Hace no mucho EcoWatch realizó una encuesta en EEUU para poner el termómetro a la implantación de la energía fotovoltaica en el país y, sobre todo, conocer qué razones animaban o disuadían a sus hogares de instalar paneles. El balance es más o menos positivo, pero desliza un dato curioso.
Cuando se preguntó a los encuestado que ni tenían ni se planteaban dar el salto a las energías renovables qué les llevaba a rechazar las instalaciones solares se encontraron con tres razones principales. La primera es su coste y la tercera su mantenimiento. Entre ambas hay otra más llamativa: sencillamente, hay gente que rehúye los paneles porque los considera feos.
EcoWatch no es el primero que advierte de hasta qué punto puede influir la estética en la implantación de la energía solar. Hay quien lo señala incluso como un “factor clave”.
Industria e investigadores llevan bastante tiempo trabajando para perfeccionarlos a nivel técnico, probando nuevos materiales, reforzando su eficiencia en diferentes aspectos o prolongando su vida útil. El objetivo está muy claro: que cuando un empresario o el dueño de un bloque de apartamentos saque la calculadora para echar cuentas concluya que los paneles solares son una opción rentable. El problema es… ¿Y si todo ese esfuerzo se viese deslucido porque a la hora de la verdad a los clientes les parecen antiestéticos? ¿Qué pasa si el punto débil no es técnico, sino visual?
Bueno, barato… y bonito
El sector lo sabe y lleva tiempo trabajando en opciones que van más allá de los tradicionales paneles con células de silicio, rígidos, voluminosos y de colores oscuros. El reto ya no pasa solo por lograr una tecnología eficiente, asequible, escalable y duradera; para que triunfe debe ser “bonita”.
Una de las apuestas más evidentes para reducir el impacto de las placas son las tejas solares, placas que se integran en el tejado emulando a las piezas tradicionales. Uno de los ejemplos más recientes lo deja la empresa alemana PaXos, que ha unido fuerzas con la Universidad de Ciencias Aplicadas TH Köln, para desarrollar un prototipo de PVT, “tejas fotovoltaicas-térmicas”, dispositivos capaces de generar electricidad y calor y que apenas se distinguen de las tejas normales.
“Queremos crear una oferta para edificios catalogados y las personas que hasta ahora se han abstenido de la energía solar debido a su aspecto”, reconocía hace poco Julian Münzberg, directivo de PaXos. El foco lo centran tanto en quienes descartan los paneles por una cuestión estética como aquellos propietarios que no pueden adoptarlas por restricciones normativas. No son los únicos en trabajar en esa línea. Otras dos firmas, Autarq y la también alemana Creaton, presentaban también hace poco su propia solución de tejas solares: piezas lisas, planas, que sirven de soporte a elementos fotovoltaicos y un cristal de seguridad. El objetivo: que pasen inadvertidas.
Hay quien ha apostado por otra vía y se centra en las células solares casi invisibles, lo suficientemente transparentes como para que podamos plantearnos utilizarlas en ventanas. Esa ha sido recientemente la línea de trabajo de un equipo de la Universidad de Tohoku, en Japón, que en un artículo publicado en verano explica cómo ha fabricado una célula con un nivel de transparencia del 79%. De nuevo no son los únicos en apostar por las posibilidades del enfoque. En Reino Unido ya quieren aprovechar de hecho paneles semitransparentes para sus invernaderos.
Si hay un campo prometedor y en el que el sector ha trabajado con intensidad a lo largo de los últimos años es el de los paneles solares con perovskitas, una familia de materiales de estructura cristalina que pueden ayudarnos a convertir nuestras ventanas en paneles solares.
Los avances en esa dirección son también muy recientes. Hace meses un grupo de investigadores australianos lograba fabricar prototipos de células solares semitransparentes esperanzador. Según sus cálculos, alcanzan una eficiencia de conversión del 15,5% con una transmisión visible promedio de más del 20%. En la práctica ambos porcentajes se traducen en que sus prototipos ofrecen una eficiencia energética más que respetable mientras dejan pasar la suficiente luz como para que el día de mañana podamos utilizarlas en las ventanas de nuestras casas.
“Supone un gran paso adelante hacia la realización de dispositivos de perovskita estables y de alta eficiencia que se puedan implementar como ventanas solares”, presumía el profesor Jacek Jasieniak, de la Universidad de Monash. Otra posibilidad a la que abren la puerta las perovskitas es la creación de películas especialmente delgadas, lo suficiente como para hacerlas flexibles o incluso —señala The Wall Street Journal— algún día podamos incluso rociarlas como si se tratara de pintura.
El abanico de posibilidades que se perfilan para el futuro es amplio: integrar las células solares en tragaluces, balcones, revestimientos… Hay quien hasta se ha replanteado el concepto tradicional de panel solar, como Pvilion, que se dedica a elaborar estructuras flexibles, integrándolas incluso en tejidos. En su web anuncia diferentes “velas solares” que actúan como pérgolas y toldos ligeros.
“Cualquier cosa que sea tela es una oportunidad para generar electricidad”, explica a TWSJ. Entre otras ventajas sus dispositivos pueden desplazarse en busca de los puntos más soleados.
Otra línea de investigación se centra en los colores.
Quizás suene extraño, pero quizás pueda resultar clave entre aquellos propietarios a los que —advierte EcoWatch— les parecen feas las instalaciones convencionales. Los paneles azules y negros convencionales tal vez no sean muy atractivos, pero… ¿Y si pudiéramos alterar sus tonalidades para que encajen mejor en nuestra casa Un planteamiento similar se hicieron en su día en la Universidad Jia Tong, que ha rociado células solares con nanopartículas que les confieren coloraciones azuladas, verdes o moradas con una reducción de eficiencia de solo el 5%. En la Universidad de Nueva York o en la de Greenwich han experimentado vías también para explorar los paneles solares tintados.
Al fin y al cabo se trata de que las instalaciones no sean solo rentable, sino también agradables a la vista o al menos discretas. El esfuerzo puede ser clave para sacar provecho de la investigación y las políticas públicas que intentan mejorar la implantación de la energía solar.
Imágenes: Markus Winkler (Unsplash), Technology Arts Sciences TH Köln y Tohoku University, Scientific Reports
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La noticia Si quieren triunfar, los paneles solares ya no sólo deben ser baratos. También deben ser bonitos fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .