Los estragos de la EHE: cómo el “COVID de las vacas” está llevando al límite al sector ganadero en España

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Quizás su nombre no te diga gran cosa, pero desde hace unos meses la EHE complica el sueño de los ganaderos y cazadores de España. Y con razón. Las siglas responden a “enfermedad hemorrágica epizóotica“, una dolencia que afecta a los rumiantes caseros y salvajes, se está cobrando la vida de un número respetable de vacas y amenaza con dejar cuantiosas pérdidas en las granjas. Como tal la EHE no es nueva —de hecho se identificó a en los años 50—, pero hasta hace no tanto parecía un problema exclusivo de otras latitudes, como Asia o África.

Ya no. Gracias en buena medida al cambio de escenario que ha dejado el calentamiento global, desde 2022 es también un reto europeo.

El desafío de la EHE. Quizás en Europa no nos suene demasiado, pero como recordaba hace poco en The Conversation el catedrático de Microbiología Raúl Rivas, la EHE se detectó por primera vez en EEUU hace 68 años y desde entonces se ha registrado en otras regiones del planeta con climas templados y tropicales. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación la define como una dolencia vírica infecciosa, no contagiosa, que se transmite a través de la picadura de insectos del género Culicoides —el mosquito, por ejemplo— y que afecta a rumiantes.

Aunque su impacto en las granjas puede ser considerable, no se transmite a humanos, ni siquiera por el consumo de productos relacionados con animales contagiados. “La enfermedad es de declaración obligatoria porque conlleva un alto riesgo de generar importantes pérdidas económicas directas e indirectas, pero no nos enfrentamos a una zoonosis, es decir no se transmite a humanos”, detalla Raúl Rivas, quien recuerda que la UE le ha dado categoría de enfermedad objeto de vigilancia y deben adoptarse medidas para evitar que se propague.

Mmm Mapa sobre focos de EHE publicado por el Ministerio de Agricultura el 22 de noviembre.

El “COVID de las vacas”. La realidad es que la EHE se ha ganado un apodo bastante más popular y con gancho: el “COVID de las vacas”, etiqueta imprecisa tanto por las características del virus como por el catálogo de animales a los que afecta, pero que da una idea aproximada del efecto que tiene sobre las reses.

En el ganado vacuno provoca fiebre, pérdida de apetito, hinchazón de la lengua, salivación, descamación del hocico, cojera, lagrimeo o goteo nasal, entre una lista extensa de síntomas. El Ministerio de Agricultura precisa que el impacto puede diferir entre tipos de ganados —el caprino es de hecho “muy poco susceptible a la infección”— y que la enfermedad afecta también a ciervos, gamos y corzos.

Pero… ¿Tan grave es? La Diputación Foral de Bizkaia señala que en el caso del ganado vacuno la enfermedad se resuelve habitualmente en cuestión de “un par de semanas”, aunque hay casos en los que la EHE puede agravarse hasta acabar con la vida del animal. Lo cierto es que a lo largo de los últimos meses hay puntos del país en los que se han registrado miles de ejemplares afectados y cientos de muertes.

En septiembre la Junta de Castilla y León compartía datos que mostraban que la tasa de morbilidad era de aproximadamente el 13% y la de mortalidad rondaba el 1,5%. Entre ciervos silvestres se apuntaba en verano a una mortalidad que oscilaba del 3 al 4%, si bien —recuerda Raúl Rivas— en algunos brotes las estimaciones para este tipo de animales salvajes son sensiblemente superiores.

Un problema con fecha de inicio. Una peculiaridad de la EHE es que puede situarse perfectamente en el calendario. La enfermedad circulaba por América del Norte, Asia, Australia y África, pero no se documentó un caso en la Unión Europea hasta el 10 de noviembre de 2022, cuando las autoridades italianas detectaron el virus en explotaciones de ganado bovino de la isla de Cerdeña.

Días después se registró en Sicilia y para el 18 de noviembre se comunicaban infecciones en el sur de la Península Ibérica. La dolencia acabó extendiéndose con el tiempo, con casos reseñados ya en el norte, como Euskadi o Galicia, donde La Voz asegura que la primera vaca afectada mostró síntomas en septiembre.

Qué dicen las cifras. Tenemos cifras que pueden ayudarnos a hacernos una idea más o menos precisa de qué supone la EHE. Según datos recogidos por El Español, a mediados de noviembre la delegación territorial de la Junta de Castilla y León en Zamora informaba de que el cómputo de animales afectados por la EHE en la provincia rozaba ya los 9.200 y el de reses muertas iba camino del millar.

Por las mismas fechas la Xunta reseñaba 11 nuevos focos de la enfermedad en su comunidad, con casos repartidos por las provincias de A Coruña y Lugo. A lo largo de los últimos meses la EHE llegó también a otros puntos, como Cataluña, Aragón o Extremadura, y la SER informaba la semana pasada que desde septiembre Euskadi ha sumado un saldo que se aproximaba a las 600 reses muertas.

… y las estimaciones de pérdidas. No todo son cifras de ejemplares enfermos o fallecidos. Los ganaderos están alertando ya del impacto que la EHE puede tener en su sector y exigen ayuda ante una enfermedad que, según los cálculos de Unión de Uniones, en algunas regiones podría haber provocado la muerte de más del 1,64% del censo de nodrizas y toros en extensivo en solo tres meses.

En Extremadura la organización agraria Asaja cifraba a mediados de mes en cinco millones de euros la “factura” de la enfermedad y Unión Extremadura incluso iba más allá, apuntando en agosto a unas pérdidas de 15 millones de euros.

“Se puede estimar que en una granja de unas 100 vacas nodrizas las pérdidas pueden alcanzar los 15.000 euros”, explica a El Periódico de España la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos. Para el sector, el impacto se mide no solo en bajas, sino también en tratamientos veterinarios, abortos o infertilidad. Hay quien apunta otra consecuencia, que podría verse a más largo plazo: que los efectos de la EHE sobre las reses y sus crías y los coste extra acaben trasladándose a los precios.

¿Cómo afrontar el problema La pregunta del millón. El propio Ministerio de Agricultura reconoce que de momento no existen vacunas autorizadas en la Unión Europea, así que se recomienda combatir a los insectos que las transmiten con la ayuda de insecticidas, repelentes o cuidar el transporte del ganado. Por lo pronto se espera que la bajada del termómetro del invierno haga que la situación mejore, lo que no significa que el escenario vuelva a cambiar de nuevo en primavera.

Rivas deja algunas claves  en The Conversation: la primera, que el cambio climático favorece la supervivencia y transmisión de los insectos que transmiten la enfermedad; la segunda es que en Japón y EEUU hay vacunas disponibles contra ciertos serotipos del virus. En Europa no existía esa necesidad, una circunstancia que podría cambiar ahora. Por lo pronto, ya hay instituciones moviendo ficha para que la lucha contra la EHE resulte menos gravosa para los ganaderos.

Imágenes: Annie Spratt (Unsplash) y Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

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La noticia Los estragos de la EHE: cómo el “COVID de las vacas” está llevando al límite al sector ganadero en España fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .

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