Desde sus inicios hace más de un siglo, la aviación comercial ha ido evolucionando. Los aviones de pasajeros, que son considerados el medio de transporte más seguro del mundo, se han vuelto menos ruidosos y contaminantes. Sin embargo, todavía tienen un largo camino por recorrer.
Estos gigantes de titanio y acero que se elevan por los aires para transportar a millones de personas todos los días son un dolor de cabeza para muchos. Vivir junto a un aeropuerto puede ser irritante, y los vuelos se traducen en entre el 2 y el 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Los aviones totalmente eléctricos se presentan como una de las soluciones ideales para estos problemas. Y si bien se han realizado importantes avances tecnológicos, y el concepto ha completado su primer vuelo, tendremos que esperar muchos años hasta que su adopción se generalice, si sucede, claro.
Cambios en la industria
Mientras tanto, el sector intenta adaptar el modelo de la aviación actual para mitigar los mencionados problemas. Entre sus esfuerzos encontramos la utilización de combustible sostenible de aviación (SAF) y nuevos diseños de motores. Pero hay algo más: un método más eficiente de descenso.
En la actualidad, de acuerdo a la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), la mayoría de los aterrizajes se realizan de forma “escalonada”. Los controladores aéreos guían a los pilotos para dirigirse a la pista a través de varios niveles o “escalones”.
Se trata de una alternativa que mantiene a los motores con cierto nivel de exigencia y, por consecuencia, consumen combustible. La aproximación por descenso continuo (CDA), en combinación con una función llamada optimización del perfil de descenso (DOP), apuesta por la eficiencia.
De esta forma, los pilotos pueden disminuir al mínimo el empuje de los motores del avión y realizar la aproximación final en ralentí maximizando el tiempo que se pasa en el nivel de crucero eficiente. Según explica Airbus, que cuenta con esta función en la familia A320, esta técnica se traduce en un menor consumo de combustible y permite limitar los niveles de ruido.
La FAA estima que la utilización de técnicas combinadas hará que se ahorren cada año unos 7,5 millones de litros de combustible por aeropuerto, lo que representa unas 18.143 toneladas de CO2. No obstante, la adopción de estos métodos optimizados para el descenso se está realizando de manera gradual.
Muchos aviones necesitan una actualización del Sistema de Gestión de Vuelo (FMS) a bordo para adquirir las capacidades de DOP. Por otra parte, los aeropuertos deben dar el visto bueno para este tipo de aterrizaje, ya que requiere de una colaboración exhaustiva por parte de los controladores de vuelo.
En el caso de España, el gestor de navegación aérea del país (ENAIRE) autorizó a finales del año pasado que el 36% de las aproximaciones se realicen en descenso continuo. Las aerolíneas EasyJet y Latam, por su parte, empezaron a actualizar parte de su flota con capacidades DPO para optimizar el procedimiento de descenso de los aviones de pasajeros.
Imágenes: Sebastian Grochowicz | Alexander Schimmeck
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La noticia Por qué cada vez más pilotos ponen los motores de los aviones en ralentí a la hora de aterrizar fue publicada originalmente en Xataka por Javier Marquez .