No importa que tu producto sea malo si la tecnología que lo sostiene es revolucionaria. ChatGPT es la prueba

No importa que tu producto sea malo si la tecnología que lo sostiene es revolucionaria. ChatGPT es la prueba

Estamos cerca de cumplir el primer año de vida post-ChatGPT, el rayo que cayó para congelar la sangre de gremios enteros que vieron vimos cómo de la noche a la mañana podían cambiar las reglas de nuestra profesión. Ese fue el claro punto de inflexión para el cambio de percepción social a la Inteligencia Artificial generativa: ya no se trataba de una cuestión técnica, acotada, en clave de futuro y accesible para personas con conocimientos avanzados, sino de presente, accesible para cualquiera y con resultados tangibles.

Ahora que ha pasado casi un año, podemos echar la vista atrás y entender la paradoja que supuso esa eclosión masiva de la Inteligencia Artificial generativa: productos incompletos y bastante imperfectos que triunfaron pese a todo porque su tecnología era tan buena que lo hacía inevitable.

Errores no disuasorios

Empecemos por ChatGPT. Casi cualquier estratega de marca habría echado para atrás ese nombre si lo que buscaba era lograr un éxito comercial masivo. Esto va por tendencias, ya saben. La época de los -ly, como Calendly, Grammarly, Optimizely… La de los -fy, como Spotify, Chicfy, Cabify… O la de quitar la última vocal, como Twttr (el nombre original de Twitter), DAZN, Tumblr, Scribd, Grindr…

ChatGPT se libró de seguir libro de tendencias alguno y se puso un nombre so-so, pero además, llegó como cualquier manual de buenas prácticas de una startup desaconsejaría hoy día: sin aplicación móvil. Tardó varios meses en llegar, y lo hizo cuando todo el mundo ya sabía de su existencia y se había convertido en un exitazo.

Por no hablar de las alucinaciones y los derrapes factuales, incluso usando ChatGPT Plus. La tecnología que había detrás de ChatGPT era tan buena (pese a conocida desde hacía años, GPT) que nada de eso importó para que fuese un punto de inflexión en nuestras vidas.

Algo similar ocurrió con Midjourney, que por no tener, no tiene ni una web donde la herramienta funcione, algo que también sonaría a atropello para un proyecto con su vocación. Ni app ni web, “solo” ofrece su servicio a través de Discord, lo cual ya sería visto como una barrera inasumible para cualquiera que no buscase resultados sobre el propio Discord, como un modulador de voz para su chat.

Eso tampoco le ha impedido coronarse como reina de la Inteligencia Artificial generativa en el campo de las imágenes. Tampoco se lo ha impedido la imprecisión, por no decir chapuza, que hacía cuando tenía que representar una mano.

Las manos han sido la debilidad de estas herramientas porque el lugar del que aprender a crearlas, fotografías, a menudo muestra manos incompletas, cerradas, dejando ver únicamente algunos dedos, y haciendo complicado para una herramienta así asumir cómo es realmente una mano y cómo se mueve.

Esto ya ha sido bastante superado, pero tampoco le impidió continuar siendo usado incluso a costa de buscar fórmulas que no implicasen la aparición de aquellas manos alienígenas. Demasiado bueno como para resistirse por algo evitable.

Bard, en menor medida, ha pasado por algo así: sus alucinaciones son de órdago, pero las ocasiones en que es eficaz resulta tan conveniente que sigue compensando darle oportunidades. También podemos hablar de Claude, especializado en analizar textos muy largos, que se estrenó con un proceso de onboarding cuanto menos confuso… pero nuevamente, suficiente para ser compensatorio.

O Github Copilot, conveniente y facilitador de tareas para los programadores pero no exento de errores de concepto y de acabar añadiendo líneas de más.

Nada de eso ha importado para que estos años estén siendo los del principio de la masificación de estas herramientas. Al otro lado de la balanza, servicios con muchísimos más esfuerzos en marketing e identidad visual que simplemente tienen que perseguir mucho más a sus potenciales usuarios, porque solo con su tecnología no les alcanza.

No hay nada de malo, no siempre se logra la excelencia, pero desde luego esto puede hacer repensar prioridades. A otros servicios no les pasamos ni un error antes de abandonarlos. Pero no tienen lo que estos tienen detrás.

En Xataka | La IA está llenando la web de contenido. La pregunta es qué pasará cuando se retroalimente de él.

Imagen destacada | Xataka con Midjourney.


La noticia No importa que tu producto sea malo si la tecnología que lo sostiene es revolucionaria. ChatGPT es la prueba fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .

Suscríbete a nuestro boletín

Únase a nuestros boletín y reciba las últimas noticias y artículos enviados directamente a su bandeja de entrada semanalmente.

Al ingresar su correo electrónico, acepta nuestros Política de privacidad .

También le puede interesar leer

Leave a Reply