“Somos una startup”, nos decía George Zhao, CEO de Honor, al tiempo que se le escapaba una pequeña sonrisa que compartían también el resto de los periodistas presentes. Estábamos en China, justo tras el lanzamiento del nuevo Honor Magic V2 el pasado julio. Durante unos días, Honor nos abrió las puertas de sus fábricas, de sus laboratorios y de sus oficinas y pudimos hablar con varios de sus ejecutivos, incluyendo el propio CEO.
¿Mi resumen de todo lo que vi en una frase? Honor no podría estar más lejos de ser una startup: es una empresa enorme (más de lo que puede parecernos hoy en día desde aquí) que viene muy fuerte en producto, en inversión y en infraestructura no sólo para convertirse en el fabricante chino por excelencia, sino para buscar rivalizar de tú a tú con otros grandes como Apple o Samsung. ¿La explicación más en detalle? Vamos a ello.
De dónde viene Honor…
Si ya llevas unos años leyendo Xataka, sabrás que Honor comenzó en 2014 como una submarca de Huawei. Cuando Huawei estaba en sus buenos años pre-bloqueo de Estados Unidos, decidieron lanzar una submarca orientada al público joven y centrada en la venta online. Compartían ciertos departamentos con Huawei (como el de i+D o el de fabricación), pero otros eran independientes. ¿En qué se traducía esto? En que si Huawei lanzaba un gama alta al mercado, Honor presentaba su gama alta seis meses después con un diseño más discreto, pero casi con la misma tecnología y costando la mitad.
Todo parecía funcionar bien con esta estrategia. Huawei, más conocida por el público general, se acercaba en 2018 a Apple en unidades enviadas a nivel mundial y en España lideraba en cuota de mercado con el 28%, según cifras de la compañía. Honor, mientras tanto, seguía haciéndose hueco entre los clientes más especializados. En el caso de Europa, alcanzó un 4,5% de cuota de mercado en el primer trimestre de 2019, según Kantar.
Y, entonces, todo cambió.
Lo recuerdo perfectamente. Era un domingo (más concretamente el 19 de mayo de 2019) y comenzaron a sonar los teléfonos de muchos periodistas: Donald Trump, presidente de Estados Unidos en aquel momento, acababa de incluir a Huawei en la ahora super conocida “entity list”, es decir, se bloqueaba la colaboración de Huawei con las empresas americanas. Esto significaba que Huawei no sólo no podía usar los servicios de Google en sus nuevos dispositivos (quedándose sin la Play Store, entre otras aplicaciones), sino que además perdían el acceso a componentes como los ahora ansiados chips 5G. Una debacle para la compañía.
Donald Trump perdió la reelección, pero el ahora presidente Joe Biden no dio marcha atrás. Huawei, en lo que a su negocio de dispositivos de consumo se refiere, quedó muy tocada. Eso ya nos daría para otro extenso artículo, pero vamos a lo que nos interesa para éste: en 2020 Huawei vendía Honor a un grupo de inversores, un consorcio de 30 agentes y distribuidores de la ciudad de Shenzhen, según explicaban entonces. Tanto desde Honor como desde Huawei aseguraron por activa y por pasiva que las compañías desde entonces eran totalmente independientes. Y, lo más importante, Honor no “heredaba” el bloqueo de Estados Unidos a Huawei.
…y dónde estamos ahora
Volvamos a 2023, mes de julio. Es domingo y un grupo de empleados de Honor nos reciben en las oficinas centrales (ese día casi vacías) de la empresa en Shenzhen, en un imponente rascacielos que la compañía posee en uno de los centros económicos de la ciudad. No son las únicas instalaciones que poseen allí: también tienen varias oficinas adicionales y un campus de varios edificios para i+D y fabricación a las afueras de Shenzhen. Honor presume de tener siete centros de i+D repartidos por todo el mundo: cinco en China, pero también otros dos en Francia y en Japón.
En total, Honor dice tener actualmente 13.000 empleados, de los cuales el 60% pertenecen a su departamento de i+D. Un departamento que, como veremos un poco más adelante, es el gran orgullo de la compañía. Entre otras cifras que ofrecen, aseguran que solicitan más de 300 patentes mensualmente y que poseen más de 190 millones de dispositivos activos.
A muchas startups les gustaría tener esta dimensión.
George Zhao hablaba en nuestra entrevista de las fases de desarrollo de Honor: en 2021 decía que fue el año de la recuperación y del establecimiento en China mientras que 2022 fue el año de lanzarse internacionalmente. 2023, según Zhao, “quizá es el año en el que estamos bien preparados para el mercado europeo”. Un mercado europeo al que se refiere como “nuestro segundo mercado casero”: “creemos que para este mercado, especialmente para la gama alta y los flagship, es el mercado donde vamos a necesitar competir con Apple y Samsung, así que necesitamos estar bien preparados”.
En China, Honor ya pelea con las grandes marcas: con su 15% de envíos en el Q2 de 2023 ocupa la cuarta posición. Por delante, y muy cerca, están Oppo y su 18%, Vivo con 18% y Apple con 16%, según datos de Counterpoint Research. En algunos trimestres de 2022, Honor llegó incluso a liderar la clasificación.
El desembarco en Europa ha sido más modesto, nada de rascacielos ni grandes centros de desarrollo, aunque también es cierto que han llegado y puesto el foco más tarde. George Zhao dice no tener prisa: “El desarrollo del mercado europeo es un compromiso para Honor a larzo plazo, no esperamos conseguirlo en poco tiempo. Tenemos suficiente paciencia, iremos paso a paso avanzando hacia delante”, aseguraba el máximo ejecutivo de Honor.
De momento, 2023 está siendo un buen año para ellos. El CEO nos asegura que en la primera mitad de 2023 ya han superado a 2022 en lo que se refiere a ventas y envíos. “Creo que a nivel global podremos crecer un 100%”, dice confiado, aunque es realista: “El volumen no es tan alto como el de Samsung y Apple, ellos son muy grandes, pero la tendencia es positiva”. No dan cifras más allá de esto “por política interna”.
Durante la entrevista, George Zhao mencionaba en varias ocasiones cómo el objetivo es competir con Apple y con Samsung. Honor no está en el mercado para ser una marca más, sino que su visión a medio y a largo plazo es mucho más ambiciosa (y difícil de conseguir, todo sea dicho). Pero si algo hemos aprendido de todo lo que hemos visto durante nuestra visita, es que tienen potencial y, aparentemente, suficiente músculo detrás como para poder lograrlo.
Un vistazo a la fábrica desde dentro
El Intelligent Manufacturing Industrial Park de Honor está a las afueras de Shenzhen y es un campus compuesto de varios edificios con funciones de lo más variado. No sólo tienen laboratorios, instalaciones para la certificación de productos y varios equipos de innovación, sino que también incluye varios edificios de fábricas propias.
No son fábricas cualquiera: Honor lleva mucho dinero invertido y presume que el 80% del proceso de fabricación está ya automatizado, frente al 75% del año pasado. Entramos a una de las salas de fabricación y vemos dos decenas de líneas de producción de unos 100 metros de longitud. Al principio de cada línea vemos la placa base de un teléfono, en este caso están fabricando el Honor Magic 5 Pro. Al final de cada línea, un robot recoge una caja de color marrón, en la que hay diez teléfonos ya empaquetados en su caja. La magia es lo que ocurre entre ambos momentos.
En cada línea de producción creo contar entre cinco y seis personas, la mayoría de ellas en tareas de revisión y comprobación (me llamó la atención ver cómo inspeccionaban con una lupa y uno a uno los sensores) o para cosas sencillas como meter las cajas individuales ya precintadas en la caja final. Las tareas más delicadas las hacen robots. Podemos ver brazos robóticos que colocan con cuidado los componentes sobre la placa base o que colocan la carcasa y la pantalla con una precisión impresionante. En total, y desde que entra la placa base, un móvil tarda en estar completo y en su caja sólo 28,5 segundos. Y no sólo hablamos del ensamblado: durante todo el proceso Honor realiza decenas de pruebas, pudiendo detectar problemas sobre la marcha.
El 40% de las máquinas utilizadas durante el proceso son fabricadas por la propia Honor en función de las necesidades de sus teléfonos. Por eso tienen el 80% del proceso automatizado en el caso de los teléfonos tradicionales pero en teléfonos plegables todavía hay mucho más componente manual. Según Honor, podrían llegar a automatizar la línea completa, pero ya entrarían en juego otros factores como la inversión que hay que hacer y el hecho de que creen que todavía en ciertos puntos la presencia humana es fundamental.
Si bien hay varios edificios en este campus dedicado a la fabricación y aquí la tienen tan automatizada, en fábricas de terceros aún es un proceso más manual. La idea que tienen desde Honor es ir poco a poco introduciendo las tecnologías de fabricación de su fábrica a otras de terceros. Los teléfonos plegables, eso sí, se fabrican todos in-house, seguramente por lo delicado (y aún confidencial) del proceso.
Por desgracia, y aunque me hubiera gustado poder enseñaros paso a paso todo el proceso, desde Honor no nos permitieron entrar con cámaras ni teléfonos a las instalaciones. Ver de cerca este proceso de fabricación, en el que Honor ha puesto tanto empeño (y MUCHO MUCHO dinero), es puro placer para cualquier techie pero también alto secreto de puertas para fuera. Esto es algo que también se repetiría en nuestras visitas a los centros i+D, como veremos a continuación.
i+D, el orgullo de Honor
El teléfono fabricado es el último paso de la cadena. Mucho antes, meses e incluso años, comienza el proceso de diseño, prueba y control de calidad del mismo. Honor nos abrió la puerta a dos de sus centros de i+D (en Shenzhen y en Pekín) y pudimos conocer cómo es todo por dentro. De nuevo, no pudimos hacer fotografías, pero desde la compañía nos han compartido varias imágenes para ayudarnos a ilustrar parte de lo que vimos.
En Honor están especialmente orgullosos de su Centro de simulación por ordenador. Una vez diseñan el teléfono de forma teórica, el siguiente paso es crear una simulación por ordenador muy detallada. ¿La idea Poder anticipar cómo se comporta el teléfono en distintos ámbitos antes de fabricarlo y corregir potenciales problemas también antes.
Y no hablamos de una simulación sencilla: por ejemplo, hacen tests de caídas donde, teniendo en cuenta los materiales y componentes, ven cómo se distribuye el impacto por todo el teléfono; o cómo se incrementa la temperatura por todo el terminal con las llamadas, cómo es la señal cuando se hace una llamada… Los ingenieros de Honor piden una simulación y en dos o tres días tienen los datos. Desde Honor aseguran que han conseguido que el 80% de los tests reflejen de forma totalmente exacta la realidad, aunque con los plegables la cifra es todavía inferior.
Para mover estas simulaciones necesitan mucha potencia de computación. Ahí es donde entra una sala refrigerada que tienen dentro del centro con capacidad para 1200 servidores (en julio, cuando la visitamos, ya tenía 779). En total, 900 metros cuadrados de pura tecnología para hacer que el proceso de diseño sea más eficiente, tanto en tiempo como en costes.
Después de simular, llega el turno de desarrollar y hacer pruebas con algunos de los materiales a usar en el teléfono. Es el caso por ejemplo de las pantallas. Pudimos visitar un laboratorio enorme donde estaban realizando diversas pruebas con las pantallas sin “montar” (con las capas por separado) y también con las capas montadas, que cortaban allí mismo con máquinas especiales.
Tras la simulación y la investigación de materiales, toca fabricar los primeros dispositivos y hacer pruebas. Y hablamos de pruebas de todo tipo. Están por ejemplo las pruebas de resistencia. En el caso de los plegables, no sólo doblan los teléfonos, que también, sino las propias pantallas por separado para ver su durabilidad. También tienen máquinas que, por ejemplo, pulsan un botón 500.000 veces para simular lo que el usuario hará a lo largo de cinco años.
Los tests de caídas no son nuevos, pero en el laboratorio de Honor pude ver dos cosas que me llamaron la atención. Una era una máquina que giraba con los teléfonos dentro, como si fuera una urna de la lotería pero en su interior con un sólo terminal. La segunda, que dentro de algunas de esas máquinas no sólo probaban móviles, sino también accesorios como los cargadores.
Otro tipo de pruebas: las de medición de radiación. En Honor tienen varias cámaras anecoicas, algunas gigantes, para realizar mediciones de todo tipo. También laboratorios estándars de medición con el setup exigido por las autoridades (un molde con forma humana partido por la mitad y una sonda introducida en su cabeza para ver el calor que desprende cada teléfono). Como estas mediciones tardan bastante, desde Honor han creado su propio laboratorio para cuando necesitan medidas rápido (con una “cabeza” fabricada con material sintético que contiene ciertos de sensores).
Honor no sólo tiene muchas máquinas propias (en propiedad pero también de fabricación), sino que además tiene un certificado especial por el cual tarda menos que la competencia en homologar algunos de los diferentes tests que hacen: de los tres meses normales a dos meses o de tener que hacer tres o cuatro tests para una parte en concreto a poder hacer uno solo. Este tipo de acuerdos cuelgan enmarcados de las paredes en algunos de los pasillos, mostrando que son un orgullo y una confirmación más del trabajo de Honor en i+D.
El futuro de Honor pasa por los teléfonos plegables
Si algo me quedó claro en nuestra visita es que el futuro de Honor va muy ligado al futuro de los teléfonos plegables. Junto a Oppo y Samsung, quizá sean las tres marcas que más confían en este tipo de dispositivos. Y en Honor no lo dicen por decir: han invertido mucho dinero en este segmento de productos, con el lanzamiento del Honor Magic V2 como su gran hito de este año (que, por cierto, llegará pronto a Europa según han anunciado esta IFA).
George Zhao, CEO de Honor, confiesa que han perdido dinero con las dos primeras generaciones de plegables. No sólo porque el volumen de mercado es aún reducido, sino también porque para fabricar un plegable hay que adaptar los procesos, los materiales, la fabricación… todo cambia por completo, y eso significa mucha inversión que hay que hacer para empezar de cero. Ahora ya tienen máquinas, laboratorios, equipos de testeo… y algo con lo que empezar las futuras generaciones. “Pero creemos que los plegables tienen un gran futuro”, dice fijándose en el largo plazo.
Su estrategia parece clara: con el Magic V2 han intentado conseguir un teléfono que es similar a los tradicionales, sin que penalice el uso el que sea plegable (no es más grande, no cambia la dimensión, es tan fino como un teléfono de “barra”…). “Competimos con los teléfonos tradicionales”, dice Zhao, pero ofreciendo una pantalla aún más grande. “Creo que será un punto de inflexión”, añade convencido, explicando que cree que el nuevo teléfono multiplicará entre tres y cinco veces las ventas del anterior.
Zhao también nos confirma algo que intuimos viendo la estrategia de otros fabricantes, como Oppo o Samsung: en Europa preferimos el formato “flip” al formato “fold”. En Asia ocurre al contrario. No sería de extrañar que Honor lanzase pronto al mercado su propio flip. Eso sí, esperan hacerlo dando “una gran sorpresa a la industria”. ¿Y qué ocurre con otros formatos, como los prototipos de teléfonos “estirables” o pantallas que directamente se enrollan, como hemos visto a algunos competidores? Zhao es escéptico: si la idea es tan buena, ¿por qué la enseñan antes de tener un producto comercial?
Durante nuestra visita también pudimos hablar con Samuel Deng, CTO de Honor, que nos dejó algunas reflexiones interesantes. La primera es que los teléfonos plegables tienen actualmente el 90% del rendimiento y capacidad que los teléfonos tipo “barra”. Ese 10% restante es posible de conseguir, pero la cuestión es si merece la pena en términos de costes. “Necesitamos dos años”, decía Deng, para que no haya diferencia entre el teléfono tradicional y el plegable.
Hacer un plegable no sólo es complicado por las dos pantallas o por la bisagra: es que hay que hacer mucho más finos y pequeños todos los componentes. Samuel Deng nos explicaba que habían tenido que incluso dedicar tiempo y desarrollo a mejorar los tornillos, que ahora son de 1mm, un 33% más pequeños que los del resto de la industria, según él. A todo este desarrollo tecnológico lo han bautizado como “la carrera de los milímetros”.
El gran reto que Honor tiene por delante
Sobre el papel, y con todo este músculo detrás, Honor está muy bien situada para convertirse en la próxima Huawei (por mucho que a ellos no les guste compararse, de hecho no tienen reparo en mencionar a ningún rival pero en todas las entrevistas Huawei no ha aparecido por ningún sitio). Pero también es cierto que muchos otros, con muchos recursos, lo han intentado en el pasado y han fallado. Los próximos años van a ser claves para el futuro de Honor.
En China están creciendo, en Europa aún están dándose a conocer como quien dice, y todavía les quedan unos cuantos mercados. “Todavía hay muchos mercados que no hemos tocado, por ejemplo Japón, Corea, Estados Unidos y Canadá. Pero necesitamos tiempo para prepararnos, para por ejemplo saber qué producto es conveniente para esos países, qué modelo de negocio y qué tipo de organización para apoyar nuestro negocio. Necesitamos más estudios. Honor hoy es una startup. Una startup no puede tener una ambición muy grande”, dice Zhao. Tanto en ambición como en tamaño son una “startup muy grande”, añado yo.
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La noticia Visitamos las fábricas y los laboratorios i+D de Honor en China: un repaso a su plan para rivalizar de tú a tú con Apple y Samsung fue publicada originalmente en Xataka por María González .