabras mayores. Si el salto es completo, la justificación es sencilla. Si la pantalla y la IA son los principales argumentos, no es tan fácil defender la nueva postura de Google con su modelo estrella.
El Google Pixel 8 Pro es un modelo que evoluciona respecto a la generación anterior sobre todo en diseño y panel. Adiós a las curvas, hola a los 2.400 nits y a un diseño algo más cómodo (aunque no demasiado premium).
El procesador no está a la altura del conjunto y la cámara no evoluciona en calidad. El software y las actualizaciones siguen siendo el punto mágico del Pixel
El procesador es un claro hándicap para este teléfono, que queda por debajo de sus principales rivales tanto en este rango de precio como en aquellos que bajan de 1.000 euros pero apuestan por los últimos Snapdragon. No hay tampoco mejoras en autonomía, más allá de que la carga es ahora de 45W.
La cámara, más allá de las funciones de IA, no ha evolucionado demasiado, y repite errores que no terminamos de comprender en esta generación. Un modo retrato con recorte bastante justo cuando los rivales directos tienen mapas de profundidad prácticamente perfectos, falta de nitidez en rostros…
Conozco las situaciones en las que el Pixel desfallece y he ido expresamente a buscarlas. No se ha corregido ninguna respecto a la generación anterior. Para un perfil de usuario que nunca amplía las fotografías y simplemente busca que luzcan bien, la cámara sigue con ese efecto wow y ese look que a tantos consumidores enamora. Cuando analizamos el procesado en detalle, hay decisiones cuestionables.
Pese a estos pequeños peros, sigue resultando sorprendente. Soy completamente sincero: si tuviese que utilizar un móvil Android, sería este. La pantalla es espectacular, el rendimiento es suficiente para el día a día y la cámara, pese a sus errores, se disfruta (aunque empieza a estar demasiado por detrás de la competencia en algunos apartados).
9,0
Diseño 9
Pantalla 9,5
Rendimiento 8,5
Cámara 9
Software 9,5
Autonomía 8,75
A favor
La pantalla es superlativa. Probablemente la mejor del mercado actualmente.
El software de los Pixel sigue siendo su razón de ser. Ahora con siete años de soporte.
Sigue siendo uno de los gama alta más equilibrados del momento.
En contra
Google se está durmiendo con la cámara. Errores de hace generaciones que se repiten, algunas inconsistencias y no mucho realismo.
El Tensor G3 no está a la altura del conjunto. No es un procesador digno de un gama alta.
La subida de precio no está del todo justificada tomando como referencia el precio base del Pixel 7 Pro.
Está claro que la prioridad principal de Microsoft es convertirse en la marca por excelencia vinculada a los videojuegos por excelencia. La Xbox o la compra de compañías como Bethesda o Activision son solo peldaños en busca de ese dominio absoluto. Lo ha vuelto a demostrar Phil Spencer, CEO de Microsoft Gaming, con declaraciones en la última entrega de Official Xbox Podcast que demuestran la orientación de la compañía hacia los juegos móviles.
En él ha hablado del cada vez más exitoso mercado móvil. Ha resaltado que “hay que encontrar la manera de ser relevante en la plataforma más grande, que es la móvil”. Ese podría ser uno de los motivos de la compra de Activision, muy dentro de ese tipo de plataformas con juegos como ‘Call of Duty Mobile’, que suma sus 500 millones de jugadores.
Spencer tiene muy claro que es una jugada de indiscutible necesidad: “no hay forma de trazar el futuro sin estar en la plataforma en la que juega la mayor parte del planeta”, dijo. Es notable que compañías como UbiSoft, uno de los gigantes absolutos de la industria (mucho más ahora que Activision forma parte de la escudería de Microsoft) están dando cada vez más importancia al juego móvil, con lanzamientos como futuras entregas de este tipo en franquicias como ‘Assassin’s Creed‘ o ‘Rainbow Six’.
Spencer ha dejado claro también que no se trata de que Microsoft vaya a pasarse al juego móvil, sino que dentro de sus estrategias futuras está el lanzamiento de más títulos en estos soportes. “Esto no significa que quiera convertir todas nuestras franquicias en franquicias para móviles”, afirma. “No significa que todo vaya a ser free-to-play. Creo que la diversidad de modelos de distribución y negocio que tenemos es un punto fuerte de la plataforma”.
En un fin de semana de clima inestable, una noticia alentadora: el viento, el sol y el agua generaron el 96% de la demanda de electricidad en España en pleno sábado. Con la nuclear rindiendo muy por debajo de su capacidad, ganarle la partida al carbón y el gas con esa superioridad numérica podría dar a entender que tenemos el camino hecho en nuestro compromiso hacia un futuro energético más sostenible.
Pero el logro, como suele ocurrir al hablar del mercado eléctrico, no está exento de complejidades. Si bien las renovables son una fuente cada vez más dominante, su integración total en la red eléctrica está lejos, y la necesidad de fuentes de energía de respaldo, como el carbón y el gas, nos obliga a mantener las centrales abiertas.
Un país entero funcionando con renovables. El sábado a las 13:00, la demanda de energía eléctrica en España rondaba los 22.400 megavatios hora. En ese momento, Red Eléctrica registraba una generación de 21.500 MWh a partir de fuentes renovables: energía fotovoltaica (12.000), energía eólica (7.000), energía hidroeléctrica (1.800) y energía termosolar (490), entre otras (250).
El momento coincidió, para mayor alegría de las renovables, con dos reactores nucleares fuera de servicio: Cofrentes (de Iberdrola) por recarga y Ascó I (de Endesa) por una avería, lo que redujo en un tercio la capacidad nuclear.
Una interpretación más precisa. Una manera de interpretar estos datos es que el 96% de la electricidad del país lo generaron el sábado a mediodía las renovables, pero el mercado eléctrico español es un sistema complejo que obliga a matizar siempre este tipo de afirmaciones.
En pocas palabras, existe una disonancia entre la electricidad que se vende a plazo y la que se negocia de forma inmediata para atender a la demanda cambiante, y muy dispar, de la geografía española. Si bien las centrales de carbón y ciclos combinados no están en el mercado diario, denominado “spot”, siguen siendo necesarias para garantizar la frecuencia y estabilidad del sistema eléctrico, por lo que continúan funcionando y vendiendo energía en el mercado de restricciones.
Red Eléctrica
Qué son el mercado spot y el mercado a plazo. Son dos modalidades de compra y venta de la energía eléctrica. El mercado spot, gestionado por OMIE, es un sistema de transacciones a corto plazo donde los productores y consumidores acuerdan el precio y la cantidad de electricidad que será suministrada en un intervalo de tiempo diario o intradiario (generalmente para las siguientes 24 horas).En contraste, el mercado a plazo se refiere a contratos de largo alcance, que pueden abarcar desde semanas hasta años, y permiten asegurarse un precio fijo o variable para la electricidad durante un periodo futuro. Ambos mecanismos coexisten para combinar liquidez, flexibilidad y estabilidad en el sistema eléctrico.
El carbón y el gas no se apagan. De hecho, el gas, los ciclos combinados y el carbón generaban el sábado a las 13:00 más de 2200 mWh de energía con sus correspondientes emisiones de CO2 en la atmósfera. Sumados a las renovables, el mix superaba con creces los 22.400 mWh de demanda, pero España exporta también a Portugal, Marruecos y Andorra, lo que explica la diferencia.
Las fuentes renovables pueden ser inestables (el sol no siempre brilla, el viento no siempre sopla) y su producción cambia enormemente en la variada geografía española. Se necesitan otras fuentes de energía para equilibrar el sistema y, con la nuclear pasando por algunos problemas, el carbón y los ciclos combinados de vapor y gas siguen funcionando las 24 horas como respaldo del sistema eléctrico.
La degradación de la batería es, sin duda, uno de los grandes temores de los potenciales compradores de un coche eléctrico. Las noticias sobre el coste del reemplazo de estos acumuladores de energía, con precios que han llegado a acercarse a los 16.000 dólares, han disparado la preocupación entre algunos usuarios.
A nosotros mismos, en Xataka, taxistas de coches eléctricos, que tienen que cargar todos los días la batería, nos han confirmado que la degradación y el coste de cambio de baterías es una de las comidillas del sector y uno de los principales motivos que sigue asustando a los potenciales clientes de este tipo de automóviles.
Todos ellos nos señalaban que sus coches se cargan habitualmente por la noche con tomas de carga lentas pero que no dudan en acudir a una toma de carga rápida si es necesario. Al fin y al cabo, tienen claro que el coche es su herramienta de trabajo y que ésta debe plegarse a ellos y no ser ellos los que se adapten al coche.
Andy Slye, youtuber conocido por sus vídeos sobre Tesla, entre otros productos tecnológicos, tiene otro punto de vista. Uno más cercano al conductor habitual de un Tesla Model 3. Y tiene sus propios consejos para maximizar la vida útil de las baterías.
Cómo alargar la vida útil de las baterías
Slye cuenta con un Tesla Model 3 que ha superado los 200.000 kilómetros recorridos. Asegura que, pese a ello, la batería del coche se encuentra al 95% de capacidad, por lo que la degradación ha sido mínima.
Con los datos de autonomía según ciclo WLTP, un Tesla Model 3 que realice 513 kilómetros habrá perdido con ese 5% de autonomía unos 26 kilómetros. En el caso de un Tesla Model 3 Gran autonomía (con 629 kilómetros disponibles), la pérdida sería de unos 32 kilómetros. Es decir, en ambos casos, poco cambia el uso que se le podría dar al coche recién salido de fábrica.
Andy Slye señala en su vídeo que para garantizar una vida más larga de la batería ha optado por cargar su coche habitualmente con cables domésticos de baja potencia. Además, tiene configurada la carga para que ésta no supere el 80% en el día a día.
Los consejos tienen mucho sentido. En primer lugar porque las baterías NMC, como las del Tesla Model 3, ofrecen una mayor densidad energética pero también son más propensas a la degradación con las recargas rápidas y la recarga del último 20% de la batería. Slye señala que, para el día a día, no necesita recargar por encima del 80%, pues no necesita contar con esta autonomía.
Un Tesla Model 3 se moverá entre los 400 y los 500 kilómetros con el 80% de la carga. Sin duda, más que suficiente para su rendimiento diario por lo que, de tener un enchufe a mano, es tan sencillo como jugar con la carga máxima permitida en el coche para ir alargando su vida útil.
Además de estos consejos, también se recomienda preacondicionar la carga de la batería, pues el coche jugará con la temperatura de la misma para que la recarga sea más eficiente, necesite menos tiempo y la degradación sea menor. De igual modo, en un buen número de coches eléctricos se puede seleccionar cuándo queremos que termine de cargar el coche para que gestione la recarga de la manera menor dañina posible para el acumulador de energía. En el fondo, es lo mismo que en un teléfono móvil.
Por último, cabe destacar que el interés por alargar la vida útil de la batería está relacionado con mantener el número máximo de kilómetros posible en nuestro vehículo eléctrico pero, también, con mantener el máximo valor del vehículo para el futuro por si queremos venderlo. En este caso, el estado y la salud de la batería puede marcar la diferencia a la hora de recuperar parte de la inversión.