Año 2010. Microsoft, que había entrado hace una década al mercado de los videojuegos, acababa de lanzar la versión slim de la Xbox 360. Los de Redmond apostaban fuerte por este mercado relativamente nuevo para ellos con apuestas para diferenciarse de la competencia, como el sistema Kinect. Zulfi Alam, como responsable de accesorios de Xbox, era una de las personas clave en las ambiciones de la compañía, pero a medida que se acercaba a los 40 años de edad se volvía más sedentario, cuenta una publicación de blog.
El estilo de vida que había adoptado, y que se había traducido en grandes logros, acababa de convertirse en una preocupación. Alam no estaba dispuesto a seguir ese camino, por lo que se convenció a sí mismo de que era importante empezar a hacer ejercicio físico. La necesidad por adoptar hábitos más saludables le llevó a descubrir el CrossFit e incluso a motivar a otro compañero de su equipo a su sumarse a esta actividad. Él y Brian Bilodeau se daban cita en el gimnasio todos los días a las 6 de la mañana.
Cuando las ideas confluyen y se crea un producto
Mientras que Alam y Bilodeau redescubrían la importancia de hacer actividad física, la división de accesorios había empezado a idear un nuevo dispositivo basado en la tecnología de Kinect. Querían que no estuviera atado a la consola y al televisor, pero todavía no tenían claro qué tipo de dispositivo hacer. Una integrante del equipo, Farah Shariff, venía participando de maratones desde hace tiempo, por lo que pensó que el nuevo producto debería tener una orientación fitness. Alam y Bilodeau no pudieron estar más de acuerdo.
De pronto, un equipo de empleados de Microsoft de Xbox había comenzado a trabajar en un dispositivo que nada tenía que ver con los videojuegos. A medida que los días pasaban, las características que debería ofrecer el producto empezaban a quedar registradas sobre la pizarra: que tuviera monitorización de frecuencia cardíaca, que registrara métricas de ejercicio, que fuera lo suficientemente pequeño y cómodo para que pudiera llevarse como una pulsera. Las ideas fluían sin cesar.
A nivel de hardware, los ingenieros se dieron a la tarea de adoptar la tecnología de Kinect para crear un monitor óptico de frecuencia cardíaca. El sistema, a diferencia de los dispositivo médicos, utilizaba luz para hacer su trabajo (como lo hacen la mayoría de los dispositivos de su tipo en la actualidad). El proyecto, sorprendentemente, estaba avanzando a pasos agigantados hasta que alguien del equipo dio sobre la mesa un golpe de realidad: Microsoft era una empresa de productividad y no había nada de esto en el dispositivo.
Si querían intentar el despliegue comercial, deberían conseguir atraer a los usuarios. Y, lo cierto es que la mayoría de las personas solo pasan una fracción de su tiempo haciendo deporte. El resto del tiempo están trabajando. Ahí, precisamente, es donde Microsoft encontró un punto fuerte. El dispositivo también debería ofrecer la posibilidad de recibir alertas, mensajes, vistas previas de correos electrónicos y otro montón de funcionalidades vinculadas a un dispositivo móvil con Windows Phone, Android o iOS.
El proyecto recibió luz verde por parte de la dirección de Microsoft y continuó su camino de desarrollo. Producto de esta etapa, algunos miembros de Xbox, entre ellos Alam, abandonaron sus puestos originales para formar parte del equipo del “Project K”. Después de años de trabajo, el 29 de octubre de 2014 la compañía anunció la Microsoft Band, una pulsera inteligente con orientación deportiva y funciones de reloj inteligente. Las ventas comenzaron al día siguiente en Estados Unidos a un precio de 199 dólares, y no tardaron en agotarse.
La compañía había fabricado una pequeña cantidad de dispositivos para el lanzamiento inicial, lo que le obligó a aumentar su producción para cumplir con la demanda. Todo esto ocurrió en los albores de la plataforma Android Wear y antes de lanzamiento del Apple Watch (que llegaría en abril de 2015). Ya con competidores importantes en el horizonte, Microsoft siguió apostando por su pulsera inteligente y al año siguiente lanzó la Microsoft Band 2.
La segunda generación de la band tenía un precio de 250 dólares e incluía el medidor de frecuencia cardíaca, acelerómetro, GPS, micrófono, sensor de temperatura, etc., incluidos en la versión original más barómetro y capacidad de seguimiento del sueño. También tenía pantalla curva y permitía también ver la hora, fecha, configurar un temporizador, utilizar un cronómetro y poner alarmas. Pese a estas mejoras, no tuvo el éxito de la primera generación. La calidad de los materiales era inferior, lo que llevó a la compañía a ofrecer reiterados reemplazos gratuitos.
Aquel producto prometía nutrir aún más el ecosistema de productos de Microsoft, que ya tenía ordenadores con Windows, móviles con Windows Phone y también pulseras inteligentes. Sin embargo, no tuvo una nueva oportunidad. Los de Redmond decidieron poner fin a su producción y soporte. En octubre de 2016 fue oficialmente discontinuado y en mayo de 2010 la aplicación para móviles que le permitía funcionar cerró definitivamente.
Imágenes: SparkFun Electronics
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La noticia Qué fue de la Microsoft Band, la pulsera inteligente que quería combinar deporte y productividad en un único dispositivo fue publicada originalmente en Xataka por Javier Marquez .