Huawei abrió la veda con HarmonyOS, su plan de emergencia para poder seguir operando desligada de la mano de Google con Android tal y como lo conocemos. Xiaomi ha querido seguir el camino con HyperOS, su propia adaptación de software tomando como base parte del código de Android, pero reescribiendo la mayor parte.
Vivo ha puesto la última piedra con BlueOS, una alternativa desarrollada íntegramente en Rust, 100% propia y sin siquiera compatibilidad con aplicaciones Android. Tres interpretaciones que pudieran parecer similares, pero que plantean conceptos totalmente distintos.
Las tres propuestas plantean un interesante debate acerca de la necesidad de empezar a ver alternativas a iOS y Android, así como cuán realista es apostar por sistemas completamente desligados de lo que ya usan los consumidores.
El plan de Huawei. A Huawei no le han ido muy bien las cosas con HarmonyOS y la razón tiene nombre y apellidos: Google. Tras el baneo de los Estados Unidos, la compañía china se vio obligada a dejar de colaborar con Google, dejando así de ser posible la preinstalación de sus servicios dentro de EMUI.
En una rápida reacción, Huawei aseguraba tener sobre la mesa un sistema alternativo a Android, pero compatible con sus aplicaciones. La realidad es que HarmonyOS y EMUI son… prácticamente lo mismo, salvando el nombre y algunas particularidades en el código.
En Europa no hay paraíso sin Google, siendo necesario su marco de servicios para utilizar las aplicaciones más mainstream. El aprendizaje parece claro: incluso teniendo tienda propia de aplicaciones, sin la mano de Google no hay triunfo posible para un software que aspire a ser mayoritario.
Xiaomi sigue sus pasos, pero con mayores apoyos. La de Xiaomi es, presumiblemente y sobre el papel, la mejor forma de reinterpretar Android. Se ha utilizado parte de su código fuente para hacer de este fork un sistema compatible con sus aplicaciones, así como para poder actualizar los últimos teléfonos con MIUI a HyperOS.
La compañía promete una mayor eficiencia, rendimiento, menor peso del sistema, y una gran carga de código propio para apostar por modelos de inteligencia artificial generativa. Sea como fuere, HyperOS vendrá de la mano de Google y, de cara a los usuarios medios (lo más importante siempre en todos estos asuntos), simplemente llegará una actualización de sistema operativo que lavará la cara de lo que ya tienen.
No hay cambios a la hora de usar las apps, no hay limitaciones. Absolutamente todo seguirá igual y, en el escenario prometido, tendrán una ROM más limpia, rápida y eficaz.
Xiaomi tiene la oportunidad de hacer de su gran hándicap su principal virtud. Ser ese fabricante que ha modificado Android al extremo y, sin sacrificar funcionalidad, ha llegado a hacer que funcione aún mejor. Quedará por comprobar cuánto hay de nuevo en HyperOS en el análisis de los Xiaomi 14, pero la apuesta apunta maneras.
El arriesgado plan de Vivo. No es esta la postura de Vivo, quien parece querer acabar directamente con Android desarrollando su propio sistema operativo programado en Rust. Por el momento, parece que no tendrá compatibilidad con aplicaciones Android, un movimiento que puede tener cierto sentido en China pero que, fuera de su territorio natal, puede suponer un tiro en el pie.
El reto de crear un ecosistema propio. Ningún fabricante más allá de Apple o Google ha logrado crear ecosistemas completos. Ni siquiera Samsung, líder en ventas en telefonía móvil y uno de los pesos pesados en el resto de industrias domésticas se ha atrevido con un paso así. Apuesta por software propio como Tizen para algunos de sus dispositivos (como TVs), pero incluso en periféricos se rindió a WearOS frente a su plataforma propia.
La apuesta de fabricantes como Xiaomi o Vivo parece ambiciosa, aunque son aproximaciones bastante distintas entre sí. Lo que está claro es que los fabricantes chinos quieren tomar distancias con Android tal y como lo conocemos. Nadie sabe en qué acabarán estos planes.
Imagen | Xiaomi
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La noticia Los fabricantes chinos están huyendo de Android. La clave está en la forma de hacerlo fue publicada originalmente en Xataka por Ricardo Aguilar .